Bible in 90 Days
Cuarto canto del Siervo
13 Verán a mi siervo triunfar,
exaltado, sumamente enaltecido.
14 Así como muchos se espantaban de él
al verlo tan desfigurado,
sin aspecto de persona,
con una figura sin rasgos humanos,
15 así asombrará a pueblos numerosos.
Los reyes, ante él, cerrarán la boca,
al ver lo que nadie les contó,
al descubrir lo que no habían oído.
53 ¿Quién se fió de lo que decíamos?
¿A quién se reveló el poder del Señor?
2 Fue creciendo ante el Señor como un brote,
como raíz en tierra de secano,
sin aspecto atrayente, sin lozanía.
3 Despreciado y rechazado por la gente,
sometido a dolores, habituado al sufrimiento,
ante el cual todos se tapan la cara;
lo despreciamos y no hicimos caso de él.
4 De hecho cargó con nuestros males,
soportó nuestros dolores,
y pensábamos que era castigado,
herido por Dios y humillado.
5 Pero fue herido por nuestras faltas,
triturado por nuestros pecados;
aguantó el castigo que nos salva,
con sus heridas fuimos curados.
6 Todos íbamos errantes como ovejas,
cada cual por su propio camino,
y el Señor cargó sobre él
las culpas de todos nosotros.
7 Era maltratado, humillado,
pero él no abría su boca:
era como cordero arrastrado al sacrificio,
como oveja que va a ser esquilada.
8 Detenido sin defensa ni juicio,
¿quién se ocupó de su suerte?
Fue arrancado de la tierra de los vivos,
herido por la rebeldía de mi pueblo.
9 Dispusieron su tumba entre malvados,
lo enterraron entre ricos.
Aunque nunca cometió violencia
ni su boca profirió mentiras,
10 el Señor quiso machacarlo con males.
Por entregar su vida como ofrenda expiatoria,
verá su descendencia, vivirá muchos años,
por su mano triunfará el designio del Señor.
11 Después del sufrimiento verá la luz,
el justo se saciará de su conocimiento.
Mi siervo hará justos a muchos,
pues cargó con los pecados de ellos.
12 Le daré a todos en posesión,
tendrá como botín una multitud,
pues expuso su vida a la muerte
y fue contado entre los rebeldes,
cargó con las culpas de muchos
e intercedió por los rebeldes.
Esterilidad y fecundidad de Jerusalén
54 Alégrate estéril, que no concebías;
grita de júbilo, tú que no parías,
pues tiene más hijos la abandonada
que la casada, dice el Señor.
2 Amplía el espacio de tu tienda,
despliega sin reparo tus lonas;
alarga tus cuerdas, afianza tus clavijas,
3 pues vas a extenderte a derecha e izquierda:
tus hijos heredarán naciones,
repoblarán ciudades desiertas.
4 No temas, no serás defraudada,
no te apures, no te afrentarán.
Olvidarás la vergüenza de tu mocedad,
no recordarás la afrenta de tu viudez.
5 Pues tu esposo será tu Creador,
su nombre es Señor del universo;
tu redentor será el Santo de Israel,
llamado Dios de toda la tierra.
6 Como a esposa abandonada y afligida
te volverá a llamar el Señor,
pues no podrá ser repudiada
la esposa de la juventud,
— dice tu Dios —.
7 Por un instante te abandoné,
pero con gran cariño te acogeré;
8 en un arrebato de cólera
te oculté por un momento mi rostro,
pero te quiero con amor eterno
dice tu redentor, el Señor.
9 Me ocurre como en tiempos de Noé,
cuando juré que las aguas del diluvio
no inundarían otra vez la tierra:
juro ahora no encolerizarme
ni volver de nuevo a amenazarte.
10 Aunque se muevan las montañas
y se vengan abajo las colinas,
mi cariño por ti no menguará,
mi alianza de paz se mantendrá
dice el Señor, que te quiere.
Rasgos de la futura Jerusalén
11 ¡Ciudad abatida,
zarandeada y desconsolada!
Yo mismo recompondré
tus piedras sobre azabache,
reimplantaré tus cimientos sobre zafiros;
12 te pondré almenas de esmeralda,
tus puertas serán de rubíes,
tu muralla de piedras preciosas.
13 Yo instruiré a tus constructores,
será grande la paz de tus hijos;
14 tu bienestar estará asegurado.
Alejada de la angustia, nada temerás;
el terror no se te acercará.
15 Si alguien te asedia, no contará conmigo;
si alguien te ataca, caerá frente a ti.
16 Pues yo he creado al herrero
que atiza las brasas al rojo
para forjar las armas apropiadas;
pero he creado también
al que las usa para destruir;
17 no tendrá, pues, éxito
ninguna arma esgrimida contra ti,
y podrás vencer en juicio
a cualquiera que pleitee contra ti.
Esta es la herencia de los siervos del Señor,
esta es la victoria que por mí alcanzarán
—oráculo del Señor —.
