En aquellos tiempos, para ratificar el rescate o el traspaso de una propiedad en Israel, una de las partes contratantes se quitaba la sandalia y se la daba a la otra. Así se acostumbraba a legalizar los contratos en Israel.

Por eso el pariente redentor le dijo a Booz:

—Cómpralo tú.

Y se quitó la sandalia.

Entonces Booz proclamó ante los jefes y ante todo el pueblo:

—Hoy son ustedes testigos de que le he comprado a Noemí toda la propiedad de Elimélec, Quilión y Majlón.

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En aquellos tiempos había en Israel una costumbre: cuando uno cedía a otro el derecho de parentesco, o cuando se cerraba un contrato de compra-venta, el que cedía o vendía se quitaba una sandalia y se la daba al otro. De acuerdo, pues, con esta costumbre, el pariente de Booz se quitó la sandalia, se la dio a Booz y le dijo:

—Compra tú.

Entonces Booz dijo a los ancianos y a los allí presentes:

—Todos ustedes son hoy testigos de que le compro a Noemí las propiedades de Elimélec, Quilión y Mahlón.

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