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Read the Gospels in 40 Days

Read through the four Gospels--Matthew, Mark, Luke, and John--in 40 days.
Duration: 40 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Mateo 13-14

Parábola del sembrador

13 Aquel día Jesús salió de la casa y se sentó junto al mar. Y se le acercó mucha gente, de manera que él entró en una barca para sentarse, y toda la multitud estaba de pie en la playa.

Entonces les habló muchas cosas en parábolas, diciendo: “He aquí un sembrador salió a sembrar. Mientras él sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la devoraron. Y otra parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó rápidamente, porque la tierra no era profunda. Pero cuando salió el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y otra parte cayó entre los espinos. Los espinos crecieron y la ahogaron. Y otra parte cayó en buena tierra y dio fruto, una a ciento, otra a sesenta y otra a treinta por uno. El que tiene oídos, que oiga”.

El propósito de las parábolas

10 Entonces se acercaron los discípulos y le dijeron:

—¿Por qué les hablas por parábolas?

11 Y él, respondiendo, les dijo:

—Porque a ustedes se les ha concedido conocer los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no se les ha concedido. 12 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 13 Por esto les hablo por parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni tampoco entienden. 14 Además, se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice:

De oído oirán, y nunca entenderán;

y mirando mirarán, y nunca verán.

15 Porque el corazón de este pueblo

se ha vuelto insensible,

y con los oídos han oído torpemente. Han cerrado sus ojos

para que no vean con los ojos

ni oigan con los oídos

ni entiendan con el corazón

ni se conviertan. Y yo los sanaré[a].

16 Pero ¡bienaventurados sus ojos, porque ven; y sus oídos, porque oyen! 17 Porque de cierto les digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron.

La parábola del sembrador explicada

18 »Ustedes, pues, oigan la parábola del sembrador. 19 Cuando alguien oye la palabra del reino y no la entiende, viene el maligno y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. 20 Y el que fue sembrado en pedregales es el que oye la palabra y en seguida la recibe con gozo; 21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de poca duración, y cuando viene la aflicción o la persecución por causa de la palabra, en seguida tropieza. 22 Y el que fue sembrado en espinos, este es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de este mundo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y queda sin fruto. 23 Pero el que fue sembrado en buena tierra, este es el que oye la palabra y la entiende, el que de veras lleva fruto y produce, uno a ciento, otro a sesenta, y otro a treinta por uno.

Parábola del trigo y la cizaña

24 Les presentó otra parábola diciendo: “El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. 25 Pero, mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. 26 Cuando brotó la hierba y produjo fruto, entonces apareció también la cizaña. 27 Se acercaron los siervos al dueño del campo y le preguntaron: ‘Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?’. 28 Y él les dijo: ‘Un hombre enemigo ha hecho esto’. Los siervos le dijeron: ‘Entonces, ¿quieres que vayamos y la recojamos?’. 29 Pero él dijo: ‘No; no sea que al recoger la cizaña arranquen con ella el trigo. 30 Dejen crecer a ambos hasta la siega. Cuando llegue el tiempo de la siega, yo diré a los segadores: Recojan primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla. Pero reúnan el trigo en mi granero’”.

Parábola del grano de mostaza

31 Les presentó otra parábola diciendo: “El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su campo. 32 Esta es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando crece, es la más grande de las hortalizas y se convierte en árbol, de modo que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas”.

Parábola de la levadura

33 Les dijo otra parábola: “El reino de los cielos es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en una gran cantidad[b] de harina, hasta que todo quedó leudado”.

Las parábolas y las profecías

34 Todo esto habló Jesús en parábolas a las multitudes y sin parábolas no les hablaba, 35 de manera que se cumplió lo dicho por medio del profeta diciendo:

Abriré mi boca con parábolas;

publicaré cosas que han estado ocultas

desde la fundación del mundo[c].

La parábola de la cizaña explicada

36 Entonces, una vez despedida la multitud, volvió a casa. Y sus discípulos se acercaron a él diciendo:

—Explícanos la parábola de la cizaña del campo.

37 Y respondiendo él dijo:

—El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. 38 El campo es el mundo. La buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del maligno. 39 El enemigo que la sembró es el diablo. La siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. 40 De manera que como la cizaña es recogida y quemada en el fuego, así será el fin del mundo. 41 El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que causan tropiezos y a los que hacen maldad, 42 y los echarán en el horno de fuego. Allí habrá llanto y crujir de dientes. 43 Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos, que oiga.

Parábolas: el tesoro, la perla y la red

44 »El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que un hombre descubrió y luego escondió. Y con regocijo va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo.

45 »Además, el reino de los cielos es semejante a un comerciante que buscaba perlas finas. 46 Y habiendo encontrado una perla de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.

