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Old/New Testament

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Duration: 365 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
1 Reyes 3-5

Salomón pide sabiduría

Salomón hizo una alianza con el faraón, rey de Egipto, y se casó con una de sus hijas. Se la llevó a vivir a la Ciudad de David mientras terminaba de construir su palacio, el templo del Señor y la muralla que rodeaba la ciudad. En ese tiempo, el pueblo de Israel sacrificaba sus ofrendas en los lugares de culto de la región, porque todavía no se había construido un templo en honor al nombre del Señor.

Salomón amaba al Señor y seguía todos los decretos de su padre David; sin embargo, él también ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los lugares de culto de la región. El más importante de esos lugares de culto se encontraba en Gabaón; así que el rey fue allí y sacrificó mil ofrendas quemadas. Esa noche, el Señor se le apareció a Salomón en un sueño y Dios le dijo:

—¿Qué es lo que quieres? ¡Pídeme, y yo te lo daré!

Salomón contestó:

—Tú mostraste gran y fiel amor hacia tu siervo David, mi padre, un hombre transparente y leal, quien te fue fiel. Hoy sigues mostrándole este gran y fiel amor al darle un hijo que se siente en su trono.

»Ahora, oh Señor mi Dios, tú me has hecho rey en lugar de mi padre, David, pero soy como un niño pequeño que no sabe por dónde ir. Sin embargo, aquí estoy en medio de tu pueblo escogido, ¡una nación tan grande y numerosa que no se puede contar! Dame un corazón comprensivo para que pueda gobernar bien a tu pueblo, y sepa la diferencia entre el bien y el mal. Pues, ¿quién puede gobernar por su propia cuenta a este gran pueblo tuyo?

10 Al Señor le agradó que Salomón pidiera sabiduría. 11 Así que le respondió:

—Como pediste sabiduría para gobernar a mi pueblo con justicia y no has pedido una larga vida, ni riqueza, ni la muerte de tus enemigos, 12 ¡te concederé lo que me has pedido! Te daré un corazón sabio y comprensivo, como nadie nunca ha tenido ni jamás tendrá. 13 Además, te daré lo que no me pediste: riquezas y fama. Ningún otro rey del mundo se comparará a ti por el resto de tu vida. 14 Y si tú me sigues y obedeces mis decretos y mis mandatos como lo hizo tu padre David, también te daré una larga vida.

15 Entonces Salomón se despertó y se dio cuenta de que había sido un sueño. Volvió a Jerusalén, se presentó delante del arca del pacto del Señor y allí sacrificó ofrendas quemadas y ofrendas de paz. Luego invitó a todos sus funcionarios a un gran banquete.

Salomón juzga con sabiduría

16 Tiempo después, dos prostitutas fueron a ver al rey para resolver un asunto. 17 Una de ellas comenzó a rogarle: «Ay, mi señor, esta mujer y yo vivimos en la misma casa. Ella estaba conmigo en la casa cuando yo di a luz a mi bebé. 18 Tres días después, ella también tuvo un bebé. Estábamos las dos solas y no había nadie más en la casa.

19 »Ahora bien, su bebé murió durante la noche porque ella se acostó encima de él. 20 Luego ella se levantó a la medianoche y sacó a mi hijo de mi lado mientras yo dormía; puso a su hijo muerto en mis brazos y se llevó al mío a dormir con ella. 21 A la mañana siguiente, cuando quise amamantar a mi hijo, ¡el bebé estaba muerto! Pero cuando lo observé más de cerca, a la luz del día, me di cuenta de que no era mi hijo».

22 Entonces la otra mujer interrumpió:

—Claro que era tu hijo, y el niño que está vivo es el mío.

—¡No!—dijo la mujer que habló primero—, el niño que está vivo es el mío y el que está muerto es el tuyo.

Así discutían sin parar delante del rey.

23 Entonces el rey dijo: «Aclaremos los hechos. Las dos afirman que el niño que está vivo es suyo, y cada una dice que el que está muerto pertenece a la otra. 24 Muy bien, tráiganme una espada». Así que le trajeron una espada.

