M’Cheyne Bible Reading Plan
Moisés exhorta a Israel a ser obediente
4 Y ahora, Israel, escucha los preceptos y las normas que os enseño a cumplir, para que viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que os da el Señor, Dios de vuestros antepasados. 2 No añadáis ni quitéis palabra alguna a lo que yo os mando, sino cumplid estos mandamientos del Señor, vuestro Dios, que yo os prescribo. 3 Con vuestros propios ojos habéis visto lo que el Señor hizo con Baal Peor: a todo aquel que siguió a Baal Peor, el Señor tu Dios, lo exterminó de en medio de ti; 4 en cambio vosotros, los que os mantuvisteis fieles al Señor, vuestro Dios, seguís hoy todavía con vida.
5 Mirad, os he enseñado las normas y preceptos como me mandó el Señor, mi Dios, para que los pongáis en práctica en la tierra donde vais a entrar para tomar posesión de ella. 6 Obedecedlos puntualmente, y así mostraréis a los demás pueblos lo sabios y prudentes que sois. Cuando oigan hablar de vuestras leyes, dirán: “¡Qué sabiduría y sensatez tiene esa gran nación!”. 7 ¿Existe acaso alguna nación tan grande que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está de nosotros el Señor, nuestro Dios, cada vez que lo invocamos? 8 Y ¿qué nación hay tan grande cuyos preceptos y normas sean tan justas como toda esta ley que yo os promulgo hoy? 9 Pero ten cuidado, no permitas que se te olviden las cosas que han visto tus ojos ni dejes que se aparten de tu memoria en todos los días de tu vida; cuéntaselas a tus hijos y a tus nietos.
La revelación de Dios en el monte Horeb
10 El día en que estuviste delante del Señor tu Dios, en el Horeb, cuando el Señor me dijo: “Reúneme al pueblo y les haré escuchar mis palabras, para que aprendan a respetarme mientras vivan en la tierra y se las enseñen a sus hijos”, 11 vosotros os acercasteis y permanecisteis al pie de la montaña, mientras la montaña ardía envuelta en llamas que llegaban hasta el corazón del cielo, en medio de oscuros y densos nubarrones. 12 El Señor os habló desde el fuego: vosotros oíais rumor de palabras, pero no veíais figura alguna; solamente escuchabais una voz. 13 Así os reveló su alianza y os mandó cumplir los diez mandamientos que escribió en dos losas de piedra: 14 Y a mí el Señor me mandó entonces que os enseñase los preceptos y normas que habíais de cumplir en la tierra donde vais a entrar para tomar posesión de ella.
Advertencia contra la idolatría
15 El día que el Señor os habló desde el fuego en el Horeb, no visteis figura alguna. Por lo tanto, cuidaos muy mucho 16 de no pervertiros haciéndoos estatuas en forma de ídolos: sean imágenes de hombre o de mujer; 17 de animales terrestres o de aves que vuelan por el cielo; 18 de reptiles que se arrastran por el suelo o de peces que viven en las aguas, debajo de la tierra. 19 Y cuando mires al cielo y veas el sol, la luna, las estrellas y todos los astros del firmamento, no te dejes seducir de manera que te postres ante ellos y los adores. El Señor tu Dios se los ha repartido como dioses a todos los pueblos que hay bajo el cielo. 20 A vosotros, en cambio, el Señor os tomó y os sacó del horno de hierro de Egipto, para que fueseis el pueblo de su propiedad, como efectivamente ahora lo sois.
21 Sin embargo, por vuestra culpa, el Señor se enojó conmigo y juró que yo no cruzaría el Jordán ni entraría en la fértil tierra que él te da en herencia. 22 Por tanto, yo voy a morir en esta tierra sin haber cruzado el Jordán, pero vosotros lo cruzaréis y tomaréis posesión de esa fértil tierra. 23 Tened mucho cuidado de no olvidar la alianza que el Señor vuestro Dios ha pactado con vosotros. No os fabriquéis ningún ídolo, ninguna imagen de aquello que el Señor te ha prohibido, 24 ya que el Señor tu Dios es fuego devorador, es un Dios celoso.
