Bible in 90 Days
PRIMERA PARTE (1—39)
Marco histórico
1 Visión que tuvo Isaías, hijo de Amós, sobre Judá y Jerusalén, en tiempos de Ozías, Jotán, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá.
Oráculos sobre Judá e Israel (1—12)
Dios acusa a su pueblo de infidelidad
2 Oye, cielo; escucha, tierra,
porque va a hablar el Señor.
Hijos hermosos crié,
que se han vuelto contra mí.
3 El buey conoce a su dueño,
el asno, el pesebre del amo;
pero Israel no conoce,
mi pueblo no entiende.
4 ¡Ay del país pecador,
del pueblo abrumado por la culpa:
raza de canallas, prole degenerada!
Han abandonado al Señor,
despreciaron al Santo de Israel,
le han dado la espalda.
5 ¿Dónde seguir golpeándolos,
rebeldes recalcitrantes?
La cabeza es pura llaga,
todo enfermo el corazón;
6 de los pies a la cabeza
nada sano queda en él:
contusiones, cicatrices,
heridas sin restañar,
sin limpiar y sin vendar,
sin suavizar con aceite.
7 Su tierra devastada,
sus pueblos calcinados;
ven cómo de sus campos
se aprovechan extranjeros.
Desolación y desastre como en Sodoma.
8 La capital Sión ha quedado
como choza en una viña,
cual cabaña en melonar,
como una ciudad sitiada.
9 Si el Señor del universo
no nos hubiera dejado un resto,
seríamos como Sodoma,
parecidos a Gomorra.
Nueva acusación: falso culto
10 Escuchen la palabra del Señor,
gobernantes de Sodoma;
oigan la enseñanza de nuestro Dios,
pobladores de Gomorra.
11 ¿Qué utilidad me reportan
sus abundantes sacrificios?
—dice el Señor—.
Estoy harto de holocaustos de carneros,
de la enjundia de cebones;
no me agrada la sangre de novillos,
de corderos y machos cabríos.
12 Cuando entran en mi presencia
y penetran por mis atrios,
¿quién les exige esas cosas?
13 No traigan más ofrendas injustas,
el humo de su cremación
me resulta insoportable.
Novilunio, sábado, asamblea…
no soporto reuniones de malvados.
14 Odio novilunios y fiestas,
me resultan ya insoportables,
intento en vano aguantarlos.
15 Cuando levantan las manos suplicantes,
aparto mi vista de ustedes;
por más que aumenten las oraciones,
no pienso darles oído;
sus manos están llenas de sangre.
16 Lávense, purifíquense;
aparten de mi vista
todas sus fechorías;
dejen ya de hacer el mal.
17 Aprendan a hacer el bien,
tomen decisiones justas,
restablezcan al oprimido,
hagan justicia al huérfano,
defiendan la causa de la viuda.
18 Vengan y discutamos esto,
—dice el Señor—.
Aunque sean sus pecados
tan rojos como la grana,
blanquearán como la nieve;
aunque sean como la púrpura,
como lana quedarán.
19 Si están dispuestos a obedecer,
comerán lo mejor de la tierra;
20 si se niegan y se rebelan,
la espada los comerá.
Es el Señor quien ha hablado.
Jerusalén: Villa Infiel
21 ¡Vean convertida en ramera
a la que era Villa Fiel!
Rebosante de derecho,
albergue de la justicia,
¡ahora rebosa de criminales!
22 Tu plata es escoria,
tu vino está aguado:
23 tus jefes, revoltosos
compadres de ladrones,
amantes de sobornos,
en busca de regalos.
No hacen justicia al huérfano,
rehúyen la defensa de la viuda.
24 Por eso
— oráculo del Señor, Dios del universo,
del Poderoso de Israel —,
pediré cuentas a mis adversarios,
me vengaré de mis enemigos
25 y volveré mi mano contra ti;
te limpiaré de escoria en el crisol,
separaré de ti cuanto sea ganga;
26 haré que tus jueces sean como antes,
y tus consejeros como eran al principio.
Después de esto te llamarán
Ciudad Justa, Villa Fiel.
27 Rescataré a Sión haciendo justicia,
a sus repatriados, fiel a mi decisión.
Culto corrompido
28 Rebeldes y pecadores serán destruidos,
desaparecerán los que abandonan al Señor.
29 Ustedes se sentirán avergonzados
de las encinas que anhelaban,
se llenarán de rubor
los jardines que elegían.
30 Serán como encina
de hojas marchitas,
igual que un jardín
sin nada de agua.
31 El fuerte será la estopa
y sus acciones la chispa:
los dos arderán juntos
sin nadie que los apague.
Peregrinación de los pueblos a Sión
2 Visión que tuvo Isaías, hijo de Amós, sobre Judá y Jerusalén.
2 Cuando pase mucho tiempo,
quedará afianzado el monte
de la casa del Señor:
el primero entre los montes,
descollando entre las colinas.
