Bible in 90 Days
1 Visión que recibió Isaías, hijo de Amoz, acerca de Judá y Jerusalén, durante los reinados de Uzías, Jotán, Acaz y Ezequías, reyes de Judá.
Judá, nación rebelde
2 ¡Oigan, cielos! ¡Escucha, tierra!
Porque el Señor ha hablado:
«Yo crie hijos y los hice crecer,
pero ellos se rebelaron contra mí.
3 El buey conoce a su dueño
y el asno el pesebre de su amo;
¡pero Israel no conoce,
mi pueblo no comprende!».
4 ¡Ay, nación pecadora,
pueblo cargado de culpa,
generación de malhechores,
hijos corruptos!
¡Han abandonado al Señor!
¡Han despreciado al Santo de Israel!
¡Le han dado la espalda!
5 ¿Por qué recibir más golpes?
¿Por qué insistir en la rebelión?
Toda su cabeza está herida,
todo su corazón está enfermo.
6 Desde la planta del pie hasta la coronilla
no les queda nada sano:
todo en ellos es heridas, moretones
y llagas abiertas,
que no les han sido curadas, ni vendadas,
ni aliviadas con aceite.
7 Su país está desolado,
sus ciudades son presa del fuego;
ante sus propios ojos
los extraños devoran sus campos;
su país está desolado, como si hubiera sido destruido por extranjeros.
8 La hija Sión ha quedado
como cobertizo en un viñedo,
como choza en un huerto de pepinos,
como ciudad sitiada.
9 Si el Señor de los Ejércitos
no nos hubiera dejado un remanente de sobrevivientes,
seríamos ya como Sodoma,
nos pareceríamos a Gomorra.
10 ¡Oigan la palabra del Señor,
gobernantes de Sodoma!
¡Escuchen la instrucción de nuestro Dios,
pueblo de Gomorra!
11 «¿De qué me sirven sus muchos sacrificios?»,
dice el Señor.
«Harto estoy de holocaustos de carneros
y de la grasa de animales engordados;
la sangre de novillos, corderos y machos cabríos
no me complace.
12 ¿Por qué vienen a presentarse ante mí?
¿Quién les mandó traer animales
para que pisotearan mis atrios?
13 No me sigan trayendo vanas ofrendas;
el incienso es para mí una abominación.
Luna nueva, día de reposo, asambleas convocadas;
¡no soporto sus asambleas que me ofenden!
14 Yo aborrezco sus lunas nuevas y festividades;
se me han vuelto una carga
que estoy cansado de soportar.
15 Cuando levantan sus manos,
yo aparto de ustedes mis ojos;
aunque multipliquen sus oraciones,
no las escucharé.
»¡Tienen las manos llenas de sangre!
16 »¡Lávense, límpiense!
¡Aparten de mi vista sus obras malvadas!
¡Dejen de hacer el mal!
17 ¡Aprendan a hacer el bien!
¡Busquen la justicia y restituyan al oprimido!
¡Aboguen por el huérfano
y defiendan a la viuda!».
18 «Vengan, pongamos las cosas en claro»,
dice el Señor.
«Aunque sus pecados sean como escarlata,
quedarán blancos como la nieve.
Aunque sean rojos como la púrpura,
quedarán como la lana.
19 ¿Están ustedes dispuestos a obedecer?
¡Comerán lo bueno de la tierra!
20 ¿Se niegan y se rebelan?
¡Serán devorados por la espada!».
El Señor mismo lo ha dicho.
21 ¡Cómo se ha prostituido la ciudad fiel!
Antes estaba llena de justicia.
La rectitud moraba en ella,
pero ahora solo quedan asesinos.
22 Tu plata se ha convertido en escoria;
tu buen vino está mezclado con agua.
23 Tus gobernantes son rebeldes,
cómplices de ladrones;
todos aman el soborno
y van detrás de las recompensas.
No abogan por el huérfano
ni se ocupan de la causa de la viuda.
24 Por eso, afirma el Señor,
el Señor de los Ejércitos, el Poderoso de Israel:
«Me desquitaré de mis adversarios,
me vengaré de mis enemigos.
25 Volveré mi mano contra ti,
limpiaré tus escorias con lejía
y quitaré todas tus impurezas.
26 Restauraré a tus líderes como al principio
y a tus consejeros como al comienzo.
Entonces serás llamada
“Ciudad de justicia”,
“Ciudad fiel”».
27 Con justicia Sión será redimida
y con rectitud, los que se arrepientan.
28 Pero los rebeldes y pecadores a una serán quebrantados
y perecerán los que abandonan al Señor.
29 «Se avergonzarán de las encinas
que ustedes tanto aman;
los jardines que eligieron
les serán una afrenta,
30 como una encina con hojas marchitas,
como un jardín sin agua.
31 El hombre fuerte se convertirá en estopa
y su trabajo, en chispa;
arderán los dos juntos
y no habrá quien los apague».
El monte del Señor(A)
2 Palabra que Isaías, hijo de Amoz, recibió en visión acerca de Judá y Jerusalén:
2 En los últimos días,
el monte del Templo del Señor será establecido
como el más alto de los montes;
se alzará por encima de las colinas
y hacia él correrán todas las naciones.
