La sabiduría del prudente es discernir sus caminos,
    pero al necio lo engaña su propia necedad.

Los necios hacen mofa de sus propias faltas,
    pero entre los íntegros hay buena voluntad.

10 Cada corazón conoce sus propias amarguras,
    y ningún extraño comparte su alegría.

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El que es sabio lo demuestra
en que piensa bien lo que hace,
pero el tonto vive engañado
por su propia estupidez.

A los necios no les importa
si Dios los perdona o no,
pero la gente buena
quiere el perdón de Dios.

10 Nadie más que tú
conoce realmente
tus tristezas y tus alegrías.

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