A él confluirán todas las naciones,
3 acudirán cantidad de pueblos, que dirán:
“Vengan, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob;
él nos indicará sus caminos,
nosotros iremos por sus sendas”.
Y es que saldrá de Sión la ley;
de Jerusalén la palabra del Señor.
4 Juzgará entre nación y nación,
arbitrará a pueblos numerosos.
Convertirán sus espadas en arados,
harán hoces con sus lanzas.
No se amenazarán las naciones con la espada,
ni se adiestrarán más para la guerra.
5 ¡Vengan, pueblo de Jacob,
caminemos a la luz del Señor!
Dios llega a juzgar
6 Has abandonado a tu pueblo,
a la casa de Jacob,
que estaba repleta de adivinos,
de magos, como entre filisteos,
y hacía tratos con extraños.
7 Se llenó su país de oro y plata,
sus tesoros eran infinitos;
se llenó su país de caballos,
sus carros eran infinitos.
8 Y se llenó su país de ídolos,
adoraban la obra de sus manos,
la que modelaron sus dedos.
9 El mortal quedó rebajado,
el ser humano quedó humillado,
¡pero no lo perdones!
10 Métete en la roca,
ocúltate en el polvo,
que llega el Señor terrible,
henchido de majestad.
11 Será humillada la mirada altiva,
abatida la arrogancia humana;
sólo el Señor será ensalzado
cuando llegue aquel día:
12 el día del Señor del universo,
contra todo orgullo y arrogancia,
contra toda altanería y altivez;
13 contra todos los cedros del Líbano,
cedros encumbrados y empinados,
contra todas las encinas de Basán;
14 contra todos los montes encumbrados,
contra todas las colinas elevadas;
15 contra todas las altas torres,
contra toda muralla defensiva;
16 contra todas las naves de Tarsis,
contra todos los barcos comerciales.
17 Será abatida la arrogancia humana,
humillada la altivez del ser humano;
sólo el Señor será ensalzado
cuando llegue aquel día;
18 los ídolos se esfumarán del todo.
19 Se meterán en las grutas de las rocas,
en las grietas del terreno,
cuando llegue el Señor terrible,
henchido de majestad,
dispuesto a causar terror a la tierra.
20 Aquel día la gente se deshará
de sus ídolos de plata y de oro
(que se hizo para darles culto),
de los topos y de los murciélagos;
21 se meterá en las grutas de las rocas,
en las grietas de las peñas,
cuando llegue el Señor terrible,
henchido de majestad,
dispuesto a causar terror a la tierra.
22 No se apoyen en el ser humano
que sólo es un soplo en la nariz;
¿qué valor tiene en realidad?
Anarquía en el Reino de Judá
3 El Señor, Dios del universo
va a privar a Jerusalén y a Judá
de sustento y de soporte,
de todo abasto de pan
y de todo abasto de agua:
2 de valientes y guerreros,
de jueces y de profetas,
de adivinos y de ancianos;
3 de capitanes y nobles,
de consejeros y artesanos,
de expertos en encantamientos.
4 Pondré de jefes a jóvenes,
a chiquillos de regentes.
5 Se acosará la gente entre sí,
todos atacarán a su prójimo:
el joven al anciano,
el plebeyo al noble.
6 Hermano a hermano abordará
en plena casa paterna y le dirá:
“Tienes un manto, serás nuestro jefe;
hazte responsable de estas ruinas”.
7 Y aquel día el otro dirá:
“No pienso hacer de médico;
no tengo en casa manto ni pan;
no me hagan jefe del pueblo”.
8 Cae Jerusalén, Judá se derrumba;
atacan de palabra y obra al Señor,
acaban rebelándose contra su gloria.
9 Sus favoritismos hablan contra ellos,
proclaman sus errores, sin ocultarlos.
¡Ay de ellos, se acarrean su propia desgracia!
10 Dichoso el justo, le irá bien,
comerá del fruto de sus acciones.
11 ¡Ay del malvado, le irá mal,
recibirá la paga de sus obras!
12 Pueblo mío, te oprimen chiquillos,
eres gobernado por mujeres.
Pueblo mío, tus guías te extravían,
borran la huella de tus senderos.
El Señor acusa de nuevo
13 El Señor se levanta para litigar,
se alza para juzgar a su pueblo.
14 Viene el Señor dispuesto a juzgar
a los ancianos y príncipes de su pueblo.
Ustedes han depredado la viña,
su casa oculta el expolio del pobre.
15 ¿Quiénes son para aplastar a mi pueblo
y triturar el rostro de los desvalidos?
—Oráculo de Dios, Señor del universo—.
Contra el lujo de las mujeres de Sión
16 Dice el Señor:
Porque son altaneras las mujeres de Sión
y caminan con el cuello estirado,
haciendo guiños con los ojos;
por caminar con paso menudo
sonando las ajorcas de sus pies,
17 el Señor cubrirá de tiña
la nuca de las mujeres de Sión,
el Señor descubrirá sus vergüenzas.
