Read the Gospels in 40 Days
Jesús sana al siervo del centurión
7 Cuando terminó todas Sus palabras[a](A) al pueblo que le oía[b], (B)Jesús se fue a Capernaúm.
2 Y el siervo de cierto centurión, a quien este apreciaba mucho[c], estaba enfermo y a punto de morir. 3 Al oír hablar de Jesús, el centurión(C) envió a Él unos ancianos de los judíos, pidiendo que viniera y salvara[d] a su siervo. 4 Cuando ellos llegaron a Jesús, le rogaron con insistencia, diciendo: «El centurión es digno de que le concedas esto; 5 porque él ama a nuestro pueblo y fue él quien nos edificó la sinagoga».
6 Jesús iba con ellos, pero cuando ya no estaba lejos de la casa, el centurión envió a unos amigos, diciendo: «Señor, no te molestes más, porque no soy digno de que Tú entres bajo mi techo; 7 por eso ni siquiera me consideré digno de ir a Ti, tan solo di la[e] palabra y mi siervo[f] será sanado. 8 Pues yo también soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a este: “Ve”, y va; y a otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace».
9 Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la multitud que lo seguía: «Les digo que ni aun en Israel he hallado una fe tan grande(D)». 10 Cuando los que habían sido enviados regresaron a la casa, encontraron sano al siervo.
Jesús resucita al hijo de la viuda de Naín
11 Aconteció poco después[g] que Jesús fue a una ciudad llamada Naín; y Sus discípulos iban con Él acompañados por[h] una gran multitud. 12 Y cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban fuera a un muerto, hijo único de su madre, y ella era viuda; y un grupo numeroso de la ciudad estaba con ella. 13 Al verla, el Señor(E) tuvo compasión de ella, y le dijo: «No llores».
14 Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y Jesús dijo: «Joven, a ti te digo: ¡Levántate!». 15 El que había muerto se incorporó y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. 16 El temor se apoderó de todos(F), y glorificaban a Dios(G), diciendo: «Un gran profeta(H) ha surgido entre nosotros». También decían: «Dios ha visitado a Su pueblo». 17 Este dicho que se decía de Él, se divulgó por toda Judea y por toda la región circunvecina(I).
Jesús y los discípulos de Juan
18 (J)Entonces los discípulos de Juan le informaron de todas estas cosas. 19 Y llamando Juan a dos[i] de sus discípulos, los envió a preguntar al Señor(K): «¿Eres Tú el que ha de venir, o esperamos a otro[j]?».
20 Cuando los hombres llegaron a Él, dijeron: «Juan el Bautista nos ha enviado para que te preguntáramos: “¿Eres Tú el que ha de venir, o esperamos a otro?”». 21 En esa misma hora curó a muchos de enfermedades(L), aflicciones(M) y malos espíritus, y a muchos ciegos les dio la vista. 22 Entonces Él les respondió: «Vayan y cuenten a Juan lo que han visto y oído: los ciegos reciben la vista, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres se les anuncia el evangelio(N). 23 Y bienaventurado es el que no se escandaliza de Mí».
Jesús habla de Juan el Bautista
24 Cuando los mensajeros de Juan se fueron, Jesús comenzó a hablar a las multitudes acerca de Juan: «¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? 25 Pero, ¿qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con ropas finas? Miren, los que visten con esplendor y viven en deleites están en los palacios de los reyes. 26 Pero, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Sí, les digo, y uno que es más que un profeta. 27 Este es aquel de quien está escrito:
“He aquí, Yo envío Mi mensajero delante de Ti,
Quien preparará Tu camino delante de Ti(O)”.
28 Les digo que entre los nacidos de mujer[k], no hay nadie mayor que Juan; sin embargo, el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él».
29 Al oír esto, todo el pueblo y los recaudadores de impuestos[l] reconocieron la justicia(P) de Dios[m], y fueron bautizados(Q) con el bautismo de Juan(R). 30 Pero los fariseos y los intérpretes de la ley[n](S) rechazaron los propósitos de Dios para con ellos, al no ser bautizados por Juan[o].
