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73 (72) »Los sacerdotes, los levitas, los porteros, los cantores, la gente del pueblo, los sirvientes del templo y todo Israel se establecieron en sus poblaciones.»

La ley es leída en público

Cuando llegó el mes séptimo, ya los israelitas estaban instalados en sus localidades. Entonces todo el pueblo en masa se reunió en la plaza que está frente a la puerta del Agua, y le dijeron al maestro Esdras que trajera el libro de la ley de Moisés, que el Señor había dado a Israel. El día primero del mes séptimo, el sacerdote Esdras trajo el libro de la ley ante la reunión compuesta de hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón; y desde la mañana hasta el mediodía lo leyó en presencia de todos ellos, delante de la plaza que está frente a la puerta del Agua.

Todo el pueblo estaba atento a la lectura del libro de la ley. El maestro Esdras estaba de pie sobre una tribuna de madera construida para ese fin. También de pie y a su derecha estaban Matatías, Sema, Anías, Urías, Hilquías y Maaseías. A su izquierda estaban Pedaías, Misael, Malquías, Hasum, Hasbadana, Zacarías y Mesulam. Entonces Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo, ya que se le podía ver por encima de todos; y al abrirlo, todo el mundo se puso de pie. Entonces Esdras alabó al Señor, el Dios todopoderoso, y todo el pueblo, con los brazos en alto, respondió: «Amén, amén.» Luego se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente, y adoraron al Señor.

Los levitas Josué, Baní, Serebías, Jamín, Acub, Sabtai, Hodías, Maaseías, Quelitá, Azarías, Jozabad, Hanán y Pelaías explicaban la ley al pueblo. Mientras la gente permanecía en su sitio, ellos leían en voz alta el libro de la ley de Dios, y lo traducían para que se entendiera claramente la lectura. Y como todo el pueblo lloraba al oír los términos de la ley, tanto el gobernador Nehemías como el maestro y sacerdote Esdras, y los levitas que explicaban la ley al pueblo, dijeron a todos que no se pusieran tristes ni lloraran, porque aquel día estaba dedicado al Señor, su Dios. 10 Además les dijo Esdras: «Vayan y coman de lo mejor, beban vino dulce e inviten a quienes no tengan nada preparado, porque hoy es un día dedicado a nuestro Señor. No estén tristes, porque la alegría del Señor es nuestro refugio.»

11 También los levitas calmaban a la gente, diciéndoles que se callaran y no lloraran, porque era un día dedicado al Señor. 12 Entonces toda la gente se fue a comer y beber, y a compartir su comida y celebrar una gran fiesta, porque habían comprendido lo que se les había enseñado.