Bible in 90 Days
Principio de todas las cosas (1.1—11.32)
La creación del mundo
1 Cuando Dios comenzó a crear
el cielo y la tierra,
2 la tierra no tenía forma,
ni había en ella nada
que tuviera vida.
Las aguas estaban cubiertas
por una gran oscuridad,
pero sobre la superficie del agua
se movía el espíritu de Dios.
El primer día de la creación
3 Dijo entonces Dios:
«¡Quiero que haya luz!»
¡Y al instante hubo luz!
4 Al ver Dios la belleza de la luz,
la apartó de la oscuridad
5 y le puso por nombre «día».
A la oscuridad la llamó «noche».
Y cayó la noche,
y llegó la mañana.
Ése fue el primer día.
El segundo día de la creación
6 Dijo entonces Dios:
«Quiero que haya entre las aguas
algo firme que las separe».
7 ¡Y al instante se hizo así!
Dios puso algo firme entre las aguas,
y la mitad de las aguas quedó abajo
y la otra mitad quedó arriba.
8 Al ver la belleza del firmamento,[a]
Dios le puso por nombre «cielo».
Y cayó la noche,
y llegó la mañana.
Ése fue el segundo día.
El tercer día de la creación
9 Dijo entonces Dios:
«Quiero que las aguas
que están debajo del cielo
se junten en un solo lugar,
y que aparezca lo seco».
¡Y al instante se hizo así!
10 Dios llamó «tierra» a lo seco,
y llamó «mar» a las aguas.
11 Al ver Dios tal belleza, dijo:
«Quiero que haya en la tierra
árboles y plantas
que den fruto y semilla».
¡Y al instante se hizo así!
12 La tierra produjo árboles y plantas;
los árboles dieron frutos,
y las plantas dieron semillas.
Mientras Dios admiraba tal belleza,
13 cayó la noche,
y llegó la mañana.
Ése fue el tercer día.
El cuarto día de la creación
14 Dijo entonces Dios:
«Quiero que haya en el cielo
luces que separen el día de la noche;
luces que indiquen las estaciones,
los días y los años;
15 luces en el cielo azul
que iluminen la tierra».
¡Y al instante se hizo así!
16 Dios hizo las dos grandes luces:
el sol, para que domine en el día,
y la luna, para que domine en la noche.
También hizo las estrellas.
17 Dios puso estas luces en el cielo
para alumbrar la tierra,
18 para dominar en el día y en la noche,
y para separar la luz de la oscuridad.
Mientras Dios admiraba tal belleza,
19 cayó la noche,
y llegó la mañana.
Ése fue el cuarto día.
El quinto día de la creación
20 Dijo entonces Dios:
«Quiero que los mares
se llenen con seres vivos.
Quiero que las aves
vuelen sobre la tierra
y crucen el cielo azul».
21 Así creó Dios
los grandes monstruos marinos.
Creó todos los seres vivos
que se mueven en el agua,
y todas las aves del cielo.
Al ver Dios tal belleza,
22 les dio esta bendición:
«Quiero que los peces
se reproduzcan y llenen los mares;
quiero que las aves
se multipliquen sobre la tierra».
23 Y cayó la noche,
y llegó la mañana.
Ése fue el quinto día.
El sexto día de la creación
24 Dijo entonces Dios:
«Quiero que haya en la tierra
toda clase de seres vivos:
animales domésticos,
animales salvajes,
reptiles e insectos».
¡Y al instante se hizo así!
25 Dios hizo los animales salvajes,
los animales domésticos,
los reptiles y los insectos.
26 Al ver Dios tal belleza, dijo:
«Hagamos ahora al ser humano
tal y como somos nosotros.
Que domine a los peces del mar
y a las aves del cielo,
a todos los animales de la tierra,
y a todos los reptiles e insectos».
27 Fue así como Dios creó
al ser humano
tal y como es Dios.
Lo creó a su semejanza.
Creó al hombre y a la mujer,
28 y les dio esta bendición:
«Quiero que se reproduzcan,
quiero que se multipliquen,
quiero que llenen la tierra
y la pongan bajo su dominio.
Que dominen a los peces del mar
y a las aves del cielo,
y a todos los seres vivos
que se arrastran por el suelo».
29 También les dijo Dios:
«Hoy les entrego a ustedes
toda planta que da semilla
y todo árbol que da fruto.
Todo esto les servirá de alimento.
30 Pero la hierba verde
será para todos los animales».
¡Y al instante se hizo así!
31 Mientras Dios admiraba
la gran belleza de su creación,
cayó la noche,
y llegó la mañana.
Ése fue el sexto día.
El séptimo día
2 1-3 Así terminó Dios
la creación del cielo y de la tierra
y de todo cuanto existe,
y el séptimo día descansó.
Dios bendijo ese día y lo apartó,
para que todos lo adoraran.
El hombre y la mujer
4 Ésta es la historia de cuando Dios creó el cielo y la tierra.
En ese tiempo 5 aún no había árboles ni plantas en el campo, porque Dios todavía no había hecho que lloviera, ni había nadie que cultivara la tierra. 6 Del suelo salía una especie de vapor, y eso era lo que mantenía húmeda la tierra. 7 Entonces Dios tomó un poco de polvo, y con ese polvo formó al hombre. Luego sopló en su nariz, y con su propio aliento le dio vida. Así fue como el hombre comenzó a vivir.
8 Dios había plantado un jardín al cual llamó Edén, y allí puso al hombre. 9 Luego Dios hizo que creciera allí toda clase de árboles; eran hermosos y daban fruta muy sabrosa. En medio de ese jardín estaba el árbol de la vida, y también el árbol del conocimiento del bien y del mal.
10 De Edén salía un río que regaba el jardín y luego se dividía en otros cuatro ríos. 11 El primer río se llamaba Pisón, y es el que rodea todo el país de Havilá. Allí hay oro 12 muy fino, y hay también piedra de ónice y plantas con las que se hacen finos perfumes. 13 El segundo río se llamaba Guihón, y es el que rodea todo el país de los etíopes. 14 El tercer río es el Tigris, que corre al este de Asiria. El cuarto río es el Éufrates.
15 Dios puso al hombre en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara, 16 pero claramente le dijo: «Puedes comer de todos los árboles que hay en el jardín, 17 pero no del árbol del conocimiento del bien y del mal. Si comes de ese árbol, te juro que morirás».
