M’Cheyne Bible Reading Plan
49 Y LLAMO Jacob á sus hijos, y dijo: Juntaos, y os declararé lo que os ha de acontecer en los postreros días.
2 Juntaos y oid, hijos de Jacob; Y escuchad á vuestro padre Israel.
3 Rubén, tú eres mi primogénito, mi fortaleza, y el principio de mi vigor; Principal en dignidad, principal en poder.
4 Corriente como las aguas, no seas el principal; Por cuanto subiste al lecho de tu padre: Entonces te envileciste, subiendo á mi estrado.
5 Simeón y Leví, hermanos: Armas de iniquidad sus armas.
6 En su secreto no entre mi alma, Ni mi honra se junte en su compañía; Que en su furor mataron varón, Y en su voluntad arrancaron muro.
7 Maldito su furor, que fué fiero; Y su ira, que fué dura: Yo los apartaré en Jacob, Y los esparciré en Israel.
8 Judá, alabarte han tus hermanos: Tu mano en la cerviz de tus enemigos: Los hijos de tu padre se inclinarán á ti.
9 Cachorro de león Judá: De la presa subiste, hijo mío: Encorvóse, echóse como león, Así como león viejo; ¿quién lo despertará?
10 No será quitado el cetro de Judá, Y el legislador de entre sus piés, Hasta que venga Shiloh; Y á él se congregarán los pueblos.
11 Atando á la vid su pollino, Y á la cepa el hijo de su asna, Lavó en el vino su vestido, Y en la sangre de uvas su manto:
12 Sus ojos bermejos del vino, Y los dientes blancos de la leche.
13 Zabulón en puertos de mar habitará, Y será para puerto de navíos; Y su término hasta Sidón.
14 Issachâr, asno huesudo Echado entre dos tercios:
15 Y vió que el descanso era bueno, Y que la tierra era deleitosa; Y bajó su hombro para llevar, Y sirvió en tributo.
16 Dan juzgará á su pueblo, Como una de las tribus de Israel.
17 Será Dan serpiente junto al camino, Cerasta junto á la senda, Que muerde los talones de los caballos, Y hace caer por detrás al cabalgador de ellos.
18 Tu salud esperé, oh Jehová.
19 Gad, ejército lo acometerá; Mas él acometerá al fin.
20 El pan de Aser será grueso, Y él dará deleites al rey.
21 Nephtalí, sierva dejada, Que dará dichos hermosos.
22 Ramo fructífero José, Ramo fructífero junto á fuente, Cuyos vástagos se extienden sobre el muro.
23 Y causáronle amargura, Y asaeteáronle, Y aborreciéronle los archeros:
24 Mas su arco quedó en fortaleza, Y los brazos de sus manos se corroboraron Por las manos del Fuerte de Jacob, (De allí el pastor, y la piedra de Israel,)
25 Del Dios de tu padre, el cual te ayudará, Y del Omnipotente, el cual te bendecirá Con bendiciones de los cielos de arriba, Con bendiciones del abismo que está abajo, Con bendiciones del seno y de la matriz.
26 Las bendiciones de tu padre Fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores: Hasta el término de los collados eternos Serán sobre la cabeza de José, Y sobre la mollera del Nazareo de sus hermanos.
27 Benjamín, lobo arrebatador: A la mañana comerá la presa, Y á la tarde repartirá los despojos.
28 Todos estos fueron las doce tribus de Israel: y esto fué lo que su padre les dijo, y bendíjolos; á cada uno por su bendición los bendijo.
29 Mandóles luego, y díjoles: Yo voy á ser reunido con mi pueblo: sepultadme con mis padres en la cueva que está en el campo de Ephrón el Hetheo;
30 En la cueva que está en el campo de Macpela, que está delante de Mamre en la tierra de Canaán, la cual compró Abraham con el mismo campo de Ephrón el Hetheo, para heredad de sepultura.
31 Allí sepultaron á Abraham y á Sara su mujer; allí sepultaron á Isaac y á Rebeca su mujer; allí también sepulté yo á Lea.
32 La compra del campo y de la cueva que está en él, fué de los hijos de Heth.
33 Y como acabó Jacob de dar órdenes á sus hijos, encogió sus pies en la cama, y espiró: y fué reunido con sus padres.
2 Y ACONTECIO en aquellos días que salió edicto de parte de Augusto César, que toda la tierra fuese empadronada.
2 Este empadronamiento primero fué hecho siendo Cirenio gobernador de la Siria.
3 E iban todos para ser empadronados, cada uno á su ciudad.
4 Y subió José de Galilea, de la ciudad de Nazaret, á Judea, á la ciudad de David, que se llama Bethlehem, por cuanto era de la casa y familia de David;
5 Para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta.
6 Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días en que ella había de parir.
