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Gime, oh ciprés, porque ha caído el cedro; porque los poderosos son destruidos. Aullen, oh encinas de Basán, porque es derribado el bosque impenetrable. Se oye un gemido de pastores, porque su esplendor es desolado. Se oye el rugido de los cachorros de león, porque la espesura del Jordán es destruida.

Las ovejas y los dos cayados

Así ha dicho el SEÑOR mi Dios: “Apacienta las ovejas destinadas al matadero,

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