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»El rey se alegra en la maldad de ellos; a los príncipes le parece muy gracioso todo el mal que hacen. Todos ellos son infieles y arden de pasión, así como el horno que el panadero deja encendido, mientras espera que la masa se fermente. En las fiestas que el rey celebra, los príncipes le dan vino hasta emborracharlo; y el rey se olvida de su posición de honor y se revuelca en el suelo con los que se burlan de él. Sus corazones, llenos de intrigas, arden como un horno. Su conspiración se va cocinando lentamente durante la noche y a la mañana la ponen por obra. Todos son iguales en su inclinación por el mal. Sus reyes llegan y pasan, uno tras otro, pero ninguno es capaz de clamar a mí por ayuda.

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