Invertir en vida futura
55 Ustedes, sedientos, vengan por agua,
vengan también los que no tienen dinero.
Compren grano y coman de balde,
leche y vino que no cuestan nada.
2 ¿Por qué gastan en lo que no es comida?
¿Por qué se fatigan en lo que no sacia?
Escúchenme atentos y comerán bien,
Saborearán manjares deliciosos;
3 presten atención y vengan tras de mí,
escuchen y su vida progresará.
Pactaré con ustedes alianza eterna,
la promesa firme que hice a David.
4 Lo nombré testigo para los pueblos,
soberano y preceptor de naciones.
5 Llamarás a un pueblo que no conoces,
correrá a ti un pueblo que no te conoce,
porque yo soy el Señor, tu Dios,
el Santo de Israel, que te honra.
Los planes del Señor
6 Busquen al Señor
mientras es posible encontrarlo,
invóquenlo mientras está cercano;
7 que el malvado abandone sus proyectos
y la persona inicua sus planes;
que se convierta al Señor misericordioso,
a nuestro Dios, rico en perdón.
8 Mis planes no son sus planes,
mi proyecto no es su proyecto
—oráculo del Señor—.
9 Cuanto se alza el cielo sobre la tierra,
así se alzan mis proyectos sobre los de ustedes,
así superan mis planes a sus planes.
10 Como bajan la lluvia y la nieve del cielo
y no vuelven sin antes empapar la tierra,
preñarla de vida y hacerla germinar,
para que dé simiente al que siembra
y alimento al que ha de comer,
11 así será la palabra que sale de mi boca,
no volverá a mí sin cumplir su cometido,
sin antes hacer lo que me he propuesto:
será eficaz en lo que la he mandado.
Salida de Babilonia
12 Saldrán con alegría, guiados en paz;
montes y colinas clamarán a su paso,
los árboles del campo los irán aplaudiendo.
13 En lugar de espinos crecerán cipreses,
en lugar de ortigas brotarán los mirtos.
Y servirá de renombre al Señor,
de señal indestructible y eterna.
TERCERA PARTE (56—66)
Nadie va a ser excluido
56 Así dice el Señor:
Observen lo prescrito,
practiquen lo que es recto,
que mi salvación pronto llegará
y mi victoria se va a manifestar.
2 Dichosa la persona que obra así,
el mortal que se aferra a ello,
que observa el sábado sin profanarlo,
que se guarda de obrar el mal.
3 Que no diga el extranjero
que se ha entregado al Señor:
“El Señor me excluye de su pueblo”;
y que no diga el eunuco:
“Aquí estoy, como árbol seco”.
4 Porque así dice el Señor:
A los eunucos que observan mis sábados,
que deciden cumplir mis deseos
y se aferran con fuerza a mi alianza,
5 les concedo en mi Templo y mi ciudad
un apellido memorable,
mejor que hijos e hijas;
les daré un renombre perpetuo,
que nadie podrá destruir.
6 A los extranjeros entregados al Señor,
que le rinden culto y aman su nombre,
que quieren entregarse a su servicio,
que observan el sábado sin profanarlo,
que se aferran con fuerza a mi alianza,
7 los traeré a mi monte santo,
tomarán parte en las fiestas
celebradas en mi casa de oración.
Sus holocaustos y sus sacrificios
serán bien recibidos en mi altar,
pues mi Templo es casa de oración,
así lo llamarán todos los pueblos.
8 Oráculo del Señor Dios,
que reúne a los dispersos de Israel:
Todavía volveré a reunir a otros
con los que están ya reunidos.
Diatriba contra los jefes de Israel
9 ¡Fieras del campo, vengan a comer;
[vengan] fieras todas de la selva!
10 Sus guardianes están ciegos,
no se dan cuenta de nada;
todos, como perros mudos,
ya no saben ni ladrar;
los vigilantes se tumban,
habituados a dormir;
11 son también perros voraces,
que no conocen la hartura.
Y hasta sus mismos pastores
no saben ni entienden nada;
todos siguen su camino,
todos van tras su provecho:
12 “Vengan, que voy por vino,
vamos a hartarnos de licor;
mañana será como hoy,
habrá provisión de sobra”.
57 Desaparece el honrado
sin que nadie lo perciba;
los fieles son eliminados
sin que nadie se dé cuenta.
Aunque sucumba ante el mal,
el justo 2 entrará en la paz;
descansarán en su lecho
los que proceden con honradez.
Condena de la idolatría
3 Acérquense, engendros de bruja,
hijos de prostituta.
4 ¿De quién se burlan
abriendo la boca,
sacando la lengua?
¿No son acaso hijos ilegítimos,
criaturas bastardas?
5 Se calientan entre robles,
bajo todo árbol frondoso;
degüellan niños en torrentes,
al abrigo de grutas rocosas.
