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Salmo 35 (34)

No te alejes de mí

35 De David.
Señor, ataca a los que me atacan,
haz frente a los que luchan contra mí;
embraza el escudo, ponte la coraza
y decídete a actuar en mi ayuda;
empuña la lanza y detén
a quienes me persiguen;
dime: “Yo soy tu salvación”.
Que sean defraudados y humillados
los que desean mi muerte,
que retrocedan y queden turbados
los que pretenden dañarme.
Que sean como paja frente al viento
cuando el ángel del Señor los acose;
que sea su camino resbaladizo y sombrío
cuando el ángel del Señor los persiga.
Pues sin motivo me tendieron una trampa,
sin motivo me cavaron una fosa.
Que los sorprenda un desastre inesperado,
que los atrape la trampa que tendieron,
que caigan en la fosa que cavaron.
Y yo en el Señor me alegraré,
por su salvación me llenaré de gozo.
10 Todo mi ser proclamará:
“Señor, ¿quién como tú?”.
Tú libras al débil del que es más fuerte,
al humilde y al pobre del explotador.
11 Surgen testigos falsos
que me preguntan lo que no sé;
12 me devuelven mal por bien,
todos me han abandonado.
13 Pero yo, cuando ellos enfermaban,
me vestía con tela de saco,
ayunando me mortificaba
y no dejaba de orar dentro de mí.
14 Como por un amigo o un hermano,
como quien llora a su madre,
caminaba triste y abatido.
15 Pero, al caer yo, ellos se alegran,
se unen todos contra mí,
me dañan y nada entiendo,
me desgarran sin cesar.
16 Como hipócritas burlones
contra mí rechinan sus dientes.
17 Dios mío, ¿vas a seguir impasible?
Líbrame de los que rugen,
de estos leones libra mi vida.
18 Te daré gracias en la gran asamblea,
te alabaré en medio de la multitud.
19 Que no se burlen mí
quienes sin razón me detestan,
que no se hagan guiños
quienes sin motivo me odian.
20 No son de paz sus palabras,
y contra la gente tranquila
maquinan calumnias.
21 Se ríen de mí diciendo:
“Lo vimos con nuestros ojos”.
22 Señor, tú lo has visto,
no te quedes callado;
Dios mío, no te alejes de mí.
23 Despierta, ponte en acción,
hazme justicia y defiéndeme,
tú que eres mi Señor y mi Dios.
24 Júzgame según tu justicia;
Señor, Dios mío, que no se burlen de mí;
25 que no digan: “Lo conseguimos”;
que no piensen: “Lo hemos destruido”.
26 Queden defraudados y turbados
los que se alegran de mi desgracia,
que la vergüenza y la humillación cubran
a los que se muestran soberbios conmigo.
27 Que se regocijen y alegren
quienes quieren para mí justicia,
que en todo momento exclamen:
¡Qué grande es el Señor
que desea la paz de su siervo!
28 Mi lengua proclamará tu justicia
y tu alabanza durante todo el día.

Oración pidiendo la ayuda del Señor

(1a) De David.

35 (1b) Señor, opónte a los que se oponen a mí;
ataca a los que me atacan.
Toma tu escudo y ven en mi ayuda;
toma tu lanza y haz frente a los que me persiguen;
¡dime que eres tú mi salvador!

Huyan avergonzados
los que quieren matarme;
huyan avergonzados
los que quieren hacerme daño;
¡sean como paja que se lleva el viento,
arrojados por el ángel del Señor!
¡Sea su camino oscuro y resbaladizo,
perseguidos por el ángel del Señor!
Sin motivo me pusieron una trampa;
sin motivo hicieron un hoyo
para que yo cayera en él.
¡Que los sorprenda la desgracia!
¡Que caigan en su propia trampa!
¡Que caigan en desgracia!

Entonces me alegraré en el Señor,
porque él me habrá salvado.
10 De todo corazón diré:
«¿Quién como tú, Señor?
A los pobres y necesitados los libras
de quienes son más fuertes que ellos,
de quienes los explotan.»

11 Se levantan testigos malvados
y me preguntan cosas que yo no sé.
12 Me han pagado mal por bien,
y esto me causa mucha tristeza;
13 pues cuando ellos se enfermaban
yo me afligía por ellos,
me ponía ropas ásperas y ayunaba,
y en mi interior no dejaba de orar.
14 Andaba yo triste y decaído,
como si estuviera de luto por mi madre,
por un amigo o por mi propio hermano.
15 Pero cuando caí,
todos juntos se rieron de mí;
como si fueran gente extraña y desconocida,
me maltrataron sin cesar.
16 Me atormentaron, se burlaron de mí,
me lanzaron miradas cargadas de odio.

17 Señor, ¿cuánto tiempo seguirás viendo esto?
¡Sálvame la vida, mi única vida,
de esos leones que andan rugiendo!
18 Te daré gracias ante tu pueblo numeroso;
¡te alabaré ante la gran multitud!

19 Que no se alegren de mí mis enemigos;
que no se guiñen el ojo los que me odian sin razón.
20 Pues ellos no buscan la paz,
sino que hacen planes traicioneros
contra la gente pacífica del país;
21 abren tamaña boca contra mí, y dicen:
«¡Miren lo que hemos llegado a ver!»

22 ¡A ti te consta, Señor!
¡No te quedes en silencio!
¡No te alejes de mí!
23 Levántate, Señor y Dios mío, ¡despierta!
Hazme justicia, ponte de mi parte.
24 Júzgame, Señor y Dios mío,
de acuerdo con tu justicia.
¡Que no se rían de mí!
25 Que no digan ni piensen:
«¡Esto es lo que queríamos!
¡Lo hemos arruinado por completo!»
26 Que queden cubiertos de vergüenza
los que se alegran de mi desgracia;
que queden totalmente cubiertos de vergüenza
los que se creen superiores a mí.

27 Pero que se alegren y griten de alegría
los que quieren verme victorioso;
que digan constantemente:
«¡El Señor es grande,
y le agrada el bienestar de su siervo!»
28 Con mi lengua hablaré de tu justicia;
¡todo el día te alabaré!