Esdras 9-10
Reina-Valera 1995
Oración de confesión de Esdras
9 Acabadas estas cosas, los gobernantes se acercaron a mí y me dijeron: «El pueblo de Israel, los sacerdotes y levitas no se han separado de las gentes del país, de los cananeos, heteos, ferezeos, jebuseos, amonitas, moabitas, egipcios y amorreos, y han caído en sus abominaciones. 2 Porque han tomado mujeres para sí y para sus hijos de las hijas de ellos, y el linaje santo ha sido mezclado con las gentes del país. Los jefes y los gobernadores han sido los primeros en cometer este pecado.»
3 Cuando oí esto, rasgué mi vestido y mi manto, me arranqué pelo de mi cabeza y de mi barba, y me senté angustiado en extremo. 4 Todos los que temían las palabras del Dios de Israel se reunieron en torno a mí, a causa de la infidelidad de quienes habían regresado de la cautividad; pero estuve muy angustiado hasta la hora del sacrificio de la tarde. 5 A la hora del sacrificio de la tarde salí de mi aflicción y, rasgados mi vestido y mi manto, me postré de rodillas, extendí mis manos a Jehová, mi Dios, 6 y dije: «Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro hacia ti, porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestras cabezas y nuestros delitos han crecido hasta el cielo. 7 Desde los días de nuestros padres hasta este día hemos vivido en gran pecado; y por nuestras iniquidades nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes hemos sido entregados en manos de los reyes de los países, a la espada, al cautiverio, al robo y a la vergüenza que cubre nuestro rostro, como todavía sucede. 8 Ahora, por un breve momento, nos ha mostrado su misericordia Jehová, nuestro Dios, y ha hecho que nos quedara un resto libre, y nos ha dado un lugar seguro en su santuario. Así nuestro Dios ha iluminado nuestros ojos y nos ha dado un poco de vida en medio de nuestra servidumbre. 9 Porque siervos somos; pero en nuestra servidumbre no nos ha desamparado nuestro Dios, sino que nos favoreció con su misericordia delante de los reyes de Persia, para animarnos a levantar la casa de nuestro Dios, restaurar sus ruinas y darnos protección en Judá y en Jerusalén.
10 »Pero ahora, ¿qué diremos, oh Dios nuestro, después de esto? Porque nosotros hemos abandonado los mandamientos 11 que nos habías dado por medio de tus siervos, los profetas, diciendo: “La tierra en cuya posesión vais a entrar, es tierra corrompida a causa de la inmundicia de los pueblos de aquellas regiones, por las abominaciones con que la han llenado de uno a otro extremo con su impureza. 12 Ahora, pues, no deis vuestras hijas a sus hijos, ni toméis sus hijas para vuestros hijos, ni procuréis jamás su paz ni su prosperidad; para que seáis fuertes, comáis los mejores frutos de la tierra y la dejéis como herencia a vuestros hijos para siempre”.
13 »Después de todo lo que nos ha sobrevenido a causa de nuestras malas obras y a causa de nuestro gran pecado, ya que tú, Dios nuestro, no nos has castigado de acuerdo con nuestras iniquidades, y nos diste un resto como éste, 14 ¿hemos de volver a infringir tus mandamientos y a emparentar con pueblos que cometen estas abominaciones? ¿No te indignarías contra nosotros hasta consumirnos, sin que quedara resto ni quien escape?
15 »Jehová, Dios de Israel, tú eres justo, pues hemos quedado como un resto que ha escapado, tal cual ha sucedido en este día. Henos aquí delante de ti con nuestros delitos; por su causa no somos dignos de estar en tu presencia.»
Expulsión de las mujeres extranjeras
10 Mientras oraba Esdras y hacía confesión, llorando y postrándose delante de la casa de Dios, se reunió en torno a él una muy grande multitud de Israel, hombres, mujeres y niños; y el pueblo lloraba amargamente. 2 Entonces Secanías hijo de Jehiel, de los hijos de Elam, tomó la palabra y dijo a Esdras: «Nosotros hemos pecado contra nuestro Dios, pues tomamos mujeres extranjeras de los pueblos de la tierra; pero a pesar de esto, aún hay esperanza para Israel. 3 Ahora, pues, hagamos pacto con nuestro Dios de despedir a todas las mujeres y los nacidos de ellas, según el consejo de mi señor y de los que temen el mandamiento de nuestro Dios. ¡Que se haga conforme a la Ley! 4 Levántate, porque ésta es tu obligación, y nosotros estaremos contigo. ¡Anímate y pon manos a la obra!»
5 Entonces se levantó Esdras e hizo jurar a los principales sacerdotes y de los levitas, y a todo Israel, que harían conforme a esto; y ellos lo juraron. 6 Se retiró luego Esdras de delante de la casa de Dios y se fue a la habitación de Johanán hijo de Eliasib; pero no comió pan ni bebió agua, porque se entristeció a causa del pecado de los que habían regresado del cautiverio.
