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¡Ay, si mi cabeza se hiciera agua
y mis ojos fuentes de lágrimas,
para llorar día y noche
a los muertos de la hija de mi pueblo!
¡Ay, quién me diera en el desierto
un albergue de caminantes,
para abandonar a mi pueblo y apartarme de ellos!,
porque todos ellos son adúlteros,
una congregación de traidores.
Hicieron que su lengua lanzara mentira como un arco,
y no se fortalecieron para la verdad en la tierra,
porque de mal en mal procedieron.
«Me han desconocido»,
dice Jehová.

Guárdese cada cual de su compañero
y en ningún hermano tenga confianza,
porque todo hermano engaña falazmente
y todo compañero anda calumniando.
Cada uno engaña a su compañero
y ninguno dice la verdad.
Han acostumbrado su lengua a decir mentiras
y se ocupan de actuar perversamente.

«Su morada está en medio del engaño;
engañadores como son, no quisieron conocerme»,
dice Jehová.
Por tanto, así dice Jehová de los ejércitos:
«Yo los refinaré y los probaré,
porque ¿qué más he de hacer por la hija de mi pueblo?
Saeta aguda es la lengua de ellos:
sólo habla engaño.
Con su boca dicen: “Paz” al amigo,
pero dentro de sí le ponen asechanzas.
¿No los he de castigar por estas cosas?,
dice Jehová.
De tal nación, ¿no se vengará mi alma?

10 »Por los montes levantaré lloro y lamentación,
y llanto por los pastizales del desierto,
porque han sido desolados
hasta no quedar quien pase
ni oírse el bramido del ganado;
desde las aves del cielo hasta las bestias
de la tierra huyeron, se fueron.

11 »Reduciré a Jerusalén a un montón de ruinas,
a una guarida de chacales,
y convertiré las ciudades de Judá en una desolación
donde no quede un solo morador.»

Amenaza de ruina y exilio

12 ¿Quién es hombre sabio que entienda esto?, o ¿a quién habló la boca de Jehová, para que pueda declararlo? ¿Por qué causa la tierra ha perecido, ha sido asolada como un desierto, hasta no haber quien pase por ella?

13 Dijo Jehová: «Dejaron mi Ley, la cual di delante de ellos, y no obedecieron a mi voz ni caminaron conforme a ella; 14 antes bien, se fueron tras la imaginación de su corazón y en pos de los baales, según les enseñaron sus padres. 15 Por tanto, así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: A este pueblo yo les daré a comer ajenjo y les daré a beber aguas envenenadas. 16 Los esparciré entre naciones que ni ellos ni sus padres conocieron; y enviaré la espada en pos de ellos, hasta que los acabe.»

17 Así dice Jehová de los ejércitos:
«Sed sabios y haced venir a las plañideras;
buscad a las hábiles en su oficio.»
18 ¡Que se den prisa
y levanten llanto por nosotros!
¡Desháganse nuestros ojos en lágrimas,
y nuestros párpados destilen aguas!,
19 porque de Sión fue oída una voz de lamentación:
«¡Cómo hemos sido destruidos!
En gran manera hemos sido avergonzados,
porque abandonamos la tierra,
porque han destruido nuestras moradas.»
20 Oíd, pues, mujeres, palabra de Jehová;
reciba vuestro oído la palabra de su boca.
Enseñad lamentaciones a vuestras hijas
y un canto fúnebre cada una a su amiga,
21 porque la muerte ha subido por nuestras ventanas
y ha entrado en nuestros palacios,
para exterminar a los niños en las calles,
a los jóvenes en las plazas.
22 Di: «Así dice Jehová:
Los cuerpos de los hombres muertos caerán
como estiércol sobre la faz del campo,
como manojos tras el segador,
y no hay quien los recoja.»

El conocimiento de Dios es la gloria del hombre

23 Así ha dicho Jehová:
«No se alabe el sabio en su sabiduría,
ni en su valentía se alabe el valiente,
ni el rico se alabe en sus riquezas.
24 Mas alábese en esto el que haya de alabarse:
en entenderme y conocerme,
que yo soy Jehová,
que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra,
porque estas cosas me agradan,
dice Jehová.»

