The Daily Audio Bible
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4 Escuchen esta palabra, vacas de Basán,
que viven en el monte de Samaria,
que oprimen a los desvalidos y maltratan a los necesitados,
que dicen a sus esposos:
«¡Tráigannos de beber!».
2 El Señor y Dios ha jurado por su santidad:
«Vendrán días en que hasta la última de ustedes
será arreada con ganchos y anzuelos.
3 Una tras otra saldrán por las brechas del muro,
y hacia Harmón serán expulsadas»,
afirma el Señor.
4 «Vayan a Betel y pequen;
vayan a Guilgal y pequen mucho más.
Ofrezcan sus sacrificios por la mañana,
y al tercer día[a] sus diezmos.
5 Quemen pan leudado como ofrenda de gratitud
y proclamen ofrendas voluntarias.
Háganlo saber a todos, israelitas;
¡eso es lo que a ustedes les encanta!»,
afirma el Señor y Dios.
Dureza de Israel
6 «Yo les hice pasar hambre en todas sus ciudades
y los privé de pan en todos sus poblados.
Con todo, ustedes no se volvieron a mí»,
afirma el Señor.
7 «Yo les retuve la lluvia
cuando aún faltaban tres meses para la cosecha.
En una ciudad hacía llover,
pero en otra no;
una parcela recibía lluvia,
mientras que otra no y se secó.
8 Vagando de ciudad en ciudad,
iba la gente en busca de agua,
pero no calmaba su sed.
Con todo, ustedes no se volvieron a mí»,
afirma el Señor.
9 «Castigué sus campos con plagas y pestes;
la langosta devoró sus huertos y viñedos,
sus higueras y olivares.
Con todo, ustedes no se volvieron a mí»,
afirma el Señor.
10 «Les mandé plagas
como lo hice en Egipto.
Maté a sus mejores jóvenes por la espada,
junto con los caballos capturados.
Hice que llegara hasta sus propias narices
el hedor de los campamentos.
Con todo, ustedes no se volvieron a mí»,
afirma el Señor.
11 «Envié una destrucción
como la de Sodoma y Gomorra;
eran como brazas,
tizones rescatados del fuego.
Con todo, ustedes no se volvieron a mí»,
afirma el Señor.
12 «Por eso, Israel, voy a actuar contra ti;
y como voy a hacerlo,
¡prepárate, Israel, para encontrarte con tu Dios!».
13 He aquí el que forma las montañas,
el que crea el viento,
el que revela al ser humano sus pensamientos,
el que convierte la aurora en tinieblas,
el que marcha sobre las alturas de la tierra:
su nombre es el Señor Dios de los Ejércitos.
Advertencias y lamentos
5 Escuchen, israelitas, esta palabra, este canto fúnebre que por ustedes entono:
2 «Ha caído la virginal Israel
y no volverá a levantarse;
abandonada en su propia tierra,
no hay quien la levante».
3 Así dice el Señor y Dios al reino de Israel:
«La ciudad que salía a la guerra con mil hombres
se quedará solo con cien
y la que salía con cien
se quedará solo con diez».
4 Así dice el Señor a Israel:
«¡Búsquenme y vivirán!
5 Pero no busquen a Betel,
ni vayan a Guilgal,
ni pasen a Berseba;
porque Guilgal será llevada cautiva
y Betel, reducida a la nada».[b]
6 ¡Busquen al Señor y vivirán!,
no sea que él caiga como fuego
sobre los descendientes de José,
fuego que devore a Betel
sin que haya quien lo apague.
7 Ustedes convierten el derecho en amargura
y echan por tierra la justicia.
8 El que hizo las Pléyades y el Orión,
convierte en aurora las densas tinieblas
y oscurece el día hasta convertirlo en noche.
Él convoca las aguas del mar
y las derrama sobre la tierra.
¡Su nombre es el Señor!
9 Él trae una destrucción repentina sobre la fortaleza
y sobre la plaza fuerte, destrucción.
10 Ustedes odian al que defiende la justicia en el tribunal
y detestan al que dice la verdad.
11 Por eso, como oprimen a los pobres
y les exigen un impuesto sobre el grano,
no vivirán en las casas de piedra labrada que han construido
ni beberán del vino de los selectos viñedos que han plantado.
