Lamento ante una sociedad corrupta

¡Pobre de mí!
Soy como el que recoge frutos de verano
    y busca lo que sobre en la viña;
no hay ningún racimo para comer,
    ningún higo nuevo que tanto deseo.
La gente piadosa ha sido eliminada del país,
    no queda persona recta.
Todos tratan de matar a alguien;
    unos a otros se tienden redes.
Ambas manos son hábiles para hacer el mal;
    gobernadores y jueces exigen soborno.
Los poderosos imponen lo que quieren;
    todos traman en conjunto.
El mejor de ellos es más enmarañado que una zarza;
    el más recto, más torcido que un espino.
Pero ya viene el día de su confusión;
    ¡ya se acerca el día de tu castigo
    anunciado por tus centinelas!
No creas en tu prójimo
    ni confíes en tus amigos;
cuídate de lo que hablas
    con la que duerme en tus brazos.
El hijo ultraja al padre,
    la hija se rebela contra la madre,
    la nuera contra la suegra
y los enemigos de cada cual
    están en su propia familia.

Pero yo he puesto mi esperanza en el Señor;
    yo espero en el Dios de mi salvación.
    ¡Mi Dios me escuchará!

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