18 Aquel día arrancará el Señor sus galas: ajorcas, diademas y lunetas; 19 pendientes, pulseras y velos; 20 redecillas, cadenillas y cinturones; pomos de perfume y amuletos; 21 anillos y aros para la nariz; 22 trajes, mantos, chales y bolsos; 23 ropa de gasa y de seda, tocados y mantillas. 24 Y tendrán:
En lugar de perfume, olor a podre;
en lugar de cinturón, una soga;
en lugar de rizos, calvicie;
en lugar de túnica, saco;
en lugar de belleza, vergüenza.
Las viudas de guerra
25 Tus hombres caerán a espada,
tus valientes en la guerra;
26 gemirán, harán duelo tus puertas;
yacerás desolada por tierra.
4 Siete mujeres agarrarán
a un mismo hombre;
y le dirán aquel día:
“Comeremos nuestro pan,
vestiremos nuestra ropa,
pero danos tu apellido,
líbranos de nuestra afrenta”.
El resto santo de Sión
2 Aquel día el retoño del Señor se convertirá en honra y gloria; el fruto de la tierra será orgullo y honor para los supervivientes de Israel. 3 Los que queden en Sión, el resto de Jerusalén, serán llamados santos: destinados a la vida en Jerusalén. 4 Cuando lave el Señor la mugre de las hijas de Sión y rasque la sangre derramada en Jerusalén con un viento justiciero y devastador, 5 creará entonces el Señor en todo el ámbito del monte Sión y en los lugares de asamblea una nube para el día y una humareda con brillo llameante para la noche. La gloria del Señor lo cubrirá todo 6 como tienda que resguarda del calor durante el día, como refugio y abrigo cuando llegan el chubasco y la lluvia.
Canción de la viña
5 Voy a cantar por mi amigo
la canción de amor por su viña:
Mi amigo tenía una viña
en una fértil colina.
2 La cavó y la descantó,
y plantó cepas selectas.
Levantó en medio una torre
y excavó en ella un lagar.
Esperó que diera uvas,
pero sólo crió agraces.
3 Ahora, vecinos de Jerusalén,
habitantes todos de Judá,
juzguen entre mí y mi viña.
4 ¿Qué puedo hacer por mi viña
que aún no haya hecho?
¿Por qué, si esperaba uvas,
ella sólo produjo agraces?
5 Ahora les daré a conocer
lo que voy a hacer con mi viña:
derribar su cerca y que sirva de pasto,
romper su muro y que sea pisoteada.
6 Pienso acabar con ella:
nadie la podará ni escardará,
cardos y zarzas crecerán;
voy a ordenar a las nubes
que no la rieguen con lluvia.
7 La viña del Señor del universo
es la casa de Israel;
los habitantes de Judá,
su plantel predilecto.
Esperaba de él derecho,
y ya ven: asesinatos;
esperaba de él justicia,
y sólo se escuchan alaridos.
Dirigentes injustos y alocados
8 ¡Ay de los que especulan con casas
y juntan campo con campo,
hasta no dejar ya espacio
y ocupar solos el país!
9 Por eso ha jurado el Señor del universo
que sus muchas casas quedarán desoladas
(las grandes y lujosas), vacías de vecinos.
10 Pues diez yugadas de viña
sólo darán una cántara,
y una carga de semilla
sólo dará una canasta.
11 ¡Ay de los que ya de madrugada
andan en busca de licores,
y siguen así hasta el ocaso,
hasta que el vino los enchispa!
12 Andan entre arpas y cítaras,
entre panderos y flautas,
y con vino en sus banquetes,
y no advierten la obra del Señor,
no ven lo que hacen sus manos.
13 Por eso irá mi pueblo al destierro,
por falta de perspicacia,
con sus nobles hambrientos,
sus notables abrasados por la sed.
14 Por eso abre sus fauces
el reino de los muertos
y dilata su boca sin medida,
para tragar su gloria y su nobleza,
todo su bullicio y su alegría.
15 El mortal quedó rebajado,
el ser humano quedó humillado,
humillados los ojos altaneros.
16 El Señor del universo
quedó ensalzado en el juicio,
el Dios santo demostró
su santidad sentenciando.
17 Corderos pacerán como en sus prados,
chivos extranjeros pastarán entre ruinas.
18 ¡Ay de los que van arrastrando
la culpa como con cuerdas de buey,
el pecado como con sogas de carreta!
19 Los que dicen: “deprisa,
que acelere su obra y la veamos;
que se acerque, que llegue
el plan del Santo de Israel,
y así lo conozcamos”
20 ¡Ay de los que llaman
bien al mal y mal al bien,
que hacen luz de la tiniebla
y tiniebla de la luz,
toman lo amargo por dulce
y lo dulce por amargo!