31 «¿A qué, entonces, compararé los hombres de esta generación, y a qué son semejantes? 32 Son semejantes a los muchachos que se sientan en la plaza y se llaman unos a otros, y dicen: “Les tocamos la flauta, y no bailaron; entonamos endechas, y no lloraron”. 33 Porque ha venido Juan el Bautista, que no come pan, ni bebe vino(T), y ustedes dicen: “Tiene un demonio”. 34 Ha venido el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: “Miren, un hombre glotón y bebedor de vino, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores”. 35 Pero[p] la sabiduría es justificada(U) por todos sus hijos».
Jesús perdona a una pecadora
36 Uno de los fariseos pidió a Jesús que comiera con él; y entrando Él en la casa del fariseo, se sentó[q] a la mesa. 37 Había en la ciudad una mujer que era pecadora, y cuando se enteró de que Jesús estaba sentado[r] a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume(V); 38 y poniéndose detrás de Él a Sus pies, llorando, comenzó a regar Sus pies con lágrimas y los secaba con los cabellos de su cabeza, besaba Sus pies y los ungía con el perfume. 39 Pero al ver esto el fariseo que lo había invitado, dijo para sí[s]: «Si Este fuera un profeta[t](W), sabría quién y qué clase de mujer es la que lo está tocando, que es una pecadora».
40 Y Jesús le dijo*: «Simón, tengo algo que decirte». «Di, Maestro», le contestó. 41 «Cierto prestamista tenía dos deudores; uno le debía 500 denarios[u](X) y el otro cincuenta; 42 y no teniendo ellos con qué pagar(Y), perdonó generosamente a los dos. ¿Cuál de ellos, entonces, lo amará más?».
43 «Supongo que aquel a quien le perdonó más», respondió Simón. Y Jesús le dijo: «Has juzgado correctamente».
44 Y volviéndose hacia la mujer, le dijo a Simón: «¿Ves esta mujer? Yo entré a tu casa y no me diste agua para Mis pies(Z), pero ella ha regado Mis pies con sus lágrimas y los ha secado con sus cabellos. 45 No me diste beso(AA), pero ella, desde que entré, no ha cesado[v] de besar Mis pies. 46 No ungiste Mi cabeza con aceite(AB), pero ella ungió Mis pies con perfume. 47 Por lo cual te digo que sus pecados, que son muchos, han sido perdonados, porque amó mucho; pero a quien poco se le perdona, poco ama». 48 Entonces Jesús le dijo a la mujer: «Tus pecados han sido perdonados(AC)».
49 Los que estaban sentados[w] a la mesa con Él comenzaron a decir entre sí: «¿Quién es Este que hasta perdona pecados(AD)?». 50 Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado(AE), vete en paz(AF)».
Mujeres que servían a Jesús
8 Poco [x] después, Jesús comenzó a recorrer las ciudades y aldeas, proclamando y anunciando las buenas nuevas[y] del reino de Dios(AG). Con Él iban los doce discípulos, 2 y también algunas mujeres(AH) que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, llamada Magdalena(AI), de la que habían salido siete demonios; 3 Juana, mujer de Chuza, mayordomo(AJ) de Herodes(AK); Susana y muchas otras que de sus bienes personales contribuían al sostenimiento de ellos.
Parábola del sembrador
4 (AL)Habiéndose congregado una gran multitud y los que de varias ciudades acudían a Jesús, entonces les habló por medio de una parábola: 5 «El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrarla, una parte cayó junto al camino, y fue pisoteada y las aves del cielo se la comieron. 6 Otra parte cayó sobre la roca, y tan pronto como creció, se secó, porque no tenía humedad. 7 Otra parte cayó en medio de los espinos; y los espinos, al crecer con ella, la ahogaron. 8 Y otra parte cayó en tierra buena, y creció y produjo una cosecha a ciento por uno». Al hablar estas cosas, Jesús exclamaba: «El que tiene oídos para oír, que oiga(AM)».
Explicación de la parábola
9 (AN)Sus discípulos le preguntaban qué quería decir esta parábola, 10 y Él respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del reino de Dios(AO), pero a los demás les hablo en parábolas, para que viendo, no vean; y oyendo, no entiendan(AP).
