Job 1-2
Reina-Valera 1995
Las desventuras de Job
1 Había en el país de Uz un hombre llamado Job. Era un hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. 2 Le habían nacido siete hijos y tres hijas. 3 Su hacienda era de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas y muchísimos criados. Era el hombre más importante de todos los orientales.
4 Sus hijos celebraban banquetes en sus casas, cada uno en su día; y enviaban a llamar a sus tres hermanas para que comieran y bebieran con ellos. 5 Y sucedía que una vez pasados los días de turno, Job los hacía venir y los santificaba. Se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: «Quizá habrán pecado mis hijos y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones.» Esto mismo hacía cada vez.
6 Un día acudieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, y entre ellos vino también Satanás.
7 Dijo Jehová a Satanás:
—¿De dónde vienes?
Respondiendo Satanás a Jehová, dijo:
—De rodear la tierra y andar por ella.
8 Jehová dijo a Satanás:
—¿No te has fijado en mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?
9 Respondiendo Satanás a Jehová, dijo:
—¿Acaso teme Job a Dios de balde? 10 ¿No le has rodeado de tu protección, a él y a su casa y a todo lo que tiene? El trabajo de sus manos has bendecido, y por eso sus bienes han aumentado sobre la tierra. 11 Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que posee, y verás si no blasfema contra ti en tu propia presencia.
12 Dijo Jehová a Satanás:
—Todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él.
Y salió Satanás de delante de Jehová.
13 Un día aconteció que sus hijos e hijas comían y bebían vino en casa de su hermano el primogénito, 14 y vino un mensajero a Job y le dijo:
—Estaban arando los bueyes y las asnas pacían cerca de ellos; 15 de pronto nos asaltaron los sabeos y se los llevaron, y mataron a los criados a filo de espada. Solamente escapé yo para darte la noticia.
16 Aún estaba éste hablando, cuando vino otro, que dijo:
—Fuego de Dios cayó del cielo y quemó a ovejas y a pastores, y los consumió. Solamente escapé yo para darte la noticia.
17 Aún estaba éste hablando, cuando vino otro, que dijo:
—Tres escuadrones de caldeos arremetieron contra los camellos y se los llevaron, y mataron a los criados a filo de espada. Solamente escapé yo para darte la noticia.
18 Entre tanto que éste hablaba, vino otro, que dijo:
—Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito, 19 cuando un gran viento se levantó del lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, la cual cayó sobre los jóvenes, y murieron. Solamente escapé yo para darte la noticia.
20 Entonces Job se levantó, rasgó su manto y se rasuró la cabeza; luego, postrado en tierra, adoró 21 y dijo:
«Desnudo salí del vientre de mi madre
y desnudo volveré allá.
Jehová dio y Jehová quitó:
¡Bendito sea el nombre de Jehová!»
22 En todo esto no pecó Job ni atribuyó a Dios despropósito alguno.
2 Otro día acudieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, y entre ellos vino también Satanás para presentarse delante de Jehová. 2 Dijo Jehová a Satanás:
—¿De dónde vienes?
Respondiendo Satanás a Jehová, dijo:
—De rodear la tierra y andar por ella.
3 Jehová dijo a Satanás:
—¿No te has fijado en mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? ¡Todavía mantiene su integridad, a pesar de que tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa!
4 Respondiendo Satanás a Jehová, dijo:
—Piel por piel, todo lo que el hombre tiene lo dará por su vida. 5 Pero extiende tu mano, toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia.
6 Dijo Jehová a Satanás:
—Él está en tus manos; pero guarda su vida.
7 Salió entonces Satanás de la presencia de Jehová e hirió a Job con una llaga maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. 8 Y Job, sentado en medio de ceniza, tomaba un trozo de tiesto y se rascaba con él.
9 Entonces le dijo su mujer:
—¿Aún te mantienes en tu integridad? ¡Maldice a Dios y muérete!
10 Él le dijo:
—Como suele hablar cualquier mujer insensata, así has hablado. ¿Pues qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?
En todo esto no pecó Job con sus labios.
11 Tres amigos de Job, Elifaz, el temanita, Bildad, el suhita, y Zofar, el naamatita, al enterarse de todo este mal que le había sobrevenido, llegaron cada uno de su tierra, habiendo acordado venir juntos a condolerse con él y a consolarlo. 12 Estos, alzando los ojos desde lejos, no lo reconocieron. Entonces lloraron a gritos, y rasgó cada cual su manto y esparcieron polvo los tres sobre sus cabezas hacia el cielo. 13 Así permanecieron sentados con él en tierra durante siete días y siete noches, y ninguno le decía una palabra, porque veían que su dolor era muy grande.
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