3 Muchos pueblos vendrán y dirán:
«¡Vengan, subamos al monte del Señor,
al Templo del Dios de Jacob!
Dios mismo nos instruirá en sus caminos
y así andaremos por sus sendas».
Porque de Sión saldrá la Ley,
de Jerusalén, la palabra del Señor.
4 Dios mismo juzgará entre las naciones
y administrará justicia a muchos pueblos.
Convertirán sus espadas en arados
y en hoces sus lanzas.
Ya no levantará su espada nación contra nación
y nunca más se adiestrarán para la guerra.
5 ¡Ven, pueblo de Jacob,
y caminemos a la luz del Señor!
El día del Señor
6 Has abandonado a tu pueblo,
a los descendientes de Jacob,
porque están llenos de costumbres de Oriente,
de adivinos como los filisteos
y hacen tratos con extranjeros.
7 Su tierra está llena de plata y oro,
y sus tesoros son incalculables.
En su tierra abundan los caballos
y sus carros de guerra son incontables.
8 Su país está lleno de ídolos;
el pueblo adora la obra de sus manos,
lo que han hecho con sus propios dedos.
9 A la humanidad se le humilla;
al ser humano se le degrada.
¡Imposible que los perdones!
10 ¡Métete en la roca
y escóndete en el polvo
ante la temible presencia del Señor
y el esplendor de su majestad!
11 Los ojos del altivo serán humillados
y la arrogancia humana será doblegada.
En aquel día solo el Señor será exaltado.
12 El día del Señor de los Ejércitos vendrá
contra todos los orgullosos y arrogantes,
contra todos los altaneros,
para humillarlos;
13 contra todos los cedros del Líbano, arrogantes y erguidos,
contra todas las encinas de Basán,
14 contra todas las montañas altivas,
contra todas las colinas erguidas,
15 contra todas las torres altas,
contra todo muro fortificado,
16 contra todas las naves de Tarsis,
contra todos los barcos lujosos.
17 La altivez de la humanidad será abatida
y la arrogancia humana será humillada.
En aquel día solo el Señor será exaltado
18 y los ídolos desaparecerán por completo.
19 La gente se meterá en las cuevas de las rocas
y en las grietas del suelo,
ante la temible presencia del Señor
y el esplendor de su majestad,
cuando él se levante para hacer temblar la tierra.
20 En aquel día la gente
arrojará a los topos y murciélagos
los ídolos de plata y oro
que había fabricado para adorarlos.
21 Se meterá en las grutas de las rocas
y en las hendiduras de los peñascos,
ante la temible presencia del Señor
y el esplendor de su majestad,
cuando él se levante para hacer temblar la tierra.
22 ¡Dejen de confiar en simples humanos,
que es muy poco lo que valen!
¡Sus vidas son un soplo nada más!
Juicio sobre Jerusalén y Judá
3 ¡Presten atención!
El Señor, el Señor de los Ejércitos,
retira de Jerusalén y de Judá
todo apoyo y sustento:
toda provisión de pan, toda provisión de agua.
2 Él retira al valiente y al guerrero,
al juez y al profeta,
al adivino y al anciano,
3 al capitán de cincuenta y al dignatario,
al consejero, al artesano experto y al hábil encantador.
4 Les pondré como oficiales a muchachos
y los gobernarán niños caprichosos.
5 El pueblo se oprimirá a sí mismo:
hombre contra hombre, vecino contra vecino,
joven contra anciano,
plebeyo contra noble.
6 Entonces un hombre tomará a su hermano
en la casa de su padre y dirá:
«Sé nuestro líder, pues tienes un manto;
¡hazte cargo de este montón de ruinas!».
7 Pero entonces el otro protestará:
«Yo no soy médico
y en mi casa no hay pan ni manto;
¡no me hagas líder del pueblo!».
8 Jerusalén se tambalea,
Judá se derrumba,
porque su hablar y su actuar son contrarios al Señor:
¡desafían su gloriosa presencia!
9 Su propio descaro los acusa
y, como Sodoma, se jactan de su pecado;
¡ni siquiera lo disimulan!
¡Ay de ellos,
porque causan su propia desgracia!
10 Díganle al justo que le irá bien,
pues gozará del fruto de sus acciones.
11 ¡Ay del malvado,
pues le irá mal!
¡Según la obra de sus manos
se le pagará!
12 ¡Pobre pueblo mío, oprimido por niños
y gobernado por mujeres!
¡Pobre pueblo mío, extraviado por tus guías,
que tuercen el curso de tu senda!
13 El Señor toma su lugar en la corte;
se levanta para enjuiciar al pueblo.
14 El Señor entra en juicio
contra los jefes y líderes de su pueblo:
«¡Ustedes han arruinado la viña
y el despojo del pobre está en sus casas!
15 ¿Con qué derecho aplastan a mi pueblo
y trituran el rostro de los pobres?»,
afirma el Señor, el Señor de los Ejércitos.
16 El Señor dice:
«Las hijas de Sión son tan orgullosas
que caminan con el cuello estirado,
con ojos seductores y pasitos cortos,
haciendo sonar los adornos de sus pies.
17 Por eso el Señor cubrirá de sarna la cabeza de las hijas de Sión;
el Señor las dejará completamente calvas».