7 Y parió á su hijo primogénito, y le envolvió en pañales, y acostóle en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
8 Y había pastores en la misma tierra, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su ganado.
9 Y he aquí el ángel del Señor vino sobre ellos, y la claridad de Dios los cercó de resplandor; y tuvieron gran temor.
10 Mas el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo:
11 Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.
12 Y esto os será por señal: hallaréis al niño envuelto en pañales, echado en un pesebre.
13 Y repentinamente fué con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales, que alababan á Dios, y decían:
14 Gloria en las alturas á Dios, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres.
15 Y aconteció que como los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores dijeron los unos á los otros: Pasemos pues hasta Bethlehem, y veamos esto que ha sucedido, que el Señor nos ha manifestado.
16 Y vinieron apriesa, y hallaron á María, y á José, y al niño acostado en el pesebre.
17 Y viéndolo, hicieron notorio lo que les había sido dicho del niño.
18 Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían.
19 Mas María guardaba todas estas cosas, confiriéndolas en su corazón.
20 Y se volvieron los pastores glorificando y alabando á Dios de todas las cosas que habían oído y visto, como les había sido dicho.
21 Y pasados los ocho días para circuncidar al niño, llamaron su nombre JESUS; el cual le fué puesto por el ángel antes que él fuese concebido en el vientre.
22 Y como se cumplieron los días de la purificación de ella, conforme á la ley de Moisés, le trajeron á Jerusalem para presentarle al Señor,
23 (Como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz, será llamado santo al Señor),
24 Y para dar la ofrenda, conforme á lo que está dicho en la ley del Señor: un par de tórtolas, ó dos palominos.
25 Y he aquí, había un hombre en Jerusalem, llamado Simeón, y este hombre, justo y pío, esperaba la consolación de Israel: y el Espíritu Santo era sobre él.
26 Y había recibido respuesta del Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Cristo del Señor.
27 Y vino por Espíritu al templo. Y cuando metieron al niño Jesús sus padres en el templo, para hacer por él conforme á la costumbre de la ley.
28 Entonces él le tomó en sus brazos, y bendijo á Dios, y dijo:
29 Ahora despides, Señor, á tu siervo, Conforme á tu palabra, en paz;
30 Porque han visto mis ojos tu salvación,
31 La cual has aparejado en presencia de todos los pueblos;
32 Luz para ser revelada á los Gentiles, Y la gloria de tu pueblo Israel.
33 Y José y su madre estaban maravillados de las cosas que se decían de él.
34 Y los bendijo Simeón, y dijo á su madre María: He aquí, éste es puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel; y para señal á la que será contradicho;
35 Y una espada traspasará tu alma de ti misma, para que sean manifestados los pensamientos de muchos corazones.
36 Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Phanuel, de la tribu de Aser; la cual había venido en grande edad, y había vivido con su marido siete años desde su virginidad;
37 Y era viuda de hasta ochenta y cuatro años, que no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones.
38 Y ésta, sobreviniendo en la misma hora, juntamente confesaba al Señor, y hablaba de él á todos los que esperaban la redención en Jerusalem.
39 Mas como cumplieron todas las cosas según la ley del Señor, se volvieron á Galilea, á su ciudad de Nazaret.
40 Y el niño crecía, y fortalecíase, y se henchía de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él.
41 E iban sus padres todos los años á Jerusalem en la fiesta de la Pascua.
42 Y cuando fué de doce años, subieron ellos á Jerusalem conforme á la costumbre del día de la fiesta.
43 Y acabados los días, volviendo ellos, se quedó el niño Jesús en Jerusalem, sin saberlo José y su madre.
44 Y pensando que estaba en la compañía, anduvieron camino de un día; y le buscaban entre los parientes y entre los conocidos:
45 Mas como no le hallasen, volvieron á Jerusalem buscándole.
46 Y aconteció, que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores, oyéndoles y preguntándoles.
47 Y todos los que le oían, se pasmaban de su entendimiento y de sus respuestas.
48 Y cuando le vieron, se maravillaron; y díjole su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con dolor.
49 Entonces él les dice: ¿Qué hay? ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me conviene estar?
50 Mas ellos no entendieron las palabras que les habló.
51 Y descendió con ellos, y vino á Nazaret, y estaba sujeto á ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.
52 Y Jesús crecía en sabiduría, y en edad, y en gracia para con Dios y los hombres.
15 Y RESPONDIO Eliphaz Temanita, y dijo:
2 ¿Si proferirá el sabio vana sabiduría, Y henchirá su vientre de viento solano?
3 ¿Disputará con palabras inútiles, Y con razones sin provecho?
