Lamentaciones 1 - Ezequiel 33
Nueva Traducción Viviente
Dolor en Jerusalén
[a]1 Jerusalén, antes colmada de gente,
ahora está desierta.
La que en su día fue grande entre las naciones
ahora queda sola como una viuda.
La que antes era la reina de toda la tierra
ahora es una esclava.
2 Durante toda la noche solloza;
las lágrimas corren por sus mejillas.
De todos sus amantes,
no hay quien la consuele.
Todos sus amigos la traicionaron
y se volvieron sus enemigos.
3 Judá fue llevada al cautiverio,
oprimida por la cruel esclavitud.
Vive entre naciones extranjeras
y no tiene lugar donde descansar.
Sus enemigos la persiguieron y la alcanzaron
y ya no tiene a quien recurrir.
4 Los caminos a Jerusalén[b] están de luto,
porque las multitudes ya no vienen para celebrar los festivales.
En las puertas de la ciudad hay silencio,
sus sacerdotes gimen,
sus mujeres jóvenes lloran;
¡qué amarga es su suerte!
5 Sus opresores son ahora sus amos
y sus enemigos prosperan,
porque el Señor castigó a Jerusalén
por sus muchos pecados.
Sus hijos fueron capturados
y llevados a tierras lejanas.
6 La bella Jerusalén[c] ha sido despojada
de toda su majestad.
Sus príncipes son como venados hambrientos
en busca de pastos.
Están demasiado débiles para huir
del enemigo que los persigue.
7 En medio de su tristeza y sus andanzas,
Jerusalén recuerda su antiguo esplendor.
Pero ahora ha caído en manos de su enemigo
y no hay quien la ayude.
Su enemigo la derribó
y se burlaba cuando ella caía.
8 Jerusalén ha pecado grandemente,
por eso fue desechada como un trapo sucio.
Todos los que antes la honraban ahora la desprecian,
porque vieron su desnudez y su humillación.
Lo único que puede hacer es gemir
y taparse la cara.
9 Se deshonró a sí misma con inmoralidad
y no pensó en su futuro.
Ahora yace en una zanja
y no hay nadie que la saque.
«Señor, mira mi sufrimiento—gime—.
El enemigo ha triunfado».
10 El enemigo la saqueó por completo
y se llevó todo lo valioso que poseía.
Vio a los extranjeros profanar su templo sagrado,
el lugar al que el Señor les había prohibido entrar.
11 Su pueblo gime en busca de pan;
vendieron sus tesoros para comprar comida y mantenerse con vida.
«Oh Señor, mira—se lamenta—
y observa cómo me desprecian.
12 »¿No les importa nada, ustedes que pasan por aquí?
Miren a su alrededor y vean si hay otro sufrimiento como el mío,
que el Señor descargó sobre mí
cuando estalló en ira feroz.
13 »Él mandó fuego del cielo que me quema los huesos.
Tendió una trampa en mi camino y me hizo volver atrás.
Me dejó devastada
y atormentada día y noche por la enfermedad.
14 »Él tejió sogas con mis pecados
para atarme a un yugo de cautiverio.
El Señor minó mis fuerzas; me entregó a mis enemigos
y en sus manos soy incapaz de levantarme.
15 »El Señor trató con desdén
a mis hombres valientes.
A su orden llegó un gran ejército
para aplastar a mis jóvenes guerreros.
El Señor pisoteó su amada ciudad[d]
como se pisotean las uvas en un lagar.
16 »Por todas estas cosas lloro;
lágrimas corren por mis mejillas.
No tengo a nadie que me consuele;
todos los que podrían alentarme están lejos.
Mis hijos no tienen futuro
porque el enemigo nos ha conquistado».
17 Jerusalén extiende la mano en busca de ayuda,
pero nadie la consuela.
El Señor ha dicho
de su pueblo Israel:[e]
«¡Que sus vecinos se conviertan en enemigos!
¡Que sean desechados como un trapo sucio!».
18 «El Señor es justo—dice Jerusalén—,
porque yo me rebelé contra él.
Escuchen, pueblos de todas partes;
miren mi angustia y mi desesperación,
porque mis hijos e hijas
fueron llevados cautivos a tierras lejanas.
19 »Les supliqué ayuda a mis aliados,
pero me traicionaron.
Mis sacerdotes y mis líderes
murieron de hambre en la ciudad,
mientras buscaban comida
para salvar sus vidas.
