Mateo 27:25-36
Nueva Traducción Viviente
25 Y la gente respondió a gritos:
—¡Nos haremos responsables de su muerte, nosotros y nuestros hijos![a]
26 Así fue que Pilato dejó a Barrabás en libertad. Mandó azotar a Jesús con un látigo que tenía puntas de plomo, y después lo entregó a los soldados romanos para que lo crucificaran.
Los soldados se burlan de Jesús
27 Algunos de los soldados del gobernador llevaron a Jesús al cuartel[b] y llamaron a todo el regimiento. 28 Le quitaron la ropa y le pusieron un manto escarlata. 29 Armaron una corona con ramas de espinos y se la pusieron en la cabeza y le colocaron una caña de junco en la mano derecha como si fuera un cetro. Luego se arrodillaron burlonamente delante de él mientras se mofaban: «¡Viva el rey de los judíos!». 30 Lo escupieron, le quitaron la caña de junco y lo golpearon en la cabeza con ella. 31 Cuando al fin se cansaron de hacerle burla, le quitaron el manto y volvieron a ponerle su propia ropa. Luego lo llevaron para crucificarlo.
La crucifixión
32 En el camino, se encontraron con un hombre llamado Simón, quien era de Cirene,[c] y los soldados lo obligaron a llevar la cruz de Jesús. 33 Salieron a un lugar llamado Gólgota (que significa «Lugar de la Calavera»). 34 Los soldados le dieron a Jesús vino mezclado con hiel amarga, pero cuando la probó, se negó a beberla.
35 Después de clavarlo en la cruz, los soldados sortearon su ropa tirando los dados.[d] 36 Luego se sentaron alrededor e hicieron guardia mientras él estaba colgado allí.
Read full chapterFootnotes
- 27:25 En griego —¡Que su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos!
- 27:27 O al pretorio.
- 27:32 Cirene era una ciudad al norte de África.
- 27:35 En griego echando suertes. Unos cuantos manuscritos tardíos agregan Así se cumplió la palabra del profeta: «Se repartieron mi vestimenta entre ellos y echaron suertes por mi túnica». Ver Sal 22:18.
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