11 La parábola es esta: la semilla es la palabra de Dios(AQ). 12 Aquellos a lo largo del camino son los que han oído, pero después viene el diablo y arrebata la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. 13 Aquellos sobre la roca son los que, cuando oyen, reciben la palabra con gozo; pero[z] no tienen raíz profunda; creen[aa] por algún tiempo, y en el momento de la tentación sucumben. 14 La semilla que cayó entre los espinos, son los que han oído, y al continuar su camino son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y su fruto no madura. 15 Pero la semilla en la tierra buena, son los que han oído la palabra con corazón recto y bueno, y la retienen, y dan fruto con su perseverancia.
16 »Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de una cama, sino que la pone sobre un candelero para que los que entren vean la luz(AR). 17 Pues no hay nada oculto que no haya de ser manifiesto, ni secreto que no haya de ser conocido y salga a la luz(AS).
18 »Por tanto, tengan cuidado de cómo oyen; porque al que tiene, más le será dado; y al que no tiene, aun lo que cree que tiene[ab] se le quitará(AT)».
La madre y los hermanos de Jesús
19 (AU)Entonces la madre y los hermanos de Jesús llegaron a donde Él estaba, pero no podían acercarse a Él debido al gentío. 20 «Tu madre y Tus hermanos están afuera y te quieren ver», le avisaron. 21 Pero Él les respondió: «Mi madre y Mis hermanos son estos que oyen la palabra de Dios y la hacen(AV)».
Jesús calma la tempestad
22 (AW)Uno de aquellos días, Jesús entró en una barca con Sus discípulos, y les dijo: «Pasemos al otro lado del lago(AX)». Y se hicieron a la mar. 23 Pero mientras ellos navegaban, Él se durmió; y una violenta tempestad[ac] descendió sobre el lago(AY), y comenzaron a hundirse y corrían peligro.
24 Llegándose a Jesús, lo despertaron, diciendo: «¡Maestro, Maestro(AZ), que perecemos!». Y Él, levantándose, reprendió(BA) al viento y a las olas embravecidas, y cesaron y sobrevino la calma. 25 «¿Dónde está la fe de ustedes?», les dijo. Pero ellos estaban atemorizados y asombrados, diciéndose unos a otros: «¿Quién, pues, es Este que aun a los vientos y al agua manda y lo obedecen?».
El endemoniado gadareno
26 (BB)Entonces navegaron hacia la tierra de los gadarenos[ad] que está al lado opuesto de Galilea. 27 Cuando Jesús bajó a tierra, le salió al encuentro un hombre de la ciudad poseído por demonios, y que por mucho tiempo no se había puesto ropa alguna, ni vivía en una casa sino en los sepulcros. 28 Al ver a Jesús, gritó y cayó delante de Él, y dijo en alta voz: «¿Qué tienes Tú que ver conmigo[ae], Jesús, Hijo del Dios(BC) Altísimo? Te ruego que no me atormentes(BD)».
29 Porque Él mandaba al espíritu inmundo que saliera del hombre, pues muchas veces[af] se había apoderado de él, y[ag] estaba atado con cadenas y grillos y bajo guardia; a pesar de todo rompía las ataduras y era llevado por el demonio a los desiertos. 30 Entonces Jesús le preguntó: «¿Cómo te llamas?». «Legión(BE)», contestó; porque muchos demonios habían entrado en él.
31 Y le rogaban que no les ordenara irse al abismo(BF). 32 Había una manada de muchos cerdos paciendo allí en el monte; y los demonios le rogaron que les permitiera entrar en los cerdos[ah]. Y Él les dio permiso. 33 Los demonios salieron del hombre y entraron en los cerdos, y la manada se precipitó por el despeñadero al lago(BG) y se ahogaron.