7 Después hicieron pregonar en Judá y en Jerusalén que todos los hijos del cautiverio se reunieran en Jerusalén; 8 y que el que no se presentara en el plazo de tres días, conforme al acuerdo de los jefes y de los ancianos, perdiera toda su hacienda y fuera excluido de la congregación de los que habían regresado del cautiverio. 9 Así todos los hombres de Judá y de Benjamín se reunieron en Jerusalén dentro de los tres días, a los veinte días del mes, que era el noveno mes; y se sentó todo el pueblo en la plaza de la casa de Dios, temblando con motivo de aquel asunto, y a causa de la lluvia. 10 Entonces se levantó el sacerdote Esdras y les dijo:
—Vosotros habéis pecado, por cuanto tomasteis mujeres extranjeras, aumentando así el pecado de Israel. 11 Ahora, pues, dad gloria a Jehová, Dios de vuestros padres, haced su voluntad y apartaos de los pueblos de las tierras y de las mujeres extranjeras.
12 Toda la asamblea respondió en alta voz:
—Hágase conforme a lo que has dicho. 13 Pero el pueblo es muy numeroso y estamos en tiempo de lluvias; además no podemos permanecer en la calle, ni es cuestión de un día ni de dos, pues somos muchos los que hemos pecado en esto. 14 Que sean nuestros jefes los que se queden en lugar de toda la congregación, y vengan en fechas determinadas todos aquellos que en nuestras ciudades hayan tomado mujeres extranjeras, acompañados de los ancianos y los jueces de cada ciudad, hasta que apartemos de nosotros el ardor de la ira de nuestro Dios a causa de esto.
15 Solamente Jonatán hijo de Asael, y Jahazías hijo de Ticva se opusieron a esto, y los levitas Mesulam y Sabetai los apoyaron. 16 Los que habían regresado del cautiverio actuaron de acuerdo con lo convenido. Y fueron apartados el sacerdote Esdras y algunos jefes de familia, según sus casas paternas. El primer día del décimo mes todos ellos, personalmente, se sentaron para examinar el asunto. 17 Y el primer día del primer mes terminaron el juicio de todos aquellos que habían tomado mujeres extranjeras.
18 Entre los hijos de los sacerdotes que habían tomado mujeres extranjeras, fueron hallados estos:
De los hijos de Jesúa hijo de Josadac, y de sus hermanos: Maasías, Eliezer, Jarib y Gedalías. 19 Estos levantaron su mano prometiendo que despedirían a sus mujeres, y presentaron como ofrenda de reparación por su pecado un carnero de los rebaños.
20 Entre los hijos de Imer: Hanani y Zebadías.
21 Entre los hijos de Harim: Maasías, Elías, Semaías, Jehiel y Uzías.
22 Entre los hijos de Pasur: Elioenai, Maasías, Ismael, Natanael, Jozabad y Elasa.
23 Entre los hijos de los levitas: Jozabad, Simei, Kelaía (este es kelita), Petaías, Judá y Eliezer.
24 Entre los cantores: Eliasib; y de los porteros: Salum, Telem y Uri.
25 Entre los hijos de Israel:
De los hijos de Paros: Ramía, Jezías, Malquías, Mijamín, Eleazar, Malquías y Benaía.
26 De los hijos de Elam: Matanías, Zacarías, Jehiel, Abdi, Jeremot y Elías.
27 De los hijos de Zatu: Elioenai, Eliasib, Matanías, Jeremot, Zabad y Aziza.
28 De los hijos de Bebai: Johanán, Hananías, Zabai y Atlai.
29 De los hijos de Bani: Mesulam, Maluc, Adaía, Jasub, Seal y Ramot.
30 De los hijos de Pahat-moab: Adna, Quelal, Benaía, Maasías, Matanías, Bezaleel, Binúi y Manasés.
31 De los hijos de Harim: Eliezer, Isías, Malquías, Semaías, Simeón, 32 Benjamín, Maluc y Semarías.
33 De los hijos de Hasum: Matenai, Matata, Zabad, Elifelet, Jeremai, Manasés y Simei.
34 De los hijos de Bani: Madai, Amram, Uel, 35 Benaía, Bedías, Quelúhi, 36 Vanías, Meremot, Eliasib, 37 Matanías, Matenai, Jaasai, 38 Bani, Binúi, Simei, 39 Selemías, Natán, Adaía, 40 Macnadebai, Sasai, Sarai, 41 Azareel, Selemías, Semarías, 42 Salum, Amarías y José.
43 Y de los hijos de Nebo: Jeiel, Matatías, Zabad, Zebina, Jadau, Joel y Benaía.
44 Todos estos habían tomado mujeres extranjeras; y algunas de sus mujeres habían dado a luz hijos.
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