18 En aquel día, el Señor arrancará todo adorno: hebillas, diademas, collares, 19 pendientes, pulseras, velos, 20 adornos de la cabeza, cadenillas de los pies, cinturones, frasquitos de perfume, amuletos, 21 anillos, argollas para la nariz, 22 ropas de gala, mantos, capas, bolsos, 23 espejos, telas finas, turbantes y mantillas.
24 Habrá pestilencia en vez de perfume,
soga en vez de cinturón,
calvicie en vez de peinado elegante,
ropa de luto en vez de trajes lujosos,
vergüenza[a] en vez de belleza.
25 Tus hombres caerán a filo de espada,
y tus valientes, en el campo de batalla.
26 Las puertas de la ciudad gemirán y se vestirán de luto;
desolada, la ciudad se sentará en el suelo.
4 En aquel día, siete mujeres se aferrarán
a un solo hombre y dirán:
«De alimentarnos y de vestirnos
nosotras nos ocuparemos;
tan solo déjanos llevar tu nombre:
¡Líbranos de nuestra vergüenza!».
El renuevo del Señor
2 En aquel día, el renuevo del Señor será bello y glorioso, y el fruto de la tierra será el orgullo y el honor de los sobrevivientes de Israel. 3 Entonces tanto el que quede en Sión como el que sobreviva en Jerusalén serán llamados santos; todos los inscritos para vivir en Jerusalén. 4 Con espíritu de juicio y espíritu[b] abrasador, el Señor lavará la inmundicia de las hijas de Sión y limpiará la sangre que haya en Jerusalén. 5 Entonces el Señor creará una nube de humo durante el día y un resplandor de fuego llameante durante la noche, sobre toda la extensión del monte Sión y sobre los que allí se reúnan. Por sobre toda la gloria habrá un toldo 6 que servirá de cobertizo, para dar sombra contra el calor del día, y de refugio y protección contra la tormenta y la lluvia.
El canto a la viña
5 Cantaré en nombre de mi querido amigo
una canción dedicada a su viña.
Mi querido amigo tenía una viña
en una ladera fértil.
2 La cavó, la limpió de piedras
y la plantó con las mejores cepas.
Edificó una torre en medio de ella
y además preparó un lagar.
Él esperaba que diera buenas uvas,
pero acabó dando uvas agrias.
3 «Y ahora, habitantes de Jerusalén, hombres de Judá,
juzguen entre mi viña y yo.
4 ¿Qué más se podría hacer por mi viña
que yo no lo haya hecho?
Yo esperaba que diera buenas uvas;
¿por qué dio uvas agrias?
5 Voy a decirles
lo que haré con mi viña:
Le quitaré su cerco
para que sirva de pasto;
derribaré su muro
para que sea pisoteada.
6 La dejaré desolada
y no será podada ni cultivada;
le crecerán espinos y cardos.
Mandaré que las nubes
no derramen lluvia sobre ella».
7 La viña del Señor de los Ejércitos
es la nación de Israel;
el pueblo de Judá
es su huerto preferido.
Él esperaba justicia, pero encontró ríos de sangre;
esperaba rectitud, pero encontró gritos de angustia.
Maldiciones contra los explotadores
8 ¡Ay de aquellos que acaparan casa tras casa
y se apropian de campo tras campo
hasta que no dejan lugar para nadie más,
y terminan viviendo solos en la tierra!
9 El Señor de los Ejércitos me ha dicho al oído:
«Ciertamente muchas casas quedarán devastadas
y no habrá quien habite las grandes mansiones.
10 Tres hectáreas[c] de viña solo producirán un bato[d] de vino
y un jómer[e] de semilla dará tan solo un efa[f] de grano».
11 ¡Ay de los que madrugan
para ir tras bebidas embriagantes,
que se quedan hasta muy tarde
para encenderse con vino!
12 En sus banquetes hay arpas,
liras, panderos, flautas y vino;
pero no se fijan en los hechos del Señor
ni tienen en cuenta las obras de sus manos.
13 Por eso mi pueblo será exiliado
por falta de conocimiento;
sus nobles perecerán de hambre
y la gente común morirá de sed.
14 Por eso la muerte[g] ensancha su garganta,
y desmesuradamente abre su boca.
Allí bajan nobles y plebeyos
con sus juergas y diversiones.
15 El pueblo será humillado,
la humanidad, doblegada
y abatidos los ojos altivos.
16 Pero el Señor de los Ejércitos será exaltado en justicia,
el Dios santo se mostrará santo en rectitud.
17 Los corderos pastarán como en praderas propias
y las cabras[h] comerán entre las ruinas de los ricos.
18 ¡Ay de los que arrastran iniquidad con cuerdas de mentira
y el pecado con sogas de carreta!
19 Dicen: «¡Que Dios se apure,
que apresure su obra
para que la veamos;
que se acerque y se cumpla
el plan del Santo de Israel,
para que lo conozcamos!».
20 ¡Ay de los que llaman a lo malo bueno
y a lo bueno malo,
que tienen las tinieblas por luz
y la luz por tinieblas,
que tienen lo amargo por dulce
y lo dulce por amargo!
21 ¡Ay de los que se consideran sabios,
de los que se creen inteligentes!
22 ¡Ay de los valientes para beber vino,
de los campeones que mezclan bebidas embriagantes,
23 de los que por soborno absuelven al culpable
y niegan sus derechos al inocente!