18 Luego Dios dijo: «No está bien que el hombre esté solo. Voy a hacerle alguien que lo acompañe y lo ayude». 19-20 Entonces hizo Dios todos los animales domésticos y salvajes, y todas las aves que vuelan por el cielo, y se los llevó al hombre para que les pusiera nombre. Y éste así lo hizo.
Sin embargo, para el hombre no se encontró compañía ni ayuda. 21 Por eso Dios hizo que el hombre se quedara profundamente dormido. Y así, mientras éste dormía, Dios le sacó una de sus costillas, y luego le cerró el costado. 22 De esa costilla Dios hizo una mujer. Cuando se la llevó al hombre, 23 éste dijo:
«¡Esta vez tengo a alguien
que es carne de mi carne
y hueso de mis huesos!
La llamaré hembra,
porque Dios la sacó del hombre».[b]
24 Esto explica por qué el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer para formar un solo cuerpo.
25 Tanto el hombre como su mujer andaban desnudos, pero no sentían vergüenza de andar así.
El hombre desobedece a Dios
3 Entre los animales salvajes que Dios creó, no había otro más astuto que la serpiente. Un día, la serpiente le dijo a la mujer:
—¿Así que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín?
2 La mujer le contestó:
—¡Sí podemos comer de cualquier árbol del jardín! 3 Lo que Dios nos dijo fue: “En medio del jardín hay un árbol, que no deben ni tocarlo. Tampoco vayan a comer de su fruto, pues si lo hacen morirán”.
Pero la serpiente insistió:
4 —Eso es mentira. No morirán. 5 Dios bien sabe que, cuando ustedes coman del fruto de ese árbol, serán iguales a Dios y podrán conocer el bien y el mal.
6 La mujer se fijó en que el fruto del árbol sí se podía comer, y que sólo de verlo se antojaba y daban ganas de alcanzar sabiduría. Arrancó entonces uno de los frutos, y comió. Luego le dio a su esposo, que estaba allí con ella, y también él comió. 7 En ese mismo instante se dieron cuenta de lo que habían hecho y de que estaban desnudos. Entonces tomaron unas hojas de higuera y las cosieron para cubrirse con ellas.
8 Con el viento de la tarde, el hombre y su esposa oyeron que Dios iba y venía por el jardín, así que corrieron a esconderse de él entre los árboles. 9 Pero Dios llamó al hombre y le preguntó:
—¿Dónde estás?
10 Y el hombre le contestó:
—Oí tu voz en el jardín y tuve miedo, pues estoy desnudo. Por eso corrí a esconderme.
11 —¿Y cómo sabes que estás desnudo? —le preguntó Dios—. ¿Acaso comiste del fruto del árbol que te prohibí comer?
12 El hombre respondió:
—La mujer que tú me diste por compañera me dio del fruto del árbol. Por eso me lo comí.
13 Dios se dirigió entonces a la mujer, y le dijo:
—¿Qué es lo que has hecho?
Y la mujer le respondió:
—La serpiente me tendió una trampa. Por eso comí del fruto.
14 Entonces Dios le dijo a la serpiente:
«Por esto que has hecho,
maldita seas,
más que todo animal doméstico;
¡más que todo animal salvaje!
Mientras tengas vida,
te arrastrarás sobre tu vientre
y comerás el polvo de la tierra.
15 »Haré que tú y la mujer,
sean enemigas;
pondré enemistad
entre sus descendientes y los tuyos.
Un hijo suyo te aplastará la cabeza,
y tú le morderás el talón».
16 A la mujer le dijo:
«Cuando tengas tus hijos,
¡haré que los tengas con muchos dolores!
A pesar de todo,
desearás tener hijos con tu esposo,
y él será quien te domine».
17 Al hombre le dijo:
«Ahora por tu culpa
la tierra estará bajo maldición,
pues le hiciste caso a tu esposa
y comiste del árbol
del que te prohibí comer.
Por eso, mientras tengas vida,
te costará mucho trabajo
obtener de la tierra tu alimento.
18 Sólo te dará espinos que te hieran,
y la hierba del campo será tu alimento.
19 »Muy duro tendrás que trabajar
para conseguir tus alimentos.
Así será hasta el día en que mueras,
y vuelvas al polvo de la tierra,
del cual fuiste tomado.
Tú no eres más que polvo,
¡y al polvo tendrás que volver!»
20 Entonces el hombre le puso a su esposa el nombre de Eva,[c] porque ella sería la madre de todos los que iban a vivir en la tierra.
21 Luego Dios vistió al hombre y a su esposa con ropas de piel, 22 y dijo:
«Ahora el hombre y la mujer son como uno de nosotros, pues conocen el bien y el mal. Si llegaran a comer algún fruto del árbol de la vida, podrían vivir para siempre».
23 Por eso Dios los expulsó del jardín de Edén, y puso al hombre a cultivar la tierra de donde había sido formado. 24 Después de expulsar al hombre y a la mujer, Dios puso unos querubines al este del Edén, y también puso una espada encendida que giraba hacia todos lados, para impedir que alguien se acercara al árbol de la vida.
Caín y Abel
4 El hombre tuvo relaciones sexuales con su mujer Eva, y ella quedó embarazada y tuvo un hijo. Lo llamó Caín porque dijo: «¡Gracias a Dios he tenido[d] un varoncito!» 2 Después volvió a tener otro hijo, que se llamó Abel. Caín se dedicó a cultivar la tierra, mientras que Abel fue pastor de ovejas.
3 Pasó el tiempo, y un día Caín le presentó a Dios una ofrenda de los frutos que cultivaba. 4 Por su parte Abel escogió las primeras crías más gordas de sus ovejas, y se las llevó a Dios como ofrenda. Dios recibió con mucho agrado la ofrenda de Abel, 5 pero no recibió con el mismo gusto la ofrenda de Caín. Esto le molestó mucho a Caín, y en su cara se le veía lo enojado que estaba.
6 Entonces Dios le preguntó a Caín:
«¿Por qué estás tan triste y enojado? 7 Si haces lo correcto, siempre te aceptaré con agrado, pero si haces lo malo, el pecado está listo para atacarte como un león. ¡No te dejes dominar por él!»
8 Un día, Caín invitó a su hermano. Cuando llegaron al campo, Caín golpeó a su hermano y lo mató.
9 Más tarde, Dios le preguntó a Caín:
—¿Dónde está tu hermano?