21 ¡Ay de los que se creen sabios,
y se tienen por juiciosos!
22 ¡Ay de los valientes con el vino,
de los campeones mezclando licores,
23 que absuelven al culpable por dinero
y deniegan la justicia al inocente!
24 Por eso, como lame el fuego la paja
y la llama consume la rastrojera,
así su raíz acabará podrida,
su flor volará como el tamo;
pues rechazaron la ley del Señor del universo,
despreciaron la palabra del Santo de Israel.
La mano amenazante del Señor
25 Por eso arde en cólera el Señor contra su pueblo,
y ha alargado hacia él su mano para herirlo;
tiemblan los montes y aparecen sus cadáveres,
lo mismo que basura en medio de las calles.
Y con todo no se sacia su cólera,
su mano sigue amenazante.
26 Alzará una enseña a un pueblo lejano,
le silbará desde el confín de la tierra.
¡Miren qué ágil, qué rápido llega!
27 Ni se cansa ni tropieza,
ni dormita ni se duerme;
no se quita el cinturón de sus lomos,
ni se suelta el cordón de su calzado.
28 Tiene afiladas sus flechas,
todos sus arcos bien tensos;
son como pedernal
los cascos de sus caballos,
y sus ruedas, torbellino.
29 Su rugido es de león,
ruge como los leoncillos,
brama y atrapa la presa,
la retiene sin remedio.
30 Bramará aquel día contra él
lo mismo que brama el mar.
La tierra aparecerá
cubierta de densa niebla,
la luz se oscurecerá
metida entre nubarrones.
Teofanía y vocación de Isaías
6 El año en que murió el rey Ozías, vi al Señor sentado en su alto y excelso trono. El ruedo de su manto llenaba el Templo. 2 Por encima de él había serafines, con seis alas cada uno: con dos se tapaban la cara, con otras dos se tapaban los genitales, y con el tercer par de alas se mantenían en vuelo. 3 Se gritaban entre sí, diciendo: “Santo, santo, santo, el Señor del universo; la tierra toda rebosa de su gloria”. 4 Los quicios de las puertas temblaron ante el estruendo de su voz, y el Templo se llenó de humo. 5 Me dije entonces:
“¡Ay de mí, estoy perdido!
Soy un hombre de labios impuros,
yo, que habito entre gente de labios impuros,
y he visto con mis propios ojos
al Rey, Señor del universo”.
6 Voló entonces hacia mí uno de los serafines, con un ascua en su mano; la había tomado del altar con unas tenazas 7 y la puso en mi boca diciendo: “Al tocar esto tus labios, tu culpa desaparece, se perdona tu pecado”.
8 Oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros? Contesté: “Yo mismo. Envíame”. 9 Él añadió: Ve a decir a este pueblo:
Escuchen con atención, pero no entiendan;
observen con cuidado, pero no aprendan.
10 Embota el corazón de este pueblo,
endurece sus oídos y ciega sus ojos,
no sea que acaben viendo y oyendo,
que su corazón entienda,
se convierta y se cure.
11 Yo pregunté: “¿Hasta cuándo, Señor?”. Me respondió:
Hasta que queden desoladas
y sin habitantes las ciudades,
las casas sin personas,
los campos devastados.
12 El Señor alejará a la gente,
aumentará el abandono del país.
13 Si queda una décima parte,
será de nuevo arrasada;
como una encina o un roble,
que al talarlos queda un tocón.
Semilla santa será su tocón.
La fe por encima del abatimiento
7 En tiempo de Ajaz, hijo de Jotán y nieto de Ozías, rey de Judá, subieron a Jerusalén Rasín, rey de Siria, y Pécaj, hijo de Remalías, rey de Israel, con ánimo de atacarla, pero no consiguieron conquistarla. 2 Comunicaron al heredero de David que los sirios habían acampado en Efraín. Entonces se estremeció su corazón y también el corazón de su pueblo lo mismo que los árboles del bosque azotados por el viento. 3 Dijo el Señor a Isaías:
— Sal al encuentro de Ajaz con tu hijo Sear Jasub. Dirígete al extremo del canal de la Alberca Superior, a la calzada del Campo del Batanero, 4 y dile: “Sé prevenido y ten calma. No temas, ni flaquee tu ánimo por esos dos tizones humeantes, es decir, por el ardor colérico de Rasín y de los sirios, y por el hijo de Remalías. 5 Es verdad que los sirios y Efraín, acaudillado por el hijo de Remalías, han planeado tu desgracia decidiendo 6 atacar a Judá, sitiarla y abrir brecha en ella con la intención de establecer como rey al hijo de Tabel”. 7 Pero así dice el Señor Dios:
No tendrá éxito ni prosperará:
8 Damasco es la capital de Siria,
y Rasín el capitoste de Damasco;
9 Samaría es la capital de Efraín,
y el hijo de Remalías el capitoste de Samaría.
8b Dentro de sesenta y cinco años,
Efraín será aniquilado,
dejará de ser nación.
