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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Salmos 135 - Proverbios 6

Salmo 135 (134)

El Señor es grande

135 ¡Aleluya!
Alaben el nombre del Señor,
alábenlo los que al Señor sirven,
los que están en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
Alaben al Señor por su bondad,
festéjenlo por su amabilidad,
porque el Señor escogió a Jacob,
a Israel como heredad suya.
Yo sé bien que el Señor es grande,
nuestro Dios supera a todos los dioses.
El Señor hace cuanto desea,
en el cielo y la tierra, en mares y abismos.
Desde el confín de la tierra alza las nubes,
forja rayos para que llueva,
saca el viento de sus refugios.
Dio muerte a los primogénitos de Egipto,
desde las personas hasta el ganado.
En medio de ti, Egipto,
envió prodigios y signos
contra el faraón y sus siervos.
10 Él abatió a muchas naciones,
aniquiló a reyes poderosos:
11 a Sijón, rey de los amorreos,
a Og, rey de Basán,
a todos los reyes de Canaán;
12 y entregó sus territorios como heredad,
a su pueblo Israel los entregó.
13 Señor, tu nombre es eterno,
tu fama perdura por generaciones.
14 Porque el Señor hace justicia a su pueblo,
se compadece de sus siervos.
15 Los ídolos de las naciones son plata y oro,
obra de manos humanas.
16 Tienen boca y no hablan,
ojos pero no ven,
17 oídos pero no oyen,
no tiene aliento su boca.
18 Que sean como ellos quienes los hacen,
todo el que en ellos confía.
19 Casa de Israel, bendigan al Señor,
casa de Aarón, bendigan al Señor;
20 casa de Leví, bendigan al Señor,
los que veneran al Señor, bendíganlo.
21 ¡Bendito sea el Señor en Sión,
el que habita en Jerusalén!
¡Aleluya!

Salmo 136 (135)

Alaben al Señor por su bondad

136 Alaben al Señor por su bondad,
porque es eterno su amor.
Alaben al Dios de dioses,
porque es eterno su amor.
Alaben al Señor de señores,
porque es eterno su amor.
Al único que hace maravillas,
porque es eterno su amor.
Al que hizo los cielos con inteligencia,
porque es eterno su amor.
Al que afirmó la tierra sobre las aguas,
porque es eterno su amor.
Al que hizo los grandes astros,
porque es eterno su amor:
el sol que domina el día,
porque es eterno su amor;
la luna y las estrellas que dominan la noche,
porque es eterno su amor.
10 Al que mató a los primogénitos de Egipto,
porque es eterno su amor;
11 al que sacó a Israel de en medio de ellos,
porque es eterno su amor,
12 con mano fuerte y brazo extendido,
porque es eterno su amor.
13 Al que hendió el mar de las Cañas,
porque es eterno su amor,
14 e hizo que Israel lo atravesara,
porque es eterno su amor;
15 al faraón y su ejército hundió en él,
porque es eterno su amor.
16 Al que por el desierto condujo a su pueblo,
porque es eterno su amor.
17 Al que abatió a los grandes reyes,
porque es eterno su amor,
18 y mató a reyes poderosos,
porque es eterno su amor:
19 a Sijón, rey de los amorreos,
porque es eterno su amor;
20 a Og, el rey de Basán,
porque es eterno su amor,
21 y como heredad entregó sus territorios,
porque es eterno su amor,
22 a su siervo Israel,
porque es eterno su amor.
23 Estando abatidos se acordó de nosotros,
porque es eterno su amor;
24 nos libró de nuestros enemigos,
porque es eterno su amor.
25 El Señor da sustento a toda criatura,
porque es eterno su amor.
26 ¡Alaben al Dios del cielo
porque es eterno su amor!

Salmo 137 (136)

Si me olvido de ti, Jerusalén

137 Junto a los ríos de Babilonia
nos sentábamos entre lágrimas
al recordar a Sión.
En los álamos que allí había,
colgábamos nuestras cítaras.
Quienes nos deportaron
nos pedían canciones,
alegría quienes nos estaban oprimiendo:
“¡Cántennos un canto de Sión!”.
¿Cómo cantaremos un canto al Señor
si estamos en tierra extraña?
Que pierda mi diestra su destreza
si me olvido de ti, Jerusalén;
que mi lengua se pegue al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no hago de Jerusalén
la cima de mi alegría.
Recuerda Señor a los hijos de Edom,
que el día de Jerusalén decían:
“¡Arrasen, arrásenla hasta los cimientos!”.
Tú, Babilonia, serás devastada.
¡Feliz quien te haga
lo que tú nos hiciste!
¡Feliz quien tome a tus niños
y los lance contra la roca!