25 Si después de haber tenido hijos y nietos, y de haber habitado largo tiempo en el país, os pervertís esculpiendo tallas de ídolos que representen cualquier cosa, y causáis enojo al Señor tu Dios haciendo lo que él reprueba, 26 hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra vosotros, de que desapareceréis inmediatamente de la tierra que vais a tomar en posesión una vez que crucéis el Jordán, y de que no pasaréis mucho tiempo allí sin que seáis aniquilados por completo. 27 El Señor os dispersará entre las naciones y no quedaréis más que unos pocos en medio de esas naciones a las que el Señor os deportará. 28 Allí daréis culto a dioses que han sido fabricados por manos humanas, con piedra y madera; dioses que no ven ni oyen, no comen ni huelen.
29 Entonces, desde allí, buscarás al Señor tu Dios, y lo encontrarás si lo buscas con todo tu corazón y con toda tu alma. 30 Cuando al cabo de los años hayas pasado por estos sufrimientos y angustias, entonces te volverás al Señor tu Dios y le obedecerás, 31 porque el Señor tu Dios es un Dios misericordioso, que no te abandonará ni te aniquilará ni se olvidará de la alianza que con juramento hizo a tus antepasados.
32 Pregunta, si no, a los tiempos pasados que te precedieron, remontándote al día en que Dios creó al ser humano sobre la tierra, a ver si de un extremo a otro del cielo ha sucedido algo tan admirable o se ha oído cosa semejante. 33 ¿Acaso existe algún pueblo que, como vosotros, haya oído a Dios hablándole desde el fuego y continúe con vida? 34 ¿Acaso algún dios se ha atrevido a tomar para sí a un pueblo en medio de otro, con tantas pruebas, milagros y prodigios, combatiendo con poder y destreza sin igual, y realizando tremendas hazañas, como realizó por vosotros y ante vuestros ojos el Señor, vuestro Dios, en Egipto?
35 Pues a ti te ha mostrado el Señor todo esto para que sepas que sólo él es Dios y no hay otro fuera de él. 36 Desde el cielo te permitió escuchar su voz para instruirte, y en la tierra te permitió ver su gran fuego mientras escuchabas sus palabras que salían del fuego. 37 Por amor a tus antepasados y porque escogió a su descendencia después de ellos, el Señor en persona te sacó de Egipto con gran poder; 38 expulsó delante de ti a naciones más numerosas y fuertes que tú, te condujo a su tierra y te la dio en posesión, como está hoy a la vista.
39 Así que reconoce hoy y convéncete de que el Señor es el único Dios: ni arriba en el cielo ni abajo en la tierra hay ningún otro. 40 Cumple sus normas y preceptos que hoy te prescribo. De este modo seréis dichosos tú y tus hijos después de ti, y viviréis mucho tiempo en la tierra que el Señor tu Dios te da para siempre.
Ciudades de refugio
41 Moisés escogió entonces tres ciudades al este del Jordán, 42 para que, refugiándose en una de estas ciudades, pudiera buscar asilo y salvar su vida el homicida que sin querer y sin previa enemistad hubiese matado a su prójimo. 43 Estas ciudades fueron: para los rubenitas, Béser, que está situada en la zona desértica de la meseta; para los gaditas, Ramot de Galaad; y para los manasitas, Golán, en Basán.
II.— SEGUNDO DISCURSO DE MOISÉS (4,44—11,32)
Introducción histórica
44 Esta es la ley que promulgó Moisés a los israelitas. 45 Estas son las normas, estatutos y preceptos que les propuso Moisés a los israelitas después de salir de Egipto, 46 cuando estaban al este del Jordán, en el valle cercano a Bet Peor, en el territorio de Sijón, rey de los amorreos, que vivía en Jesbón y que fue derrotado por Moisés y los israelitas cuando salieron de Egipto. 47 Los israelitas se apoderaron de su territorio y del territorio de Og, rey de Basán, dos reyes amorreos que vivían en el lado oriental del Jordán, 48 y cuyo territorio abarcaba desde Aroer, junto al torrente de Arnón, hasta el monte Sirión —o sea, el Hermón—, 49 y toda la Arabá, en la parte oriental del Jordán, hasta el Mar Muerto, al pie de las laderas del Pisga.
Salmo 86 (85)
Señor, atiende mi ruego
86 Oración de David.
Atiéndeme, Señor, escúchame,
que soy humilde, pobre soy.
2 Protégeme porque soy fiel;
tú, mi Dios, salva a tu siervo
que ha puesto en ti su confianza.
3 Apiádate de mí, Dios mío,
que a ti clamo sin cesar.
4 Inunda de gozo a tu siervo,
que hacia ti yo me dirijo.
5 Tú, mi Dios, eres bueno y clemente,
lleno de amor para quienes te invocan.
6 Señor, atiende mi ruego,
escucha mi voz suplicante.
