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Read the Gospels in 40 Days

Read through the four Gospels--Matthew, Mark, Luke, and John--in 40 days.
Duration: 40 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Juan 1-2

La Palabra se hizo carne

En el principio era la Palabra[a], y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios. Ella era en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de ella, y sin ella no fue hecho nada de lo que ha sido hecho. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.

Hubo un hombre enviado por Dios que se llamaba Juan. Él vino como testimonio, a fin de dar testimonio de la luz para que todos creyeran por medio de él. No era él la luz sino que vino para dar testimonio de la luz. Aquel era la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene al mundo. 10 En el mundo estaba y el mundo fue hecho por medio de él, pero el mundo no lo conoció. 11 A lo suyo vino pero los suyos no lo recibieron. 12 Pero a todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio derecho de ser hechos hijos de Dios, 13 los cuales nacieron no de sangre ni de la voluntad de la carne ni de la voluntad de varón sino de Dios.

14 Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, y contemplamos su gloria, como la gloria del unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad. 15 Juan dio testimonio de él y proclamó diciendo: “Este es aquel de quien dije: El que viene después de mí ha llegado a ser antes de mí porque era primero que yo”. 16 Porque de su plenitud todos nosotros recibimos, y gracia sobre gracia. 17 La ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. 18 A Dios nadie lo ha visto jamás; el Dios[b] único que está en el seno del Padre, él lo ha dado a conocer.

Testimonio de Juan el Bautista

19 Este es el testimonio de Juan cuando los judíos le enviaron de Jerusalén unos sacerdotes y levitas para preguntarle:

—¿Quién eres tú?

20 Él confesó y no negó sino que confesó:

—Yo no soy el Cristo.

21 Y le preguntaron:

—¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?

Y dijo:

—No lo soy.

—¿Eres tú el profeta?

Y respondió:

—No.

22 Le dijeron entonces:

—¿Quién eres, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices en cuanto a ti mismo?

23 Dijo:

—Yo soy la voz de uno que proclama en el desierto:

“Enderecen el camino del Señor”[c],

como dijo el profeta Isaías.

24 Y los que habían sido enviados eran de los fariseos. 25 Le preguntaron y le dijeron:

—¿Entonces, por qué bautizas si tú no eres el Cristo ni Elías ni el profeta?

26 Juan les respondió diciendo:

—Yo bautizo en agua, pero en medio de ustedes está uno a quien ustedes no conocen. 27 Él es el que viene después de mí[d], de quien yo no soy digno de desatar la correa del calzado.

28 Estas cosas acontecieron en Betania[e], al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

Juan el Bautista testifica de Jesús

29 Al día siguiente, Juan vio a Jesús que venía hacia él y dijo:

—¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo! 30 Este es aquel de quien dije: “Después de mí viene un hombre que ha llegado a ser antes de mí porque era primero que yo”. 31 Yo no lo conocía; pero para que él fuera manifestado a Israel, por eso vine yo bautizando en agua.

32 Juan dio testimonio diciendo:

—He visto al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y posó sobre él. 33 Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: “Aquel sobre quien veas descender el Espíritu y posar sobre él, este es el que bautiza en el Espíritu Santo”. 34 Yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios.

Los primeros discípulos

35 Al día siguiente, de nuevo estaba Juan con dos de sus discípulos. 36 Al ver a Jesús que andaba por allí, dijo:

—¡He aquí el Cordero de Dios!

37 Los dos discípulos lo oyeron hablar y siguieron a Jesús. 38 Jesús, al darse vuelta y ver que lo seguían, les dijo:

—¿Qué buscan?

Y ellos le dijeron:

—Rabí —que significa maestro—, ¿dónde moras?

39 Les dijo:

—Vengan y vean.

Por lo tanto, fueron y vieron dónde moraba; y se quedaron con él aquel día, porque eran como las cuatro de la tarde[f].