20 »¡Señor, mira mi angustia!
Mi corazón está quebrantado
y mi alma desespera
porque me rebelé contra ti.
En las calles la espada mata,
y en casa solo hay muerte.
21 »Otros oyeron mis lamentos,
pero nadie se volvió para consolarme.
Cuando mis enemigos se enteraron de mis tribulaciones,
se pusieron felices al ver lo que habías hecho.
Oh, manda el día que prometiste,
cuando ellos sufrirán como he sufrido yo.
22 »Señor, mira todas sus maldades.
Castígalos como me castigaste a mí
por todos mis pecados.
Son muchos mis gemidos
y tengo el corazón enfermo de angustia».
El enojo de Dios por el pecado
2 En su enojo el Señor
cubrió de sombras a la bella Jerusalén.[f]
La más hermosa de las ciudades de Israel yace en el polvo,
derrumbada desde las alturas del cielo.
En su día de gran enojo
el Señor no mostró misericordia ni siquiera con su templo.[g]
2 El Señor ha destruido sin misericordia
todas las casas en Israel.[h]
En su enojo derribó
las murallas protectoras de la bella Jerusalén.[i]
Las derrumbó hasta el suelo
y deshonró al reino y a sus gobernantes.
3 Toda la fuerza de Israel
desaparece ante su ira feroz.
El Señor ha retirado su protección
durante el ataque del enemigo.
Él consume toda la tierra de Israel
como un fuego ardiente.
4 Tensa el arco contra su pueblo
como si él fuera su enemigo.
Utiliza su fuerza contra ellos
para matar a sus mejores jóvenes.
Su furia se derrama como fuego
sobre la bella Jerusalén.[j]
5 Así es, el Señor venció a Israel
como lo hace un enemigo.
Destruyó sus palacios
y demolió sus fortalezas.
Causó dolor y llanto interminable
sobre la bella Jerusalén.
6 Derribó su templo
como si fuera apenas una choza en el jardín.
El Señor ha borrado todo recuerdo
de los festivales sagrados y los días de descanso.
Ante su ira feroz,
reyes y sacerdotes caen juntos.
7 El Señor rechazó su propio altar;
desprecia su propio santuario.
Entregó los palacios de Jerusalén
a sus enemigos.
Ellos gritan en el templo del Señor
como si fuera un día de celebración.
8 El Señor decidió
destruir las murallas de la bella Jerusalén.
Hizo cuidadosos planes para su destrucción,
después los llevó a cabo.
Por eso, los terraplenes y las murallas
cayeron ante él.
9 Las puertas de Jerusalén se han hundido en la tierra;
él rompió sus cerrojos y sus barrotes.
Sus reyes y príncipes fueron desterrados a tierras lejanas;
su ley dejó de existir.
Sus profetas no reciben
más visiones de parte del Señor.
10 Los líderes de la bella Jerusalén
se sientan en el suelo en silencio;
están vestidos de tela áspera
y se echan polvo sobre la cabeza.
Las jóvenes de Jerusalén
bajan la cabeza avergonzadas.
11 Lloré hasta que no tuve más lágrimas;
mi corazón está destrozado.
Mi espíritu se derrama de angustia
al ver la situación desesperada de mi pueblo.
Los niños y los bebés
desfallecen y mueren en las calles.
12 Claman a sus madres:
«¡Necesitamos comida y bebida!».
Sus vidas se extinguen en las calles
como la de un guerrero herido en la batalla;
intentan respirar para mantenerse vivos
mientras desfallecen en los brazos de sus madres.
13 ¿Qué puedo decir de ti?
¿Quién ha visto alguna vez semejante dolor?
Oh hija de Jerusalén,
¿con qué puedo comparar tu angustia?
Oh hija virgen de Sion,
¿cómo puedo consolarte?
Pues tu herida es tan profunda como el mar.
¿Quién puede sanarte?
14 Tus profetas han declarado
tantas tonterías; son falsas hasta la médula.
No te salvaron del destierro
exponiendo a la luz tus pecados.
Más bien, te pintaron cuadros engañosos
y te llenaron de falsas esperanzas.
15 Todos los que pasan por tu camino te abuchean.
Insultan a la bella Jerusalén[k] y se burlan de ella diciendo:
«¿Es esta la ciudad llamada “La más bella del mundo”
y “La alegría de la tierra”?».
