Isaías 45-48
Nueva Versión Internacional
45 Así dice el Señor a Ciro, su ungido,
a quien tomó de la mano derecha
para someter a su dominio las naciones
y despojar de su armadura a los reyes,
para abrir a su paso las puertas
y dejar abiertas las entradas:
2 «Marcharé al frente de ti
y allanaré las montañas;[a]
haré pedazos las puertas de bronce
y cortaré los cerrojos de hierro.
3 Te daré los tesoros de las tinieblas
y las riquezas guardadas en lugares secretos,
para que sepas que yo soy el Señor,
el Dios de Israel, que te llama por tu nombre.
4 Por causa de Jacob mi siervo,
de Israel mi escogido,
te llamo por tu nombre
y te confiero un título de honor,
aunque tú no me conoces.
5 Yo soy el Señor y no hay otro;
fuera de mí no hay ningún Dios.
Aunque tú no me conoces,
te fortaleceré,
6 para que sepan de oriente a occidente
que no hay ningún otro fuera de mí.
Yo soy el Señor
y no hay ningún otro.
7 Yo formo la luz y creo las tinieblas,
traigo bienestar y creo calamidad;
Yo, el Señor, hago todas estas cosas.
8 »¡Destilen, cielos, desde lo alto!
¡Nubes, hagan llover justicia!
¡Que se abra la tierra de par en par!
¡Que brote la salvación!
¡Que crezca con ella la justicia!
Yo, el Señor, lo he creado».
9 ¡Ay del que contiende con su Hacedor!
¡Ay del que no es más que un tiesto
entre los tiestos de la tierra!
¿Acaso el barro reclama al alfarero:
«¡Fíjate en lo que haces!
¡Tu vasija no tiene agarraderas!»?
10 ¡Ay!, del que reprocha a su padre:
«¡Mira lo que has engendrado!».
¡Ay!, del que reclama a su madre:
«¡Mira lo que has dado a luz!».
11 Así dice el Señor,
el Santo de Israel, su Hacedor:
«¿Van acaso a pedirme cuentas del futuro de mis hijos
o a darme órdenes sobre la obra de mis manos?
12 Yo hice la tierra
y sobre ella creé a la humanidad.
Mis propias manos extendieron los cielos
y di órdenes a todo su ejército.
13 Levantaré a Ciro en justicia;
allanaré todos sus caminos.
Él reconstruirá mi ciudad
y pondrá en libertad a mis cautivos,
pero no por precio ni soborno.
Lo digo yo, el Señor de los Ejércitos».
14 Así dice el Señor:
«Los productos de Egipto y la mercancía de Cus
pasarán a ser de tu propiedad;
los sabeos, hombres de elevada estatura,
marcharán detrás de ti en cadenas.
Se postrarán en tu presencia
y suplicantes te dirán:
“Hay un solo Dios, no hay ningún otro,
y ese Dios está contigo”».
15 Tú, Dios y Salvador de Israel,
eres un Dios que se oculta.
16 Todos los que hacen ídolos serán avergonzados y humillados
y, juntos, marcharán con su humillación.
17 Pero Israel será salvado por el Señor
con salvación eterna.
Nunca más ustedes volverán a ser
avergonzados ni humillados.
18 Porque así dice el Señor,
el que creó los cielos;
el Dios que formó la tierra,
que la hizo y la estableció;
que no la creó para dejarla vacía,
sino que la formó para ser habitada:
«Yo soy el Señor
y no hay ningún otro.
19 Desde ningún lugar de esta tierra tenebrosa
les he hablado en secreto.
Ni he dicho a los descendientes de Jacob:
“Búsquenme en vano”.
Yo, el Señor, digo lo que es justo
y declaro lo que es recto.
20 »Reúnanse, fugitivos de las naciones;
congréguense y vengan.
Ignorantes son los que cargan imágenes de madera
y oran a dioses que no pueden salvar.
21 Declaren y presenten sus pruebas,
deliberen juntos.
¿Quién predijo esto hace tiempo,
quién lo declaró desde tiempos antiguos?
¿Acaso no lo hice yo, el Señor?
Fuera de mí no hay otro dios;
Dios justo y salvador,
no hay ningún otro fuera de mí.
22 »Vuelvan a mí y sean salvos,
todos los confines de la tierra,
porque yo soy Dios y no hay ningún otro.
23 He jurado por mí mismo,
con justicia he pronunciado
una palabra irrevocable:
Ante mí se doblará toda rodilla
y por mí jurará toda lengua.