9b Si no creen, no durarán.
10 El Señor volvió a hablar a Ajaz en estos términos:
11 — Pide una señal al Señor tu Dios, bien en lo profundo del abismo bien en lo alto del cielo.
12 Pero Ajaz respondió:
— No pienso pedirla, para no tentar al Señor.
13 Contestó entonces [Isaías]:
— Escucha, heredero de David, ¿les parece poco cansar a simples humanos que tratan también de cansar a mi Dios? 14 Pues bien, será el propio Señor quien les dará una señal: Véanla, la joven está embarazada y va a dar a luz un hijo, al que llamará Dios-con-nosotros. 15 Comerá requesón y miel mientras aprende a rechazar el mal y a elegir el bien. 16 Pues antes de que el niño aprenda a rechazar el mal y a elegir el bien, quedará arrasado el país de los dos reyes que te hacen la vida imposible. 17 Pero el Señor hará venir sobre ti, sobre tu pueblo y sobre tu dinastía días como no los ha habido desde que Efraín se separó de Judá.
Amenaza devastadora
18 Aquel día
el Señor silbará a los tábanos
del confín del delta de Egipto
y a las abejas del país de Asiria.
19 Vendrán todas y se posarán
en las gargantas de los desfiladeros,
en las grietas de las rocas,
en los matojos espinosos
y en todo abrevadero.
20 Aquel día lo afeitará el Señor,
con navaja alquilada allende el Éufrates,
la cabeza y el pelo de sus partes,
y rapará asimismo su barba.
21 Aquel día criará cada cual
una novilla y dos ovejas,
22 y habrá tantísima leche
que podrán comer requesón;
pues requesón y miel comerán
todos los que queden en el país.
23 Aquel día, aunque las fincas
contengan mil cepas,
aunque valgan mil siclos de plata,
cardos y zarzas darán.
24 Con arcos y flechas penetrarán allí,
pues cardos y zarzas será el país.
25 En los montes,
antes escardados con escarda,
ya no penetrarán por miedo
a tantos cardos y zarzas:
serán pastizal de vacas,
lugar hollado por ovejas.
Un hijo de Isaías, signo para Israel
8 Me dijo el Señor:
— Hazte con una tablilla grande y escribe en ella con un punzón normal: “Maher Salal, Jas Baz”. 2 Me busqué dos testigos fidedignos, al sacerdote Urías y a Zacarías, hijo de Baraquías. 3 Luego me acosté con la profetisa, que concibió y dio a luz un hijo. El Señor me dijo:
— Lo llamarás Maher Salal, Jas Baz, 4 pues, antes de que sepa el niño decir “papá” y “mamá”, serán llevados ante el rey de Asiria las riquezas de Damasco y el botín de Samaría.
Anuncio de la invasión asiria
5 El Señor volvió a hablarme en estos términos:
6 — Este pueblo ha despreciado las aguas de Siloé, que corren mansas, y se ha alegrado ante el orgullo invasor de Rasín y del hijo de Remalías. 7 Por eso, el Señor va a hacer que los aneguen las aguas del Éufrates, poderosas y caudalosas:
se saldrán de su cauce,
correrán inundando riberas,
8 penetrarán impetuosas por Judá,
llegarán hasta el cuello.
Sus límites se extenderán
hasta cubrir la anchura de la tierra.
¡Oh Dios-con-nosotros!
Los proyectos de los pueblos
9 Reúnanse, pueblos, y échense a temblar;
escuchen los de tierras lejanas:
aunque se ciñan las armas,
serán derrotados;
aunque se preparen para la guerra,
serán quebrantados.
10 Si hacen un plan, fracasará;
su palabra no se sostendrá,
pues está Dios-con-nosotros.
El Señor es el auténtico conspirador
11 Así me dijo el Señor sujetándome con la mano e impidiéndome caminar con este pueblo:
12 No llamen conspiración
a lo que este pueblo llama conspiración.
No teman ni se asusten
ante lo que él teme.
13 Llamen “conspirador” al Señor del universo,
porque él será su temor y su miedo.
14 Se convertirá en conspirador,
en piedra de tropiezo
y en obstáculo rocoso
para las dos casas de Israel,
en lazo y en trampa
para los vecinos de Jerusalén.
15 Muchos tropezarán allí,
caerán, quedarán destrozados,
quedarán enlazados, atrapados.
Esperar al Señor sin consultas vanas
16 Guardo esta advertencia, pongo sello
a esta instrucción para mis discípulos.
17 Seguiré esperando en el Señor;
aunque oculte su rostro a la casa de Jacob,
en él seguiré esperando.
18 Yo y los hijos que me dio el Señor
seremos signo y presagio en Israel;
es cosa del Señor del universo,
que habita en el monte Sión.
19 Ya verán cómo les dicen:
“Consulten a los espíritus,
a los adivinos que susurran y musitan.