16 Todos tus enemigos se burlan de ti;
se mofan, gruñen y dicen:
«¡Por fin la hemos destruido!
¡Hace mucho que esperábamos este día,
y por fin llegó!».
17 Sin embargo, es el Señor quien hizo exactamente lo que se había propuesto;
cumplió las promesas de calamidad
que hizo hace mucho tiempo.
Destruyó a Jerusalén sin misericordia;
hizo que sus enemigos se regodearan ante ella
y sobre ella les dio poder.
18 ¡Lloren a viva voz[l] delante del Señor,
oh murallas de la bella Jerusalén!
Que sus lágrimas corran como un río,
de día y de noche.
No se den descanso;
no les den alivio a sus ojos.
19 Levántense durante la noche y clamen.
Desahoguen el corazón como agua delante del Señor.
Levanten a él sus manos en oración,
y rueguen por sus hijos
porque en cada calle
desfallecen de hambre.
20 «¡Oh Señor, piensa en esto!
¿Debieras tratar a tu propio pueblo de semejante manera?
¿Habrán de comerse las madres a sus propios hijos,
a quienes mecieron en sus rodillas?
¿Habrán de ser asesinados los sacerdotes y los profetas
dentro del templo del Señor?
21 »Mira cómo yacen en las calles,
jóvenes y viejos,
niños y niñas,
muertos por la espada del enemigo.
Los mataste en tu enojo;
los masacraste sin misericordia.
22 »Convocaste a los terrores para que vinieran de todas partes,
como si los invitaras a un día de fiesta.
En el día del enojo del Señor,
no escapó ni sobrevivió nadie.
El enemigo mató a todos los niños
que llevé en mis brazos y crie».
Esperanza en la fidelidad del Señor
3 Yo soy el que ha visto las aflicciones
que provienen de la vara del enojo del Señor.
2 Me llevó a las tinieblas,
y dejó fuera toda luz.
3 Volvió su mano contra mí
una y otra vez, todo el día.
4 Hizo que mi piel y mi carne envejecieran;
quebró mis huesos.
5 Me sitió y me rodeó
de angustia y aflicción.
6 Me enterró en un lugar oscuro,
como a los que habían muerto hace tiempo.
7 Me cercó con un muro, y no puedo escapar;
me ató con pesadas cadenas.
8 Y a pesar de que lloro y grito,
cerró sus oídos a mis oraciones.
9 Impidió mi paso con un muro de piedra;
hizo mis caminos tortuosos.
10 Se escondió como un oso o un león,
esperando atacarme.
11 Me arrastró fuera del camino, me descuartizó
y me dejó indefenso y destruido.
12 Tensó su arco
y me hizo el blanco de sus flechas.
13 Disparó sus flechas
a lo profundo de mi corazón.
14 Mi propio pueblo se ríe de mí;
todo el día repiten sus canciones burlonas.
15 Él me llenó de amargura
y me dio a beber una copa amarga de dolor.
16 Me hizo masticar piedras;
me revolcó en el polvo.
17 Me arrebató la paz
y ya no recuerdo qué es la prosperidad.
18 Yo exclamo: «¡Mi esplendor ha desaparecido!
¡Se perdió todo lo que yo esperaba del Señor!».
19 Recordar mi sufrimiento y no tener hogar
es tan amargo que no encuentro palabras.[m]
20 Siempre tengo presente este terrible tiempo
mientras me lamento por mi pérdida.
21 No obstante, aún me atrevo a tener esperanza
cuando recuerdo lo siguiente:
22 ¡El fiel amor del Señor nunca se acaba[n]!
Sus misericordias jamás terminan.
23 Grande es su fidelidad;
sus misericordias son nuevas cada mañana.
24 Me digo: «El Señor es mi herencia,
por lo tanto, ¡esperaré en él!».
25 El Señor es bueno con los que dependen de él,
con aquellos que lo buscan.
26 Por eso es bueno esperar en silencio
la salvación que proviene del Señor.
27 Y es bueno que todos se sometan desde temprana edad
al yugo de su disciplina:
28 Que se queden solos en silencio
bajo las exigencias del Señor.
29 Que se postren rostro en tierra,
pues quizá por fin haya esperanza.
30 Que vuelvan la otra mejilla a aquellos que los golpean
y que acepten los insultos de sus enemigos.
