Lucas 2:22-38

Nueva Biblia de las Américas

Jesús presentado en el templo

²² Al cumplirse los días para la purificación de ellos, según la ley de Moisés, lo trajeron a Jerusalén para presentar al Niño al Señor^(A), ²³ (como está escrito en la Ley del Señor: «Todo varón^[a] que abra la matriz^(B) será llamado santo para el Señor)», ²⁴ y para ofrecer un sacrificio conforme a lo que fue dicho en la Ley del Señor: «Un par de tórtolas o dos pichones^(C)».

²⁵ Había en Jerusalén un hombre que se llamaba Simeón. Este hombre, justo^(D) y piadoso, esperaba la consolación de Israel^(E), y el Espíritu Santo estaba sobre él. ²⁶ Y por el Espíritu Santo se le había revelado^(F) que no vería la muerte^(G) sin antes ver al Cristo^[b] del Señor. ²⁷ Movido por^[c] el Espíritu fue al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron para cumplir por Él^[d] el rito de la ley^(H), ²⁸ Simeón tomó al Niño en sus brazos, y bendijo a Dios diciendo:

³³ Y los padres del Niño^[f](L) estaban asombrados de las cosas que de Él se decían. ³⁴ Simeón los bendijo, y dijo a Su madre^(M) María: «Este Niño ha sido puesto para caída y levantamiento^[g] de muchos^(N) en Israel, y para ser señal de contradicción, ³⁵ y una espada traspasará aun tu propia alma, a fin de que sean revelados los pensamientos de muchos corazones».

³⁶ Y había una profetisa^(O), Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser^(P). Ella era de edad muy avanzada^[h], y había vivido con su marido^(Q) siete años después de su matrimonio^[i], ³⁷ y después de viuda, hasta los ochenta y cuatro años. Nunca se alejaba del templo, sirviendo noche y día con ayunos y oraciones^(R). ³⁸ Llegando ella en ese preciso momento^[j], daba gracias a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén^(S).