24 Por eso, así como las lenguas de fuego devoran la paja
y el pasto seco se consume en las llamas,
su raíz se pudrirá
y, como el polvo, se disipará su flor.
Porque han rechazado la Ley del Señor de los Ejércitos
y han desdeñado la palabra del Santo de Israel.
25 Por eso se enciende la ira del Señor contra su pueblo,
levanta la mano contra él y lo golpea;
las montañas se estremecen,
los cadáveres quedan como basura en medio de las calles.
A pesar de todo esto, la ira de Dios no se ha aplacado;
su mano aún sigue extendida.
26 Con una bandera hará señas a una nación lejana,
con un silbido la llamará desde el extremo de la tierra,
y esta nación llegará
presta y veloz.
27 Ninguno de ellos se cansa ni tropieza,
ni dormita ni se duerme;
a ninguno se le afloja el cinturón
ni se le rompe la correa de las sandalias.
28 Sus flechas son puntiagudas,
tensos todos sus arcos;
parecen dura piedra los cascos de sus caballos
y torbellino las ruedas de sus carros.
29 Su rugido es el de una leona,
como el de los leoncillos:
gruñe y atrapa la presa,
y se la lleva sin que nadie se la arrebate.
30 En aquel día bramará contra ella
como brama el mar.
Si alguien contempla la tierra,
la verá sombría y angustiada;
entonces la luz se ocultará tras negros nubarrones.
La misión de Isaías
6 El año de la muerte del rey Uzías vi al Señor sentado en un trono alto y excelso; las orlas de su manto llenaban el Templo. 2 Por encima de él había serafines, cada uno de los cuales tenía seis alas: con dos de ellas se cubrían el rostro, con dos se cubrían los pies y con dos volaban. 3 Y se decían el uno al otro:
«Santo, santo, santo es el Señor de los Ejércitos;
toda la tierra está llena de su gloria».
4 Al sonido de sus voces se estremecieron los umbrales de las puertas y el Templo se llenó de humo.
5 Entonces grité: «¡Ay de mí, que estoy perdido! Soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios impuros y mis ojos han visto al Rey, al Señor de los Ejércitos».
6 En ese momento voló hacia mí uno de los serafines. Traía en la mano una brasa que, con unas tenazas, había tomado del altar. 7 Con ella me tocó los labios y me dijo:
«Mira, esto ha tocado tus labios; tu maldad ha sido borrada y tu pecado, perdonado».
8 Entonces oí la voz del Señor que decía:
—¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?
Y respondí:
—Aquí estoy. ¡Envíame a mí!
9 Él dijo:
—Ve y dile a este pueblo:
»“Oigan bien, pero no entiendan;
miren bien, pero no perciban”.
10 Haz insensible el corazón de este pueblo;
endurece sus oídos
y cierra sus ojos,
no sea que vea con sus ojos,
oiga con sus oídos
y entienda con su corazón,
se convierta y sea sanado».
11 Entonces exclamé:
—¿Hasta cuándo, Señor?
Y él respondió:
—Hasta que las ciudades queden destruidas
y sin habitante alguno;
hasta que las casas queden deshabitadas
y los campos asolados y en ruinas;
12 hasta que el Señor haya enviado lejos a la gente
y sean muchos los lugares abandonados en el país.
13 Y, si aún queda en la tierra una décima parte,
esta volverá a ser devastada.
Pero así como al talar la encina y el roble
queda parte del tronco,
esa parte es el linaje santo.
La señal de Emanuel
7 Acaz, hijo de Jotán y nieto de Uzías, reinaba en Judá. En el tiempo de Rezín, rey de Aram y de Pécaj, hijo de Remalías, rey de Israel, subieron contra Jerusalén para atacarla, pero no pudieron conquistarla.
2 En el palacio de David se recibió la noticia de que Aram se había aliado con Efraín. Entonces se estremeció el corazón de Acaz y el de su pueblo, como se estremecen por el viento los árboles del bosque.
3 El Señor dijo a Isaías: «Ve con tu hijo Sear Yasub[i] a encontrarte con Acaz donde termina el acueducto del estanque superior, en el camino que conduce al Campo del Lavandero. 4 Dile que tenga cuidado y no pierda la calma; que no desfallezca su corazón[j] ante el enojo ardiente de Rezín y Aram ni ante el hijo de Remalías; que no se descorazone a causa de esos dos tizones humeantes. 5 Dile también que Aram y Efraín, junto con el hijo de Remalías, han tramado hacerle mal, pues piensan 6 subir contra Judá, provocar el pánico, conquistarla y poner allí como rey al hijo de Tabel. 7 Pero dile además que yo, el Señor y Dios, digo:
»“Eso no se cumplirá
ni sucederá.
8 La cabeza de Aram es Damasco
y la cabeza de Damasco es Rezín;
pero dentro de sesenta y cinco años
Efraín será destrozado hasta dejar de ser pueblo.
9 La cabeza de Efraín es Samaria
y la cabeza de Samaria es el hijo de Remalías;
si ustedes no creen en mí,
no permanecerán[k] firmes”».
10 El Señor se dirigió a Acaz de nuevo:
11 —Pide que el Señor tu Dios te dé una señal, ya sea en lo profundo del abismo o en lo más alto del cielo.