Salmo 138 (137)

Te doy gracias de todo corazón

138 De David.
Te doy gracias de todo corazón,
en presencia de dioses te canto.
Me postraré ante tu santo Templo,
por tu amor y tu verdad te alabaré,
pues haces que tu promesa supere tu fama.
Cuando clamé, me respondiste,
hiciste que aumentara mi fuerza.
Señor, te alabarán todos los reyes de la tierra
cuando escuchen las palabras de tu boca.
Cantarán en los caminos del Señor
que la gloria del Señor es inmensa,
que es excelso el Señor: atiende al humilde,
reconoce al soberbio desde lejos.
Si camino en peligro, me salvas la vida,
extiendes tu mano contra mis rivales
y tu diestra me pone a salvo.
El Señor acabará lo que ha hecho por mí.
¡Señor, tu amor es eterno!
¡No abandones la obra de tus manos!

Salmo 139 (138)

Tú me sondeas y me conoces

139 Al maestro del coro. Salmo de David.
Señor, tú me sondeas y me conoces,
tú sabes si me siento o me levanto,
tú, desde lejos, conoces mis pensamientos.
Distingues si camino o reposo,
todas mis sendas te son familiares.
No está aún la palabra en mi lengua
y tú, Señor, la conoces bien.
Me rodeas por delante y por detrás,
posas tu mano sobre mí.
Me supera este saber admirable,
tan elevado que no puedo entenderlo.
¿A dónde iré lejos de tu espíritu?
¿A dónde huiré lejos de tu presencia?
Si subo al cielo, allí estás tú;
si bajo al reino de los muertos, estás allí;
si me elevo en alas de la aurora
y me instalo en el confín del mar,
10 también allí me guía tu mano,
tu diestra me controla.
11 Si digo: “Que me cubra la tiniebla,
que la luz se haga noche en torno a mí”,
12 tampoco para ti es oscura la tiniebla;
la noche es luminosa como el día,
pues como la luz, así es para ti la oscuridad.
13 Tú creaste mis entrañas,
en el seno de mi madre me tejiste.
14 Te alabo, pues me asombran tus portentos,
son tus obras prodigiosas: lo sé bien.
15 Tú nada desconocías de mí,
que fui creado en lo oculto,
tejido en los abismos de la tierra.
16 Veían tus ojos cómo me formaba,
en tu libro estaba todo escrito;
estaban ya trazados mis días
cuando aún no existía ni uno de ellos.
17 ¡Qué profundos me son tus pensamientos,
Dios mío, qué numerosos todos juntos!
18 Los contaría, pero son más que la arena;
yo me despierto y tú sigues conmigo.
19 Dios mío, ¡ojalá abatieras al malvado!
Que los sanguinarios se alejen de mí:
20 esos enemigos que te injurian,
que juran en falso contra ti.
21 Señor, ¿no voy a odiar a quienes te odian?
¿no voy a aborrecer a tus enemigos?
22 Yo los odio intensamente,
ellos son mis adversarios.
23 Sondéame, oh Dios, conoce mi corazón,
pruébame, penetra mis pensamientos;
24 mira si me conduzco mal
y guíame por el camino eterno.

Salmo 140 (139)

Sálvame de los violentos

140 Al maestro del coro. Salmo de David.
Señor, líbrame del malvado,
sálvame de los violentos,
de los que traman maldades en su corazón
y sin cesar maquinan guerras.
Afilan sus lenguas como serpientes,
sus labios esconden veneno de víbora. [ Pausa]
Señor, guárdame de la garra del malvado,
sálvame de los violentos,
los que traman hacerme caer.
Me ponen trampas los soberbios,
extienden una red bajo mis pies,
junto al camino me tienden lazos. [ Pausa]
Yo dije al Señor: “Mi Dios eres tú,
escucha mi voz suplicante”.
Señor, Dios mío, mi fuerza salvadora,
tú proteges mi cabeza el día del combate.
Señor, no cumplas los deseos del malvado,
no dejes que sus planes prosperen;
no permitas que se enorgullezcan [ Pausa]
10 aquellos que me cercan;
antes bien, que su propia maldad
les sirva de castigo;
11 que caigan sobre ellos brasas ardientes,
que sean arrojados a simas de donde no salgan.
12 Que quien calumnia no perdure en la tierra,
que la desgracia golpee al violento sin cesar.
13 Sé que el Señor hará justicia al humilde,
defenderá el derecho del pobre.
14 Los justos alabarán tu nombre,
los rectos vivirán en tu presencia.