6 Heredarás las rocas del torrente,
ellas serán lo que te toque.
Derramaste en su honor libaciones,
por ellas ofreciste sacrificios,
¿y piensas que tendré compasión?
7 A un monte alto, elevado,
fuiste a instalar tu cama,
y allí solías subir
a ofrecer tus sacrificios.
8 Tras la puerta, en la jamba,
colgabas tu amuleto;
olvidada de mí, te desnudabas,
subías a tu lecho haciendo sitio.
Hiciste tratos con ellos,
te gustaba tenerlos en el lecho
y contemplar así su desnudez.
9 Prodigabas ungüento a Moloc,
multiplicabas tus perfumes,
enviabas lejos a tus mensajeros,
los hacías bajar al reino de los muertos.
10 De tanto andar te cansabas,
pero no decías: “Es inútil”;
reponías fuerzas
y continuabas sin cansarte.
11 ¿Quién te preocupaba?
¿A quién temías para traicionarme?
No te acordabas de mí
ni me tenías presente.
¿Quizás porque siempre me callaba
acabaste perdiéndome el respeto?
12 Denunciaré tu proceder,
tus malas acciones de nada te servirán.
13 ¡Grita, a ver si te salvan tus ídolos!
Serán todos presa del viento,
serán arrebatados por un soplo.
Pero quien se acoja a mí heredará el país,
recibirá en herencia mi monte santo.
El Señor reanima a su pueblo
14 ¡Allanen el camino,
allánenlo y déjenlo expedito!
Quiten obstáculos del camino de mi pueblo.
15 Pues esto dice el Alto y Excelso,
el que vive por siempre, de nombre Santo:
Yo habito en las alturas sagradas,
pero miro por humildes y abatidos,
para reanimar el espíritu abatido,
para reanimar el corazón humillado.
16 No estaré siempre con pleitos,
no me irritaré de continuo,
pues ante mí sucumbiría el espíritu,
el hálito de vida que he creado.
17 Por su culpa me enojé un momento,
lo herí y me oculté irritado,
pero siguió obstinado en su camino;
18 yo soy testigo de sus andanzas.
Pero lo sanaré compadecido,
lo recompensaré con consuelos;
y a los que hacen duelo con él
19 crearé en sus labios este canto:
“Paz, paz al lejano y al cercano
dice el Señor, voy a sanarlo”.
20 En cuanto a los malvados,
son como mar revuelto,
a quien nadie puede devolver la calma;
tienen sus aguas tintas de fango y de barro.
21 “No hay paz para el malvado”, dice mi Dios.
El ayuno que agrada al Señor
58 Grita incansable, bien fuerte,
deja oír tu voz como trompeta,
denuncia a mi pueblo sus delitos,
a la casa de Jacob sus descarríos.
2 Día a día consultan mi oráculo,
desean conocer mis intenciones,
como gente que practica la justicia,
que no abandona el mandato de su Dios.
Me piden que haga justicia,
desean la cercanía de Dios:
3 “¿Para qué ayunamos si no nos miras,
nos mortificamos y no te das cuenta?”.
Porque el día de ayuno buscan su interés
y son implacables con sus sirvientes.
4 Ayunan, sí, pero entre pleitos y disputas,
repartiendo puñetazos sin piedad.
No ayunen como hacen ahora,
si quieren que se oiga en el cielo su voz.
5 ¿Creen que es este el ayuno que deseo
cuando uno decide mortificarse:
que mueva su cabeza como un junco,
que se acueste sobre saco y ceniza?
¿A esto llaman ayuno,
día agradable al Señor?
6 Este es el ayuno que deseo:
abrir las prisiones injustas,
romper las correas del cepo,
dejar libres a los oprimidos,
destrozar todos los cepos;
7 compartir tu alimento con el hambriento,
acoger en tu casa a los vagabundos,
vestir al que veas desnudo,
y no cerrarte a tus semejantes.
8 Entonces brillará tu luz como la aurora,
tus heridas se cerrarán en seguida,
tus buenas acciones te precederán,
te seguirá la gloria del Señor.
9 Entonces llamarás al Señor y responderá,
pedirás socorro y dirá: “Aquí estoy”.
Si apartas los cepos de en medio de ti,
si no delatas acusando en falso;
10 si partes tu comida con el hambriento
y sacias el hambre del indigente,
entonces brillará tu luz en la tiniebla,
tu oscuridad será igual que el mediodía.
11 El Señor será siempre tu guía,
saciará tu hambre en el desierto,
hará vigoroso tu cuerpo,
serás como un huerto regado,
como un manantial de aguas
cuyo cauce nunca se seca.
12 Volverás a levantar viejas ruinas,
cimientos desolados por generaciones;
te llamarán reparador de brechas,
repoblador de lugares ruinosos.