4 Tú también disipas el temor, Y menoscabas la oración delante de Dios.
5 Porque tu boca declaró tu iniquidad, Pues has escogido el hablar de los astutos.
6 Tu boca te condenará, y no yo; Y tus labios testificarán contra ti.
7 ¿Naciste tú primero que Adam? ¿O fuiste formado antes que los collados?
8 ¿Oíste tú el secreto de Dios, Que detienes en ti solo la sabiduría?
9 ¿Qué sabes tú que no sepamos? ¿Qué entiendes que no se halle en nosotros?
10 Entre nosotros también hay cano, también hay viejo Mucho mayor en días que tu padre.
11 ¿En tan poco tienes las consolaciones de Dios? ¿Tienes acaso alguna cosa oculta cerca de ti?
12 ¿Por qué te enajena tu corazón, Y por qué guiñan tus ojos,
13 Pues haces frente á Dios con tu espíritu, Y sacas tales palabras de tu boca?
14 ¿Qué cosa es el hombre para que sea limpio, Y que se justifique el nacido de mujer?
15 He aquí que en sus santos no confía, Y ni los cielos son limpios delante de sus ojos:
16 ¿Cuánto menos el hombre abominable y vil, Que bebe la iniquidad como agua?
17 Escúchame; yo te mostraré Y te contaré lo que he visto:
18 (Lo que los sabios nos contaron De sus padres, y no lo encubrieron;
19 A los cuales solos fué dada la tierra, Y no pasó extraño por medio de ellos:)
20 Todos los días del impío, él es atormentado de dolor, Y el número de años es escondido al violento.
21 Estruendos espantosos hay en sus oídos; En la paz le vendrá quien lo asuele.
22 El no creerá que ha de volver de las tinieblas, Y está mirando al cuchillo.
23 Desasosegado á comer siempre, Sabe que le está aparejado día de tinieblas.
24 Tribulación y angustia le asombrarán, Y esforzaránse contra él como un rey apercibido para la batalla.
25 Por cuanto él extendió su mano contra Dios, Y se esforzó contra el Todopoderoso,
26 El le acometerá en la cerviz, En lo grueso de las hombreras de sus escudos:
27 Porque cubrió su rostro con su gordura, E hizo pliegues sobre los ijares;
28 Y habitó las ciudades asoladas, Las casas inhabitadas, Que estaban puestas en montones.
29 No enriquecerá, ni será firme su potencia, Ni extenderá por la tierra su hermosura.
30 No se escapará de las tinieblas: La llama secará sus ramos, Y con el aliento de su boca perecerá.
31 No confíe el iluso en la vanidad; Porque ella será su recompensa.
32 El será cortado antes de su tiempo, Y sus renuevos no reverdecerán.
33 El perderá su agraz como la vid, Y derramará su flor como la oliva.
34 Porque la sociedad de los hipócritas será asolada, Y fuego consumirá las tiendas de soborno.
35 Concibieron dolor, y parieron iniquidad; Y las entradas de ellos meditan engaño.
3 DE manera que yo, hermanos, no pude hablaros como á espirituales, sino como á carnales, como á niños en Cristo.
2 Os dí á beber leche, y no vianda: porque aun no podíais, ni aun podéis ahora;
3 Porque todavía sois carnales: pues habiendo entre vosotros celos, y contiendas, y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?
4 Porque diciendo el uno: Yo cierto soy de Pablo; y el otro: Yo de Apolos; ¿no sois carnales?
5 ¿Qué pues es Pablo? ¿y qué es Apolos? Ministros por los cuales habéis creído; y eso según que á cada uno ha concedido el Señor.
6 Yo planté, Apolos regó: mas Dios ha dado el crecimiento.
7 Así que, ni el que planta es algo, ni el que riega; sino Dios, que da el crecimiento.
8 Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme á su labor.
9 Porque nosotros, coadjutores somos de Dios; y vosotros labranza de Dios sois, edificio de Dios sois.
10 Conforme á la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima: empero cada uno vea cómo sobreedifica.
11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.
12 Y si alguno edificare sobre este fundamento oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca;
13 La obra de cada uno será manifestada: porque el día la declarará; porque por el fuego será manifestada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego hará la prueba.
14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa.
15 Si la obra de alguno fuere quemada, será perdida: él empero será salvo, mas así como por fuego.
16 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
17 Si alguno violare el templo de Dios, Dios destruirá al tal: porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.
18 Nadie se engañe á sí mismo: si alguno entre vosotros parece ser sabio en este siglo, hágase simple, para ser sabio.
19 Porque la sabiduría de esta mundo es necedad para con Dios; pues escrito está: El que prende á los sabios en la astucia de ellos.
20 Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos.
21 Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro,
22 Sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea los por venir; todo es vuestro;
23 Y vosotros de Cristo; y Cristo de Dios.