31 Pues el Señor no abandona
a nadie para siempre.
32 Aunque trae dolor, también muestra compasión
debido a la grandeza de su amor inagotable.
33 Pues él no se complace en herir a la gente
o en causarles dolor.
34 Si la gente pisotea
a todos los prisioneros de la tierra,
35 si privan a otros de sus derechos,
desafiando al Altísimo,
36 si tuercen la justicia en los tribunales,
¿acaso no ve el Señor todas estas cosas?
37 ¿Quién puede ordenar que algo suceda
sin permiso del Señor?
38 ¿No envía el Altísimo
tanto calamidad como bien?
39 Entonces, ¿por qué nosotros, simples humanos,
habríamos de quejarnos cuando somos castigados por nuestros pecados?
40 En cambio, probemos y examinemos nuestros caminos
y volvamos al Señor.
41 Levantemos nuestro corazón y nuestras manos
al Dios del cielo y digamos:
42 «Hemos pecado y nos hemos rebelado,
y no nos has perdonado.
43 »Nos envolviste en tu enojo, nos perseguiste
y nos masacraste sin misericordia.
44 Te escondiste en una nube
para que nuestras oraciones no pudieran llegar a ti.
45 Nos desechaste como a basura y como a desperdicio
entre las naciones.
46 »Todos nuestros enemigos
se han pronunciado en contra de nosotros.
47 Estamos llenos de miedo,
porque nos encontramos atrapados, destruidos y arruinados».
48 ¡Ríos de lágrimas brotan de mis ojos
por la destrucción de mi pueblo!
49 Mis lágrimas corren sin cesar;
no pararán
50 hasta que el Señor mire
desde el cielo y vea.
51 Se me destroza el corazón
por el destino de todas las mujeres de Jerusalén.
52 Mis enemigos, a quienes nunca les hice daño,
me persiguieron como a un pájaro.
53 Me arrojaron a un hoyo
y dejaron caer piedras sobre mí.
54 El agua subió hasta cubrir mi cabeza
y yo exclamé: «¡Este es el fin!».
55 Pero desde lo profundo del hoyo,
invoqué tu nombre, Señor.
56 Me oíste cuando clamé: «¡Escucha mi ruego!
¡Oye mi grito de socorro!».
57 Así fue, cuando llamé, tú viniste;
me dijiste: «No tengas miedo».
58 Señor, has venido a defenderme;
has redimido mi vida.
59 Viste el mal que me hicieron, Señor;
sé mi juez y demuestra que tengo razón.
60 Has visto los planes vengativos
que mis enemigos han tramado contra mí.
61 Señor, tú oíste los nombres repugnantes con los que me llaman
y conoces los planes que hicieron.
62 Mis enemigos susurran y hablan entre dientes
mientras conspiran contra mí todo el día.
63 ¡Míralos! Estén sentados o de pie,
yo soy el objeto de sus canciones burlonas.
64 Señor, dales su merecido
por todo lo malo que han hecho.
65 ¡Dales corazones duros y tercos,
y después, que tu maldición caiga sobre ellos!
66 Persíguelos en tu enojo
y destrúyelos bajo los cielos del Señor.
El enojo de Dios queda satisfecho
4 ¡Cómo perdió su brillo el oro!
Hasta el oro más preciado se volvió opaco.
¡Las piedras preciosas sagradas
yacen esparcidas en las calles!
2 Miren cómo los preciosos hijos de Jerusalén,[o]
que valen su peso en oro puro,
ahora son tratados como vasijas de barro
hechas por un alfarero común y corriente.
3 Hasta los chacales amamantan a sus cachorros,
pero mi pueblo Israel no lo hace;
ignoran los llantos de sus hijos,
como los avestruces del desierto.
4 La lengua reseca de sus pequeños
se pega al paladar a causa de la sed.
Los niños lloran por pan,
pero nadie tiene para darles.
5 Los que antes comían los manjares más ricos
ahora mendigan en las calles por cualquier cosa que puedan obtener.
Los que antes vestían ropa de la más alta calidad
ahora hurgan en los basureros buscando qué comer.
6 La culpa[p] de mi pueblo
es mayor que la de Sodoma,
donde, en un instante, cayó el desastre total
y nadie ofreció ayuda.
7 Nuestros príncipes antes rebosaban de salud,
más brillantes que la nieve, más blancos que la leche.