El sábado
13 Si te abstienes de comerciar en sábado,
de negociar en mi día santo;
si llamas al sábado tu delicia
y lo consagras a honrar al Señor;
si lo honras sin pensar en tus asuntos,
sin buscar tu interés y tus negocios,
14 entonces te deleitarás en el Señor,
te llevaré a las alturas de la tierra,
te haré gustar la herencia de tu padre Jacob.
Ha hablado la boca del Señor.
Descripción del pecado del pueblo
59 No es tan corta la mano del Señor
que no pueda salvar;
tampoco su oído es tan duro
que no pueda oír;
2 son los pecados de ustedes los que crean un abismo
entre ustedes y su Dios;
son sus delitos los que hacen
que oculte su rostro y no los oiga,
por no verlos ni oírlos.
3 Están sus manos repletas de crímenes,
sus dedos tintos en sangre,
sus labios hablan en falso,
su lengua musita maldades.
4 Nadie recurre a la justicia,
nadie pleitea con lealtad;
se basan en naderías y dicen falsedades,
se preñan de injusticia y paren maldad.
5 Incuban huevos de serpiente,
tejen telas de araña;
quien come de sus huevos, muere;
si los abren, sale una víbora.
6 Lo que tejen no sirve de vestido,
con lo que fabrican, no te puedes cubrir;
sus acciones son todas criminales,
sus manos perpetran violencia.
7 Sus pies caminan deprisa hacia el mal,
se apresuran a derramar sangre inocente;
sus proyectos son proyectos inicuos,
en sus sendas abundan azote y destrucción.
8 No conocen el camino de la paz,
carecen de derecho sus senderos;
caminan por sendas tortuosas,
quien las pisa desconoce la paz.
El pueblo reconoce su pecado
9 Por eso tenemos lejos el derecho,
no ha llegado a nosotros la justicia;
esperábamos luz y estamos a oscuras,
claridad, y andamos en tinieblas.
10 Palpamos como ciegos la pared,
como invidentes andamos a tientas;
trompicamos a mediodía
como si fuera de noche;
rebosamos salud y parecemos muertos.
11 Todos gruñimos como osos,
zureamos igual que palomas.
Esperábamos derecho, ¡y nada!,
salvación, y la tenemos lejos.
12 Nuestros delitos contra ti son muchos,
nuestros pecados testifican contra nosotros;
nuestros crímenes siempre nos acompañan,
y conocemos bien nuestras culpas:
13 rebelarnos y renegar del Señor,
dejar de seguir a nuestro Dios;
hablar de opresiones y revueltas,
urdir palabras engañosas.
14 Y queda marginado el derecho,
la justicia permanece alejada,
pues tropieza en las calles la lealtad,
la honradez no sabe abrirse paso.
15 La lealtad brilla por su ausencia,
quien se aparta del mal es despojado.
Intervención liberadora del Señor
El Señor ha visto disgustado
que ya no existe el derecho;
16 ha visto asombrado
que nadie pone remedio.
Así que ha decidido poner en juego su poder,
apoyarse en su propia justicia:
17 como coraza se ha vestido la justicia,
como casco se ha puesto la salvación;
se ha vestido con ropas de venganza,
se ha ceñido el manto de la cólera.
18 Pagará a cada cual conforme a sus obras,
furia a sus adversarios, afrenta a sus enemigos;
las islas recibirán el pago de sus acciones.
19 Y temerán en occidente el nombre del Señor,
en oriente respetarán su gloria,
pues vendrá como torrente impetuoso,
impulsado por el aliento del Señor.
20 Pero vendrá como redentor a Sión,
a los arrepentidos de la casa de Jacob
—oráculo del Señor—.
21 Por mi parte, esta es mi alianza con ellos, dice el Señor: el espíritu que derramé sobre ti y las palabras que puse en tu boca, no desaparecerán de tu boca, ni de la boca de tus descendientes, ni de la boca de los descendientes de tus descendientes. Lo dice el Señor desde ahora y para siempre.
Futuro luminoso de Jerusalén
60 ¡Álzate radiante, que llega tu luz,
la gloria del Señor clarea sobre ti!
2 Mira: la tiniebla cubre la tierra,
negros nubarrones
se ciernen sobre los pueblos,
mas sobre ti clarea la luz del Señor,
su gloria se dejará ver sobre ti;
3 los pueblos caminarán a tu luz,
los reyes al resplandor de tu alborada.
4 Alza en torno tus ojos y mira,
todos vienen y se unen a ti;
tus hijos llegan de lejos,
a tus hijas las traen en brazos.
5 Entonces lo verás radiante,
tu corazón se ensanchará maravillado,
pues volcarán sobre ti las riquezas del mar,
te traerán el patrimonio de los pueblos.
6 Te cubrirá una multitud de camellos,
de dromedarios de Madián y de Efá.
Llegan todos de Sabá,
trayendo oro e incienso,
proclamando las gestas del Señor.
7 Traerán para ti rebaños de Quedar,
te regalarán carneros de Nebayot;
aceptaré que los inmolen sobre mi altar,
y así engrandeceré mi glorioso Templo.