¿No tiene un pueblo que evocar
a los muertos en favor de los vivos,
20 en busca de advertencia e instrucción?”.
Seguro que así les hablará
quien carece de poder para evocar.
Oscuridad sin salida
21 Andará por el país abatido y hambriento,
y a causa de su rabia y de su hambruna
maldecirá a su rey y a su Dios.
Volverá su cara hacia arriba,
22 mirará después a la tierra:
verá persecución y tiniebla,
verá oscuridad angustiosa,
noche cerrada sin luz.
23 Pues no hay escape posible
para quien se halla acosado.
Luz intensa
En otro tiempo humilló
al país de Zabulón
y al país de Neftalí;
al final ensalzará
el camino de la mar,
cuando se cruza el Jordán:
Galilea de los paganos.
9 El pueblo que a oscuras caminaba
vio surgir una luz deslumbradora;
habitaban un país tenebroso
y una luz brillante los cubrió.
2 Multiplicas el gozo,
aumentas la alegría;
se alegran ante ti
igual que al cosechar,
lo mismo que gozan
al repartir el botín.
3 Pues como hiciste el día de Madián
has roto el yugo que lo oprimía,
la soga sobre su hombro,
la vara de su opresor.
4 Y todas las botas
que retumban al pisar
y todas las capas
bañadas en sangre,
acabarán quemadas,
pasto del fuego.
5 Pues nos ha nacido un niño,
un hijo se nos ha dado:
trae el señorío
encima de sus hombros,
y tiene como nombre:
Consejero Admirable,
Héroe Divino,
Padre Eterno,
Príncipe Pacífico.
6 Para aumentar el señorío
con una paz sin fronteras
sobre el trono de David;
lo asentará en todo su territorio
con seguridad y firmeza,
con justicia y con derecho,
desde ahora y para siempre.
El celo del Señor del universo
piensa ejecutar todo esto.
De nuevo la mano amenazante del Señor
7 El Señor ha mandado un aviso a Jacob,
que caerá sobre Israel.
8 Todo el pueblo podrá entenderlo,
Efraín y quien habite en Samaría,
que dicen orgullosos y altaneros:
9 “Si fallan los ladrillos,
construiremos con piedra,
si talan los sicómoros,
los cambiaremos por cedros”.
10 El Señor los lanzará contra Israel,
instigará a sus adversarios contra él:
11 por oriente los arameos,
los filisteos por la espalda,
se comerán a Israel a dos carrillos.
Con todo, su cólera persiste,
su mano sigue amenazante.
12 Y el pueblo no vuelve a quien lo hiere,
no consulta al Señor del universo.
13 El Señor cortó cabeza y cola,
palmas y juncos en un solo día.
14 Son la cabeza el anciano y el noble;
la cola, el profeta experto en mentiras.
15 Sus propios guías al pueblo extravían,
los guiados desaparecen engullidos.
16 Por eso, el Señor no hará caso de los jóvenes,
tampoco se apiadará de huérfanos y viudas,
pues todos son impíos y malvados,
toda boca profiere necedades.
Con todo, su cólera persiste,
su mano sigue amenazante.
17 La maldad arde como fuego
que devora zarzas y cardos,
se ceba en la fronda del bosque,
y se alzan remolinos de humo.
18 La ira del Señor del universo abrasa al país,
el pueblo se convierte en pasto de las llamas.
Nadie se compadece de su prójimo,
19 cada cual devora a su hermano,
dentellea a la derecha y sigue con hambre,
come a la izquierda y no se sacia:
20 Manasés a Efraín, Efraín a Manasés,
los dos juntos a Judá.
Con todo, su cólera persiste,
Su mano sigue amenazante.
10 ¡Ay de quienes dictan leyes injustas,
de quienes firman decretos opresores,
2 para impedir que se haga justicia a los débiles,
para privar del derecho a los pobres de mi pueblo,
para hacer de las viudas su presa
y dedicarse al saqueo de huérfanos!
3 ¿Qué harán cuando les pasen cuentas,
cuando se acerque de lejos la tormenta?
¿A quién acudirán en busca de auxilio?
¿Dónde dejarán su riqueza?
4 Irán abatidos como prisioneros,
caerán como los heridos de muerte.
Con todo, su cólera persiste,
su mano sigue amenazante.
Asiria, vara del Señor, se extralimita
5 ¡Ay de Asiria, vara de mi cólera,
que empuña el bastón de mi furor!
6 La envío contra una nación impía,
la mando contra el pueblo objeto de mi cólera,
para que lo saquee y lo expolie a placer,
para que lo pisotee como el barro de las calles.
7 Mas ella no pensaba así,
eso no entraba en sus planes:
pensaba sólo en masacrar,
en destruir no pocos pueblos.
8 Decía:
“¿No son reyes mis ministros?
9 ¿No es Calno como Carquemis?
¿No es Jamat igual que Arpad?
¿No es Samaría como Damasco?