40 Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. 41 Este encontró primero a su hermano Simón y le dijo:

—Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).

42 Él lo llevó a Jesús y, al verlo, Jesús le dijo:

—Tú eres Simón hijo de Jonás. Tú serás llamado Cefas[g] (que significa piedra).

43 Al día siguiente, Jesús quiso salir para Galilea y encontró a Felipe. Y Jesús le dijo:

—Sígueme.

44 Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro. 45 Felipe encontró a Natanael y le dijo:

—Hemos encontrado a aquel de quien Moisés escribió en la Ley y también en los Profetas: a Jesús de Nazaret, el hijo de José.

46 Y le dijo Natanael:

—¿De Nazaret puede haber algo de bueno?

Le dijo Felipe:

—Ven y ve.

47 Jesús vio que Natanael venía hacia él y dijo de él:

—¡He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño!

48 Le dijo Natanael:

—¿De dónde me conoces?

Respondió Jesús y le dijo:

—Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.

49 Le respondió Natanael:

—Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el rey de Israel!

50 Respondió Jesús y le dijo:

—¿Crees porque te dije: “Te vi debajo de la higuera”? ¡Cosas mayores que estas verás!

51 Y les dijo:

—De cierto, de cierto les digo que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.

Jesús en la boda de Caná

Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también Jesús con sus discípulos a la boda. Y como faltó el vino, la madre de Jesús le dijo:

—No tienen vino.

Jesús le dijo:

—¿Qué tiene que ver eso conmigo y contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.

Su madre les dijo a los que servían:

—Hagan todo lo que él les diga.

Había allí seis tinajas de piedra para agua, de acuerdo con los ritos de los judíos para la purificación. En cada una de ellas cabían de cuarenta a setenta y cuatro litros. Jesús les dijo:

—Llenen de agua las tinajas.

Y las llenaron hasta el borde. Luego les dijo:

—Saquen ahora y llévenlo al encargado del banquete.

Se lo llevaron; y cuando el encargado del banquete probó el agua ya hecha vino (y no sabía de dónde venía aunque los sirvientes que habían sacado el agua sí lo sabían), llamó al novio 10 y le dijo:

—Todo hombre sirve primero el buen vino y, cuando ya han tomado bastante, entonces saca el inferior. Pero tú has guardado el buen vino hasta ahora.

11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él. 12 Después de esto, él descendió a Capernaúm con su madre, sus hermanos y sus discípulos; y se quedaron allí no muchos días.

Jesús purifica el templo

13 Estaba próxima la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. 14 Halló en el templo a los que vendían vacunos, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados. 15 Y después de hacer un látigo de cuerdas, los echó a todos del templo junto con las ovejas y los vacunos. Desparramó el dinero de los cambistas y volcó las mesas. 16 A los que vendían palomas les dijo:

—¡Quiten de aquí estas cosas y no hagan más de la casa de mi Padre casa de mercado!

17 Entonces se acordaron sus discípulos de que estaba escrito: El celo por tu casa me consumirá[h].

18 Los judíos respondieron y le dijeron:

—Ya que haces estas cosas, ¿qué señal nos muestras?

19 Respondió Jesús y les dijo:

—Destruyan este templo y en tres días lo levantaré.

20 Por tanto, los judíos dijeron:

—Durante cuarenta y seis años se construyó este templo, ¿y tú lo levantarás en tres días?

21 Pero él hablaba del templo de su cuerpo. 22 Por esto, cuando fue resucitado de entre los muertos sus discípulos se acordaron de que había dicho esto y creyeron la Escritura y las palabras que Jesús había dicho.

23 Mientras él estaba en Jerusalén en la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al observar las señales que hacía. 24 Pero Jesús mismo no confiaba en ellos, porque los conocía a todos 25 y porque no tenía necesidad de que nadie le diera testimonio acerca de los hombres, pues él conocía lo que había en el hombre.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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