8 ¿Quiénes son esos que vuelan como nubes,
que se dirigen como palomas a su palomar?
9 Navíos de las islas acuden a mí,
en primer lugar las naves de Tarsis,
para traer a tus hijos de lejos,
cargados con su plata y con su oro,
para glorificar al Señor, tu Dios,
al Santo de Israel que te honra.
10 Extranjeros levantarán tus muros,
sus reyes estarán a tu servicio;
cierto que te herí en mi cólera,
pero ahora te quiero complacido.
11 Tus puertas estarán siempre abiertas,
no se cerrarán ni de noche ni de día,
para traerte las riquezas de los pueblos,
que vendrán guiados por sus reyes.
12 El pueblo y el reino que no te sirvan
acabarán en ruinas, serán desolados.
13 A ti acudirá la pompa del Líbano,
cipreses, abetos y pinos juntos,
para dar prestancia a mi santa morada:
así honraré el estrado de mis pies.
14 Vendrán a ti, humillados,
los hijos de quienes te oprimían;
te honrarán postrados a tus plantas
todos los que te despreciaban;
te llamarán Ciudad del Señor,
la Sión del Santo de Israel.
15 En lugar de estar abandonada,
despreciada, sin habitantes,
te convertiré en orgullo de los siglos,
gozo de generaciones y generaciones.
16 Mamarás la leche de los pueblos,
mamarás de los pechos de reyes,
y sabrás que yo, el Señor, te salvo;
que tu redentor es el Fuerte de Jacob.
17 En lugar de bronce, te traeré oro,
en lugar de hierro, te traeré plata,
en lugar de madera, bronce,
y hierro en lugar de piedras.
Te pondré como gobernante la paz,
la justicia será quien te dirija.
18 Ya no habrá violencia en tu tierra,
ni exterminio ni destrucción
dentro de tus fronteras;
llamarás a tu muralla “Victoria”
y dirás a tus puertas “Alabanza”.
19 Ya no será el sol tu luz durante el día,
ni el resplandor de la luna te alumbrará,
pues será el Señor tu luz para siempre,
tu Dios te servirá de resplandor;
20 tu sol ya no se pondrá
y tu luna no menguará,
pues será el Señor tu luz para siempre
y se habrá cumplido tu tiempo de luto.
21 Todos los de tu pueblo serán justos,
poseerán la tierra a perpetuidad:
ellos son el brote que planté,
la obra que realicé para mi gloria.
22 El pequeño acabará siendo mil,
el más joven un pueblo potente.
Yo, el Señor, no tardaré
en cumplir todo esto a su tiempo.
El ungido, mensajero de liberación y de consuelo
61 El espíritu del Señor Dios me acompaña,
pues el propio Señor me ha ungido,
me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres,
a vendar los corazones destrozados,
a proclamar la libertad a los cautivos,
a gritar la liberación a los prisioneros,
2 a proclamar un año de gracia del Señor
y un día de venganza de parte de nuestro Dios;
a dar consuelo a los que están de luto,
3 a cubrirlos de honor en lugar de polvo,
de perfume de fiesta en lugar de penas,
de traje festivo en lugar de abatimiento.
Los llamarán “robles fruto de la justicia”,
plantío para gloria del Señor.
4 Reconstruirán las ruinas antiguas,
reedificarán los escombros de antaño,
renovarán las ciudades devastadas,
los escombros abandonados por generaciones.
5 Se verán extraños pastoreando su ganado,
extranjeros trabajarán sus campos y viñas,
6 y a ustedes los proclamarán sacerdotes del Señor,
les llamarán servidores de nuestro Dios.
Los harán con la riqueza de las naciones,
sus posesiones pasarán a las manos de ustedes.
7 A cambio de su vergüenza doblada,
hecha de ultrajes y de oprobio,
poseerán doble recompensa en su tierra,
serán felices para siempre.
8 Yo, el Señor, amo la justicia,
detesto el pillaje y el crimen;
les daré cumplida recompensa,
haré con ellos una alianza eterna.
9 Sus hijos serán famosos entre las naciones,
sus vástagos entre todos los pueblos.
Todos los que los vean reconocerán
que son la estirpe bendita del Señor.
Himno de victoria
10 Reboso de dicha en el Señor,
me alegro animoso en mi Dios,
que me ha puesto un vestido de fiesta,
me ha envuelto en un manto de victoria,
como un novio que se pone la corona,
como novia que se viste sus atuendos.
11 Igual que la tierra produce sus renuevos,
lo mismo que germinan brotes en un jardín,
así hace germinar el Señor Dios la liberación
y el canto de triunfo ante todos los pueblos.
El Señor se desposa con Jerusalén
62 Por amor de Sión no callaré,
no descansaré por Jerusalén,
hasta que irradie su justicia como luz
y arda como antorcha su salvación.