Y Caín le respondió:
—No lo sé. ¡No tengo por qué cuidarlo!
10 Entonces Dios le dijo:
—¿Por qué has matado a tu hermano? ¡Desde la tierra la sangre de tu hermano pide venganza! ¡Esto no puede dejarse sin castigo! 11-12 Maldito serás, y la tierra que cultives no te producirá nada, pues has matado a tu hermano y esa misma tierra se bebió su sangre. Por eso andarás por la tierra como un vagabundo, que no tiene donde vivir.
13 Entonces Caín le dijo a Dios:
—Ese castigo es más de lo que puedo soportar. 14 Hoy me estás condenando a vivir en la tierra como un vagabundo. Tendré que andar escondiéndome de ti, y cualquiera que me encuentre me matará.
15 Pero Dios le respondió:
—De ninguna manera. Si alguien se atreve a matarte, sufrirá un castigo siete veces peor.
Entonces Dios le puso a Caín una marca, para que nadie se atreviera a matarlo. 16 Así fue como Caín se apartó de la presencia de Dios y se fue a vivir al país de los vagabundos, al este del Edén.
17 Caín tuvo relaciones sexuales con su esposa, y ella quedó embarazada y tuvo un hijo al que llamó Henoc. En ese tiempo Caín estaba construyendo una ciudad, y en honor de su hijo también la llamó Henoc.
18 Ésta es la lista de los descendientes de Caín:
Henoc,
Irad,
Mehujael,
Metusael,
Lámec.
19 Lámec tuvo dos esposas. Una de ellas se llamaba Adá, y la otra se llamaba Sila. 20 Adá fue la madre de Jabal, que fue el primero en habitar en tiendas de campaña y en dedicarse a la cría de ganado. 21 Jabal tuvo un hermano llamado Jubal, que fue quien inventó el arpa y la flauta.
22 Sila tuvo también un hijo. Se llamaba Tubal-caín, y se dedicaba a fabricar toda clase de herramientas de bronce y de hierro. Su hermana se llamaba Naamá.
23 Un día, Lámec les dijo a sus dos esposas:
«Adá y Sila, esposas mías:
¡escúchenme, préstenme atención!
Si alguien me hiere,
o me hace algún daño,
sea niño o sea hombre,
lo mataré.
24 Si el que hiera a Caín
será castigado siete veces,
el que me hiera a mí
será castigado setenta y siete veces».
25 Adán[e] volvió a tener relaciones sexuales con su esposa, y ella tuvo un hijo, al cual le puso por nombre Set, pues dijo: «Dios me concedió[f] otro hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín.» 26 También Set tuvo un hijo, y le puso por nombre Enós. A partir de entonces se comenzó a adorar a Dios usando su nombre.[g]
Los descendientes de Adán
5 1-2 Dios creó al ser humano a su semejanza. Creó al hombre y a la mujer, luego los bendijo y los llamó «seres humanos».[h] Aquí se encuentran anotados los nombres de sus descendientes.
3-4 Adán tuvo un hijo semejante a él en todo, al que llamó Set. También tuvo más hijos y más hijas. Adán tenía ciento treinta años cuando nació Set, y después vivió ochocientos años más. 5 Así que Adán murió cuando tenía novecientos treinta años.
6 Set tenía ciento cinco años cuando nació su hijo Enós. 7 También tuvo más hijos y más hijas. Después de que nació Enós, Set vivió ochocientos siete años más. 8 Así que Set murió cuando tenía novecientos doce años.
9 Enós tenía noventa años cuando nació su hijo Cainán. 10 También tuvo más hijos y más hijas. Después de que nació Cainán, Enós vivió ochocientos quince años más. 11 Así que Enós murió cuando tenía novecientos cinco años.
12 Cainán tenía setenta años cuando nació su hijo Mahalalel. 13 También tuvo más hijos y más hijas. Después de que nació Mahalalel, Cainán vivió ochocientos cuarenta años más. 14 Así que Cainán murió cuando tenía novecientos diez años.
15 Mahalalel tenía sesenta y cinco años cuando nació su hijo Jéred. 16 También tuvo más hijos y más hijas. Después de que nació Jéred, Mahalalel vivió ochocientos treinta años más. 17 Así que Mahalalel murió cuando tenía ochocientos noventa y cinco años.
18 Jéred tenía ciento sesenta y dos años cuando nació su hijo Henoc. 19 También tuvo más hijos y más hijas. Después de que nació Henoc, Jéred vivió ochocientos años más. 20 Así que Jéred murió cuando tenía novecientos sesenta y dos años.
21 Henoc tenía sesenta y cinco años cuando nació su hijo Matusalén. 22-24 También tuvo más hijos y más hijas. Después de que nació Matusalén, Henoc vivió trescientos años más. Como obedecía a Dios en todo, ya no volvió a saberse de él porque Dios se lo llevó. Así que Henoc vivió trescientos sesenta y cinco años.
25 Matusalén tenía ciento ochenta y siete años cuando nació su hijo Lámec. 26 También tuvo más hijos y más hijas. Después de que nació Lámec, Matusalén vivió setecientos ochenta y dos años más. 27 Así que Matusalén murió cuando tenía novecientos sesenta y nueve años.
28 Lámec tenía ciento ochenta y dos años cuando tuvo un hijo, 29 al que llamó Noé porque dijo: «Dios ha maldecido la tierra, pero este niño nos dará consuelo[i] en nuestros trabajos y en nuestros dolores». 30 Lámec tuvo también más hijos y más hijas. Después de que nació Noé, Lámec vivió quinientos noventa y cinco años más. 31 Así que Lámec murió cuando tenía setecientos setenta y siete años.
32 Noé tenía quinientos años cuando nacieron sus hijos Sem, Cam y Jafet.
El origen de los gigantes
6 Los hombres y las mujeres se fueron haciendo cada vez más numerosos sobre la tierra, y tuvieron hijas. 2 Cuando los hijos de Dios vieron que las mujeres de este mundo eran muy bonitas, eligieron a las más hermosas y se casaron con ellas. 3 Pero Dios dijo: «No permitiré que los seres humanos vivan para siempre. ¡No van a pasar de los ciento veinte años!»
4 Los hijos de Dios tuvieron hijos con las mujeres de este mundo, que fueron los gigantes de los tiempos antiguos. Éstos llegaron a ser guerreros muy fuertes y famosos.