25 «Vienen días, dice Jehová, en que castigaré a todo circuncidado y a todo incircunciso; 26 a Egipto y a Judá, a Edom, a los hijos de Amón y de Moab, y a todos los que se rapan las sienes, los que habitan en el desierto, porque todas las naciones son incircuncisas, y toda la casa de Israel es incircuncisa de corazón.»

Los falsos dioses y el Dios verdadero

10 Oíd la palabra que Jehová ha hablado sobre vosotros, casa de Israel. Así ha dicho Jehová:

«No aprendáis el camino de las naciones
ni tengáis temor de las señales del cielo,
aunque las naciones las teman.
Porque las costumbres de los pueblos son vanidad:
cortan un leño del bosque,
luego lo labra el artífice con su cincel,
con plata y oro lo adornan
y con clavos y martillo lo afirman
para que no se mueva.
Derechos están como una palmera, pero no hablan;
son llevados, porque no pueden andar.
No tengáis temor de ellos,
porque ni pueden hacer mal
ni tienen poder para hacer bien.»

No hay nadie semejante a ti, Jehová;
grande eres tú
y grande en poder es tu nombre.
¿Quién no te temerá,
Rey de las naciones?
A ti es debido el temor,
porque entre todos los sabios de las naciones
y en todos sus reinos,
no hay nadie semejante a ti.
Todos se infatuarán y entontecerán.
Enseñanza vana es el leño.
Traerán plata batida de Tarsis y oro de Ufaz,
obra del artífice y de manos del fundidor;
los vestirán de azul y de púrpura,
pues obra de peritos es todo.
10 Mas Jehová es el Dios verdadero:
él es el Dios vivo y el Rey eterno;
ante su ira tiembla la tierra,
y las naciones no pueden sufrir su indignación.

11 Les diréis esto: «Los dioses, que no hicieron los cielos ni la tierra, desaparezcan de la tierra y de debajo de los cielos.»

12 Él hizo con su poder la tierra,
con su saber puso en orden el mundo
y con su sabiduría extendió los cielos.
13 A su voz se produce en el cielo un tumulto de aguas;
él hace subir las nubes del extremo de la tierra,
trae los relámpagos con la lluvia
y saca el viento de sus depósitos.
14 Todo hombre se embrutece, le falta conocimiento;
se avergüenza de su ídolo todo fundidor,
porque mentirosa es su obra de fundición y no hay espíritu en ella.
15 Vanidad son, obra vana;
en el tiempo de su castigo perecerán.
16 No es así la porción de Jacob,
porque él es el Hacedor de todo,
e Israel es la vara de su heredad:
¡Jehová de los ejércitos es su nombre!

Asolamiento de Judá

17 Recoge del suelo tu equipaje,
tú que moras en lugar fortificado,
18 porque así ha dicho Jehová:
«Esta vez arrojaré con honda
a los moradores de la tierra,
y los afligiré, para que lo sientan.»

19 ¡Ay de mí, por mi quebrantamiento!
Mi llaga es muy dolorosa.
Pero dije: «Ciertamente enfermedad mía es ésta, y debo sufrirla.
20 Mi tienda está destruida
y todas mis cuerdas están rotas;
mis hijos me han abandonado y perecieron;
no hay ya quien levante mi tienda
ni quien cuelgue mis cortinas.»

21 Porque los pastores se han vuelto necios
y no han buscado a Jehová;
por eso, no prosperaron
y se dispersó todo su rebaño.

22 Un fuerte rumor, un gran alboroto,
viene de la tierra del norte,
para convertir en soledad todas las ciudades de Judá,
en guarida de chacales.

23 ¡Conozco, Jehová, que el hombre no es señor de su camino,
ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos!
24 ¡Castígame, Jehová, mas con juicio;
no con tu furor, para que no me aniquiles!

25 Derrama tu enojo sobre los pueblos
que no te conocen
y sobre las naciones que no invocan tu nombre,
porque se comieron a Jacob,
lo devoraron, lo han consumido
y han asolado su morada.