2 Verán las naciones tu prosperidad,
los reyes contemplarán tu grandeza,
y te pondrán un nombre nuevo,
designado por la boca del Señor.
3 Serás corona de honor en mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.
4 Ya no te llamarán “Abandonada”,
ni dirán a tu tierra “Desolada”,
pues te llamarán “Querida mía”,
dirán a tu tierra “Desposada”;
pues el Señor te quiere a ti
y tu tierra tendrá ya marido.
5 Como un joven se casa con su novia,
así te desposa quien te construyó;
la alegría del novio por su novia
es la alegría de tu Dios por ti.
6 Sobre tus muros, Jerusalén,
he apostado centinelas;
ni de día ni de noche
permanecen en silencio.
Los que se lo recuerdan al Señor,
no se tomen descanso alguno;
7 no den descanso al Señor
hasta que la consolide,
hasta que haga de Jerusalén
tema de alabanza en la tierra.
8 Lo ha jurado el Señor solemnemente,
levantando su brazo poderoso:
no daré otra vez tu trigo
para que lo coman tus enemigos;
no beberán extranjeros tu mosto,
que tantos trabajos te costó.
9 Lo comerán los cosechadores
y alabarán al Señor;
lo beberán los vendimiadores
en mis santos atrios.
10 Pasen, pasen por las puertas,
señalen al pueblo el camino;
allanen, allanen la calzada,
déjenla bien despedregada;
icen una enseña a los pueblos.
11 El Señor proclama un mensaje
hasta el confín de la tierra:
Digan a la ciudad de Sión:
“ya está aquí tu Salvador;
con él llega su recompensa,
viene precedido de su premio”.
12 Los llamarán “Pueblo del Santo”,
les dirán “Rescatados del Señor”,
y a ti te llamarán “Anhelada”,
te dirán “Ciudad no abandonada”.
Llegada del Señor victorioso
63 ¿Quién es ese que llega de Edom,
de Bosrá, con vestido enrojecido,
ese con ropas elegantes,
que avanza henchido de poder?
Soy yo, que proclamo lo justo,
que tengo poder para salvar.
2 ¿Por qué están rojos tus vestidos
y tu ropa se parece
a la de quien pisa en el lagar?
3 Yo solo he pisado en el lagar,
sin la ayuda de ningún otro pueblo;
los pisé encendido de cólera,
los estrujé henchido de furor.
Su sangre salpicó mi ropa,
me manché todos mis vestidos.
4 Este es el día en que voy a vengarme,
ha llegado el año en que voy a liberar.
5 Miraba buscando un ayudante,
extrañado de que nadie me apoyase,
pero mi brazo me sirvió de ayuda
y conté con el apoyo de mi cólera.
6 Pisoteé pueblos enfurecido,
embriagué a todos con mi cólera,
esparciendo por tierra su sangre.
El ejemplo de la salvación histórica
7 Voy a recordar los favores del Señor,
voy a cantar sus alabanzas,
lo que hizo por nosotros el Señor,
sus muchos beneficios a Israel;
lo que hizo lleno de compasión,
conforme a su gran misericordia.
8 Dijo: Son ellos mi pueblo,
hijos que no defraudarán.
Y fue para ellos salvador
9 en todos sus peligros.
No usó mensajeros ni enviados,
él en persona los salvó;
llevado de su amor y compasión,
él mismo los rescató;
los liberó y cargó con ellos
todos los días de antaño.
10 Pero ellos acabaron rebelándose,
afligieron su santo espíritu;
y él se convirtió en su enemigo,
e hizo la guerra contra ellos.
11 Se acordaron de los días de antaño,
de los tiempos de Moisés y su pueblo:
¿Dónde está el que los sacó del mar,
junto con el pastor de su rebaño?
¿Dónde el que su santo espíritu
infundió en su interior?
12 ¿Dónde el que puso su glorioso poder
al servicio del brazo de Moisés;
el que hendió las aguas ante ellos
creándose fama perpetua;
13 el que los condujo por el fondo del mar,
como caballos por la estepa, sin tropezar,
14 como animales que descienden al valle?
El espíritu del Señor los guió
hasta su lugar de descanso.
Así condujiste a tu pueblo,
ganándote fama y honor.
Invocación al Señor y confesión de la culpa
15 Mira atento desde el cielo,
desde tu santa y gloriosa mansión.
¿Qué es de tu celo y tu valor,
de tu inmensa ternura y compasión?
No la reprimas, 16 que eres nuestro padre,
pues Abrahán no sabe quiénes somos
e Israel no ha llegado a conocernos.
Tú eres el Señor, nuestro padre,
desde siempre te llamas “Redentor”.
17 ¿Por qué nos dejas, Señor,
apartarnos de tus caminos?
¿por qué permites que no te respete
nuestro duro corazón?
Vuélvete a nosotros, tus siervos,
a las tribus que forman tu heredad.