Dios se enoja con la gente
5 En este mundo, la maldad de hombres y mujeres iba en aumento. Siempre estaban pensando en hacer lo malo, y sólo lo malo. Cuando Dios vio tanta maldad en ellos, 6 se puso muy triste de haberlos hecho, y lamentó haberlos puesto en la tierra. 7 Por eso dijo: «¡Voy a borrar de este mundo a la humanidad que he creado! ¡Voy a acabar con toda la gente y con todos los animales! ¡Estoy muy triste de haberlos hecho!» 8 Sin embargo, Dios se fijó en Noé y le gustó su buena conducta.
Noé construye una casa flotante
9 Noé siempre obedeció a Dios. Entre la gente de su tiempo no había nadie más bueno ni honrado que él. 10 Noé tuvo tres hijos, que fueron Sem, Cam y Jafet.
11-12 Dios se dio cuenta de que los habitantes de la tierra eran rebeldes y violentos. 13 Por eso le dijo a Noé:
«Voy a acabar con todos los seres vivientes de este mundo, y dejaré la tierra inhabitable porque está llena de violencia. 14 Así que toma madera y hazte una casa flotante. Úntala con brea[j] por dentro y por fuera, y constrúyele varios cuartos. 15-16 La casa debe ser de tres pisos, y medir ciento treinta y cinco metros de largo, veintidós metros de ancho y trece metros de alto. Hazle un techo y una puerta en el costado, y también ventanas a medio metro del techo. 17 Yo voy a enviar sobre la tierra una lluvia tan fuerte que acabará con todo lo que tenga vida en este mundo. ¡No quedará nada con vida!
18 »Sin embargo, voy a hacer un trato contigo. Tú, tus hijos, tu esposa y tus nueras entrarán en la casa flotante, 19-20 y también un macho y una hembra de toda clase de aves, reptiles y animales domésticos y salvajes. Los meterás contigo, para que no mueran. 21 Toma toda clase de alimentos y guárdalos en la bodega, para que todos tengan qué comer».
22 Y Noé siguió con cuidado todas las instrucciones que Dios le dio.
7 Entonces Dios le dijo a Noé:
«Entre toda la gente de este tiempo, he visto que tú eres el único hombre bueno. Por eso, entra en la casa flotante con toda tu familia. 2-3 De todos los animales y aves que acepto como ofrenda,[k] llévate contigo siete parejas, es decir, siete machos y siete hembras, para que sigan viviendo en la tierra. De los animales que no acepto como ofrenda, llévate sólo una pareja. 4 Dentro de una semana voy a hacer que llueva cuarenta días y cuarenta noches. Así destruiré en este mundo todo lo que he creado».
5 Y Noé siguió todas las instrucciones que Dios le dio.
Comienza a llover
6-13 Siete días después, el agua que estaba debajo de la tierra comenzó a salir a la superficie, y también comenzó a caer toda el agua del cielo. Todo esto duró cuarenta días y cuarenta noches. Hacía más de dos meses que Noé había cumplido seiscientos años. El día que comenzó la inundación, Noé y su esposa entraron en la casa flotante, junto con sus tres hijos y sus nueras, para ponerse a salvo. Además, entraron en la casa machos y hembras de todos los animales y aves que Dios acepta como ofrenda. También entraron animales, aves y reptiles, de los que Dios no acepta como ofrenda. Así obedeció Noé las órdenes que Dios le había dado.
14-16 A la casa flotante fueron llegando en parejas toda clase de animales domésticos y salvajes, toda clase de aves y de reptiles, es decir, un macho y una hembra. Todos entraron en la casa, tal como Dios se lo había ordenado a Noé. Una vez que todos estuvieron adentro, Dios cerró la puerta.
17-20 Cuarenta días estuvo subiendo el nivel del agua. Tanto subió que las montañas más altas quedaron cubiertas siete metros bajo la superficie. Sin embargo, la casa seguía flotando, pues al subir el nivel del agua también subía la casa. 21-24 El agua tardó en bajar ciento cincuenta días. Así fue como murieron hombres y mujeres. También murieron los animales domésticos y salvajes, las aves, los reptiles y los insectos. Todos los seres vivos fueron destruidos. Sólo quedaron con vida Noé y los que estaban con él dentro de la casa.
8 Dios tuvo compasión de Noé, y de todos los animales domésticos y salvajes que estaban con él en la casa flotante. Por eso lanzó un fuerte viento sobre la tierra, para que bajara el agua. 2 Las aguas que estaban debajo de la tierra dejaron de salir a la superficie, y del cielo dejó de caer agua. 3 El agua fue bajando poco a poco, y después de ciento cincuenta días, 4 la casa flotante se asentó sobre las montañas de Ararat. Era el día diecisiete del mes de Etanim.[l] 5 El agua siguió bajando hasta el mes de Tébet,[m] y el día primero de ese mes ya pudieron verse las cumbres de las montañas.
6 Cuarenta días después, Noé abrió la ventana de la casa 7 y soltó un cuervo, el cual estuvo volando de un lado para otro, pues no encontraba tierra seca donde pararse. 8 Después Noé soltó una paloma, para ver si ya el agua se había retirado. 9 Pero la paloma regresó a la casa flotante, pues no encontró dónde descansar. Y es que la tierra todavía estaba cubierta por el agua. Por eso Noé tomó la paloma, y la metió en la casa flotante.
10 Siete días después, Noé volvió a soltar la paloma. 11 Al caer la tarde volvió la paloma con una hoja de olivo en el pico. Así Noé entendió que ya no había agua sobre la tierra. 12 Sin embargo, esperó otros siete días y la volvió a soltar, pero la paloma ya no volvió.
Noé baja a tierra
13 El año en que Noé cumplió seiscientos un años, la tierra quedó seca. Era el día primero del mes de Abib.[n] Al ver esto, Noé le quitó el techo a la casa flotante. 14 Dos meses después la tierra estaba ya completamente seca. 15 Entonces Dios le dijo a Noé:
16 «Quiero que salgas ya de la casa, junto con tus hijos, tu esposa y tus nueras. 17 Deja salir también a todos los animales, incluyendo las aves y los reptiles que están contigo, para que se multipliquen y llenen la tierra».
18 Así fue como Noé salió de la casa, junto con sus hijos, su esposa y sus nueras. 19 Salieron también todos los animales, las aves y los reptiles.