Salmo 141 (140)

Señor, acude a mí

141 Salmo de David.
Señor, a ti clamo, acude a mí,
escucha mi voz cuando te llamo.
Que mi oración sea ante ti como incienso,
mis manos alzadas como ofrenda de la tarde.
Señor, pon en mi boca un centinela
que vigile a la puerta de mis labios.
No dejes que mi corazón se incline al mal,
que cometa injusticias con los malhechores.
¡Que no pruebe yo sus manjares!
Que el justo por amor me corrija y me reprenda,
que el aceite del malvado no perfume mi cabeza,
que mi oración se alce frente a sus maldades.
Serán arrojados sus magistrados contra las rocas
y sabrán entonces que eran suaves mis palabras.
Como tierra que se rompe y desmenuza,
se esparcen sus huesos
a las puertas del reino de los muertos.
Señor, Dios mío, hacia ti dirijo mis ojos,
en ti me refugio, no me desampares.
Guárdame de la red que me han tendido,
de las trampas de los malhechores.
10 Que caigan los malvados en sus trampas,
mientras yo sigo adelante.

Salmo 142 (141)

Ante él desahogo mi pesar

142 Poema de David cuando estaba en la cueva. Oración.
A voz en grito invoco al Señor,
a voz en grito al Señor ruego.
Ante él desahogo mi pesar,
ante él proclamo mi angustia.
Cuando mi ánimo desfallece,
tú sabes por dónde camino;
en la senda que recorro,
una trampa me han tendido.
Mira a la derecha, observa:
no hay nadie que me conozca;
me he quedado sin refugio,
no hay quien cuide de mí.
Señor, a ti te invoco y digo:
“Mi refugio eres tú,
mi porción en la tierra de los vivos”.
Atiende mi clamor,
que estoy muy abatido;
líbrame de quienes me persiguen,
que son más fuertes que yo.
Sácame de esta prisión
para así alabar tu nombre.
Los justos me rodearán,
cuando tú me favorezcas.

Salmo 143 (142)

Soy ante ti como tierra reseca

143 Poema de David.
Señor, escucha mi oración, atiende mis ruegos;
respóndeme por tu lealtad, por tu justicia.
No lleves a tu siervo al tribunal,
porque ante ti nadie es justo.
El enemigo me persigue,
tira por tierra mi vida;
en las tinieblas me hace morar
como a los que ya han muerto.
Mi ánimo desfallece,
mi corazón se estremece.
Recuerdo los días de antaño,
medito en todas tus acciones,
reflexiono sobre la obra de tus manos.
Extiendo hacia ti mis manos,
soy ante ti como tierra reseca. [ Pausa]
Señor, respóndeme pronto,
que mi vida se agota.
¡No me ocultes tu rostro,
que no sea yo como los muertos!
Anúnciame tu amor por la mañana,
que en ti confío;
enséñame qué senda he de seguir,
que a ti te anhelo.
Señor, líbrame de mis rivales,
que a ti me acojo.
10 Enséñame a hacer tu voluntad,
que tú eres mi Dios;
que tu buen espíritu me lleve
por una tierra llana.
11 Señor, por tu nombre, dame vida,
por tu justicia, sácame de la angustia.
12 Por tu amor, destruye a mis enemigos,
haz perecer a cuantos me hostigan
porque yo soy tu siervo.

Salmo 144 (143)

Tú das la victoria a los reyes

144 De David.
Bendito sea el Señor, mi fortaleza,
que adiestra mi mano para el combate,
mis dedos para la guerra.
Él es mi bien, mi baluarte,
mi defensa y quien me salva;
el escudo que me sirve de refugio,
el que me somete a mi pueblo.
Señor, ¿qué es el ser humano para que lo cuides,
el simple mortal para que pienses en él?
El ser humano se parece a un soplo,
su vida es como sombra que pasa.
Señor, inclina los cielos y baja,
toca los montes y que echen humo.
Lanza rayos y dispérsalos,
envía tus flechas y destrúyelos.
Desde el cielo extiende tu mano,
líbrame, sálvame de las aguas turbulentas,
de la mano de gente extranjera,
pues es mentirosa su boca,
es engañosa su diestra.
Señor, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti con un arpa de diez cuerdas.
10 Tú que das la victoria a los reyes,
tú que salvas de la espada mortal
a tu siervo David,
11 líbrame y sálvame
de la mano de gente extranjera,
pues es mentirosa su boca,
es engañosa su diestra.
12 Sean nuestros hijos como plantas
que en su juventud van creciendo;
sean nuestras hijas pilares tallados
que sustentan un palacio.
13 Que rebosen nuestros graneros
de toda clase de granos,
que las ovejas aumenten por miles,
por millares en nuestros campos;
14 que vayan bien cargados nuestros bueyes,
que no haya brecha ni grieta en la muralla,
que no haya gritos en nuestras plazas.
15 ¡Feliz el pueblo que esto tiene,
feliz el pueblo que al Señor tiene por Dios!