El pacto violado

11 Palabra que vino de Jehová a Jeremías, diciendo: «Oíd las palabras de este pacto, y hablad a todo hombre de Judá y a todo habitante de Jerusalén. Decidles que así ha dicho Jehová, Dios de Israel: “Maldito el que no obedezca las palabras de este pacto, el cual mandé a vuestros padres el día que los saqué de la tierra de Egipto, del horno de hierro, diciéndoles: Oíd mi voz y cumplid mis palabras conforme a todo lo que os mando. Entonces vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios. Así confirmaré el juramento que hice a vuestros padres, que les daría la tierra que fluye leche y miel, como en este día.”»

Yo respondí y dije: «¡Amén, Jehová!»

Jehová me dijo: «Proclama todas estas palabras en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, diciendo: “Oíd las palabras de este pacto y ponedlas por obra. Porque solemnemente advertí a vuestros padres el día que los hice subir de la tierra de Egipto, amonestándolos sin cesar, desde el principio hasta el día de hoy, diciendo: ¡Escuchad mi voz! Pero no escucharon ni inclinaron su oído; antes bien, se fueron cada uno tras la imaginación de su malvado corazón. Por tanto, traeré sobre ellos todas las palabras de este pacto, el cual mandé que cumplieran, y no cumplieron.”»

Me dijo Jehová: «Conspiración se ha hallado entre los hombres de Judá y entre los habitantes de Jerusalén. 10 Se han vuelto a las maldades de sus primeros padres, los cuales no quisieron escuchar mis palabras y se fueron tras dioses ajenos para servirlos. La casa de Israel y la casa de Judá quebrantaron mi pacto, el cual había yo concertado con sus padres. 11 Por tanto, así ha dicho Jehová: Yo traigo sobre ellos un mal del que no podrán escapar. Clamarán a mí, pero no los escucharé. 12 Entonces irán las ciudades de Judá y los habitantes de Jerusalén a clamar a los dioses a quienes queman incienso, los cuales no los podrán salvar en el tiempo de su mal. 13 Porque según el número de tus ciudades fueron tus dioses, Judá; y según el número de tus calles, Jerusalén, pusiste los altares de ignominia, altares para ofrecer incienso a Baal.

14 »Tú, pues, no ores por este pueblo: no levantes por ellos clamor ni oración, porque yo no los escucharé el día en que por su aflicción clamen a mí.

15 »¿Qué derecho tiene mi amada en mi Casa,
habiendo hecho tantas abominaciones?
¿Crees que los sacrificios y la carne consagrada de las víctimas
pueden evitarte el castigo?
¿Puedes gloriarte de eso?
16 Olivo verde, hermoso en su fruto y en su aspecto,
llamó Jehová tu nombre.
Pero al son de un recio estrépito hizo encender fuego sobre él,
y se quebraron sus ramas.

17 »Porque Jehová de los ejércitos, que te plantó, ha decretado el mal contra ti, a causa de la maldad que la casa de Israel y la casa de Judá han cometido, provocándome a ira al quemar incienso a Baal.»

Complot contra Jeremías

18 Jehová me lo hizo saber, y lo supe; entonces me hiciste ver sus obras. 19 Yo era como un cordero inocente que llevan a degollar, pues no entendía que maquinaban designios contra mí, diciendo: «Destruyamos el árbol con su fruto, cortémoslo de la tierra de los vivientes, para que no haya más memoria de su nombre.»

20 Pero tú, Jehová de los ejércitos,
que juzgas con justicia,
que escudriñas la mente y el corazón,
déjame ver tu venganza sobre ellos,
porque ante ti he expuesto mi causa.

21 Por tanto, así ha dicho Jehová acerca de los hombres de Anatot que buscan tu vida, diciendo: «No profetices en nombre de Jehová, para que no mueras a nuestras manos.» 22 Así, pues, ha dicho Jehová de los ejércitos: «Yo los castigaré: los jóvenes morirán a espada, sus hijos y sus hijas morirán de hambre. 23 No quedará ni un resto de ellos, pues yo traeré el mal sobre los hombres de Anatot, en el año de su castigo.»