10 Igual que me apoderé
de aquellos reinos paganos,
con dioses más numerosos
que en Jerusalén y Samaría,
11 eso mismo he hecho también
con Samaría y sus ídolos,
eso mismo pienso hacer
con Jerusalén y sus dioses”.
12 Cuando termine el Señor su tarea en el monte Sión y en Jerusalén, pasará cuentas al rey de Asiria del resultado de sus planes orgullosos y castigará su mirada satisfecha y altanera.
13 Decía [el rey de Samaría]:
“Lo he hecho con la fuerza de mi mano,
con mi sabiduría y con mi perspicacia.
Desvié las fronteras de los pueblos,
me he apropiado de todos sus tesoros,
abatí como un héroe a sus reyes.
14 Me he apoderado, como si fuera un nido,
de todas las riquezas de los pueblos;
como quien recoge huevos abandonados,
me hice dueño de toda la tierra,
sin nadie que siquiera aleteara,
que abriese el pico y piara”.
15 ¿Cree ser más el hacha que quien la blande?
¿Se cree superior la sierra al aserrador?
Como si el bastón moviese a quien lo levanta,
como si la vara manejase a quien no es un leño.
El fuego aniquilador del Señor
16 Por eso, el Señor del universo
hará macilenta su gordura,
y en su esplendor estallará
como un incendio de fuego.
17 La luz de Israel será fuego,
su Santo será una llama,
quemará y devorará sus zarzas,
sus cardos en un solo día;
18 destruirá el esplendor de su huerto,
la savia y la madera de su bosque,
como un carcomerse de carcoma.
19 Pocos árboles quedarán en su bosque,
hasta un niño podrá contarlos.
Vuelta confiada del resto de Israel
20 Aquel día el resto de Israel,
quienes queden en la casa de Jacob,
no volverán a apoyarse en su agresor;
se apoyarán en el Señor,
en el Santo de Israel.
21 Un resto volverá,
un resto de Jacob,
hacia el Dios guerrero.
22 Aunque fuese tu pueblo, Israel,
lo mismo que la arena del mar,
sólo un resto volverá.
La destrucción decretada desborda justicia.
23 Dios, el Señor del universo, va a llevar a término
la destrucción decretada
en medio de todo el país.
Inminente liberación del yugo asirio
24 Por eso, así dice Dios, el Señor del universo:
No temas a Asiria, pueblo mío
que habitas en Sión,
aunque te azote con la vara
y te amenace con el bastón,
como suele hacer Egipto.
25 Pues dentro de muy poco
mi ira los consumirá,
mi cólera los destruirá.
26 El Señor del universo empuñará
su látigo contra ella,
como cuando el azote de Madián
en la roca de Oreb,
o cuando alzó su bastón sobre el mar,
como ocurrió en Egipto.
27 Aquel día caerá su carga de tu hombro,
será arrancado su yugo de tu cuello.
Asiria avanza hacia Jerusalén
28 Subiendo desde Samaría,
ya va llegando hasta Ayat;
cruza luego por Migrón,
deja el bagaje en Micmás;
29 va y cruza el desfiladero,
pasa la noche en Gueba.
Tiembla de miedo Ramá,
huye Guibá de Saúl.
30 Grita fuerte, Bat Galín;
Lais, escúchala tú;
dale respuesta, Anatot.
31 Madmená no sabe adónde va,
los de Guebín buscan seguridad.
32 Un día para hacer alto en Nob
y ya alarga su mano hacia el monte Sión.
33 Mas vean cómo el Señor del universo
desgaja las ramas con el hacha:
troncos corpulentos abatidos;
los más empinados, por el suelo.
34 A hachazos cortará las frondas del bosque,
el Líbano caerá con todo su esplendor.
Un reino mesiánico de paz
11 Un rebrote saldrá del tocón de Jesé,
de sus raíces brotará un renuevo.
2 El espíritu del Señor en él reposará:
espíritu de inteligencia y sabiduría,
espíritu de consejo y de valor,
espíritu de conocimiento y de respeto al Señor.
Se inspirará en el respeto al Señor.
3 No juzgará a primera vista
ni dará sentencia de oídas;
4 juzgará con justicia a los pobres,
con rectitud a los humildes de la tierra;
herirá al violento con la vara de su boca,
con el soplo de sus labios matará al malvado;
5 la justicia será su ceñidor,
la lealtad rodeará su cintura.
6 El lobo vivirá con el cordero,
la pantera se echará con el cabrito,
novillo y león pacerán juntos,
y un muchacho será su pastor.
7 La vaca pastará con el oso,
sus crías se echarán juntas;
el león comerá paja como el buey.
8 Jugará el lactante junto a la cueva del áspid,
el niño hurgará en el agujero de la víbora.
9 Nadie hará daños ni estragos
en todo mi monte santo,
pues rebosa el país conocimiento del Señor
como las aguas colman el mar.