12 ¡Yo sé cuán numerosos son sus delitos,
cuán grandes sus pecados!
Ustedes oprimen al justo, exigen soborno
y en los tribunales atropellan al necesitado.
13 Por eso en circunstancias como estas guarda silencio el prudente,
porque estos tiempos son malos.
14 Busquen el bien y no el mal, y vivirán;
y así estará con ustedes el Señor Dios de los Ejércitos,
tal como ustedes lo afirman.
15 ¡Odien el mal y amen el bien!
Establezcan la justicia en los tribunales;
tal vez así el Señor, el Dios de los Ejércitos,
tenga compasión del remanente de José.
16 Por eso, así dice el Señor y Dios, el Dios de los Ejércitos:
«En todas las plazas se escucharán lamentos
y gritos de angustia en todas las calles.
Llamarán a duelo a los agricultores
y a los llorones profesionales para hacer lamentación.
17 Se escucharán lamentos en todos los viñedos
cuando yo pase en medio de ti»,
dice el Señor.
El día del Señor
18 ¡Ay de los que suspiran
por el día del Señor!
¿De qué les servirá ese día
si va a ser de oscuridad y no de luz?
19 Será como cuando alguien huye de un león
y se le viene encima un oso,
o como cuando al llegar a su casa,
apoya la mano en la pared
y lo muerde una serpiente.
20 ¿No será el día del Señor de oscuridad y no de luz?
¡Será por cierto sombrío y sin resplandor!
21 «Detesto y aborrezco sus fiestas religiosas;
no me agradan sus cultos solemnes.
22 Aunque me traigan holocaustos y ofrendas de cereal,
no los aceptaré;
no prestaré atención
a los sacrificios de comunión de novillos cebados.
23 Aleja de mí el bullicio de tus canciones;
no quiero oír la música de tus liras.
24 Pero ¡que fluya el derecho como las aguas
y la justicia como arroyo inagotable!
25 »Casa de Israel, ¿acaso me ofrecieron ustedes sacrificios y ofrendas
durante los cuarenta años en el desierto?
26 Ustedes cargaban la imagen de Sicut, su rey,
y también la de Quiyún,
imágenes de esos dioses astrales
que ustedes mismos se han fabricado.
27 Por lo tanto, los mandaré al exilio más allá de Damasco»,
dice el Señor, cuyo nombre es Dios de los Ejércitos.
6 ¡Ay de los que viven tranquilos en Sión
y de los que viven confiados en el monte de Samaria!
¡Ay de los notables de la nación más importante,
a quienes acude el pueblo de Israel!
2 Pasen a Calné y obsérvenla;
vayan de allí a Jamat, la grande,
bajen luego a Gat de los filisteos.
¿Acaso son ustedes superiores a estos reinos
o es más grande su territorio que el de ustedes?
3 Ustedes creen alejar el día de la desgracia,
pero están acercando el imperio de la violencia.
4 Ustedes que se acuestan en camas incrustadas de marfil
y se arrellanan en divanes;
que comen corderos selectos
y terneros engordados;
5 que, a la manera de David,
improvisan canciones al son de la lira
e inventan instrumentos musicales;
6 que beben vino en tazones
y se perfuman con las esencias más finas
sin afligirse por la ruina de José,
7 marcharán a la cabeza de los desterrados,
y así terminará el banquete de los holgazanes.
8 El Señor y Dios ha jurado por sí mismo; el Señor Dios de los Ejércitos afirma:
«Yo detesto la arrogancia de Jacob;
yo aborrezco sus fortalezas.
Por eso entregaré la ciudad al enemigo,
con todo lo que hay en ella».
9 Sucederá que, si en una casa quedan diez personas con vida, todas morirán. 10 Y, cuando vengan a la casa para levantar los cadáveres y quemarlos, algún pariente preguntará a otro que ande en la casa: «¿Queda alguien más contigo?». Y aquel responderá: «No». Entonces dirá: «¡Silencio! No debemos invocar el nombre del Señor».
11 Porque el Señor ha dado la orden:
él destruirá en pedazos la casa grande
y la casa pequeña hará pedazos.