34 Cuando los que los cuidaban vieron lo que había sucedido, huyeron y lo contaron en la ciudad y por los campos. 35 Salió entonces la gente a ver qué había sucedido; y vinieron a Jesús, y encontraron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús(BH), vestido y en su cabal juicio, y se llenaron de temor. 36 Los que lo habían visto, les contaron cómo el que estaba endemoniado(BI) había sido sanado[ai]. 37 Entonces toda la gente[aj] de la región alrededor de los gadarenos le pidió a Jesús que se alejara de ellos, porque estaban poseídos de un gran temor. Y Él, entrando a una barca, regresó.
38 (BJ)Pero el hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le permitiera estar con Él[ak]; pero Jesús lo despidió, diciendo: 39 «Vuelve a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas[al] Dios ha hecho por ti». Y él se fue, proclamando por toda la ciudad cuán grandes cosas[am] Jesús había hecho por él.
Jairo ruega por su hija
40 Cuando Jesús volvió, la multitud lo recibió con gozo(BK), porque todos lo habían estado esperando. 41 (BL)Entonces llegó un hombre llamado Jairo, que era un oficial[an] de la sinagoga(BM). Cayendo a los pies de Jesús, le rogaba que entrara a su casa; 42 porque tenía una hija única[ao], como de doce años, que estaba al borde de la muerte. Pero mientras Él iba, la muchedumbre lo apretaba.
Jesús sana a una mujer
43 Y una mujer que había tenido un flujo de sangre por doce años y que había gastado en médicos todo cuanto tenía[ap], sin que nadie pudiera curarla, 44 se acercó a Jesús por detrás y tocó el borde de Su manto, y al instante cesó el flujo de su sangre. 45 Y Jesús preguntó: «¿Quién es el que me ha tocado?». Mientras todos lo negaban, Pedro dijo, y los que con él estaban[aq]: «Maestro(BN), las multitudes te aprietan y te oprimen».
46 Pero Jesús dijo: «Alguien me tocó, porque me di cuenta de que había salido poder(BO) de Mí». 47 Al ver la mujer que ella no había pasado inadvertida, se acercó temblando, y cayendo delante de Él, declaró en presencia de todo el pueblo la razón por la cual lo había tocado, y cómo al instante había sido sanada. 48 Y Él le dijo: «Hija, tu fe te ha sanado[ar](BP); vete en paz(BQ)».
Jesús resucita a la hija de Jairo
49 Mientras Jesús estaba todavía hablando, vino* alguien de la casa de Jairo, oficial de la sinagoga(BR), diciendo: «Tu hija ha muerto; no molestes más al Maestro». 50 Pero cuando Jesús lo oyó, le respondió: «No temas(BS); cree solamente, y ella será sanada[as]». 51 Al llegar Jesús a la casa, no permitió que nadie entrara con Él sino solo Pedro, Juan y Jacobo[at], y el padre y la madre de la muchacha. 52 Todos la lloraban y se lamentaban(BT); pero Él dijo: «No lloren, porque no ha muerto, sino que duerme(BU)».
53 Y se burlaban de Él, sabiendo que ella había muerto. 54 Pero Él, tomándola de la mano, clamó, diciendo: «¡Niña, levántate!». 55 Entonces le volvió a ella su espíritu y se levantó al instante, y Jesús mandó que le dieran de comer. 56 Sus padres estaban asombrados, pero Él les encargó que no dijeran a nadie(BV) lo que había sucedido.
Misión de los doce
9 Reuniendo Jesús a los doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios(BW) y para sanar enfermedades. 2 Los envió a proclamar el reino de Dios(BX) y a sanar a los enfermos. 3 Y les dijo: «(BY)No tomen nada para el camino, ni bordón, ni alforja[au], ni pan, ni dinero; ni tengan dos túnicas cada uno(BZ). 4 En cualquier casa donde entren, quédense allí, y sea de allí su salida. 5 En cuanto a los que no los reciban, al salir de esa ciudad, sacudan el polvo de sus pies en testimonio contra ellos(CA)».
