Add parallel Print Page Options

El Señor es mi pastor

Salmo de David.

23 El Señor es mi pastor; nada me falta.
En campos de verdes pastos me hace descansar;
me lleva a arroyos de aguas tranquilas.(A)
Me infunde nuevas fuerzas
y me guía por el camino correcto,
para hacer honor a su nombre.

Aunque deba yo pasar por el valle más sombrío,
no temo sufrir daño alguno, porque tú estás conmigo;
con tu vara de pastor me infundes nuevo aliento.
Me preparas un banquete
a la vista de mis adversarios;
derramas perfume sobre mi cabeza
y me colmas de bendiciones.
Sé que tu bondad y tu misericordia
me acompañarán todos los días de mi vida,
y que en tu casa, oh Señor, viviré por largos días.

Insensatez y maldad humana(A)

Al músico principal. Sobre Majalat. Masquil de David.

53 Dentro de sí dicen los necios:
«Dios no existe.»
Corrompidos están. Sus hechos son repugnantes.
No hay nadie que haga el bien.

Desde el cielo, Dios observa a la humanidad
para ver si hay alguien con sabiduría
que busque a Dios.

Pero todos se han desviado;
todos a una se han corrompido.
No hay nadie que haga el bien;
¡ni siquiera hay uno solo!(B)

¿Acaso no piensan esos malhechores,
que devoran a mi pueblo como si fuera pan,
y jamás invocan a Dios?

Ellos se estremecerán de miedo
allí, donde no hay nada que temer.
Dios esparcirá los huesos de los que te asedian;
Dios los desechará y los dejará en vergüenza.

¡Que venga de Sión la salvación de Israel!
Cuando Dios haga volver a su pueblo cautivo,
¡se alegrará Jacob, se regocijará Israel!

Plegaria contra los enemigos de Israel

Cántico. Salmo de Asaf.

83 Dios mío, ¡no guardes silencio!
Dios mío, ¡no te quedes callado!
Date cuenta de que tus enemigos rugen,
de que te desafían los que te aborrecen.
Con astucia y en secreto conspiran contra tu pueblo;
se han juntado y hacen planes contra tus protegidos.
Amenazantes dicen: «¡Vamos a destruir a Israel!
¡Borremos de la memoria el nombre de esa nación!»
Conspiran con un solo propósito:
establecen alianzas para luchar en contra tuya
los campamentos edomitas e ismaelitas,
y también los moabitas y los agarenos,
los de Gebal, los de Amón y de Amalec,
los filisteos y los habitantes de Tiro.
También los asirios se les han unido,
y brindan su apoyo a los descendientes de Lot.

¡Haz con ellos lo que hiciste con Madián!(A)
¡Trátalos como a Sísara y Jabín en el arroyo de Cisón!(B)
10 Ellos fueron derrotados en Endor,
y se convirtieron en estiércol para la tierra.
11 ¡Trata a sus capitanes y a todos sus príncipes
como trataste a Oreb y a Zeeb,(C) a Zebaj y a Salmuná,(D)
12 esos que amenazantes decían:
«¡Vamos a adueñarnos de los pastizales de Dios!»

13 Dios mío, ¡envuélvelos en un torbellino!
¡Arrástralos como hojas secas lanzadas al viento!
14 ¡Que ardan como el fuego que consume el monte!
¡Que ardan como las llamas que abrasan el bosque!
15 ¡Persíguelos con tu tempestad!
¡Hazlos temblar de miedo con tu torbellino!
16 ¡Llénales la cara de vergüenza,
para que busquen, Señor, tu nombre!
17 ¡Que sean avergonzados y turbados para siempre!
¡Que sean deshonrados, y perezcan!
18 ¡Que reconozcan que tu nombre es el Señor,
y que sólo tú, Altísimo, estás sobre toda la tierra!

La bondad de Dios por los desposeídos

Aleluya.

113 Ustedes, siervos del Señor, ¡alábenlo!
¡Alaben el nombre del Señor!
¡Bendito sea el nombre del Señor
desde ahora y para siempre!
¡Alabado sea el nombre del Señor
desde la salida del sol hasta su ocaso!
El Señor está por encima de todas las naciones;
¡su gloria sobrepasa las alturas de los cielos!

¿Quién como el Señor nuestro Dios?
El Señor tiene su trono en las alturas,
pero se digna inclinarse para ver
lo que ocurre en el cielo y en la tierra.
El Señor levanta de la nada al pobre,
y saca del muladar al pordiosero,
para darles a los dos un lugar entre los príncipes,
entre los gobernantes de su pueblo.
El Señor concede a la mujer estéril
un hogar y la alegría de tener hijos.

¡Aleluya!

Súplica en medio de la angustia

Salmo de David.

