Rut 2-3
Nueva Versión Internacional
Encuentro de Rut con Booz
2 Noemí tenía por parte de su esposo un pariente que se llamaba Booz. Era un hombre rico e influyente de la familia de Elimélec.
2 Y sucedió que Rut, la moabita, dijo a Noemí:
—Permíteme ir al campo a recoger las espigas que vaya dejando alguien a quien yo le agrade.
—Anda, hija mía —respondió su suegra.
3 Rut salió y comenzó a recoger espigas en el campo, detrás de los segadores. Y dio la casualidad de que el campo donde estaba trabajando pertenecía a Booz, el pariente de Elimélec.
4 En eso llegó Booz desde Belén y saludó a los segadores:
—¡Que el Señor esté con ustedes!
—¡Que el Señor lo bendiga! —respondieron ellos.
5 —¿De quién es esa joven? —preguntó Booz al capataz de sus segadores.
6 —Es una joven moabita que volvió de la tierra de Moab con Noemí —le contestó el capataz—. 7 Ella me rogó que la dejara recoger espigas de entre las gavillas, detrás de los segadores. No ha dejado de trabajar desde esta mañana que entró en el campo, hasta ahora que ha venido a descansar un rato en el cobertizo.[a]
8 Entonces Booz dijo a Rut:
—Escucha, hija mía. No vayas a recoger espigas a otro campo ni te alejes de aquí. Quédate junto a mis criadas, 9 fíjate bien en el campo donde se esté cosechando y síguelas. Ya les ordené a los criados que no te molesten. Y, cuando tengas sed, ve adonde están las vasijas y bebe del agua que los criados hayan sacado.
10 Rut se inclinó, se postró rostro en tierra y exclamó:
—¿Cómo es que le he caído tan bien a usted, hasta el punto de fijarse en mí, siendo solo una extranjera?
11 —Ya me han contado —respondió Booz—, todo lo que has hecho por tu suegra desde que murió tu esposo; cómo dejaste padre y madre, y la tierra donde naciste, y viniste a vivir con un pueblo que antes no conocías. 12 ¡Que el Señor te recompense por lo que has hecho! Que el Señor, Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte, te lo pague con creces.
13 —¡Ojalá siga yo siendo de su agrado, mi señor! —contestó ella—. Usted me ha consolado y me ha hablado con cariño, aunque ni siquiera soy como una de sus criadas.
14 A la hora de comer, Booz le dijo:
—Ven acá. Sírvete pan y moja tu bocado en el vinagre.
Cuando Rut se sentó con los segadores, Booz le ofreció grano tostado. Ella comió, quedó satisfecha y hasta le sobró. 15 Después, cuando ella se levantó a recoger espigas, él dio estas órdenes a sus criados:
—Aun cuando saque espigas de las gavillas mismas, no la hagan pasar vergüenza. 16 Más bien, dejen caer algunas espigas de los manojos para que ella las recoja, ¡y no la reprendan!
17 Así que Rut recogió espigas en el campo hasta el atardecer. Luego desgranó la cebada que había recogido, la cual pesó casi un efa.[b] 18 La cargó de vuelta al pueblo y su suegra vio cuánto traía. Además, Rut entregó a su suegra lo que le había quedado después de haber comido hasta quedar satisfecha.
19 Su suegra preguntó:
—¿Dónde recogiste espigas hoy? ¿Dónde trabajaste? ¡Bendito sea el hombre que se fijó en ti!
Entonces Rut contó a su suegra acerca del hombre con quien había estado trabajando. Le dijo:
—El hombre con quien hoy trabajé se llama Booz.
20 —¡Que el Señor lo bendiga! —exclamó Noemí delante de su nuera—. El Señor no ha dejado de mostrar su fiel amor hacia los vivos y los muertos. Ese hombre es nuestro pariente cercano; es uno de los parientes que nos pueden redimir.
21 Rut, la moabita, añadió:
—Incluso me dijo que me quedara allí junto a sus criados hasta que terminaran de recogerle toda la cosecha.
22 —Hija mía, te conviene seguir con sus criadas —dijo Noemí—, para que no se aprovechen de ti en otro campo.
23 Así que Rut se quedó junto a las criadas de Booz para recoger espigas hasta que terminó la cosecha de la cebada y del trigo. Mientras tanto, vivía con su suegra.
Rut y Booz en la era
3 Un día su suegra Noemí le dijo:
—Hija mía, ¿no debiera yo buscarte un hogar seguro donde no te falte nada? 2 Además, ¿acaso Booz, con cuyas criadas has estado, no es nuestro pariente? Escucha bien, él va esta noche al campo para separar el grano de la paja. 3 Báñate, perfúmate y ponte tu mejor ropa. Baja luego al lugar donde se limpia el trigo, pero no dejes que él se dé cuenta de que estás allí hasta que haya terminado de comer y beber. 4 Cuando se vaya a dormir, te fijas dónde se acuesta. Luego ve, descubre sus pies y acuéstate a su lado. Verás que él mismo te dice lo que tienes que hacer.
5 —Haré todo lo que me has dicho —respondió Rut.
6 Y bajó al lugar donde se limpia el trigo e hizo todo lo que su suegra había mandado.
7 Booz comió, bebió y se puso alegre. Luego se fue a dormir detrás del montón de grano. Más tarde Rut se acercó sigilosamente, le destapó los pies y se acostó allí. 8 A medianoche Booz se despertó sobresaltado y, al darse vuelta, descubrió que había una mujer acostada a sus pies.
9 —¿Quién eres? —preguntó.
—Soy Rut, su sierva. Extienda sobre mí el borde de su manto,[c] ya que usted es un pariente que me puede redimir.
10 —Que el Señor te bendiga, hija mía. Esta nueva muestra de lealtad de tu parte supera la anterior, ya que no has ido en busca de hombres jóvenes, sean ricos o pobres. 11 Y ahora, hija mía, no tengas miedo. Haré por ti todo lo que me pidas. Todo mi pueblo[d] sabe que eres una mujer de noble carácter. 12 Ahora bien, aunque es cierto que soy un pariente que puede redimirte, hay otro más cercano que yo. 13 Quédate aquí esta noche. Mañana, si él quiere redimirte, está bien que lo haga. Pero si no está dispuesto a hacerlo, ¡tan cierto como que el Señor vive, te aseguro que yo te redimiré! Ahora acuéstate aquí hasta que amanezca.
14 Así que se quedó acostada a sus pies hasta el amanecer y se levantó cuando aún estaba oscuro; pues él había dicho: «Que no se sepa que una mujer vino al lugar donde se limpia el trigo».
15 Luego Booz dijo:
—Dame la capa que llevas puesta y sostenla firmemente.
Rut lo hizo así, entonces él echó en la capa seis medidas[e] de cebada y puso la carga sobre ella. Luego él regresó al pueblo.
16 Cuando Rut llegó adonde estaba su suegra, esta preguntó:
—¿Cómo te fue, hija mía?
Rut le contó todo lo que aquel hombre había hecho por ella 17 y añadió:
—Me dio estas seis medidas de cebada y me dijo: “No debes volver a tu suegra con las manos vacías”.
18 Entonces Noemí dijo:
—Espérate, hija mía, a ver qué sucede, porque este hombre no va a descansar hasta dejar resuelto este asunto hoy mismo.
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