Salmo 145 (144)

El Señor es bueno con todos

145 Salmo de David.
Dios mío, mi rey, yo te alabaré,
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Cada día te bendeciré,
alabaré tu nombre por siempre jamás.
El Señor es grande, digno de alabanza,
es insondable su grandeza.
Por generaciones se ensalzarán tus obras,
se contarán tus proezas.
Proclamaré tus maravillas
y el esplendor de tu gloria.
Se hablará del poder de tus prodigios,
yo narraré tus grandezas.
Se evocará tu inmensa bondad,
se cantará tu justicia.
El Señor es clemente y compasivo,
paciente y grande en amor.
El Señor es bueno con todos,
su amor llega a todas sus obras.
10 Señor, que todas tus obras te alaben,
que te bendigan tus fieles;
11 que pregonen la gloria de tu reino,
que hablen de tus proezas;
12 que proclamen a todos tus hazañas,
el glorioso esplendor de tu reino.
13 Es tu reino un reino eterno,
tu poder dura por generaciones.
14 El Señor sostiene a cuantos flaquean,
levanta a los abatidos.
15 Todos te miran con esperanza
y tú les das la comida a su tiempo.
16 Abres generosamente tu mano
y sacias a todo ser viviente.
17 El Señor es justo en todos sus actos,
actúa con amor en todas sus obras.
18 El Señor está cerca de cuantos lo invocan,
de cuantos lo invocan sinceramente.
19 Él cumple el deseo de su fieles,
escucha su grito y los salva.
20 El Señor protege a cuantos lo aman,
pero a todos los malvados aniquila.
21 ¡Que mi boca alabe al Señor!
¡Que todos bendigan su santo nombre,
por siempre jamás!

Salmo 146 (145)

Alabaré al Señor mientras viva

146 ¡Aleluya!
¡Alma mía, alaba al Señor!
Alabaré al Señor mientras viva,
mientras exista cantaré a mi Dios.
No confíen en los poderosos,
en quienes son incapaces de salvar.
Expiran y vuelven a la tierra,
ese día sucumben sus proyectos.
Feliz al que ayuda el Dios de Jacob,
quien pone su esperanza en Dios su Señor,
el que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto lo llena.
El Dios que siempre permanece fiel,
que hace justicia a los oprimidos
y da pan a quien tiene hambre;
el Señor libera a los cautivos,
el Señor da la vista a los ciegos,
el Señor levanta a los abatidos,
el Señor ama a los justos.
El Señor protege al extranjero,
a la viuda y al huérfano sostiene,
trastorna los planes del malvado.
10 ¡El Señor reina por siempre,
tu Dios, Sión, por generaciones!
¡Aleluya!

Salmo 147 (146—147)

Canten al Señor dando gracias

147 ¡Aleluya!
¡Qué bueno es cantar a nuestro Dios!
¡Qué grata una hermosa alabanza!
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los dispersos de Israel;
sana a los de corazón dolido
y venda sus heridas.
El Señor cuenta las estrellas
y a todas llama por su nombre.
Nuestro Dios es grande y poderoso,
es infinita su sabiduría.
El Señor levanta a los humildes,
a los malvados hunde en la tierra.
Canten al Señor con gratitud,
toquen la cítara para el Señor,
que cubre de nubes el cielo,
que proporciona lluvia a la tierra,
que en los montes hace brotar hierba,
que da su sustento al ganado,
a las crías de cuervo que claman.
10 No estima el vigor del caballo,
no aprecia las piernas del guerrero:
11 el Señor ama a quienes lo veneran,
a los que esperan en su amor.
12 Jerusalén, ensalza al Señor;
Sión, alaba a tu Dios:
13 él afianza los cerrojos de tus puertas,
y bendice a tus hijos en medio de ti.
14 Él pacifica tus fronteras,
te sacia con el mejor trigo;
15 envía su mensaje a la tierra,
rápido se extiende su palabra.
16 Él derrama nieve como lana,
como ceniza esparce escarcha;
17 como migas de pan arroja hielo
y ¿quién podrá aguantar su frío?
18 Da la orden y todo se derrite,
sopla su viento y fluyen las aguas.
19 El Señor anunció su palabra a Jacob,
sus normas y decretos a Israel.
20 Con ninguna nación hizo esto,
no les dio a conocer sus decretos.
¡Aleluya!