6 Entonces salieron, e iban por las aldeas anunciando(CB) el evangelio y sanando por todas partes.
Herodes oye hablar de Jesús
7 (CC)Herodes el tetrarca(CD) se enteró de todo lo que estaba pasando, y estaba muy perplejo, porque algunos decían que Juan(CE) había resucitado de entre los muertos, 8 otros, que Elías había aparecido, y otros, que algún profeta(CF) de los antiguos había resucitado. 9 Entonces Herodes dijo: «A Juan yo lo hice decapitar; ¿quién es, entonces, Este de quien oigo tales cosas?». Y procuraba ver a Jesús(CG).
Alimentación de los cinco mil
10 Cuando los apóstoles regresaron, dieron cuenta a Jesús de todo lo que habían hecho(CH). Y (CI)tomándolos con Él, se retiró aparte a una ciudad llamada Betsaida(CJ). 11 Pero cuando la gente[av] se dio cuenta de esto, lo siguió; y Jesús, recibiéndolos, les hablaba del reino de Dios, y sanaba a los que tenían necesidad de ser curados.
12 El día comenzaba a declinar, y acercándose los doce, le dijeron: «Despide a la multitud, para que vayan a las aldeas y campos de los alrededores, y hallen alojamiento y consigan alimentos[aw]; porque aquí estamos en un lugar desierto». 13 «Denles ustedes de comer», les dijo Jesús. Y ellos dijeron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces, a no ser que vayamos y compremos alimentos para toda esta gente». 14 Porque había como 5,000 hombres. Y Jesús dijo a Sus discípulos: «Hagan que se recuesten en grupos(CK) como de cincuenta cada uno».
15 Así lo hicieron, haciendo recostar a todos. 16 Tomando Él los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, los bendijo, los partió y los iba dando a los discípulos para que los sirvieran a[ax] la gente. 17 Todos comieron y se saciaron; y se recogieron de lo que les sobró de los pedazos: doce cestas llenas(CL).
La confesión de Pedro
18 (CM)Estando Jesús orando a solas(CN), estaban con Él los discípulos, y les preguntó: «¿Quién dicen las multitudes que soy Yo?». 19 Entonces ellos respondieron: «Unos, Juan el Bautista, otros, Elías, y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado». 20 «Y ustedes ¿quién dicen que soy Yo?» les preguntó. Y Pedro le respondió: «El Cristo[ay] de Dios(CO)».
21 Pero Jesús, advirtiéndoles severamente, les mandó que no dijeran esto a nadie(CP), 22 y les dijo: «(CQ)El Hijo del Hombre debe padecer mucho, y ser rechazado por los ancianos(CR), los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día».
23 Y a todos les decía: «Si alguien quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame(CS). 24 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por causa de Mí, ese la salvará(CT). 25 Pues, ¿de qué le sirve a un hombre haber ganado el mundo entero, si[az] él mismo se destruye o se pierde(CU)? 26 Porque el que se avergüence de Mí y de Mis palabras, de este se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en Su gloria, y la del Padre, y la de los santos ángeles(CV). 27 Pero en verdad les digo que hay algunos de los que están aquí, que no probarán la muerte hasta que vean(CW) el reino de Dios».
La transfiguración
28 (CX)Y como ocho días después de estas palabras, Jesús tomó con Él a Pedro, a Juan y a Jacobo[ba](CY), y subió al monte(CZ) a orar(DA). 29 Mientras oraba(DB), la apariencia de Su rostro se hizo otra(DC), y Su ropa se hizo blanca y resplandeciente[bb].
30 Y de repente dos hombres hablaban con Él, los cuales eran Moisés y Elías, 31 quienes apareciendo en gloria[bc], hablaban de la partida de Jesús(DD) que Él estaba a punto de cumplir en Jerusalén. 32 Pedro y sus compañeros habían sido vencidos por el sueño(DE), pero cuando estuvieron bien despiertos, vieron la gloria de Jesús y a los dos varones que estaban con Él. 33 Y al retirarse ellos de Él, Pedro dijo a Jesús: «Maestro(DF), es bueno quedarnos aquí; hagamos tres enramadas[bd], una para Ti, otra para Moisés y otra para Elías(DG)». Pero Pedro no sabía lo que decía(DH).