20 Más tarde, Noé construyó un altar para adorar a Dios. Tomó entonces algunos de los animales y aves de los que Dios acepta como ofrenda, y en su honor los quemó sobre el altar. 21 Y cuando a Dios le llegó tan grato aroma, tomó la siguiente decisión:
«Aunque todo hombre y mujer sólo están pensando en hacer lo malo desde su niñez, por ninguno de ellos volveré a maldecir ni destruir la tierra como esta vez.
22 »Mientras la tierra exista,
siempre habrá siembras y cosechas;
siempre hará calor y frío,
siempre habrá invierno y verano,
y también noches y días».
Dios hace una promesa
9 Además, Dios bendijo a Noé y a sus hijos, y les dijo:
«Quiero que tengan muchos hijos, y que sus descendientes llenen la tierra. 2 Pongo bajo el dominio de ustedes a todos los animales de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles y a todos los peces del mar. Ante ustedes, todos ellos temblarán de miedo. 3 Yo les entrego todo lo que tiene vida, y todas las plantas verdes, para que les sirvan de alimento. 4 Pero no coman nunca carne que todavía tenga sangre, pues en la sangre está la vida.
5-6 »Yo hice al hombre y a la mujer semejantes a mí mismo. Por eso, si algún animal los mata a ustedes, ese animal también tendrá que morir; y si alguno de ustedes mata a otra persona, también tendrá que morir.
7 »Lo que yo quiero es que ustedes tengan muchos hijos, y que sus descendientes llenen la tierra».
8 También les dijo Dios:
9 «Ahora mismo les hago una promesa a ustedes y a sus descendientes. 10 Esta promesa incluye a todas las aves y a todos los animales domésticos y salvajes que estaban con ustedes en la casa flotante. 11 Y ésta es mi promesa: Nunca más volveré a destruir la tierra con una inundación tan terrible».
12-13 También dijo Dios:
«Acabo de hacerles una promesa a ustedes y a todos los seres vivos de esta tierra, que incluye también a los que todavía no han nacido. Como prueba de esta promesa, pongo mi arco iris. 14 Cuando yo traiga nubes sobre la tierra, el arco iris aparecerá, 15-17 y me acordaré de mi promesa. Jamás volverá a haber una inundación tan grande como para acabar con toda la vida. El arco iris es la señal de esta promesa».
Los hijos de Noé
18 Los tres hijos de Noé que salieron con él de la casa flotante fueron Sem, Cam y Jafet. Cam tuvo un hijo llamado Canaán. 19 Con los descendientes de los hijos de Noé volvió a poblarse toda la tierra.
20 Noé era un hombre de campo, y fue el primero en cultivar uvas. 21 Un día bebió vino, se emborrachó y se quedó desnudo dentro de su tienda de campaña. 22 Cuando Cam vio desnudo a su padre, salió corriendo a contárselo a sus dos hermanos. Recordemos que Cam es el antepasado de los cananitas. 23 Entonces Sem y Jafet tomaron una manta para cubrir a su padre. Para no verlo desnudo, caminaron de espaldas llevando la manta, y la dejaron caer sobre su padre.
24 Cuando Noé despertó de su borrachera y supo lo que su hijo Cam le había hecho, 25 dijo:
«¡Malditos sean los cananitas,
tus descendientes!
¡Serán los esclavos
de los descendientes de Sem y Jafet!»
26 Y dijo también:
«¡Bendito sea el Dios de Sem!
¡Los cananitas serán sus esclavos!
27 »¡Que Dios haga más grande
el territorio de Jafet!
¡Que viva Jafet en las tiendas de Sem!
¡Los cananitas serán sus esclavos!»
28 Después de la inundación, Noé vivió trescientos cincuenta años más. 29 Así que murió cuando tenía novecientos cincuenta años.
Orígenes de las naciones
10 Después de la inundación que destruyó la tierra, Sem, Cam y Jafet tuvieron sus propios hijos. Ésta es la lista de sus descendientes:
Los hijos de Jafet
2 Jafet tuvo siete hijos:
Gómer,
Magog,
Madai,
Javán,
Tubal,
Mésec,
Tirás.
3 Gómer tuvo tres hijos:
Asquenaz,
Rifat,
Togarmá.
4 Javán tuvo cuatro hijos:
Elisá,
Tarsis,
Quitim,
Rodanim.
5 Los hijos de Jafet dieron origen a los pueblos que habitaron a la orilla del mar, con sus familias, sus territorios y sus idiomas.
Los hijos de Cam
6 Cam tuvo cuatro hijos:
Cus,
Misraim,
Fut,
Canaán.
7-12 Cus tuvo seis hijos:
Sebá,
Havilá,
Sabtá,
Raamá,
Sabtecá,
Nimrod.
Nimrod llegó a ser muy poderoso en toda la tierra. Además Dios le permitió llegar a ser un gran cazador. De allí viene el dicho: «Eres tan buen cazador como Nimrod, a quien Dios le permitió ser un gran cazador». Las ciudades más importantes de su reino fueron Babel, Erec y Acad. Todas ellas estaban en Babilonia. De esta región salió Asur, que construyó las ciudades de Nínive, Rehobot-ir, Quélah y Resen, que está entre Nínive y Quélah.
Raamá tuvo dos hijos:
Sebá,
Dedán.
13-14 Éstos son los pueblos que descienden de Misraim:
los ludeos,
los anameos,
los lehabitas,
los naftuhítas,
los patruseos,
los casluhítas,
los caftoritas.
Los filisteos descienden de los caftoritas.
15 Canaán tuvo dos hijos:
Sidón,
Het.
16-18 Éstos son los pueblos que descienden de Canaán:
jebuseos,
amorreos,
gergeseos,
heveos,
araceos,
sineos,
arvadeos,
semareos,
hamateos.
Más tarde, los cananeos tomaron rumbos distintos, 19 así que las fronteras de Canaán llegaron a extenderse desde Sidón hasta Gaza, en dirección de Guerar, y de allí hasta Lesa, en dirección de Sodoma, Gomorra, Admá y Seboím.
20 Todos estos fueron los descendientes de Cam, cada uno en su territorio, con sus familias y sus idiomas.
Los hijos de Sem
21-25 Ésta es la lista de los hijos de Sem, que era el hermano mayor de Jafet:
Elam,
Asur,
Arfaxad,
Lud,
Aram.
Aram tuvo cuatro hijos:
Us,
Hul,
Guéter,
Mas.
Arfaxad tuvo un hijo, Sélah.