25 Luego dijo: «¡Partan al niño que está vivo en dos, y denle la mitad del niño a una y la otra mitad a la otra!».

26 Entonces la verdadera madre del niño, la que lo amaba mucho, gritó: «¡Oh no, mi señor! ¡Denle el niño a ella, pero, por favor, no lo maten!».

En cambio, la otra mujer dijo: «Me parece bien, así no será ni tuyo ni mío; ¡divídanlo entre las dos!».

27 Entonces el rey dijo: «No maten al niño; dénselo a la mujer que desea que viva, ¡porque ella es la madre!».

28 Cuando el pueblo se enteró de la decisión que había tomado el rey, todos en Israel quedaron admirados porque reconocieron la sabiduría que Dios le había dado para impartir justicia.

Funcionarios y gobernadores de Salomón

Salomón ya gobernaba todo Israel, y sus altos funcionarios eran los siguientes:

Azarías, hijo de Sadoc, era el sacerdote.

Elihoref y Ahías, hijos de Sisa, eran secretarios de la corte.

Josafat, hijo de Ahilud, era el historiador de la realeza.

Benaía, hijo de Joiada, era el comandante del ejército.

Sadoc y Abiatar eran sacerdotes.

Azarías, hijo de Natán, estaba a cargo de los gobernadores regionales.

Zabud, hijo de Natán, era sacerdote y consejero de confianza del rey.

Ahisar era el administrador de los bienes del palacio.

Adoniram, hijo de Abda, estaba a cargo del trabajo forzado.

Salomón también tenía doce gobernadores regionales sobre todo Israel, quienes eran responsables de proveer el alimento para los miembros de la casa del rey. A cada uno de ellos le tocaba suministrar los víveres para un mes del año. Los nombres de los doce gobernadores eran los siguientes:

Ben-hur, en la zona montañosa de Efraín.

Ben-decar, en Macaz, Saalbim, Bet-semes y Elón-bet-hanán.

10 Ben-hesed, en Arubot, que incluía Soco y toda la tierra de Hefer.

11 Ben-abinadab, en todo Nafot-dor.[a] (Él estaba casado con Tafat, una de las hijas de Salomón).

12 Baana, hijo de Ahilud, en Taanac y Meguido, en todo Bet-sán,[b] cerca de Saretán, abajo de Jezreel, y en todo el territorio que va desde Bet-sán hasta Abel-mehola, y hasta Jocmeam.

13 Ben-geber, en Ramot de Galaad, incluidas las ciudades de Jair (que llevan ese nombre por Jair, de la tribu de Manasés[c]), situadas en Galaad, y en Argob, región de Basán, la cual incluía sesenta ciudades grandes y fortificadas, con barrotes de bronce en sus puertas.

14 Ahinadab, hijo de Iddo, en Mahanaim.

15 Ahimaas, en Neftalí. (Él estaba casado con Basemat, otra hija de Salomón).

16 Baana, hijo de Husai, en Aser y en Alot.

17 Josafat, hijo de Parúa, en Isacar.

18 Simei, hijo de Ela, en Benjamín.

19 Geber, hijo de Uri, en la tierra de Galaad,[d] incluidos los territorios del rey Sehón, de los amorreos, y del rey Og, de Basán.

También había un gobernador para la tierra de Judá.[e]

Prosperidad y sabiduría de Salomón

20 La gente de Judá y de Israel era tan numerosa como la arena a la orilla del mar. Todos estaban muy satisfechos y tenían suficiente para comer y beber. 21 [f]El rey Salomón gobernaba todos los reinos desde el río Éufrates,[g] en el norte, hasta la tierra de los filisteos y la frontera con Egipto, en el sur. Los pueblos conquistados le enviaban impuestos y le sirvieron durante toda su vida.

