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'Tobit 5 ' not found for the version: Reina-Valera 1960.

Viaje de Tobías a Media

Entonces le respondió Tobías a su padre Tobit:

—Yo cumpliré todo lo que me encargas. ¿Pero cómo lograré que Gabael me entregue esa plata, si él no me conoce a mí ni yo lo conozco a él? ¿Qué señas le daré para que me reconozca y me crea y me dé la plata? Además, no conozco el camino para ir a Media.

Tobit le contestó:

—Gabael me dio un recibo firmado, y yo le di un comprobante firmado también. Luego partí éste por la mitad, y cada uno tomó una parte. Yo puse mi parte con la plata. ¡Y pensar que ya hace veinte años que dejé ese depósito! Ahora, hijo, busca un hombre de confianza que te acompañe, para que vayas a recuperar ese dinero. Le pagaremos lo que sea hasta que vuelvas.

El ángel Rafael, compañero de viaje

Tobías se fue a buscar una persona que conociera bien el camino y lo acompañara hasta Media. Y al salir se encontró delante de él al ángel Rafael. Pero Tobías no sabía que era un ángel de Dios, así que le preguntó:

—Joven, ¿de dónde eres?

El ángel le respondió:

—Soy israelita, como tú. Vine aquí a buscar trabajo.

Tobías le preguntó:

—¿Conoces el camino que lleva a Media?

—¡Claro! —contestó él—. He estado allá muchas veces. Conozco muy bien todos esos caminos. Muchas veces he ido a Media y me he alojado en la casa de Gabael, israelita también, que vive en Ragues de Media. De Ecbatana a Ragues hay dos días de viaje a buen paso. Las dos ciudades quedan en la región montañosa.

Tobías le dijo:

—Espérame, joven; entraré a decírselo a mi padre. Necesito que me acompañes. Yo te pagaré lo que sea.

El ángel respondió:

—Muy bien, te espero, pero no te tardes.

Tobías entró y le dijo a su padre:

—Mira, ya encontré un hombre, israelita como nosotros.

Tobit le respondió:

—Llámalo, hijo. Quiero saber de qué tribu y de qué familia es, y si es de confianza, para que te acompañe.

10 Tobías salió a llamarlo y le dijo:

—Joven, mi padre te llama.

El ángel entró, y Tobit se adelantó a saludarlo. El ángel le respondió, deseándole que se encontrara bien. Tobit le contestó:

—¿Qué bien me puedo encontrar ya? ¡Estoy ciego, no puedo ver la luz del sol! Me encuentro en la oscuridad, como los muertos, que ya no pueden ver la luz. Mi vida es una muerte. Oigo hablar a la gente, pero no la puedo ver.

El ángel le respondió:

—¡Ten confianza! Dios no tardará en sanarte. ¡Ten confianza!

Tobit le dijo:

—Mi hijo Tobías quiere viajar a Media. ¿Puedes acompañarlo y servirle de guía? Amigo, yo te pagaré lo que sea.

Él respondió:

—Sí, puedo acompañarlo. Conozco bien esos caminos. He ido muchas veces a Media y he recorrido todas esas llanuras y los montes. Conozco todos esos caminos.

11 —Dime, amigo —le dijo Tobit—, ¿de qué tribu y de qué familia eres?

12 El ángel respondió:

—¿Qué necesidad tienes de saber mi tribu?

—Amigo —insistió Tobit—, quiero saber quién eres realmente y cómo te llamas.

13 —Soy Azarías —contestó—, nieto de Ananías el viejo, israelita como tú.

14 Tobit le dijo:

—¡Bienvenido, amigo! Y no te molestes porque haya querido saber la verdad preguntándote por tu familia. Resulta que tú eres pariente nuestro. Eres de una familia excelente. Yo conocí a Ananías y a Natán, los dos hijos de Semelías el viejo. Yo iba con ellos a Jerusalén a asistir al culto divino, y no se han apartado del buen camino. ¡Qué gente tan buena son tus parientes! Eres de una familia excelente. ¡Bienvenido!

15 Luego añadió:

—Yo te pagaré una dracma por día, además de darte todo lo que necesites en la misma forma que a mi hijo. 16 Acompaña a mi hijo en este viaje, y todavía te daré algo más fuera de tu sueldo.

17 El ángel respondió:

—Yo iré con él. No temas. Volveremos a ti tan sanos y salvos como nos vamos. El camino es seguro.

Tobit dijo:

—¡Que Dios te bendiga, amigo!

Entonces llamó a su hijo y le dijo:

—Hijo, prepárate para el viaje y vete con tu amigo. Que Dios desde el cielo los proteja y les ayude a volver a mí sanos y salvos. Que el ángel de Dios los acompañe y los proteja, hijo mío.

Tobías besó a su padre y a su madre, y emprendió el viaje.

Tobit le deseó:

—¡Que tengas buen viaje!

El viaje

18 La madre de Tobías empezó a llorar, y dijo a Tobit:

—¿Para qué mandaste a mi hijo a ese viaje? Él es nuestro apoyo, y quien nos acompaña siempre. 19 ¿Para qué queremos más dinero? ¡Sería preferible perder la plata a perder a nuestro hijo! 20 Para vivir, nos basta con lo que el Señor nos ha dado.

21 Tobit le contestó:

—¡No te preocupes! Nuestro hijo volverá tan sano y salvo como se va. Tú misma te convencerás cuando vuelva con buena salud. 22 No te preocupes, querida, no temas que algo les pase. Un ángel bueno lo acompañará; le irá bien en el viaje, y volverá sano y salvo.