Sélah tuvo un hijo, Éber.
Éber tuvo dos hijos:
Péleg,
Joctán.
En los días cuando Péleg vivía, la gente se dividió y se formaron muchas tribus y pueblos.
26-29 Joctán tuvo trece hijos:
Almodad,
Sélef,
Hasar-mávet,
Jérah,
Hadoram,
Uzal,
Diclá,
Obal,
Abimael,
Sebá,
Ofir,
Havilá,
Jobab.
30 La región donde vivían se extendía desde Mesá hasta Sefar, en la región montañosa del este.
31 Todos estos fueron los descendientes de Sem, cada uno con su pueblo, su territorio, sus familias y sus idiomas.
32 Después de la inundación que destruyó la tierra, los descendientes de Noé habitaron toda la tierra y dieron origen a los distintos pueblos. En la lista anterior aparecen las familias y los pueblos que formaron.
La torre de Babel
11 1-2 Cuando la gente se fue hacia el este, encontró un valle en la región de Babilonia, y allí se quedó a vivir. En aquel tiempo todos hablaban el mismo idioma, 3-4 así que se dijeron los unos a los otros:
«Construyamos una ciudad con una torre que llegue hasta el cielo. Nos haremos famosos y no acabaremos dispersándonos por todo el mundo».
Y empezaron a construir. En lugar de piedras, usaron ladrillos que ellos mismos hicieron, y en lugar de mezcla usaron brea.[o] 5 Pero cuando Dios bajó a ver lo que estaban construyendo, 6 dijo:
«Como son un solo pueblo, y hablan un solo idioma, ya han comenzado a hacer esto. Ahora nada les impedirá hacer lo que quieran. 7 Es mejor que bajemos y confundamos su idioma, para que no se puedan entender».
8-9 Y desde ese lugar Dios los dispersó por toda la tierra, y ellos dejaron de construir la ciudad. Allí Dios confundió su idioma para que no pudieran entenderse. Por eso la ciudad se llama Babel.[p]
Sem y sus descendientes
10 Ésta es la lista de los descendientes de Sem:
Sem tenía cien años cuando nació su hijo Arfaxad. Esto fue dos años después de la inundación que destruyó la tierra. 11 También tuvo más hijos y más hijas. Después de que nació Arfaxad, Sem vivió quinientos años más.
12 Arfaxad tenía treinta y cinco años cuando nació su hijo Sélah, 13 y luego tuvo más hijos y más hijas. Después de que nació Sélah, Arfaxad vivió cuatrocientos tres años más.
14 Sélah tenía treinta años cuando nació su hijo Éber, 15 y luego tuvo más hijos y más hijas. Después de que nació Éber, Sélah vivió cuatrocientos tres años más.
16 Éber tenía treinta y cuatro años cuando nació su hijo Péleg, 17 y luego tuvo más hijos y más hijas. Después de que nació Péleg, Éber vivió cuatrocientos treinta años más.
18 Péleg tenía treinta años cuando nació su hijo Reú, 19 y luego tuvo más hijos y más hijas. Después de que nació Reú, Péleg vivió doscientos nueve años más.
20 Reú tenía treinta y dos años cuando nació su hijo Serug, 21 y luego tuvo más hijos y más hijas. Después de que nació Serug, Reú vivió doscientos siete años más.
22 Serug tenía treinta años cuando nació su hijo Nahor, 23 y luego tuvo más hijos y más hijas. Después de que nació Nahor, Serug vivió doscientos años más.
24 Nahor tenía veintinueve años cuando nació su hijo Térah, 25 y luego tuvo más hijos y más hijas. Después de que nació Térah, Nahor vivió ciento diecinueve años más.
26 Térah tenía setenta años cuando nacieron sus hijos Abram, Nahor y Harán.
Térah y sus descendientes
27 Ésta es la lista de los descendientes de Térah:
Térah fue padre de Abram, Nahor y Harán.
Harán fue padre de Lot. 28 Harán murió en Ur de los caldeos, donde había nacido. Cuando murió, todavía vivía su padre.
29-30 Abram se casó con una mujer llamada Sarai, la cual no podía tener hijos.
Nahor se casó con una mujer llamada Milcá, que era hija de Harán. La otra hija de Harán se llamaba Iscá.
31 Térah salió de Ur de los caldeos y se dirigió a la tierra de Canaán, pero al llegar a Harán se quedó a vivir allí, junto con su hijo Abram, su nieto Lot y su nuera Sarai. 32 Allí murió Térah, a la edad de doscientos cinco años.
Historia de Abraham (12.1—25.18)
Dios llama a Abram
12 Dios le dijo a Abram:
«Deja a tu pueblo y a tus familiares, y vete al lugar que te voy a mostrar. 2 Con tus descendientes formaré una gran nación. Voy a bendecirte y hacerte famoso, y serás de bendición para otros. 3 Bendeciré a los que te bendigan, y maldeciré a los que te maldigan. ¡Gracias a ti, bendeciré a todas las naciones del mundo!»
4-5 Abram obedeció a Dios y salió de Harán, y no se detuvo hasta llegar a la región de Canaán. Se llevó a su esposa Sarai, a su sobrino Lot, a los esclavos que había comprado en Harán, y todo lo que tenía. En ese entonces Abram tenía setenta y cinco años.
6 En aquel tiempo, los cananeos todavía ocupaban la región de Canaán. Abram recorrió toda esa región, y llegó a Siquem, donde está el árbol de Moré. 7 Allí Dios se le apareció y le dijo: «Toda esta región se la daré a tus descendientes».
Como Dios se le apareció allí, Abram le construyó un altar. 8 Luego siguió su camino hacia la zona montañosa que está al este de Betel. Cuando llegó allí, armó su tienda de campaña. La ciudad de Ai estaba al este, y la ciudad de Betel, al oeste. Allí también construyó un altar para adorar a Dios. 9 Luego Abram se fue de allí, avanzando poco a poco, en dirección al desierto del sur.
Abram llega a Egipto
10 En aquel tiempo llegó a faltar comida en toda la región de Canaán. Era tan grave la falta de alimentos que Abram se fue a vivir a Egipto, porque allá sí había alimentos. 11 Cuando ya estaban cerca de Egipto, Abram le dijo a Sarai:
«¡No hay duda de que eres muy hermosa! 12 Cuando los egipcios te vean, y sepan que eres mi esposa, a mí me matarán y a ti te dejarán con vida. 13 Por eso, cuando te pregunten, diles que eres mi hermana. Así me tratarán bien, y mi vida no correrá peligro».