18 ¿Por qué los malvados conculcaron tu santidad
y nuestros enemigos pisotearon tu santuario?
19 Somos gente a quien hace tiempo ya no guías,
sobre quienes ya no se invoca tu nombre.
¡Ah, si rasgases el cielo y bajases!
Los montes se fundirían ante ti,
64 como sarmientos pasto de las llamas,
como agua que el fuego consume al hervir.
Así sabrán tus enemigos quién eres
y temblarán ante ti las naciones,
2 cuando hagas prodigios inesperados
y, al bajar, los montes se fundan ante ti.
3 Nunca hemos tenido noticia de ello:
jamás nadie ha visto ni escuchado
que fuera de ti haya un Dios
que favorezca así a quien espera en él.
4 ¡Ah, si encontraras a alguien
que practicase con gozo la justicia,
que tuviera en cuenta tus proyectos!
Pero te has irritado porque fallamos,
borra nuestra culpa y nos salvaremos.
5 Todos somos como gente impura,
valemos lo que ropa contaminada;
todos nos marchitamos como hojarasca,
nuestra culpa nos arrastra como el viento.
6 No hay quien invoque tu nombre,
ni se desvele por aferrarse a ti.
Nos has ocultado tu rostro
y nos has abandonado a nuestras culpas.
7 Pero tú, Señor, eres nuestro padre,
nosotros el barro y tú el alfarero;
todos somos obra de tus manos.
8 No te excedas, Señor, en tu cólera,
no te acuerdes siempre de la culpa;
ten en cuenta que somos tu pueblo.
9 Tus santas ciudades son un desierto:
Sión está desierta, Jerusalén desolada.
10 Nuestro santo Templo, nuestro orgullo,
en el que te alabaron nuestros padres,
ha sido consumido por las llamas;
nuestras cosas más queridas
han quedado convertidas en ruinas.
11 ¿Callarás, Señor, viendo todo esto?
¿Seguirás afligiéndonos en silencio?
El Señor explica las razones de su silencio
65 Yo ofrecía respuesta a quienes no preguntaban,
me dejaba encontrar por quienes no me buscaban.
Yo decía: “Aquí estoy, aquí estoy”
a un pueblo que no invocaba mi nombre.
2 Todo el día extendía mis manos
en dirección a un pueblo rebelde,
que llevaba un camino equivocado,
siempre detrás de sus caprichos;
3 un pueblo que me andaba provocando
cara a cara, sin descanso,
que sacrificaba en jardines sagrados,
que ofrecía incienso sobre ladrillos,
4 que frecuentaba cuevas sepulcrales
y pernoctaba dentro de las grutas,
que comía carne de puerco,
con caldo impuro en sus platos,
5 que decía: “No te acerques,
no me toques, que estoy consagrado”.
Todo esto enciende mi cólera,
como un fuego que arde sin parar.
6 Lo tengo todo escrito, a la vista,
y no pararé hasta hacerlos pagar
7 sus culpas y las de sus padres
— dice el Señor —.
Quemaban incienso en los cabezos,
en las colinas me ofendían.
Por eso tengo calculada su paga
y tendrán que cargar con ella.
Sentencia para honrados y para malvados
8 Así dice el Señor:
Si aparece un racimo con zumo,
se dice: “No dejen que se pierda,
parece que promete buen vino”;
pues lo mismo haré con mis siervos,
no dejaré que todos se pierdan.
9 Sacaré descendientes de Jacob,
de Israel quien herede mis montes;
los poseerán quienes yo elija,
allí se instalarán mis siervos.
10 Será el Sarón aprisco de ovejas,
el valle de Acor, establo de vacas,
para los de mi pueblo que me busquen.
11 Pero a quienes abandonaron al Señor,
a los que olvidaron mi monte santo,
a los que preparaban la mesa a Gad
y hacían ofrendas a Mení,
12 yo los destino a la espada;
se encorvarán para ser degollados.
Pues llamé y no respondieron,
les hablé y no me escucharon,
hicieron el mal que detesto
y eligieron lo que no me gusta.
13 Por eso, así dice el Señor Dios:
Verán a mis siervos comer,
mientras ustedes pasan hambre;
verán a mis siervos beber,
mientras ustedes pasan sed;
verán a mis siervos de fiesta,
mientras ustedes andan abochornados;
14 verán a mis siervos cantar
con corazón satisfecho;
pero ustedes gritarán
con corazón atormentado,
aullarán con el espíritu quebrantado.
15 Prestarán a mis elegidos su nombre,
que les servirá para maldecir así:
“Que el Señor Dios te dé muerte, como a ellos”.
Pero a mis siervos se les dará otro nombre.
16 El que quiera parabienes en el país,
el Dios veraz los recibirá;
el que quiera jurar en el país,
lo hará por el Dios veraz.
El nuevo cielo y la nueva tierra
Se olvidarán los apuros de antaño,
quedarán ocultos a mis ojos,
17 pues voy a crear un nuevo cielo,
junto con una nueva tierra.
