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12 A Sara le dijo:

«Que tengas buen viaje, hija mía. Cuando llegues a casa de tus suegros, ellos serán tus padres, al igual que nosotros. Ojalá que mientras yo viva, sólo tenga buenas noticias de ti».

Luego Ragüel se despidió de ellos con un abrazo. 13 Edna, por su parte, le dijo a Tobías:

«Hijo mío, que Dios te acompañe y que vuelvas con bien a tu casa. Espero que Dios me permita ser abuela antes de morir. Él es testigo de que pongo a mi hija bajo tu cuidado; nunca la hagas sufrir. Ve en paz, hijo mío, que de ahora en adelante yo seré para ti como una madre, y mi hija será para ti como una hermana. ¡Ojalá pudiéramos vivir todos juntos!»

Enseguida Edna se despidió con un beso. 14 Tobías, por su parte, les dijo a sus suegros: «¡Espero que mientras yo viva, pueda darles a ustedes el honor que se merecen!»

Tobías salió de la casa de Ragüel sano y salvo. Iba feliz porque Dios, creador del cielo y de la tierra, y rey de toda la creación, le había dado un buen viaje. Por eso lo alabó y le pidió que bendijera a sus suegros.

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