14 Tan pronto como Abram llegó a Egipto, los egipcios vieron que Sarai era muy hermosa. 15 Entonces los asistentes del rey fueron a contarle lo hermosa que era. Enseguida el rey ordenó que Sarai fuera llevada a su palacio. 16 Para quedar bien con Abram, el rey le regaló ovejas, vacas, burros, burras, sirvientes, sirvientas y camellos. 17 Todo esto no le agradó a Dios, y por eso mandó graves enfermedades sobre el rey y su familia. 18 De inmediato, el rey mandó llamar a Abram, y le dijo:
«¡Mira lo que me has hecho! ¿Por qué no me dijiste que era tu esposa? 19 ¿Por qué dijiste que era tu hermana? ¡Imagínate si la hubiera tomado por esposa! ¡Anda, toma a tu mujer, y lárgate de aquí!»
20 Enseguida el rey dio órdenes a sus soldados de que sacaran a Abram de Egipto. Y ellos lo expulsaron junto con su esposa y todo lo que tenía.
Abram y Lot se separan
13 Cuando Abram salió de Egipto, se fue al desierto del sur. Se llevó a su esposa, a su sobrino Lot y todo lo que tenía. 2 Para entonces Abram ya era muy rico, pues tenía oro, plata y ganado.
3 Del desierto del sur se fue avanzando poco a poco en dirección a Betel. Allí había plantado antes su tienda de campaña, entre las ciudades de Betel y Ai. 4 Allí también había construido un altar para adorar a Dios.
5 Lot también tenía ovejas y vacas, y tiendas de campaña. 6 Era tanto lo que Lot y Abram tenían, que ya no podían vivir juntos en la misma región. 7 Además, los cananeos y los ferezeos también vivían allí. Un día, hubo un pleito entre los pastores de Abram y los pastores de Lot, 8 por lo que Abram le dijo a Lot:
«Tú y yo no debemos pelearnos, ni tampoco mis pastores y tus pastores, pues somos parientes. 9 Hay tierra para todos, te ruego que te vayas a otra región. Si te vas a la izquierda, yo me iré a la derecha; si te vas a la derecha, yo me iré a la izquierda. ¡Pero debemos separarnos!»
10 Lot miró a su alrededor y vio que en el valle del río Jordán nunca faltaba agua. Y es que antes de que Dios destruyera las ciudades de Sodoma y Gomorra, todo ese valle hasta Sóar era tan hermoso como el jardín de Edén y tan fértil como la tierra de Egipto. 11 Entonces, Lot eligió todo ese valle y se fue hacia el este. Así Abram y Lot se separaron. 12 Abram se quedó a vivir en la tierra de Canaán, mientras que Lot se fue a vivir en las ciudades del valle del Jordán, cerca de Sodoma. 13 La gente de ese lugar era muy mala y cometía muchos pecados contra Dios.
14 Después de que Abram se separó de Lot, Dios le dijo:
«Abram, allí donde estás, levanta la vista y mira hacia el norte y hacia el sur, hacia el este y el oeste. 15 Voy a darte toda la tierra que alcances a ver. Para siempre será tuya y de tus descendientes. 16 También voy a hacer que tengas muchos descendientes. Y así como nadie puede contar el polvo de la tierra, tampoco nadie podrá contarlos a ellos. 17 Anda, recorre la tierra a lo largo y a lo ancho, porque yo te la estoy entregando».
18 Entonces Abram levantó su campamento y se fue a vivir a Hebrón, junto al bosque de Mamré. Allí construyó un altar para adorar a Dios.
Abram rescata a Lot
14 1-2 Por aquellos días hubo guerra entre dos grupos de reyes. En un bando estaban los reyes:
Amrafel de Babilonia,
Arioc de Elasar,
Quedorlaómer de Elam,
Tidal de Goím.
En el otro bando estaban los reyes:
Bera de Sodoma,
Birsá de Gomorra,
Sinab de Admá,
Seméber de Seboím,
el rey de Sóar.
3-4 Durante doce años, estos cinco reyes habían sido dominados por Quedorlaómer, pero un año después se rebelaron contra él. Entonces reunieron sus ejércitos en el valle del Mar Muerto. 5 Al año siguiente, Quedorlaómer y los reyes que estaban de su parte salieron a pelear contra aquellos cinco reyes. En Astarot Carnaim derrotaron a los refaítas; en Ham derrotaron a los zuzitas; en Savé-quiriataim derrotaron a los emitas; 6 en las montañas de Seír derrotaron a los horeos, y los persiguieron hasta El-parán, cerca del desierto. 7 Después de eso regresaron a Cadés y conquistaron todo el territorio de los amalecitas. En Hasesón-tamar vencieron a los amorreos que vivían allí.
8 Por su parte, los reyes de Sodoma, Gomorra, Admá, Seboím y Bela fueron al valle del Mar Muerto, y allí presentaron batalla 9 contra los reyes de Elam, Goím, Babilonia y Elasar. Lucharon cuatro reyes contra cinco. 10 Pero como ese valle estaba lleno de pozos de brea,[q] cuando los reyes de Sodoma y de Gomorra huyeron, fueron a caer dentro de esos pozos. El resto del ejército huyó hacia las montañas. 11 Entonces los cuatro reyes se robaron todas las riquezas y todos los alimentos que había en Sodoma y Gomorra, y se marcharon. 12 Y como Lot vivía en Sodoma, también a él se lo llevaron, junto con todo lo que tenía.
13 En aquel tiempo, Abram el hebreo vivía junto al bosque de un hombre llamado Mamré. Este hombre era amorreo, y tenía dos hermanos, Escol y Aner. Los tres eran amigos de Abram. Cuando uno de los que habían escapado de la batalla vino y le contó a Abram 14 que a su sobrino se lo habían llevado prisionero, Abram juntó a todos sus sirvientes capaces de luchar. Eran trescientos dieciocho hombres, y con ellos persiguió a los cuatro reyes hasta Dan. 15 Al caer la noche, Abram dividió a sus hombres y atacó por sorpresa a los cuatro reyes. Los derrotó y los persiguió hasta Hobá, ciudad que está al norte de Damasco. 16 Así liberó a Lot, a las mujeres y a su gente, y recuperó todas las riquezas y pertenencias de su sobrino.