12 Pero Acaz respondió:
—No voy a pedir nada. ¡No pondré a prueba al Señor!
13 Entonces Isaías dijo: «¡Escuchen ahora ustedes, los de la dinastía de David! ¿No les basta con agotar la paciencia de los hombres, que hacen lo mismo con mi Dios? 14 Por eso, el Señor mismo les dará una señal: La virgen[l] concebirá y dará a luz un hijo y lo llamará Emanuel.[m] 15 Hasta que sepa elegir lo bueno y rechazar lo malo, comerá cuajada con miel. 16 Porque antes de que el niño sepa elegir lo bueno y rechazar lo malo, la tierra de los dos reyes que tú temes quedará abandonada. 17 El Señor hará venir sobre ti, sobre tu pueblo y sobre la dinastía de tu padre días como no se conocieron desde que Efraín se separó de Judá, pues hará venir al rey de Asiria».
18 En aquel día el Señor llamará con un silbido a la mosca que está en los lejanos ríos de Egipto y a la abeja que está en la tierra de Asiria. 19 Todas ellas vendrán y anidarán en las quebradas profundas, en las grietas de las rocas, en todos los matorrales espinosos y sobre todos los abrevaderos. 20 En aquel día, con el rey de Asiria como navaja prestada del otro lado del río Éufrates, el Señor afeitará a Israel la cabeza, el vello de sus partes privadas[n] y la barba. 21 En aquel día, un hombre criará una ternera y dos cabras; 22 y darán tanta leche que tendrá leche cuajada para comer. Además, todos los que permanezcan en la tierra comerán cuajada con miel. 23 En aquel día, allí donde hubo mil viñedos que costaban mil piezas de plata cada uno, no quedarán más que espinos y cardos, 24 los cuales cubrirán toda la tierra. Solo se podrá entrar allí con arco y flecha. 25 Y por temor a estos espinos y a estos cardos, ya no irás a los cerros que antes se cultivaban con el azadón, pues se convertirán en lugares donde se suelta el ganado y corretean las ovejas.
Asiria, el instrumento del Señor
8 El Señor me dijo: «Toma una tablilla grande y con un estilete común escribe sobre ella: “Tocante a Maher Salal Jasbaz”.[o] 2 Yo convocaré como testigos confiables al sacerdote Urías y a Zacarías, hijo de Jeberequías».
3 Luego tuve relaciones con la profetisa y ella concibió y dio a luz un hijo. Entonces el Señor me dijo: «Ponle por nombre Maher Salal Jasbaz. 4 Antes de que el niño aprenda a decir “papá” y “mamá”, la riqueza de Damasco y el botín de Samaria serán llevados ante el rey de Asiria».
5 El Señor volvió a decirme:
6 «Por cuanto este pueblo ha rechazado
las mansas corrientes de Siloé
y se regocija con Rezín
y con el hijo de Remalías,
7 el Señor está a punto de traer contra ellos
las impetuosas crecientes del río Éufrates:
al rey de Asiria con toda su gloria.
Rebasará todos sus canales,
desbordará todas sus orillas;
8 pasará hasta Judá, la inundará
y crecerá hasta llegarle al cuello.
Sus alas extendidas, ¡oh Emanuel!,[p]
cubrirán la anchura de tu tierra».
9 ¡Alcen el grito de guerra, pueblos, pues serán derrotados!
¡Escuchen, tierras distantes!
¡Prepárense para la guerra, pues serán destrozadas!
¡Prepárense para la guerra, pues serán destrozadas!
10 Tracen su estrategia, pero será desbaratada;
propongan su plan, pero no se realizará,
porque Dios está con nosotros.[q]
Hay que temer a Dios
11 El Señor me habló fuertemente y me advirtió que no siguiera el camino de este pueblo. Me dijo:
12 «No digan ustedes que es conspiración
todo lo que llama conspiración esta gente;
no teman lo que ellos temen
ni se dejen asustar.
13 Solo al Señor de los Ejércitos tendrán ustedes por santo,
solo a él deben honrarlo,
solo a él han de temerlo.
14 Él será un santuario.
Pero será una piedra de tropiezo
para las dos casas de Israel;
una roca que los hará caer.
¡Será para los habitantes de Jerusalén
un lazo y una trampa!
15 Muchos de ellos tropezarán;
caerán y serán quebrantados,
se les tenderán trampas y en ellas quedarán atrapados».
16 Guarda bien el testimonio;
sella la Ley entre mis discípulos.
17 El Señor ha escondido su rostro del pueblo de Jacob,
pero yo esperaré en él,
pues en él tengo puesta mi esperanza.
18 Aquí me tienen, con los hijos que el Señor me ha dado. Somos en Israel señales y presagios del Señor de los Ejércitos, que habita en el monte Sión.
19 Si alguien les dice: «Consulten a las médiums y a los espiritistas que susurran y musitan; ¿acaso no es deber de un pueblo consultar a sus dioses y a los muertos en favor de los vivos?», 20 yo les digo: «¡Aténganse a la Ley y al testimonio!». Para quienes no se atengan a esto no habrá un amanecer. 21 Ustedes habrán de enfurecerse cuando, angustiados y hambrientos, vaguen por la tierra. Levantando los ojos al cielo, maldecirán a su rey y a su Dios 22 y, clavando la mirada en la tierra, solo verán aflicción, tinieblas y espantosa penumbra; ¡serán arrojados a una oscuridad total!
