Cuando Senaquerib se puso a decir palabras ofensivas contra Dios, el Rey del cielo, y fue castigado por ello y tuvo que salir huyendo de Judea, se enojó y mató a muchos israelitas. Pero yo fui y los enterré. Robé los cadáveres y los enterré. Senaquerib los buscó, pero no pudo encontrarlos.
En cierta ocasión, cuando el rey Senaquerib estaba en Judea, ofendió a Dios. Entonces Dios lo castigó y el rey tuvo que huir de Judea. Al llegar a Nínive, cobró venganza y mató a muchos israelitas. Como yo no soportaba que los muertos quedaran tirados, iba a escondidas y los levantaba para enterrarlos. Cuando el rey iba a buscarlos, ya no los encontraba.