17 Cuando Abram volvía de haber derrotado a Quedorlaómer y a sus reyes amigos, el rey de Sodoma salió a su encuentro en el Valle del Rey. 18 Allí Melquisedec, que era rey de Salem y sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino, 19 y bendijo a Abram, diciéndole:
«Abram,
que te bendiga el Dios altísimo,
creador del cielo y de la tierra.
20 El Dios altísimo
merece todas las alabanzas,
pues te dio la victoria
sobre tus enemigos».
De inmediato, Abram le dio a Melquisedec la décima parte de todo lo que había recuperado. 21 Por su parte, el rey de Sodoma le dijo a Abram:
—Devuélveme a la gente, y quédate con las riquezas.
22 Sin embargo, Abram le contestó:
—Yo le he jurado al Dios altísimo, creador del cielo y de la tierra, 23 que no voy a aceptar nada de lo que es tuyo. No tomaré ni un hilo, ni la correa de una sandalia, para que nunca digas que tú me hiciste rico. 24 Sólo aceptaré lo que mis hombres se han comido, y la parte que les toca a Aner, a Escol y a Mamré, los amigos que me acompañaron.
Dios hace un compromiso con Abram
15 Después de esto, Dios se le apareció a Abram en una visión, y le dijo:
—Abram, no tengas miedo. Yo soy quien te protege. Voy a darte muchas riquezas.
2-4 Abram le contestó:
—¡Dios y Rey mío! ¿Y para qué me vas a dar riquezas si no tengo hijos? Cuando me muera, ese extranjero que tengo por esclavo va a quedarse con todo lo que es mío.
Pero Dios le aseguró:
—Tu heredero será un hijo tuyo, y no tu esclavo Eliézer.
5 Luego lo llevó afuera y le dijo:
—Mira el cielo y sus muchas estrellas. ¿Verdad que no puedes contarlas? ¡Pues tampoco será posible contar a tus descendientes!
6-7 Abram confió en la promesa de Dios, y por eso Dios lo aceptó y le dijo:
—Yo soy tu Dios, y tú eres mío porque confías en mí. Yo te saqué de Ur de los caldeos, para entregarte esta tierra.
8 Abram le respondió:
—¡Dios y Rey mío! ¿Cómo puedo estar seguro de que me la darás?
9 Entonces Dios le dijo:
—Para cerrar el trato, trae una vaca, una cabra y un carnero, de tres años cada uno. Y trae también una paloma y una tortolita.
10 Abram le llevó a Dios todos estos animales y los partió por la mitad, pero a las aves las dejó enteras. 11 Los buitres se lanzaban sobre los cadáveres, pero Abram los espantaba.
12 Cuando el sol comenzaba a ocultarse, Abram sintió mucho sueño, y se vio rodeado de una gran oscuridad. Eso le dio mucho miedo, 13 pero Dios le dijo:
«Quiero que sepas que tus descendientes irán a vivir a un país extranjero. Allí los harán trabajar como esclavos, y los maltratarán durante cuatrocientos años. 14 Sin embargo, yo castigaré a ese país, y haré que tus descendientes salgan de allí con grandes riquezas. 15 Tú tendrás una vejez tranquila y morirás en paz, y serás sepultado junto con tus antepasados. 16 Pero al fin de esos cuatrocientos años, tus descendientes podrán volver a este país, pues los amorreos que ahora lo ocupan son tan malvados que en ese tiempo los expulsaré».
17 Cuando el sol se ocultó y se hizo de noche, apareció un horno humeante, y también una antorcha de fuego, que pasó entre las mitades de los animales.[r] 18 Ese día, Dios hizo un compromiso con Abram, y le dijo:
«Yo les daré a tus descendientes la tierra que va desde el río de Egipto hasta el río Éufrates. 19 Es la tierra donde ahora viven los quenitas, los quenizitas, los cadmoneos, 20 los hititas, los ferezeos, los refaítas, 21 los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos».
El hijo de Abram y Agar
16 1-3 Abram tenía ya diez años de vivir en Canaán, y su esposa Sarai aún no había podido tener hijos. Pero como ella tenía una esclava egipcia que se llamaba Agar, le propuso a su esposo: «Abram, como Dios no me deja tener hijos, acuéstate con mi esclava y ten relaciones sexuales con ella. Según nuestras costumbres, cuando ella tenga un hijo ese niño será mío, porque ella es mi esclava».
Abram estuvo de acuerdo. Entonces Sarai tomó a su esclava y se la entregó a su esposo. 4 Abram se acostó con Agar, y ella quedó embarazada.
Cuando Agar se dio cuenta de que iba a tener un hijo, comenzó a despreciar a Sarai. 5 Entonces Sarai le reclamó a Abram:
—Tú tienes la culpa de que Agar me trate con desprecio. Recuerda que fui yo quien te la entregó. Ahora resulta que como está embarazada, se siente superior a mí. Por eso Dios habrá de castigarte.
6 Abram le respondió:
—Haz con ella lo que quieras, pues Agar es tu esclava.
Fue así como Sarai comenzó a maltratarla, y Agar se vio obligada a huir.
7 Cuando Agar llegó al manantial que está en el desierto de Sur, junto al camino que lleva a Egipto, Dios salió a su encuentro 8 y le dijo:
—Agar, esclava de Sarai, ¿qué haces aquí? ¿A dónde vas?
Y ella le contestó:
—Estoy huyendo de mi dueña.
9-11 Entonces Dios le dijo:
—Es mejor que regreses con ella, y que la obedezcas. De mi parte, yo haré que tengas tantos descendientes, que nadie podrá contarlos.
»Ahora estás embarazada,
y vas a tener un hijo.
Ponle por nombre Ismael,[s]
porque he escuchado tu llanto.
12 Ismael será entre los hombres
igual que un caballo salvaje.
Tendrá que luchar contra todos,
pues todos lucharán contra él,
pero logrará establecerse
en su propio territorio,
aun en contra de sus hermanos.
13 Después de que Dios le habló, Agar le puso por nombre: «Tú eres el Dios que todo lo ve». Y es que dijo: «He visto al Dios que me ha visto». 14 Desde entonces ese manantial se llama «Pozo del Dios que vive y todo lo ve». Ese pozo todavía está allí, entre las ciudades de Cadés y Béred.
15-16 Cuando Abram tenía ochenta y seis años, nació el hijo que tuvo con Agar, y Abram le puso por nombre Ismael.
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