10 Aquel día la raíz de Jesé
será el estandarte de los pueblos,
a ella acudirán las naciones
y será esplendorosa su morada.
Vuelta de los deportados
11 Aquel día tenderá otra vez su mano el Señor
y rescatará al resto de su pueblo:
lo que quedó de Asiria y de Egipto,
de Patros, de Cus y de Elam,
de Senaar, de Jamat y de las islas.
12 Alzará un estandarte a las naciones
y reunirá a los dispersos de Israel,
congregará a los diseminados de Judá
de los cuatro extremos de la tierra.
13 Acabarán los celos de Efraín,
cesará la enemistad de Judá;
Efraín no tendrá celos de Judá,
Judá no oprimirá a Efraín.
14 Juntos atacarán por occidente a Filistea,
unidos saquearán a la gente de oriente.
Su mano caerá sobre Edom y Moab,
los de Amón serán sus vasallos.
15 El Señor secará el canal de Egipto,
descargará su mano contra el Éufrates,
su potente aliento lo golpeará,
dividiéndolo en siete riachuelos,
y podrá ser cruzado en sandalias.
16 Existirá una calzada
para el resto de mi pueblo,
para el resto que quedó de Asiria,
lo mismo que la hubo para Israel
el día que salió de Egipto.
Alabanza de los rescatados
12 Aquel día dirás:
Te doy gracias, Señor. Estabas airado,
pero desviaste tu ira y me consolaste.
2 Pues Dios es mi salvación,
en él confío y nada temo;
Dios es mi fuerza y mi canto,
el Señor es mi salvación.
3 Sacarán agua gozosos
del manantial de la salvación.
4 Aquel día dirán:
Den gracias al Señor,
invoquen su nombre;
cuenten entre los pueblos sus gestas,
proclamen que su nombre es excelso.
5 Canten al Señor, porque ha hecho proezas,
difundan la noticia por toda la tierra.
6 Griten, vitoreen, habitantes de Sión,
que es grande entre ustedes el Santo de Israel.
Oráculos contra las naciones (13—23)
Contra Babilonia
13 Oráculo contra Babilonia revelado a Isaías, hijo de Amós:
2 Alcen una enseña en un otero,
grítenles a voz en cuello,
háganles señas con la mano
y que entren por las puertas de los príncipes.
3 He adiestrado a mis consagrados,
he convocado a los soldados de mi ira,
que celebran mi honor con entusiasmo.
4 Ecos de un tropel en los montes,
parece una gran muchedumbre;
ecos de un tumulto de reinos,
de una coalición de naciones.
El Señor del universo revista
sus tropas para el combate.
5 Vienen de tierras lejanas,
del confín del horizonte:
el Señor y las armas de su ira
para arrasar todo el país.
6 Laméntense, se acerca el día del Señor,
ya llega como azote del Todopoderoso.
7 Por eso, las fuerzas flaquean,
se sienten incapaces de pensar;
8 agarrotados por angustias y espasmos,
se retuercen igual que parturientas;
cada cual se asusta del prójimo,
sus rostros son rostros llameantes.
9 Llega inexorable el día del Señor,
cargado de cólera, ardiente de ira:
para dejar la tierra desolada,
barrida, sin ningún pecador.
10 Astros del cielo y constelaciones
dejan de emitir su brillo;
se ofusca el sol en su aurora,
no irradia su luz la luna.
11 Castigaré la malicia del mundo,
los crímenes de todos los malvados;
acabaré con el orgullo y la arrogancia,
aplastaré la altanería del tirano.
12 Haré a los humanos más escasos que el oro,
a los mortales más que el oro de Ofir;
13 por eso el cielo se estremece,
se desplaza la tierra temblando,
por la ira del Señor del universo,
ante el día en que arderá su cólera.
14 Serán como ciervo acosado,
igual que un rebaño sin guía;
volverá cada cual a su gente,
huirá cada cual a su tierra.
15 Si los encuentran, son acribillados,
si los capturan, perecen a espada.
16 Estrellan a sus niños en su presencia,
saquean sus casas, violan a sus mujeres.
17 Estoy incitando contra ellos a los medos
que no valoran la plata ni aprecian el oro:
18 sus arcos acribillan a los jóvenes,
no se apiadan del fruto del vientre,
miran sin compasión a los niños.
19 Babilonia, esa perla de reino,
adorno y orgullo de los caldeos,
quedará arrasada por Dios,
lo mismo que Sodoma y Gomorra.
20 No volverán a habitarla,
a poblarla de edad en edad.
Los árabes no montarán allí su tienda,
los pastores apacentarán allí.
21 Allí se agruparán las alimañas,
ocuparán sus casas los mochuelos;
habitarán allí las crías del avestruz,
y los sátiros brincarán allí.
22 Las hienas aullarán en sus fortalezas,
los chacales en sus palacios de recreo.
Llega, está cerca su hora,
sus días no tardarán.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España