143 Señor, escucha mi oración
atiende a mi súplica.
Tú eres justo y fiel; ¡respóndeme!
Pero no me juzgues con dureza,
pues ante ti nadie puede justificarse.(A)

Mi enemigo me ha perseguido con saña;
ha puesto mi vida por los suelos.
Me hace vivir en tinieblas, como los muertos.
Mi espíritu está totalmente deprimido;
tengo el corazón totalmente deshecho.

Cuando evoco los días de antaño,
y me acuerdo de tus grandes proezas
y pienso en todo lo que has hecho,
elevo mis manos hacia ti,
pues tengo sed de ti. ¡Soy como tierra seca!

Señor, ¡respóndeme, que mi espíritu se apaga!
¡No te escondas de mí,
o seré contado entre los muertos!
Muéstrame tu misericordia por la mañana,
porque en ti he puesto mi confianza.
Muéstrame el camino que debo seguir,
porque en tus manos he puesto mi vida.

Señor, líbrame de mis enemigos,
pues tú eres mi refugio.
10 Tú eres mi Dios; enséñame a hacer tu voluntad,
y que tu buen espíritu me guíe por caminos rectos.

11 Señor, por tu nombre, vivifícame;
por tu justicia, líbrame de la angustia;
12 por tu misericordia, acaba con mis enemigos;
¡destruye a los que atentan contra mi vida,
porque yo soy tu siervo!

23 Cuando te sientes a la mesa de un gran señor,
piensa bien en presencia de quién estás.
Ponte un cuchillo en la garganta
y refrena en lo posible tu apetito.
No quieras llenarte con sus deliciosos platillos,
porque son un pan engañoso.

No te entusiasmes por hacerte rico;
usa tu buen juicio, y desiste de esa idea.
¡Apenas logras poner los ojos en las riquezas,
cuando éstas ya han desaparecido!
¡Es como si les salieran alas, alas de águila,
y desaparecen volando por el cielo!

No compartas la mesa con el avaro;
no quieras llenarte con sus deliciosos platillos,
porque en su interior sigue siendo avaro.
Te invitará a comer y beber,
pero no te invitará de corazón.
Después vomitarás lo que hayas comido,
y habrás desperdiciado tus halagos.

No trates de hacerte oír por un necio,
porque éste no apreciará tus sabias razones.

10 No traspases los linderos de antaño
ni invadas la propiedad de los huérfanos;
11 ellos cuentan con un poderoso defensor,
que saldrá en su defensa y contra ti.

12 Abre tu corazón a la enseñanza,
y tus oídos a las palabras del saber.

13 No dejes de corregir al joven,
que no va a morirse si lo castigas con vara.
14 Al contrario, castígalo con vara
y lo librarás de caer en el sepulcro.

15 Hijo mío, si en tu corazón eres sabio,
eso alegrará también mi corazón.
16 En mi interior sentiré gran alegría
cuando con tus labios digas lo que es justo.

17 No abrigues en ti envidia por los pecadores,
sino manténte siempre en el temor del Señor.
18 Lo cierto es que hay un futuro,
y tu esperanza no se verá frustrada.

19 Hijo mío, escúchame y adquiere sabiduría.
Deja que tu corazón enderece el rumbo.
20 No te juntes con los que se hartan de vino
ni con los que se atiborran de carne,
21 porque unos y otros se quedarán pobres,
y por indolentes acabarán cubiertos de harapos.

22 Escucha al padre que te dio la vida,
y no menosprecies a tu anciana madre.
23 La verdad y la sabiduría,
la enseñanza y la inteligencia,
son algo que debes comprar y nunca vender.
24 El padre del justo siente gran alegría;
el que engendra un hijo sabio se regocija.
25 ¡Haz que tu padre y tu madre se alegren!
¡Haz que se regocije la madre que te dio a luz!

26 Hijo mío, entrégame tu corazón,
y no apartes la mirada de mis caminos.
27 Porque la ramera es un abismo profundo;
la mujer ajena es un pozo estrecho.
28 Siempre está al acecho, como los ladrones,
y hace que el pecado aumente entre los hombres.

29 ¿Quién se queja? ¿Quién se duele?
¿Quién se ve envuelto en pleitos?
¿Quién sufre? ¿Quién es herido sin razón?
¿Quién anda con los ojos morados?
30 ¡El que se pasa el tiempo tomando vino!
¡El que anda en busca de bebidas mezcladas!

31 No dejes que te atraiga lo rojo del vino;
¡que no te deslumbre su brillo en la copa!
Suavemente se desliza por la garganta,
32 pero al final muerde como serpiente;
¡causa más dolor que una víbora!
33 Hará que tus ojos vean cosas extrañas,
y que tu corazón diga cosas perversas.
34 Creerás estar dormido en medio del mar,
o acostado en la punta del palo mayor,
35 y dirás: «Estoy herido, pero no me duele;
estoy molido, pero no lo siento.
¿Cuándo voy a despertar, para ir por más?»