23 Entonces ella dejó de llorar.

Tobías viaja al país de Media

Tobías me contestó:

—Padre mío, haré todo lo que me pides. Pero dime, ¿cómo hago para que Gabael me entregue la plata, si él no me conoce ni yo a él? ¿Qué señal le puedo dar para que me crea y me entregue la plata? ¡Ni siquiera sé cómo llegar a ese país!

Yo le dije:

—Gabael y yo firmamos un documento, lo partimos en dos y cada uno guardó una parte. Yo puse mi parte junto con la plata. ¡Hace ya veinte años que la dejé guardada! Ahora, hijo mío, busca a un hombre de confianza que vaya contigo para recuperar esa plata. Dile que le pagaremos por cada día que dure el viaje.

El ángel Rafael acompaña a Tobías

Tobías fue a buscar a alguien que conociera bien el camino y lo llevara al país de Media. Cuando salió, se encontró con el ángel Rafael, pero Tobías no sabía que era un ángel de Dios.

Entonces, Tobías le preguntó:

—Joven, ¿de dónde eres?

Y el ángel le respondió:

—Soy israelita, al igual que tú, y estoy buscando trabajo.

Tobías le preguntó:

—¿Sabes cómo llegar al país de Media?

—¡Por supuesto! —contestó el ángel—. Conozco bien todos esos caminos. He ido muchas veces, y me he quedado en la casa de Gabael, un israelita que vive en Ragues, ciudad de ese país. El viaje de Ecbatana a Ragues se hace en dos días, si es que no se encuentran dificultades en el camino. Esas dos ciudades están en las montañas.

Entonces Tobías le dijo:

—Joven, necesito que me lleves allá. Te pagaré lo que me pidas; sólo déjame ir a decírselo a mi padre.

—Está bien, —respondió el ángel—. Aquí te espero, pero no tardes.

Tobías vino y me dijo:

—Ya encontré a alguien que me acompañe, y además es israelita.

—Dile que venga —le dije yo—. Quiero saber a qué tribu y a qué familia pertenece, para ver si podemos confiar en él.

10 Tobías fue a llamarlo, y le dijo:

—Joven, mi padre quiere conocerte.

Cuando el ángel entró en la casa, lo saludé primero, y él me contestó:

—¡Qué tengas paz y salud!

Pero yo le contesté:

—¡Qué paz ni qué salud! Estoy tan ciego que ni siquiera puedo ver la luz del sol. Escucho a la gente, pero no la puedo ver. Vivo en la oscuridad. ¡Estoy muerto en vida!

—¡No se desespere! —me dijo el ángel Rafael—. Dios lo sanará pronto. ¡Tenga confianza!

Yo le dije:

—Mi hijo Tobías quiere ir hasta el país de Media, ¿podrías acompañarlo y servirle de guía? Yo te pagaré por tus servicios.

—Claro que sí —me respondió—. He ido muchas veces a ese país, y he recorrido sus cerros y valles; conozco bien esos caminos.

11 Entonces le pregunté:

—Dime una cosa, amigo, ¿de qué tribu y de qué familia eres?

12 Y el ángel me contestó:

—¿Para qué quieres saber de qué tribu soy?

Le respondí:

—Para mí es muy importante saber quién eres y cómo te llamas.

13 —Me llamo Azarías —me contestó—, y soy hijo del famoso Ananías, que también es israelita.

14 Entonces le dije:

—¡Bienvenido! No te enojes por las preguntas que te hice, porque ahora resulta que tú eres nuestro pariente. Perteneces a una muy buena familia.

»Conozco muy bien a Ananías y a Natán, los hijos del famoso Semelías. Acostumbrábamos ir juntos a Jerusalén para adorar, y sé que se han mantenido fieles a Dios. Son muy buena gente. ¡Sin duda perteneces a una muy buena familia!

15-16 »Si aceptas ir con mi hijo, te pagaré el salario justo por cada día de trabajo, más un pago extra y todo lo que necesites para el viaje.

17 El ángel me contestó:

—Yo iré con su hijo; no se preocupe, porque el camino es seguro. Regresaremos sanos y salvos, tal como partimos.

Yo exclamé:

—¡Que Dios te bendiga!

Luego llamé a Tobías, y le dije:

—Hijo mío, prepara todo para el viaje, y vete con nuestro buen amigo. Que el Dios del cielo los cuide y los traiga de regreso sanos y salvos. Que el ángel de Dios los acompañe y los proteja.

Tobías nos besó a mí y a su madre, y emprendió el viaje. Yo le gritaba: «¡Qué tengas un buen viaje!» 18 Pero su madre, llorando, me reclamó:

—¿Por qué mandaste a mi hijo a ese viaje? ¡Él es todo el apoyo que tenemos y siempre está con nosotros! 19 ¿De qué nos servirá tener más dinero si perdemos a nuestro hijo? 20 ¡Con lo que Dios nos da es suficiente para vivir!

21 Pero yo la consolé, y le dije:

—¡No te angusties! Nuestro hijo regresará sano y salvo. Así como lo ves partir, lo verás regresar. 22 Mi amor, no te preocupes ni tengas miedo. Un ángel bueno lo acompañará en todo el camino, y nos lo traerá sano y salvo.

23 Entonces ella dejó de llorar.