Salmo 148

Alaben todos al Señor

148 ¡Aleluya!
Alaben al Señor desde los cielos,
alaben al Señor en las alturas.
Alábenlo todos sus ángeles,
alábenlo todo su ejército.
Alábenlo, sol y luna,
alábenlo estrellas brillantes.
Alábenlo, los cielos más altos,
las aguas que están sobre ellos.
Que alaben el nombre del Señor,
pues lo mandó y fueron creados,
los asentó para siempre jamás,
los sometió a una ley que nunca pasará.
Alaben al Señor desde la tierra,
monstruos marinos y todos los mares,
fuego y granizo, nubes y nieve,
viento huracanado que cumple su mandato,
montañas y todas las colinas,
árboles frutales y todos los cedros,
10 fieras y todo el ganado,
reptiles y pájaros alados;
11 reyes de la tierra y pueblos todos,
príncipes y jueces de la tierra,
12 los jóvenes y también las doncellas,
los ancianos con los niños.
13 Alaben el nombre del Señor,
que sólo su nombre es excelso,
su majestad domina cielos y tierra.
14 Él reviste de fortaleza a su pueblo,
es motivo de alabanza para sus fieles,
para Israel, su pueblo cercano.
¡Aleluya!

Salmo 149

Que Israel se regocije en su creador

149 ¡Aleluya!
Canten al Señor un cántico nuevo,
alábenlo en la asamblea de los fieles.
Que Israel se regocije en su creador,
que los hijos de Sión se gocen en su rey.
Que alaben su nombre entre danzas,
que le canten con cítara y pandero,
porque el Señor ama a su pueblo,
a los humildes honra con la victoria.
Que los fieles exulten triunfantes,
que en sus lechos griten de alegría,
con himnos a Dios en sus gargantas
y espadas de dos filos en sus manos;
se vengarán así de las naciones,
castigarán a los pueblos,
apresarán a sus reyes con grilletes,
a sus poderosos con cadenas de hierro.
Se cumplirá de este modo la sentencia escrita,
y será un honor para todos sus fieles.
¡Aleluya!

Salmo 150

¡Aleluya!

150 ¡Aleluya!
Alaben a Dios en su santuario,
alábenlo en su majestuoso cielo;
alábenlo por sus proezas,
alábenlo por su grandeza.
Alábenlo al son de trompetas,
alábenlo con cítara y arpa;
alábenlo con danza y pandero,
alábenlo con cuerdas y flautas;
alábenlo con címbalos sonoros,
alábenlo con címbalos vibrantes.
¡Que cuanto respira alabe al Señor!
¡Aleluya!

Título y programa

Proverbios de Salomón, hijo de David y rey de Israel.

Han sido reunidos para conocer sabiduría y educación,
para entender expresiones inteligentes,
para adquirir la educación adecuada:
justicia, derecho y honradez;
para enseñar agudeza a los ignorantes,
conocimiento y discreción a los jóvenes;
—el sabio atiende y aprende más,
el inteligente adquiere maestría—;
para entender proverbios y refranes,
los dichos y enigmas de los sabios.
Respetar al Señor es el principio del saber,
pero los necios desprecian la sabiduría y la educación.

I.— PRIMERA COLECCIÓN SALOMÓNICA (1,8—9,18)

Sobre las malas compañías

Hijo mío, atiende a la educación paterna
y no olvides la enseñanza materna,
pues serán corona preciosa en tu cabeza,
collar alrededor de tu cuello.
10 Hijo mío, no consientas
cuando los malvados intenten seducirte.
11 Tal vez te digan: “Acompáñanos
a poner trampas mortales
asaltando a inocentes por diversión.
12 Nos los tragaremos vivos como el abismo,
enteros como los que caen al hoyo.
13 Conseguiremos un montón de riquezas
y llenaremos nuestras casas de despojos.
14 Comparte tu suerte con nosotros
y haremos un fondo común”.
15 Hijo mío, no sigas sus caminos
y aleja tus pasos de sus sendas,
16 porque corren disparados hacia el mal
y van decididos a derramar sangre.
17 ¿No ves que es inútil poner trampas
a la vista de los pájaros?
18 Se ponen emboscadas a sí mismos,
atentan contra su propia vida.
19 Ese es el destino de la avaricia:
quienes la practican no viven.

