Ezequías fortificó su capital, e hizo llegar agua hasta el interior de ella taladrando la roca con herramientas de bronce, y entre las colinas construyó un dique para el estanque.
En tiempos del rey Ezequías llegó Senaquerib, el rey de Asiria, y con su ejército atacó a Jerusalén. Antes había enviado a uno de sus generales, que con mucho orgullo amenazó con destruir el templo y la ciudad. El rey Ezequías mandó que reforzaran las murallas que rodeaban a Jerusalén, y ordenó que se hiciera un canal para que no faltara el agua.