No rememorarán lo de antaño,
ya no será recordado;
18 al contrario, alégrense y gocen
sin límites por lo que voy a crear.
En efecto, voy a crear
una Jerusalén que sea todo gozo,
con una población llena de alegría.
19 Saltaré de júbilo por Jerusalén,
sentiré alegría por mi pueblo;
no se oirán llantos en ella,
ni gritos pidiendo socorro.
20 Ya no habrá niños en ella
que mueran a los pocos días;
ni adultos que no alcancen
una cumplida madurez.
Será joven quien muera a los cien años,
y maldito quien no los alcance.
21 Construirán viviendas y las habitarán,
plantarán viñas y comerán su fruto;
22 no construirán para que otros habiten,
no plantarán para que otros se alimenten.
Mi pueblo durará lo que duren sus plantíos,
mis elegidos disfrutarán del fruto de su trabajo.
23 No trabajarán para que todo se malogre,
no tendrán hijos para verlos morir,
pues serán semilla bendita del Señor,
y lo mismo sus retoños junto con ellos.
24 Antes de que me llamen responderé,
estarán aún hablando y los escucharé.
25 Juntos pastarán el lobo y el cordero,
el león, como la vaca, paja comerá,
[la serpiente se alimentará de polvo].
No habrá maldad ni destrucción
en todo mi monte santo
—dice el Señor—.
Un culto corrompido
66 Así dice el Señor:
El cielo es mi trono,
la tierra, el escabel de mis pies.
¿Qué templo van a construirme,
o qué lugar donde pueda residir?
2 Todo eso lo ha hecho mi mano,
y así es como todo existió
—oráculo del Señor—.
En el pobre pongo mis ojos,
en el abatido que respeta mis palabras.
3 Hay quien inmola un toro
y también mata a un ser humano;
hay quien sacrifica una oveja
y también desnuca a un perro;
hay quien presenta una ofrenda
y también sangre de cerdo;
quien ofrece un memorial de incienso
y quien bendice a un dios cualquiera.
Pues si ellos eligieron su camino,
complacidos en sus abominaciones,
4 yo también elegiré sus castigos,
les traeré lo que más los espanta,
pues llamé y nadie respondió,
les hablé y no me escucharon,
hicieron el mal que detesto
y eligieron lo que no me gusta.
Destrucción de los rebeldes
5 Escuchen la palabra del Señor,
ustedes que tiemblan ante ella.
Dicen sus hermanos, que los odian,
que los detestan a causa de mi nombre:
“Que el Señor muestre su gloria
y veremos en qué para su gozo”.
¡Pues van a quedar confundidos!
6 Una voz atronadora sale de la ciudad,
una voz que procede del Templo;
es la voz del Señor que retribuye,
que da su merecido a sus enemigos.
Nuevo alumbramiento del pueblo
7 Sin tener contracciones,
ya había dado a luz;
antes de venirle los dolores,
ha dado vida a un varón.
8 ¿Quién oyó algo semejante,
quién ha visto cosa igual?
¿Se puede engendrar un país en un día,
o dar a luz a un pueblo de una vez?
Pues apenas sintió los dolores,
Sión dio a luz a sus hijos.
9 Si soy yo quien abre la matriz,
¿no seré quien haga dar a luz?
—dice el Señor—.
Y si soy quien hago dar a luz,
¿voy acaso a cerrarle el paso?
—dice tu Dios—.
10 ¡Festejen a Jerusalén,
alégrense por ella,
todos los que la aman;
gocen con su gozo
los que se dolían por ella!
11 Para mamar hasta hartaros
del consuelo de sus pechos;
para apurar con delicia
sus ubres bien repletas.
12 Pues así dice el Señor:
Voy a dirigir hacia ella
la paz, igual que un río;
como un torrente crecido,
la riqueza de los pueblos.
Mamaréis mecidos en los brazos,
acariciados sobre las rodillas;
13 como a un niño consolado por su madre,
así pienso yo consolarlos.
14 Al verlo, se alegrará su corazón,
florecerán sus huesos como prado.
Nuevo anuncio de destrucción
El Señor mostrará su poder a sus siervos,
y lanzará su cólera contra sus enemigos.
15 Vean al Señor, que llega como fuego,
con sus carros igual que el torbellino;
descargará enfurecido su cólera,
lanzará su bramido entre llamas.
16 El Señor va a juzgar con fuego,
con su espada a todo viviente,
y hará morir a muchos el Señor.
17 La gente que se consagra y purifica
para entrar en los jardines sagrados
siguiendo al sacerdote que preside,
los que comen carne de cerdo,
de ratas y animales asquerosos,
todos a una perecerán
junto con sus acciones y proyectos.
Convocatoria de todos los pueblos en Sión
18 En cuanto a mí, voy a reunir a todas las naciones y lenguas, que llegarán y contemplarán mi gloria.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España