7 Cuando estoy angustiado te llamo
porque tú me respondes.
8 No hay entre los dioses uno como tú,
Dios mío, no hay obras como las tuyas.
9 Todas las naciones que forjaste
vendrán, mi Dios, a postrarse ante ti
y darán gloria a tu nombre.
10 Pues tú eres grande y haces prodigios;
tú, sólo tú, eres Dios.
11 Señor, muéstrame tu camino
y en tu verdad caminaré;
guía mi corazón para que venere tu nombre.
12 Señor, Dios mío, de todo corazón te alabaré,
por siempre glorificaré tu nombre
13 porque ha sido grande tu amor conmigo,
del reino de los muertos me sacaste.
14 Oh Dios, los arrogantes me atacaban,
gente violenta buscaba mi muerte
sin tenerte a ti presente.
15 Pero tú, mi Dios, Dios clemente y compasivo,
paciente, lleno de amor y de verdad,
16 vuélvete hacia mí y apiádate;
da tu fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava.
17 Haz un signo de bondad conmigo;
que mis enemigos se avergüencen al verlo,
pues tú, Señor, me ayudas y me consuelas.
Salmo 87 (86)
Sión, maravillas se cuentan de ti
87 Salmo de los hijos de Coré. Canto.
Sión está asentada sobre montes santos;
2 el Señor ama sus puertas
más que todas las moradas de Jacob.
3 Maravillas se cuentan de ti, ciudad de Dios: [ Pausa]
4 Citaré a Babilonia y Egipto
entre quienes me conocen;
filisteos, tirios y etíopes,
todos nacieron allí.
5 De Sión pueden decir:
“Todos han nacido en ella,
el Altísimo la ha fundado”.
6 El Señor anota en el libro de los pueblos:
“Este nació allí”.
7 Y ellos danzan y cantan:
“Todas mis fuentes están en ti”.
Un reino de equidad
32 Si un monarca reina con justicia
y los príncipes gobiernan rectamente,
2 serán como refugio contra el viento,
como cobijo ante la lluvia,
como acequias que riegan en secano,
como sombra de peñasco en erial.
3 Los ojos de los que miren no se cerrarán,
los oídos de los que escuchen atenderán,
4 la mente del lanzado adquirirá sensatez,
la lengua del tartamudo hablará lanzada.
5 Ya no llamarán noble al necio,
ni dirán honorable al granuja,
6 pues el necio profiere necedades
y su mente planea insensateces.
Pensando en cometer infamias
y diciendo estupideces del Señor,
frustra el apetito del hambriento
y le niega el agua al sediento.
7 Los farsantes recurren al mal,
urdiendo acciones infames
para arruinar con mentiras al pobre,
al desvalido que reclama su derecho.
8 Pero el noble planea acciones nobles,
y en nobles acciones se sustenta.
El país destruido y recreado
9 ¡En guardia, mujeres satisfechas,
disponeos a oír mi voz!
¡Vosotras, muchachas confiadas,
prestad oído a mis palabras!
10 Poco más de un año
y las confiadas temblaréis,
cuando veáis fracasar la vendimia
y la cosecha quede frustrada.
11 Alarmaos, satisfechas,
temblad las confiadas.
¡Desvestíos, desnudaos,
ceñíos la cintura!
12 Golpeaos el pecho,
lamentaos por la campiña,
por la fértil viña;
13 doleos por la tierra de mi pueblo
fecunda en zarzas y cardos,
por sus vecinos alegres,
por la ciudad divertida.
14 Ved: el palacio abandonado,
la ciudad bulliciosa vacía,
la colina y la atalaya convertidas
en montón eterno de ruinas:
delicia para los asnos,
pastizal para rebaños.
15 Hasta que se derrame sobre nosotros
un espíritu llegado de lo alto,
cuando la estepa se convierta en huerto
y el huerto parezca una selva.
16 Habitará en la estepa el derecho,
la justicia se asentará en el huerto;
17 la justicia producirá la paz,
el resultado de la justicia será
tranquilidad y confianza eternas.
18 Mi pueblo habitará en plácidos pastos:
confiados en sus moradas,
satisfechos en sus casas,
19 aunque sea talada la selva,
aunque sea arrasada la ciudad.
20 Dichosos los que sembráis en regadío,
los que dais suelta al buey y al asno.
A la iglesia de Éfeso: ¡Vuelve al primer amor!