22 La cantidad de alimento que se requería a diario en el palacio de Salomón era: ciento cincuenta canastas de harina selecta y trescientas canastas de harina gruesa,[h] 23 también diez bueyes de los corrales de engordar, veinte reses alimentadas con pasto, cien ovejas o cabras, además de ciervos, gacelas, corzos, y aves de corral de primera calidad.[i]

24 El dominio de Salomón se extendía por todos los reinos al occidente del río Éufrates, desde Tifsa hasta Gaza, y había paz en todas sus fronteras. 25 Durante la vida de Salomón, los habitantes de Judá e Israel vivieron en paz y con seguridad. Desde Dan en el norte hasta Beerseba en el sur, cada familia tenía su propia casa con jardín.[j]

26 Salomón tenía cuatro mil[k] establos para los caballos que tiraban sus carros de guerra y doce mil caballos.[l]

27 Los gobernadores regionales proveían sin falta el alimento para el rey Salomón y su corte; cada uno se aseguraba de que no faltara nada durante el mes que se le había asignado. 28 También llevaban suficiente cebada y paja para los caballos reales en los establos.

29 Dios le dio a Salomón muchísima sabiduría y gran entendimiento, y un conocimiento tan vasto como la arena a la orilla del mar. 30 De hecho, su sabiduría superaba la de todos los sabios del Oriente y la de los sabios de Egipto. 31 Era más sabio que cualquier otro, entre ellos Etán, el ezraíta, y los hijos de Mahol: Hemán, Calcol y Darda. Su fama se extendía por todas las naciones vecinas. 32 Compuso unos tres mil proverbios y escribió mil cinco canciones. 33 Podía hablar con autoridad acerca de todo tipo de plantas, desde el gran cedro del Líbano hasta el diminuto hisopo que crece en las grietas de las paredes. También era versado en materia de animales, aves, reptiles y peces. 34 Y los reyes de todas las naciones enviaban a sus embajadores a escuchar la sabiduría de Salomón.

Preparativos para la construcción del templo

[m]Hiram, rey de Tiro, siempre había sido un amigo fiel del rey David. Cuando Hiram se enteró de que Salomón, hijo del rey David, era el nuevo rey de Israel, envió embajadores a felicitarlo.

Entonces Salomón le respondió a Hiram con el siguiente mensaje:

«Tú sabes que mi padre, David, no pudo construir un templo para honrar el nombre del Señor su Dios, debido a la cantidad de guerras que le hicieron las naciones vecinas. No podía construir hasta que el Señor le diera la victoria sobre todos sus enemigos. Sin embargo, ahora el Señor mi Dios me ha dado paz en todo el territorio; no tengo enemigos, y todo marcha bien. Así que tengo planeado construir un templo para honrar el nombre del Señor mi Dios, tal como él le había indicado a mi padre David. Pues el Señor le dijo: “Tu hijo, a quien yo pondré en tu trono, construirá el templo para honra de mi nombre”.

»En consecuencia, ordena, por favor, que se corten cedros del Líbano para mí. Permite que mis hombres trabajen junto a los tuyos, y yo pagaré a tus hombres el salario que tú pidas. Como bien sabes, ¡no hay nadie por aquí que sepa cortar la madera como ustedes, los sidonios!».

Cuando Hiram recibió el mensaje de Salomón, se puso muy contento y dijo: «Alabado sea hoy el Señor por haberle dado a David un hijo sabio para que sea rey de la gran nación de Israel». Así que le envió la siguiente respuesta a Salomón:

«He recibido tu mensaje y te proporcionaré toda la madera de cedro y de ciprés que necesites. Mis siervos llevarán los troncos desde las montañas del Líbano hasta el mar Mediterráneo[n] y los pondrán en forma de balsas para que floten a lo largo de la costa hacia el lugar que tú decidas. Luego desarmaremos las balsas para que ustedes puedan llevarse los troncos. Puedes pagarme proveyendo alimentos para mi casa».

10 Entonces Hiram proporcionó toda la madera de cedro y ciprés que Salomón quiso. 11 Salomón le enviaba, a cambio, un pago anual de 100.000 canastas[o] de trigo para su casa y 420.000 litros[p] de aceite de oliva puro. 12 El Señor le dio sabiduría a Salomón tal como se lo había prometido. Así que Hiram y Salomón formaron una alianza de paz.

13 Luego el rey Salomón impuso trabajo forzado a treinta mil trabajadores de todo Israel. 14 Los envió al Líbano en turnos de diez mil por mes, de modo que cada hombre estuviera un mes en el Líbano y dos meses en casa. Adoniram estaba a cargo de estos trabajadores. 15 Salomón también tenía setenta mil obreros, ochenta mil cortadores de piedra en la zona montañosa 16 y tres mil seiscientos[q] capataces para supervisar el trabajo. 17 Por orden del rey, ellos extrajeron grandes bloques de piedra de la mejor calidad y les dieron forma para hacer los cimientos del templo. 18 Hombres de la ciudad de Gebal ayudaron a los constructores de Salomón y de Hiram a preparar la madera y la piedra para el templo.

