Bagoas se retiró, fue a ver a Judit y le dijo: —No te niegues, encantadora jovencita, y acepta el honor de hacerle compañía a mi señor. Ven a beber vino alegremente con nosotros, y sé hoy como las mujeres asirias que viven en el palacio de Nabucodonosor.
Bagoas salió de inmediato, fue a donde estaba Judit y le dijo: —Por favor, bella señorita, tenga la bondad de acompañar a mi señor en este día. Venga a beber vino, y a pasarla bien con nosotros, tal como lo hacen las asirias que viven en el palacio de Nabucodonosor.