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Que sean como la hierba en el tejado
    que antes de crecer ya se ha secado;
hierba de la que el segador no recoge ni un manojo,
    ni mucho menos le alcanza para llenar su regazo.
Nadie que pase le dirá a esa hierba:
«El SEÑOR los bendiga;
    los bendecimos en el nombre del SEÑOR».

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