24 Ellos dirán de mí: “Solo en el Señor
están la justicia y el poder”».
Todos los que contra él se enfurecieron
ante él comparecerán y quedarán avergonzados.
25 Pero toda la descendencia de Israel
será justificada y exaltada en el Señor.
Los dioses de Babilonia
46 Bel se inclina, Nebo se somete;
sus ídolos son llevados por bestias de carga.[b]
Pesadas son las imágenes que por todas partes llevan;
son una carga para el agotado.
2 Todos a la vez se someten y se inclinan;
no pudieron rescatar la carga
y ellos mismos van al cautiverio.
3 «Escúchenme, descendientes de Jacob,
todo el resto del pueblo de Israel,
a quienes he cargado desde el vientre
y he llevado desde la cuna.
4 Aun en la vejez, cuando ya peinen canas,
yo seré el mismo, yo los sostendré.
Yo los hice y cuidaré de ustedes;
los sostendré y los libraré.
5 »¿Con quién vas a compararme o a quién me vas a igualar?
¿A quién vas a asemejarme para que seamos parecidos?
6 Algunos derrochan oro de sus bolsas
y pesan plata en la balanza;
contratan a un joyero para que les haga un dios
y ante ese dios se postran para adorarlo.
7 Lo levantan en hombros y lo cargan;
lo ponen en su lugar y allí se queda.
No se puede mover de su sitio.
Por más que clamen a él, no habrá de responderles
ni podrá salvarlos de sus aflicciones.
8 »Recuerden esto, rebeldes;
piénsenlo bien, fíjenlo en su corazón.
9 Recuerden las cosas pasadas, aquellas de antaño;
yo soy Dios y no hay ningún otro,
yo soy Dios y no hay nadie igual a mí.
10 Yo anuncio el fin desde el principio;
desde los tiempos antiguos, lo que está por venir.
Yo digo: Mi propósito se cumplirá,
y haré todo lo que deseo.
11 Del oriente llamo al ave de rapiña;
de tierra distante, al hombre que cumplirá mi propósito.
Lo que he dicho, haré que se cumpla;
lo que he planeado, lo realizaré.
12 Escúchenme ustedes, gente de corazón duro,
que están lejos de la justicia.
13 Mi justicia no está lejana;
mi salvación ya no tarda.
¡Estoy por traerlas!
Concederé salvación a Sión
y mi esplendor a Israel.
La caída de Babilonia
47 »Desciende, siéntate en el polvo,
hija virginal de Babilonia;
siéntate en el suelo, hija de los babilonios,[c]
pues ya no hay trono.
Nunca más se te llamará
tierna y delicada.
2 Toma piedras de molino y muele la harina;
quítate el velo,
levántate las faldas, desnúdate las piernas
y cruza los ríos.
3 Tu desnudez quedará al descubierto;
quedará expuesta tu vergüenza.
Voy a tomar venganza
y a nadie perdonaré».
4 Nuestro Redentor es el Santo de Israel;
su nombre es el Señor de los Ejércitos.
5 «Siéntate en silencio, hija de los babilonios;[d]
entra en las tinieblas.
Porque nunca más se te llamará
“soberana de los reinos”.
6 Yo estaba enojado con mi pueblo;
por eso profané mi heredad.
Los entregué en tu mano
y no les tuviste compasión.
Pusiste sobre los ancianos
un yugo muy pesado.
7 Dijiste: “¡Por siempre seré la soberana!”.
Pero no consideraste esto
ni reflexionaste sobre su final.
8 »Ahora, escucha esto, provocadora;
tú, que moras confiada
y te dices a ti misma:
“Yo soy y no hay otra fuera de mí.
Nunca enviudaré
ni me quedaré sin hijos”.
9 De repente, en un solo día,
ambas cosas te sorprenderán:
la pérdida de tus hijos y la viudez
te abrumarán por completo,
a pesar de tus muchas hechicerías
y de tus poderosos encantamientos.
10 Tú has confiado en tu maldad,
y has dicho: “Nadie me ve”.
Tu sabiduría y tu conocimiento te engañan
cuando a ti misma te dices:
“Yo soy y no hay otra fuera de mí”.
11 Pero vendrá sobre ti una desgracia
que no sabrás conjurar;
caerá sobre ti una calamidad
que no podrás evitar.
Una catástrofe que ni te imaginas
vendrá de repente sobre ti.