Primer pregón de la sabiduría

20 La sabiduría pregona por las calles,
alza su voz en las plazas;
21 grita por encima del tumulto,
ante las puertas de la ciudad anuncia su pregón:
22 “¿Hasta cuándo los ingenuos amarán la ingenuidad,
los insolentes disfrutarán con la insolencia,
los necios odiarán el saber?
23 Atiendan a mis advertencias:
les transmitiré mi espíritu
y les explicaré mis dichos.
24 Los llamé y no hicieron caso,
les tendí la mano y nadie atendió;
25 despreciaron todos mis consejos
y rechazaron mis advertencias.
26 También yo me reiré de su desgracia,
me burlaré cuando los invada el pavor;
27 cuando les llegue como huracán el terror,
cuando les sobrevenga la desgracia como vendaval,
cuando les lleguen los problemas y la angustia.
28 Entonces me llamarán y no responderé,
me buscarán y no me encontrarán.
29 Porque odiaron el saber
y no quisieron respetar al Señor;
30 porque no aceptaron mis consejos
y despreciaron mis advertencias,
31 se comerán los frutos de su conducta
y quedarán hartos de sus planes.
32 Su propia rebeldía matará a los ingenuos
y la autosatisfacción perderá a los insensatos.
33 Pero el que me preste atención vivirá seguro”.

La sabiduría, búsqueda y don

Hijo mío, si aceptas mis palabras
y guardas cual tesoro mis mandatos,
prestando atención a la sabiduría
y abriendo tu mente a la prudencia;
si invocas a la inteligencia
y llamas a la prudencia;
si la persigues como al dinero
y la rastreas como a un tesoro,
entonces comprenderás lo que es respetar al Señor
y encontrarás el conocimiento de Dios.
Porque el Señor concede la sabiduría
y de su boca salen el saber y la prudencia;
otorga el éxito a los honrados
y es escudo de conductas íntegras;
protege al que se comporta rectamente
y custodia el camino de sus fieles.
Entonces comprenderás la justicia,
el derecho y la honradez:
todos los caminos del bien.
10 Pues la sabiduría entrará en tu mente
y el saber se te hará atractivo;
11 la sensatez cuidará de ti
y la prudencia te protegerá;
12 te apartará del mal camino
y de quienes hablan con maldad;
13 de los que abandonan los senderos rectos
y andan por caminos sombríos;
14 de los que disfrutan haciendo el mal
y gozan con la perversión;
15 de los que siguen senderos tortuosos
y caminos extraviados.
16 Te librará de la mujer ajena,
de la extraña de palabras seductoras,
17 la que abandona al compañero de su juventud
y olvida la alianza de su Dios;
18 su casa se precipita en la muerte
y sus sendas en el reino de las sombras.
19 Los que allí entran no regresan,
ni reencuentran los senderos de la vida.
20 Tú, en cambio, sigue el camino de los buenos
y mantén el sendero de los justos.
21 Porque los honrados habitarán la tierra
y los rectos permanecerán en ella;
22 pero los malvados serán arrancados de la tierra,
los perversos serán extirpados de ella.

Hijo mío, no olvides mi enseñanza
y guarda en tu memoria mis mandatos,
pues te prolongarán los días
y tendrás años de vida y bienestar.
Que el amor y la verdad
no se separen de ti:
átalos a tu cuello,
grábalos en tu corazón;
así obtendrás estima y favor
ante Dios y ante los hombres.
Confía plenamente en el Señor
y no te fíes de tu inteligencia.
Cuenta con él en todos tus caminos
y él dirigirá tus senderos.
No presumas de sabio,
respeta al Señor y evita el mal;
ello dará salud a tu cuerpo
y fortaleza a tus huesos.
Honra al Señor con tus riquezas,
con las primicias de todas tus cosechas:
10 tus graneros se llenarán de trigo
y tus bodegas rebosarán de vino.
11 Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor
ni te disguste su reprensión,
12 porque el Señor reprende a quien ama,
como un padre al hijo preferido.