Nos ha nacido un niño
9 A pesar de todo, no habrá más penumbra para la que estuvo angustiada. En el pasado Dios humilló a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pero en el futuro honrará a Galilea de los gentiles, desde el Camino del Mar, al otro lado del Jordán.
2 El pueblo que andaba en la oscuridad
ha visto una gran luz;
sobre los que vivían en tierra de sombra de muerte[r]
una luz ha resplandecido.
3 Tú has hecho que la nación crezca;
has aumentado su alegría.
Y se alegran ellos en tu presencia
como cuando recogen la cosecha,
como cuando reparten el botín.
4 Ciertamente tú has quebrado,
como en la derrota de Madián,
el yugo que los oprimía,
la barra que pesaba sobre sus hombros,
el bastón de mando que los subyugaba.
5 Todas las botas guerreras que resonaron en la batalla
y toda la ropa teñida en sangre
serán arrojadas al fuego,
serán consumidas por las llamas.
6 Porque nos ha nacido un niño,
se nos ha concedido un hijo;
la soberanía reposará sobre sus hombros
y se le darán estos nombres:
Consejero Admirable, Dios Fuerte,
Padre Eterno, Príncipe de Paz.
7 Se extenderán su soberanía y su paz
y no tendrán fin.
Gobernará sobre el trono de David
y sobre su reino,
para establecerlo y sostenerlo
con justicia y rectitud
desde ahora y para siempre.
Esto lo llevará a cabo
el celo del Señor de los Ejércitos.
El enojo del Señor contra Israel
8 El Señor ha enviado su palabra;
la ha enviado contra Jacob,
¡ya cae sobre Israel!
9 De esto se entera todo el pueblo
—Efraín y los habitantes de Samaria—,
todos los que dicen con orgullo
y piensan con arrogancia:
10 «Si se caen los ladrillos,
reconstruiremos con piedra tallada;
si se caen las vigas de higuera,
las repondremos con vigas de cedro».
11 Pero el Señor ha fortalecido a los adversarios de Rezín;
ha incitado a sus enemigos.
12 Los arameos en el este y los filisteos en el oeste
se comieron a Israel de un solo bocado.
A pesar de todo esto, la ira de Dios no se ha aplacado;
su mano aún sigue extendida.
13 Pero el pueblo no volvió al que lo ha castigado;
no ha buscado al Señor de los Ejércitos.
14 Por eso en un mismo día el Señor cortará a Israel la cabeza y la cola,
la palmera y el junco.
15 La cabeza son los jefes y la gente de alto rango;
la cola son los profetas, maestros de mentiras.
16 Los guías de este pueblo lo han extraviado;
los que se dejan guiar son confundidos.
17 Por eso no se complacerá el Señor en los jóvenes;
tampoco se apiadará de huérfanos y viudas,
porque todos ellos son impíos y malvados;
sus labios profieren necedades.
A pesar de todo esto, la ira de Dios no se ha aplacado;
su mano aún sigue extendida.
18 Porque la maldad arde como un fuego
que consume espinos y cardos,
que incendia la espesura del bosque
y sube luego, como torbellino, en una columna de humo.
19 Por la ira del Señor de los Ejércitos
arderá en fuego la tierra.
Y el pueblo será el combustible:
¡Nadie se compadecerá de su hermano!
20 Unos comerán lo que esté a su mano derecha,
pero se quedarán con hambre;
otros comerán lo que esté a su izquierda,
pero no quedarán satisfechos.
¡Se comerán a sus propios hijos![s]
21 Manasés se comerá a Efraín y Efraín a Manasés;
entonces los dos juntos atacarán a Judá.
A pesar de todo esto,
la ira de Dios no se ha aplacado;
su mano aún sigue extendida.
10 ¡Ay de los que emiten estatutos injustos
y publican edictos opresivos!
2 Privan de sus derechos a los pobres
y no les hacen justicia a los oprimidos de mi pueblo;
hacen de las viudas su presa
y saquean a los huérfanos.
3 ¿Qué van a hacer cuando deban rendir cuentas,
cuando llegue desde lejos la tormenta?
¿A quién acudirán en busca de ayuda?
¿En dónde dejarán sus riquezas?
4 No les quedará más remedio que humillarse entre los cautivos
o morir entre los masacrados.
A pesar de todo esto,
la ira de Dios no se ha aplacado;
su mano aún sigue extendida.
Juicio de Dios sobre Asiria
5 «¡Ay de Asiria, vara de mi ira!
¡El garrote de mi enojo está en su mano!
6 Lo envío contra una nación impía,
lo mando contra un pueblo que me enfurece,
para saquearlo y despojarlo,
para pisotearlo como al barro de las calles.
7 Pero esto Asiria no se lo propuso;
¡ni siquiera lo pensó!
Solo busca destruir
y aniquilar a muchas naciones.
8 Pues dice: “¿Acaso no son reyes todos mis comandantes?
9 ¿No es Calnó como Carquemis?
¿No es Jamat como Arfad
y Samaria como Damasco?