Lucas 20:1-26

Desafían la autoridad de Jesús

20 Cierto día, mientras Jesús enseñaba a la gente y predicaba la Buena Noticia en el templo, los principales sacerdotes, los maestros de la ley religiosa y los ancianos se le acercaron.

—¿Con qué autoridad haces todas estas cosas?—le reclamaron—. ¿Quién te dio el derecho?

—Primero, déjenme hacerles una pregunta—les respondió él—. La autoridad de Juan para bautizar, ¿provenía del cielo o era meramente humana?

Ellos discutieron el asunto unos con otros: «Si decimos que provenía del cielo, preguntará por qué nosotros no le creímos a Juan, pero si decimos que era meramente humana, la gente nos apedreará, porque están convencidos de que Juan era un profeta». Entonces finalmente contestaron que no sabían.

Jesús respondió:

—Entonces yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas.

Parábola de los agricultores malvados

Jesús se dirigió nuevamente a la gente y les contó la siguiente historia: «Un hombre plantó un viñedo, lo alquiló a unos agricultores arrendatarios y se mudó a vivir a otro país por varios años. 10 Llegado el tiempo de la cosecha de la uva, envió a uno de sus siervos para recoger su parte de la cosecha; pero los agricultores atacaron al siervo, le dieron una paliza y lo mandaron de regreso con las manos vacías. 11 Así que el dueño envió a otro siervo, pero a este también lo insultaron, le dieron una paliza y lo despacharon con las manos vacías. 12 Entonces envió a un tercer hombre, a quien lastimaron y echaron a patadas.

13 »“¿Qué haré?—se preguntó el dueño—. ¡Ya sé! Enviaré a mi querido hijo. Sin duda a él lo respetarán”.

14 »Sin embargo, cuando los agricultores vieron al hijo, se dijeron unos a otros: “Aquí viene el heredero de esta propiedad. ¡Matémoslo y nos quedaremos con la propiedad!”. 15 Entonces lo arrastraron fuera del viñedo y lo asesinaron.

»¿Qué creen ustedes que hará con ellos el dueño del viñedo? —preguntó Jesús—. 16 Les diré: irá y matará a esos agricultores y alquilará el viñedo a otros».

—¡Qué terrible que suceda algo así!—protestaron los oyentes.

17 Jesús los miró y les dijo:

—Entonces, ¿a qué se refiere la siguiente Escritura:

“La piedra que los constructores rechazaron
    ahora se ha convertido en la piedra principal”[a] ?

18 Todo el que tropiece con esa piedra se hará pedazos, y la piedra aplastará a quienes les caiga encima.

19 Los maestros de la ley religiosa y principales sacerdotes querían arrestar a Jesús en ese mismo momento, porque se dieron cuenta de que contaba esa historia en contra de ellos, pues ellos eran los agricultores malvados; pero tenían miedo de la reacción de la gente.

Los impuestos para el César

20 Esperando su oportunidad, los líderes mandaron espías que se hicieron pasar por hombres sinceros. Trataban de hacer que Jesús dijera algo que pudieran informar al gobernador de Roma para que lo arrestara.

21 —Maestro—le dijeron—, sabemos que dices y enseñas lo que es correcto y no te dejas influir por lo que piensan otros. Enseñas con verdad el camino de Dios. 22 Ahora dinos, ¿es correcto que paguemos impuestos al César o no?

23 Jesús se dio cuenta de la trampa y dijo:

24 —Muéstrenme una moneda romana.[b] ¿A quién pertenecen la imagen y el título grabados en la moneda?

—Al César—contestaron.

25 —Bien —dijo—, entonces den al César lo que pertenece al César y den a Dios lo que pertenece a Dios.

26 Así que no pudieron atraparlo por lo que decía en público. En cambio, quedaron asombrados de su respuesta y se callaron.

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