12 »Persiste, entonces, con tus encantamientos
y con tus muchas hechicerías,
en las que te has ejercitado desde la niñez.
Tal vez tengas éxito,
tal vez puedas provocar terror.
13 Los muchos consejos te han fatigado.
Que se presenten tus astrólogos,
los que observan las estrellas,
los que hacen predicciones mes a mes,
¡que te salven de lo que viene sobre ti!
14 ¡Míralos! Son como la paja
y el fuego los consumirá.
Ni a sí mismos pueden salvarse
del poder de las llamas.
Aquí no hay brasas para calentarse
ni fuego para sentarse ante él.
15 Eso son para ti los hechiceros
con quienes te has ejercitado
y con los que has negociado desde tu juventud.
Cada uno sigue en su error;
no habrá quien pueda salvarte.
El Israel obstinado
48 »Escuchen esto ustedes, los de la familia de Jacob,
descendientes de Judá,
que llevan el nombre de Israel;
que juran en el nombre del Señor
e invocan al Dios de Israel,
pero no con lealtad ni justicia.
2 Ustedes que se llaman ciudadanos de la ciudad santa
y confían en el Dios de Israel,
cuyo nombre es el Señor de los Ejércitos:
3 Desde hace mucho tiempo
anuncié las cosas pasadas.
Yo las profeticé;
yo mismo las di a conocer.
Actué de repente
y se hicieron realidad.
4 Porque yo sabía que eres muy obstinado;
que tu cuello es un tendón de hierro
y que tu frente es de bronce.
5 Por eso te declaré esas cosas desde hace tiempo;
te las di a conocer antes que sucedieran,
para que no dijeras:
“¡Fue mi ídolo quien las hizo!
¡Mi imagen tallada o fundida las dispuso!”.
6 De todo esto has tenido noticia,
¿y no vas a proclamarlo?
»Desde ahora te haré conocer cosas nuevas;
cosas que te son ocultas y desconocidas.
7 Son cosas creadas ahora y no hace tiempo;
hasta hoy no habías oído hablar de ellas,
para que no dijeras:
“¡Sí, ya las sabía!”.
8 Nunca habías oído ni entendido;
nunca antes se te había abierto el oído.
Yo sé bien que eres muy traicionero
y que desde tu nacimiento te llaman rebelde.
9 Por amor a mi nombre contengo mi ira;
por causa de mi alabanza me refreno,
para no aniquilarte.
10 ¡Mira! Te he refinado, pero no como a la plata;
te he probado en el horno de la aflicción.
11 Y lo he hecho por mí, por mi honor.
¿Cómo puedo permitir que se me profane?
¡No cederé mi gloria a ningún otro!
Liberación de Israel
12 »Escúchame, Jacob,
Israel, a quien he llamado:
Yo soy Dios.
Yo soy el Primero y el Último.
13 Con mi mano afirmé la tierra
y con mi derecha desplegué los cielos.
Yo pronuncié su nombre
y todos ellos aparecieron.
14 »Todos ustedes, reúnanse y escuchen:
¿Quién de ellos ha profetizado estas cosas?
El amado del Señor
ejecutará su propósito contra Babilonia;
su brazo estará contra los babilonios.[e]
15 Solo yo he hablado;
solo yo lo he llamado.
Lo haré venir
y triunfará en su misión.
16 »Acérquense a mí, escuchen esto:
»Desde el principio, jamás hablé en secreto;
cuando las cosas suceden, allí estoy yo».
Y ahora el Señor y Dios
me ha enviado con su Espíritu.
17 Así dice el Señor,
tu Redentor, el Santo de Israel:
«Yo soy el Señor tu Dios,
que te enseña lo que te conviene,
que te guía por el camino en que debes andar.
18 Si hubieras prestado atención a mis mandamientos,
tu paz habría sido como un río;
tu justicia, como las olas del mar.
19 Como la arena serían tus descendientes;
como los granos de arena, tus hijos;
su nombre nunca habría sido eliminado
ni borrado de mi presencia».
20 ¡Salgan de Babilonia!
¡Huyan de los babilonios![f]
Anuncien esto con gritos de alegría
y háganlo saber.
Publíquenlo hasta en los confines de la tierra;
digan: «El Señor ha redimido a su siervo Jacob».
21 Cuando los guio a través de los desiertos,
no tuvieron sed;
hizo que de la roca brotara agua para ellos;
partió la roca, y manaron las aguas.
22 «No hay paz para los malvados», dice el Señor.
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