34 Entonces, mientras él decía esto, se formó una nube que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube. 35 Y una voz salió de la nube, que decía: «Este es Mi Hijo, Mi Escogido[be](DI); oigan a Él». 36 Después de oírse la voz[bf], Jesús quedó solo. Ellos mantuvieron esto en secreto; por aquellos días no contaron nada de lo que habían visto(DJ).
Jesús sana a un muchacho endemoniado
37 (DK)Y aconteció que al día siguiente, cuando bajaron del monte, una gran multitud le salió al encuentro. 38 En ese momento un hombre de la multitud gritó: «Maestro, te suplico que veas a mi hijo, pues es el único que tengo[bg], 39 y sucede que un espíritu se apodera de él, y de repente da gritos, y el espíritu hace que caiga con convulsiones, echando[bh] espumarajos; y cuando lo estropea, a duras penas se aparta de él. 40 Entonces rogué a Tus discípulos que echaran fuera ese espíritu, y no pudieron».
41 Jesús les respondió: «¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con ustedes y he de soportarlos? Trae acá a tu hijo». 42 Cuando este se acercaba, el demonio lo derribó y lo hizo caer con convulsiones. Pero Jesús reprendió al espíritu inmundo, y sanó al muchacho y se lo devolvió a su padre. 43 Y todos estaban admirados de la grandeza[bi] de Dios(DL).
Jesús anuncia otra vez Su muerte
(DM)Mientras todos se maravillaban de todas las cosas que hacía, Jesús dijo a Sus discípulos: 44 «Hagan[bj] que estas palabras penetren en sus oídos, porque el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres(DN)». 45 Pero ellos no entendían(DO) estas palabras[bk], y les estaban veladas para que no las comprendieran; y temían preguntar a Jesús acerca de ellas[bl].
El mayor en el reino de los cielos
46 (DP)Y comenzó[bm] una discusión entre ellos, sobre quién de ellos sería el mayor. 47 Entonces Jesús, sabiendo lo que pensaban(DQ) en[bn] sus corazones, tomó a un niño y lo puso a Su lado. 48 «El que reciba a este niño en Mi nombre», les dijo, «me recibe a Mí; y el que me recibe a Mí, recibe a Aquel que me envió(DR); porque el que es más pequeño[bo] entre todos ustedes, ese es grande(DS)».
49 (DT)Y Juan respondió: «Maestro(DU), vimos a uno echando fuera demonios en Tu nombre, y tratamos de impedírselo porque no anda con nosotros». 50 Pero Jesús le dijo: «No se lo impidan; porque el que no está contra ustedes, está con ustedes(DV)».
Jesús reprende a Jacobo y a Juan
51 Sucedió que cuando se cumplían los días de Su ascensión[bp](DW), Jesús, con determinación, afirmó Su rostro para ir a Jerusalén(DX). 52 Y envió mensajeros delante de Él; y ellos fueron y entraron en una aldea de los samaritanos(DY) para hacer los preparativos para Él. 53 Pero no lo recibieron, porque sabían que había determinado ir a[bq] Jerusalén(DZ).
54 Al ver esto, Sus discípulos Jacobo[br] y Juan(EA), dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo y los consuma[bs](EB)?». 55 Pero Él, volviéndose, los reprendió,[bt] y dijo: «Ustedes no saben de qué espíritu son, 56 porque el Hijo del Hombre no ha venido para destruir las almas de los hombres, sino para salvarlas». Y se fueron a otra aldea.
Lo que demanda el discipulado
57 Mientras ellos iban por el camino(EC), (ED)uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas». 58 «Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos», le dijo Jesús, «pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza(EE)».
59 A otro le dijo: «Ven tras Mí(EF)». Pero él contestó: «Señor[bu], permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre». 60 «Deja que los muertos entierren a sus muertos», le respondió Jesús; «pero tú, ve y anuncia por todas partes el reino de Dios(EG)».
61 También otro dijo: «Te seguiré, Señor; pero primero permíteme despedirme de los de mi casa(EH)». 62 Pero Jesús le dijo: «Nadie, que después de poner la mano en el arado mira atrás(EI), es apto para el reino de Dios».
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