12 ¿Acaso galopan los caballos por las rocas
o se ara con bueyes el mar?
Pero ustedes han convertido el derecho en veneno,
y en amargura el fruto de la justicia.
13 Ustedes se regocijan por la conquista de Lo Debar[c]
y agregan: «¿No fue con nuestras propias fuerzas
como nos apoderamos de Carnayin?[d]
14 »Por tanto, pueblo de Israel,
voy a levantar contra ti a una nación
que te oprimirá desde Lebó Jamat[e]
hasta el torrente del Arabá»,
afirma el Señor, el Dios de los Ejércitos.
A la iglesia de Tiatira
18 »Escribe al ángel de la iglesia de Tiatira:
»Esto dice el Hijo de Dios, el que tiene ojos que resplandecen como llamas de fuego y pies que parecen bronce al rojo vivo:
19 »Conozco tus obras, tu amor, fe, servicio y perseverancia. Además, sé que tus últimas obras son más abundantes que las primeras.
20 »Sin embargo, tengo en tu contra que toleras a Jezabel, esa mujer que dice ser profetisa. Con su enseñanza engaña a mis siervos, pues los induce a cometer inmoralidades sexuales y a comer alimentos sacrificados a los ídolos. 21 Le he dado tiempo para que se arrepienta de su inmoralidad, pero no quiere hacerlo. 22 Por eso la voy a postrar en un lecho de dolor y a los que cometen adulterio con ella los haré sufrir terriblemente, a menos que se arrepientan de lo que aprendieron de ella. 23 A los hijos de esa mujer los heriré de muerte. Así sabrán todas las iglesias que yo soy el que escudriña la mente y el corazón y a cada uno de ustedes lo trataré de acuerdo con sus obras.
24 »Ahora, al resto de los que están en Tiatira, es decir, a ustedes que no siguen esa enseñanza ni han aprendido lo que ellos llaman “profundos secretos de Satanás”, les digo que ya no impondré ninguna otra carga. 25 Eso sí, retengan con firmeza lo que ya tienen, hasta que yo venga.
26 »Al que salga vencedor y cumpla mi voluntad[a] hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones 27 —así como yo la he recibido de mi Padre— y
»“él las gobernará con cetro de hierro;
las hará pedazos como a vasijas de barro”.[b]
28 También le daré la estrella de la mañana. 29 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
A la iglesia de Sardis
3 »Escribe al ángel[c] de la iglesia de Sardis:
»Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios[d] y las siete estrellas:
»Conozco tus obras; tienes fama de estar vivo, pero en realidad estás muerto. 2 ¡Despierta! Reaviva lo que aún es rescatable,[e] pues no he encontrado que tus obras sean completas delante de mi Dios. 3 Así que recuerda lo que has recibido y oído; obedécelo y arrepiéntete. Si no te mantienes despierto, cuando menos lo esperes caeré sobre ti como un ladrón.
4 »Sin embargo, tienes en Sardis a unos cuantos que no se han manchado la ropa. Ellos, por ser dignos, andarán conmigo vestidos de blanco. 5 El que salga vencedor se vestirá de blanco. Jamás borraré su nombre del libro de la vida, sino que reconoceré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. 6 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Cántico de los peregrinos.
130 A ti, Señor, elevo mi clamor desde lo más profundo de mi ser.
2 Escucha, Señor, mi voz.
Estén atentos tus oídos
a mi voz suplicante.
3 Si tú, Señor, tomaras en cuenta los pecados,
¿quién, Señor, se mantendría en pie?
4 Pero en ti se halla perdón
y por eso debes ser temido.
5 Espero al Señor, lo espero con toda el alma;
en su palabra he puesto mi esperanza.
6 Espero al Señor con toda el alma,
más que los centinelas la mañana.
Como esperan los centinelas la mañana,
7 así tú, Israel, espera al Señor,
porque en él hay amor inagotable;
en él hay plena redención.
8 Él mismo redimirá a Israel
de todos sus pecados.
21 El criado consentido desde niño
se convertirá en una persona insolente.
22 El hombre iracundo provoca peleas;
el hombre violento multiplica sus crímenes.
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