10 Así como alcanzó mi mano a los reinos de los ídolos,
reinos cuyas imágenes superaban a las de Jerusalén y de Samaria,
11 y así como hice con Samaria y sus dioses,
también haré con Jerusalén y sus ídolos”».
12 Cuando el Señor termine lo que va a hacer contra el monte Sión y contra Jerusalén, él dirá: «Castigaré el fruto del orgulloso corazón del rey de Asiria y la arrogancia de sus ojos. 13 Porque afirma:
»“Esto lo hizo el poder de mi mano;
lo hizo mi sabiduría porque soy inteligente.
He cambiado las fronteras de los pueblos,
he saqueado sus tesoros;
como un guerrero poderoso he derribado a sus reyes.
14 Como quien mete la mano en un nido,
me he adueñado de la riqueza de los pueblos;
como quien recoge huevos abandonados,
me he apoderado de toda la tierra;
y no hubo nadie que aleteara
ni abriera el pico para piar”».
15 ¿Puede acaso gloriarse el hacha más que el que la maneja
o jactarse la sierra contra quien la usa?
¡Como si pudiera el bastón manejar a quien lo tiene en la mano
o la frágil vara pudiera levantar a quien pesa más que la madera!
16 Por eso enviará el Señor,
el Señor de los Ejércitos,
una enfermedad devastadora
sobre sus robustos guerreros.
En vez de honrarlos, les prenderá fuego,
un fuego como de llama ardiente.
17 La Luz de Israel se convertirá en fuego;
su Santo se volverá una llama.
En un solo día quemará sus espinos
y consumirá sus zarzas.
18 Destruirá de extremo a extremo
el esplendor de sus bosques y de sus huertos,
como enfermo carcomido por la plaga.
19 Tan pocos árboles quedarán en su bosque
que hasta un niño podrá contarlos.
El remanente de Israel
20 En aquel día ni el remanente de Israel
ni los sobrevivientes del pueblo de Jacob
volverán a apoyarse
en quien los hirió de muerte,
sino que su apoyo verdadero
será el Señor, el Santo de Israel.
21 Y un remanente volverá;[t]
un remanente de Jacob volverá al Dios Fuerte.
22 Israel, aunque tu pueblo sea como la arena del mar,
solo un remanente volverá.
Se ha decretado destrucción,
abrumadora justicia.
23 Porque el Señor, el Señor de los Ejércitos,
ejecutará la destrucción decretada contra todo el país.
24 Por eso, así dice el Señor, el Señor de los Ejércitos:
«Pueblo mío que vives en Sión,
no tengas temor de Asiria,
aunque te golpee con el bastón
y contra ti levante una vara, como lo hizo Egipto.
25 Dentro de muy poco tiempo
mi indignación contra ti llegará a su fin y mi ira destruirá a tus enemigos».
26 Con un látigo los azotará el Señor de los Ejércitos,
como cuando abatió a Madián en la roca de Oreb;
levantará sobre el mar su vara,
como lo hizo en Egipto.
27 En aquel día
esa carga se te quitará de los hombros
y, a causa de la gordura,
se romperá el yugo que llevas en el cuello.
28 Llega el enemigo hasta Ayat,
pasa por Migrón
y deja en Micmás su equipaje.
29 Cruza el paso y dice:
«Acamparemos en Gueba».
Ramá se pone a temblar,
y huye Guibeá, ciudad de Saúl.
30 ¡Clama a gritos, hija de Galín!
¡Escucha, Lais!
¡Pobre Anatot!
31 Se ha puesto en fuga Madmena;
los habitantes de Guebín buscan refugio.
32 Hoy mismo se detendrá en Nob;
agitará su puño contra el monte
de la ciudad de Sión,
el monte de Jerusalén.
33 ¡Miren! El Señor, el Señor de los Ejércitos,
desgaja las ramas con fuerza increíble.
Los árboles más altos son talados;
los más elevados son abatidos.
34 Derriba con un hacha la espesura del bosque
y el esplendor del Líbano se viene abajo.
El retoño de Isaí
11 Del tronco de Isaí brotará un retoño;
un renuevo nacerá de sus raíces.
2 El Espíritu del Señor reposará sobre él:
Espíritu de sabiduría y de entendimiento,
Espíritu de consejo y de poder,
Espíritu de conocimiento y de temor del Señor.
3 Él se deleitará en el temor del Señor.
No juzgará según las apariencias
ni decidirá por lo que oiga decir,
4 sino que juzgará con justicia a los necesitados,
y dará un fallo justo en favor de los pobres de la tierra.
Herirá la tierra con la vara de su boca;
matará al malvado con el aliento de sus labios.
5 La justicia será el cinto de sus lomos
y la fidelidad, el ceñidor de su cintura.
6 El lobo vivirá con el cordero,
el leopardo se echará con el cabrito,
juntos andarán el ternero y el cachorro de león
y un niño pequeño los guiará.
7 La vaca pastará con la osa,
sus crías se echarán juntas
y el león comerá paja como el buey.
8 Jugará el niño de pecho junto a la cueva de la cobra
y el recién destetado meterá la mano en el nido de la víbora.
9 No harán ningún daño ni estrago
en todo mi monte santo,
porque se llenará la tierra con el conocimiento del Señor
así como las aguas cubren los mares.