47 »Asimismo, el reino de los cielos es semejante a una red que fue echada en el mar y juntó toda clase de peces. 48 Cuando estuvo llena, la sacaron a la playa. Y sentados recogieron lo bueno en cestas y echaron fuera lo malo. 49 Así será el fin del mundo: Saldrán los ángeles y apartarán a los malos de entre los justos, 50 y los echarán en el horno de fuego. Allí habrá llanto y crujir de dientes.

51 »¿Han entendido todas estas cosas?

Ellos le dijeron:

—Sí.

52 Él les dijo:

—Por eso, todo escriba instruido en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas.

Jesús es rechazado en Nazaret

53 Aconteció que cuando Jesús terminó estas parábolas, partió de allí. 54 Vino a su tierra y les enseñaba en su sinagoga, de manera que ellos estaban atónitos y decían:

—¿De dónde tiene este esta sabiduría y estos milagros? 55 ¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas? 56 ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, le vienen a este todas estas cosas?

57 Se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo:

—No hay profeta sin honra sino en su propia tierra y en su casa.

58 Y no hizo allí muchos milagros a causa de la incredulidad de ellos.

La muerte de Juan el Bautista

14 En aquel tiempo, Herodes el tetrarca oyó la fama de Jesús y dijo a sus criados: “¡Este es Juan el Bautista! Él ha resucitado de los muertos; por esta razón operan estos poderes en él”.

Porque Herodes había prendido a Juan, lo había atado con cadenas y puesto en la cárcel por causa de Herodía, la mujer de su hermano Felipe. Porque Juan le decía: “No te es lícito tenerla por mujer”. Y aunque Herodes quería matarlo, temió al pueblo; porque le tenían por profeta.

Pero cuando se celebró el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodía danzó en medio y agradó a Herodes, por lo cual él se comprometió bajo juramento a darle lo que ella pidiera. Ella, instigada por su madre, dijo: “Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista”.

Entonces el rey se entristeció; pero a causa del juramento y de los que estaban con él a la mesa, mandó que se la dieran. 10 Mandó decapitar a Juan en la cárcel. 11 Y su cabeza fue traída en un plato y fue dada a la muchacha, y ella la presentó a su madre.

12 Entonces llegaron sus discípulos, tomaron el cuerpo y lo enterraron. Luego fueron y se lo contaron a Jesús.

Jesús alimenta a cinco mil

13 Al oírlo, Jesús se apartó de allí en una barca a un lugar desierto y apartado. Cuando las multitudes oyeron esto, lo siguieron a pie desde las ciudades. 14 Cuando Jesús salió, vio la gran multitud y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que entre ellos estaban enfermos. 15 Al atardecer, sus discípulos se acercaron a él y le dijeron:

—El lugar es desierto, y la hora ya avanzada. Despide a la gente para que vayan a las aldeas y compren para sí algo de comer.

16 Pero Jesús les dijo:

—No tienen necesidad de irse. Denles ustedes de comer.

17 Entonces ellos dijeron:

—No tenemos aquí sino cinco panes y dos pescados.

18 Él les dijo:

—Tráiganmelos acá.

19 Luego mandó que la gente se recostara sobre la hierba. Tomó los cinco panes y los dos pescados y, alzando los ojos al cielo, los bendijo. Después de partirlos, dio los panes a sus discípulos, y ellos a la gente. 20 Todos comieron y se saciaron, y se recogieron doce canastas llenas de lo que sobró de los pedazos. 21 Los que comieron eran como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.

Jesús camina sobre el agua

22 Y en seguida Jesús obligó a sus discípulos a entrar en la barca e ir delante de él a la otra orilla, mientras él despedía a las multitudes. 23 Una vez despedida la gente, subió al monte para orar a solas; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. 24 La barca ya quedaba a gran distancia[d] de la tierra, azotada por las olas, porque el viento era contrario. 25 Y a la madrugada[e], Jesús fue a ellos caminando sobre el mar. 26 Pero cuando los discípulos lo vieron caminando sobre el mar, se turbaron diciendo:

—¡Un fantasma!

Y gritaron de miedo. 27 En seguida Jesús les habló diciendo:

—¡Tengan ánimo! ¡Yo soy! ¡No teman!

28 Entonces le respondió Pedro y dijo:

—Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.

29 Y él dijo:

—Ven.

Pedro descendió de la barca y caminó sobre las aguas, y fue hacia Jesús. 30 Pero al ver el viento fuerte tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó diciendo:

—¡Señor, sálvame!

31 De inmediato Jesús extendió la mano, lo sostuvo y le dijo:

—¡Oh hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?

32 Cuando ellos subieron a la barca, se calmó el viento. 33 Entonces los que estaban en la barca lo adoraron diciendo:

—¡Verdaderamente eres Hijo de Dios!

Jesús sana a muchos en Genesaret

34 Cuando cruzaron a la otra orilla, llegaron a la tierra de Genesaret. 35 Y cuando los hombres de aquel lugar lo reconocieron, mandaron a decirlo por toda aquella región, y trajeron a él todos los que estaban enfermos. 36 Y le rogaban que solo pudieran tocar el borde de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron sanos.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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