2 Escribe al ángel de la iglesia de Éfeso: Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y se pasea entre los siete candeleros de oro:
2 — Conozco tu comportamiento, tu esfuerzo y tu constancia. Sé que te dan náuseas los malvados y que has puesto a prueba a quienes se precian de apóstoles, sin serlo, y los has desenmascarado. 3 Tienes constancia, has sufrido por mi causa y no has sucumbido al cansancio. 4 Pero tengo una queja contra ti, y es que has dejado enfriar tu primer amor. 5 Reflexiona, pues, sobre la altura de la que has caído, conviértete y vuelve a portarte como al principio. De lo contrario, si no te conviertes, vendré a ti y arrancaré tu candelero del lugar que ocupa. 6 Aunque tienes a tu favor que aborreces la conducta de los nicolaítas, como la aborrezco yo también.
7 Quien tenga oídos, preste atención a lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios.
A la iglesia de Esmirna: ¡Permanece fiel hasta la muerte!
8 Escribe al ángel de la iglesia de Esmirna. Esto dice el primero y el último, el que murió, pero ha vuelto a la vida:
9 — Conozco tus angustias y tu pobreza. Sin embargo, eres rico. Conozco también las calumnias de quienes presumen de judíos, y no son más que una sinagoga de Satanás. 10 No te acobardes ante los sufrimientos que te esperan. Es verdad que el diablo va a poner a prueba a algunos de vosotros metiéndolos en la cárcel; pero vuestra angustia durará poco tiempo. Tú, permanece fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de vida.
11 Quien tenga oídos, preste atención a lo que el Espíritu dice a las iglesias. El vencedor no será presa de la segunda muerte.
A la iglesia de Pérgamo: ¡Haz frente al error!
12 Escribe al ángel de la iglesia de Pérgamo: Esto dice el que tiene la espada cortante de dos filos:
13 — Ya sé que resides donde se ha hecho fuerte Satanás. A pesar de todo, te mantienes fiel a mí y no has abandonado la fe ni siquiera cuando ahí, en esa guarida de Satanás, visteis morir a mi fiel testigo Antipas. 14 Pero tengo algunas quejas contra ti: y es que toleras ahí a los que siguen las enseñanzas de Balaán, el que aconsejó a Balac que indujese a los israelitas a comer de lo ofrecido a los ídolos y a entregarse a la lujuria. 15 Igualmente, toleras a quienes se aferran a las enseñanzas de los nicolaítas. 16 Cambia, pues, de conducta, porque, si no, iré pronto a ti y entraré en combate contra esos con la espada que sale de mi boca.
17 Quien tenga oídos, preste atención a lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré a comer del maná escondido, y le daré también una piedra blanca en la que hay escrito un nombre nuevo, que sólo quien lo reciba podrá descifrar.
A la iglesia de Tiatira: ¡Conserva intacta mi enseñanza!
18 Escribe al ángel de la iglesia de Tiatira: Esto dice el Hijo de Dios, el que tiene los ojos como llama de fuego y los pies semejantes a bronce en fundición:
19 — Conozco tu comportamiento, tu amor, tu fe, tu entrega y tu constancia; sé que tu actual comportamiento mejora incluso el del pasado. 20 Pero tengo que reprocharte el que toleras a Jezabel, esa mujer que se las da de profetisa y que anda seduciendo con sus enseñanzas a mis servidores, incitándolos a vivir en la lujuria y a comer de lo ofrecido a los ídolos. 21 Le he dado tiempo para que se convierta, pero no quiere renunciar a su conducta licenciosa. 22 Pues bien, voy a encadenarla a un lecho de profunda angustia, junto con sus cómplices de adulterio, a menos que se aparten de su perverso proceder. 23 En cuanto a sus hijos, los heriré de muerte, para que todas las iglesias sepan que yo soy el que sondea las conciencias y los corazones y el que dará a cada uno de vosotros según su merecido.
24 A los demás que vivís en Tiatira sin haberos contaminado con esa doctrina —la de los secretos de Satanás, según la llaman—, ninguna otra obligación voy a imponeros. 25 Sólo os pido que lo que ahora poseéis lo conservéis intacto hasta mi venida. 26 Y al vencedor, al que me sea fiel hasta el fin, yo le daré poder sobre las naciones 27 para que pueda gobernarlas con cetro de hierro y quebrarlas como vasijas de barro, 28 conforme al poder que recibí de mi Padre. Y le daré también el lucero de la mañana.
29 Quien tenga oídos, preste atención a lo que el Espíritu dice a las iglesias.
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España