Felicidad del sabio

13 Feliz quien encuentra sabiduría,
la persona que adquiere inteligencia:
14 es de más valor que la plata,
y más rentable que el oro;
15 es más valiosa que las joyas,
ningún placer se le puede comparar.
16 Con su derecha ofrece larga vida,
con su izquierda, fama y riqueza.
17 Sus caminos son una delicia,
apacibles todas sus sendas.
18 Es árbol de vida para quienes la consiguen,
los que la mantienen son felices.
19 El Señor fundó la tierra con sabiduría,
fijó los cielos con inteligencia;
20 por su saber las aguas abismales se separan
y las nubes gotean rocío.

Virtudes sapienciales

21 Hijo mío, mantén la discreción y el buen juicio
y jamás los pierdas de vista,
22 pues serán fuente de vida para ti
y te adornarán como un collar.
23 Así caminarás tranquilo
y tus pies no tropezarán.
24 Cuando te acuestes no tendrás miedo
y, acostado, tendrás dulces sueños.
25 No temerás el terror imprevisto
ni la ruina que sobreviene a los malvados,
26 porque el Señor estará a tu lado
y pondrá tus pies a salvo de las trampas.
27 No niegues un favor a quien lo necesita,
si está en tu mano el concederlo.
28 Si ahora tienes, no digas a tu prójimo:
“Vete y vuelve, mañana te daré”.
29 No planees daños contra tu prójimo
mientras vive confiado junto a ti.
30 No pleitees contra cualquiera sin motivo,
si no te ha hecho ningún daño.
31 No envidies a la persona violenta,
ni trates de imitar su proceder;
32 porque el Señor aborrece al desalmado
y brinda su confianza a los honrados.
33 El Señor maldice la casa del malvado
y bendice el hogar de los justos;
34 se burla de los burlones
y concede su favor a los humildes.
35 Los sabios heredan honores,
los necios cargan con la deshonra.

Experiencia y tradición

Escuchen, hijos, las advertencias paternas,
atiendan para adquirir inteligencia;
puesto que les doy buena enseñanza,
no abandonen mis instrucciones.
También yo fui hijo de mi padre,
amado con ternura por mi madre.
Él me instruía diciéndome:
“Guarda mis palabras en tu mente,
cumple mis mandatos y vivirás.
Adquiere sabiduría e inteligencia,
no te olvides ni te apartes de mis palabras.
No la abandones y ella cuidará de ti,
ámala y ella te protegerá.
Antes que nada adquiere sabiduría,
con toda tu fortuna adquiere inteligencia.
Apréciala y ella te engrandecerá;
abrázala y ella te dará prestigio;
adornará tu cabeza con una diadema preciosa,
te obsequiará con una corona de gloria”.

Los dos caminos

10 Escucha, hijo mío, acoge mis palabras
y vivirás muchos años.
11 Te he enseñado el camino de la sabiduría,
te he orientado por sendas de honradez.
12 Cuando camines, no se trabarán tus pasos;
cuando corras, no tropezarás.
13 Agárrate a la instrucción y no la sueltes;
consérvala, pues te va la vida en ello.
14 No te adentres en senda de malvados,
ni pises en camino de perversos;
15 evítalo, no lo transites;
apártate y sigue adelante.
16 Sólo cuando hacen daño,
duermen tranquilos los malvados;
sólo haciendo caer a alguien,
logran conciliar el sueño;
17 comen el pan del delito
y beben el vino de la violencia.
18 La senda de los justos es como amanecer
que va clareando hasta pleno día;
19 el camino de los malvados es noche oscura,
van a tropezar y no saben dónde.

Sabiduría y rectitud

20 Presta, hijo mío, oído a mi discurso,
pon atención a mis palabras.
21 No las pierdas de vista,
consérvalas en tu corazón,
22 pues son vida para quien las descubre
y salud para todo su cuerpo.
23 Vigila atentamente tu interior,
pues de él brotan fuentes de vida.
24 Aparta de tu boca el engaño
y aleja la falsedad de tus labios.
25 Que tus ojos miren de frente,
que sea franca tu mirada.
26 Observa el sendero que pisas
y todos tus caminos serán firmes.
27 No te desvíes a ningún lado
y aleja tus pasos del mal.