10 En aquel día se alzará la raíz de Isaí como bandera de los pueblos; hacia él correrán las naciones, y glorioso será el lugar donde repose. 11 En aquel día el Señor volverá a extender su mano para recuperar al remanente de su pueblo, a los que hayan quedado en Asiria, en Egipto, Patros y Cus; en Elam, Sinar,[u] Jamat y en las islas del Mediterráneo.
12 Izará una bandera para las naciones,
reunirá a los desterrados de Israel
y de los cuatro puntos cardinales
juntará al pueblo esparcido de Judá.
13 Desaparecerán los celos de Efraín;
los opresores de Judá serán aniquilados.
Efraín no tendrá más celos de Judá
ni oprimirá Judá a Efraín.
14 Juntos se lanzarán hacia el oeste contra las laderas de los filisteos;
juntos saquearán a los pueblos del este,
dejarán sentir su poder sobre Edom y Moab
y se les someterán los amonitas.
15 Secará[v] el Señor el golfo del mar de Egipto;
pasará su mano sobre el río Éufrates
y lanzará un viento ardiente;
lo dividirá en siete arroyos
para que lo puedan cruzar en sandalias.
16 Para el remanente de su pueblo,
para los que hayan quedado en Asiria,
habrá un camino, como lo hubo para Israel
cuando salió de Egipto.
Canciones de alabanza
12 En aquel día tú dirás:
«Señor, yo te alabaré
porque, aunque estabas enojado conmigo,
tu ira se ha calmado
y me has dado consuelo.
2 ¡Dios es mi salvación!
Confiaré en él y no temeré.
El Señor es mi fuerza,
el Señor es mi canción;
¡él es mi salvación!».
3 Con alegría sacarán ustedes agua
de las fuentes de la salvación.
4 En aquel día dirán:
«Alaben al Señor, invoquen su nombre;
den a conocer entre los pueblos sus obras;
proclamen la grandeza de su nombre.
5 Canten salmos al Señor, porque ha hecho maravillas;
que esto se dé a conocer en toda la tierra.
6 ¡Canta y grita de alegría, habitante de Sión,
pues es grande, en medio de ti, el Santo de Israel!».
Profecía contra Babilonia
13 Profecía contra Babilonia que recibió Isaías, hijo de Amoz:
2 Sobre un monte alto agiten la bandera;
llámenlos a gritos;
háganles señales con la mano
para que entren por las puertas de los nobles.
3 Ya he dado orden a mis consagrados;
he reclutado a mis guerreros,
a los que se alegran de mi triunfo, para que ejecuten mi ira.
4 ¡Escuchen! Se oye tumulto en las montañas,
como el de una gran multitud.
¡Escuchen! Se oye un estruendo de reinos,
de naciones que se han reunido.
El Señor de los Ejércitos pasa revista
a un ejército para la batalla.
5 Vienen de tierras lejanas,
de los confines de los cielos.
Viene el Señor con las armas de su ira
para destruir toda la tierra.
6 ¡Giman, que el día del Señor está cerca!
Llega de parte del Todopoderoso como una devastación.
7 Por eso todas las manos desfallecen,
todo el mundo pierde el ánimo.
8 Quedan todos aterrados;
dolores y angustias los atrapan:
¡se retuercen de dolor, como si estuvieran de parto!
Espantados, se miran unos a otros;
¡tienen el rostro encendido!
9 ¡Miren! ¡Ya viene el día del Señor
—día cruel, de furor y ardiente ira—;
dejará la tierra devastada
y exterminará en ella a los pecadores!
10 Las estrellas y las constelaciones del cielo
dejarán de irradiar su luz;
se oscurecerá el sol al salir
y no brillará más la luna.
11 Castigaré por su maldad al mundo
y por su iniquidad a los malvados.
Pondré fin a la soberbia de los arrogantes
y humillaré el orgullo de los violentos.
12 Voy a hacer que haya menos gente que oro fino,
menos mortales que oro de Ofir.
13 Por eso haré que tiemble el cielo
y que la tierra se mueva de su sitio,
por el furor del Señor de los Ejércitos,
en el día de su ardiente ira.
14 Como gacela acosada,
como rebaño sin pastor,
cada uno se volverá a su propio pueblo,
cada cual huirá a su propia tierra.
15 Al que atrapen lo traspasarán;
el que caiga preso morirá a filo de espada.
16 Ante sus propios ojos estrellarán a sus pequeños,
saquearán sus casas y violarán a sus mujeres.
17 ¡Miren! Yo incito contra ellos a los medos,
pueblo al que no le importa la plata
ni se deleita en el oro.
18 Con sus arcos traspasarán a los jóvenes;
no se apiadarán del fruto del vientre
ni tendrán compasión de los niños.
19 Babilonia, la perla de los reinos,
la gloria y el orgullo de los babilonios,[w]
quedará como Sodoma y Gomorra
cuando Dios las destruyó.
20 Nunca más volverá a ser habitada
ni poblada en los tiempos venideros.
No volverá a acampar allí el beduino,
ni hará el pastor descansar a su rebaño.
21 Allí descansarán las fieras del desierto;
sus casas se llenarán de chacales.
Allí habitarán los avestruces
y brincarán las cabras salvajes.
22 En sus fortalezas aullarán las hienas
y en sus lujosos palacios, los chacales.
Su hora está por llegar
y no se prolongarán sus días.
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