La mujer ajena y la mujer propia

Hijo mío, atiende a mi sabiduría,
presta oído a mi inteligencia;
así conservarás el buen juicio
y tus labios guardarán el saber.
Los labios de la mujer ajena rezuman miel
y su boca es más suave que el aceite;
pero acaba siendo amarga como ajenjo
y cortante como arma de dos filos.
Sus pies se precipitan en la muerte,
sus pasos van derechos al abismo.
No le preocupa la senda de la vida,
camina a la perdición y no lo sabe.
Por tanto, hijo mío, escúchame
y no rechaces mis palabras:
aleja de ella tu camino
y no te acerques a la puerta de su casa;
no vayas a entregar tu honor a otros
y tu dignidad a un hombre despiadado;
10 no vayas a saciar a extraños con tu esfuerzo
y acabe tu fatiga en casa ajena.
11 Al final habrás de lamentarlo
cuando tus carnes se consuman,
12 y tengas que decir:
“¿Cómo pude rechazar la corrección
y mi mente despreció las advertencias?
13 ¿Por qué no escuché a mis maestros
ni presté atención a mis educadores?
14 Casi me hundo en la desgracia
ante la asamblea reunida”.
15 Bebe el agua de tu aljibe,
las corrientes de tu pozo.
16 No viertas tus arroyos por la calle
ni tus fuentes por las plazas.
17 Utilízalos tú solo,
no los compartas con extraños.
18 Que tu fuente sea bendita,
disfruta con la esposa de tu juventud,
19 cierva querida, gacela encantadora;
que sus pechos te embriaguen cada día
y su amor te cautive sin cesar.
20 ¿Por qué has de enamorarte, hijo mío, de una ajena
y caer en brazos de una desconocida?
21 El Señor ve los caminos del ser humano,
examina todos sus senderos.
22 Al malvado lo atrapan sus propios delitos,
las redes de su pecado lo aprisionan;
23 morirá por falta de corrección,
por su gran insensatez se perderá.

El fiador

Hijo mío, si has salido fiador de tu prójimo,
si has cerrado un trato con un extraño,
si has empeñado tu palabra
y has quedado obligado por lo dicho,
haz lo siguiente, hijo mío, para salir bien librado,
pues has caído en manos de tu prójimo:
Trágate el orgullo e importuna a tu prójimo;
no te entregues al sueño
ni te des un instante de reposo;
escapa cual gacela de la trampa,
como ave de la red del cazador.

El perezoso

Mira a la hormiga, perezoso,
observa su conducta y aprende:
aunque no tiene jefe,
ni inspector, ni gobernante,
prepara en el verano su alimento,
en tiempo de siega almacena su comida.
¿Cuánto tiempo dormirás, perezoso?
¿Cuándo te levantarás del sueño?
10 Un rato de sueño, otro de siesta,
cruzas los brazos y a descansar;
11 y te asalta como un bandido la pobreza
y la penuria como un hombre armado.

El malhechor

12 El perverso y malhechor
camina con gesto torcido,
13 mirando con mala intención,
arrastrando los pies,
señalando con los dedos,
14 urdiendo maldades en su mente perversa
y provocando riñas continuamente.
15 Por eso llegará su ruina repentina,
será destruido de inmediato y sin remedio.

Siete cosas detestables

16 Hay seis cosas que detesta el Señor
y una séptima que aborrece del todo:
17 ojos altaneros, lengua mentirosa,
manos manchadas de sangre inocente,
18 mente que trama planes perversos,
pies ligeros para correr hacia el mal,
19 testigo falso que difunde mentiras
y el que atiza discordias entre hermanos.

Sobre el adulterio

20 Cumple, hijo mío, los mandatos de tu padre
y no desprecies las enseñanzas de tu madre.
21 Llévalos siempre grabados en tu mente
y átalos alrededor de tu cuello.
22 Cuando camines, te guiarán;
cuando te acuestes, te protegerán;
cuando despiertes, conversarán contigo.
23 Porque el mandato es lámpara, la enseñanza es luz
y la reprensión que corrige es camino de vida.
24 Te protegerán de la mujer mala,
de la lengua melosa de la extraña.
25 No te dejes seducir por su belleza,
ni te dejes cautivar por sus miradas.
26 Pues a la prostituta basta una hogaza de pan,
mas la casada persigue a personas valiosas.
27 Nadie puede llevar fuego en su pecho
sin que se le queme la ropa;
28 nadie puede caminar sobre ascuas
sin abrasarse los pies;
29 así sucede a quien va tras la mujer del prójimo:
quien la toque no quedará impune.
30 Al ladrón se le desprecia aunque robe
para saciar el estómago hambriento;
31 si lo sorprenden, pagará siete veces
y entregará todos los bienes de su casa.
32 El adúltero es un insensato,
actuando así arruina su vida;
33 tendrá que soportar palos e insultos
y no podrá borrar su infamia.
34 Porque los celos enfurecen al marido
y su venganza será implacable;
35 no admitirá compensaciones,
no se calmará aunque multipliques los regalos.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España