Sus rostros eran tan rosados como rubíes,
su aspecto como joyas preciosas.[q]
8 Pero ahora sus caras son más negras que el carbón;
nadie los reconoce en las calles.
La piel se les pega a los huesos;
está tan seca y dura como la madera.
9 Los que murieron a espada terminaron mejor
que los que mueren de hambre.
Hambrientos, se consumen
por la falta de comida de los campos.
10 Mujeres de buen corazón
han cocinado a sus propios hijos;
los comieron
para sobrevivir el sitio.
11 Pero ahora, quedó satisfecho el enojo del Señor;
su ira feroz ha sido derramada.
Prendió un fuego en Jerusalén[r]
que quemó la ciudad hasta sus cimientos.
12 Ningún rey sobre toda la tierra,
nadie en todo el mundo,
hubiera podido creer que un enemigo
lograra entrar por las puertas de Jerusalén.
13 No obstante, ocurrió a causa de los pecados de sus profetas
y de los pecados de sus sacerdotes,
que profanaron la ciudad
al derramar sangre inocente.
14 Vagaban a ciegas
por las calles,
tan contaminados por la sangre
que nadie se atrevía a tocarlos.
15 «¡Apártense!—les gritaba la gente—.
¡Ustedes están contaminados! ¡No nos toquen!».
Así que huyeron a tierras distantes
y deambularon entre naciones extranjeras,
pero nadie les permitió quedarse.
16 El Señor mismo los dispersó,
y ya no los ayuda.
La gente no tiene respeto por los sacerdotes
y ya no honra a los líderes.
17 En vano esperamos que nuestros aliados
vinieran a salvarnos,
pero buscábamos socorro en naciones
que no podían ayudarnos.
18 Era imposible andar por las calles
sin poner en peligro la vida.
Se acercaba nuestro fin; nuestros días estaban contados.
¡Estábamos condenados!
19 Nuestros enemigos fueron más veloces que las águilas en vuelo.
Si huíamos a las montañas, nos encontraban;
si nos escondíamos en el desierto,
allí estaban esperándonos.
20 Nuestro rey—el ungido del Señor, la vida misma de nuestra nación—
quedó atrapado en sus lazos.
¡Pensábamos que su sombra
nos protegería contra cualquier nación de la tierra!
21 ¿Te estás alegrando en la tierra de Uz,
oh pueblo de Edom?
Tú también beberás de la copa del enojo del Señor;
tú también serás desnudada en tu borrachera.
22 Oh bella Jerusalén,[s] tu castigo tendrá fin;
pronto regresarás del destierro.
Pero Edom, tu castigo apenas comienza;
pronto serán puestos al descubierto tus muchos pecados.
Oración por restauración
5 Señor, recuerda lo que nos ha sucedido.
¡Mira cómo hemos sido deshonrados!
2 Se entregó nuestra herencia a extraños,
y nuestras casas, a extranjeros.
3 Somos huérfanos, sin padre,
y nuestras madres son viudas.
4 Tenemos que pagar por el agua que bebemos,
y hasta la leña es costosa.
5 Los que nos persiguen nos pisan los talones;
estamos agotados pero no encontramos descanso.
6 Nos sometimos a Egipto y a Asiria
para conseguir alimentos y así sobrevivir.
7 Nuestros antepasados pecaron, pero murieron,
¡y nosotros sufrimos el castigo que ellos merecían!
8 Los esclavos son ahora nuestros amos;
no ha quedado nadie para rescatarnos.
9 Buscamos comida a riesgo de nuestra vida
porque la violencia domina el campo.
10 El hambre hizo ennegrecer nuestra piel
como si hubiera sido quemada en el horno.
11 Nuestros enemigos violaron a las mujeres de Jerusalén[t]
y a las muchachas de las ciudades de Judá.
12 Cuelgan a nuestros príncipes de las manos,
y tratan a nuestros ancianos con desprecio.
13 Llevan a los jóvenes a trabajar en los molinos,
y los niños tambalean bajo pesadas cargas de leña.
14 Los ancianos ya no se sientan en las puertas de la ciudad;
los jóvenes ya no bailan ni cantan.
15 La alegría abandonó nuestro corazón;
nuestras danzas se convirtieron en luto.
16 Cayeron las guirnaldas[u] de nuestra cabeza.
Lloren por nosotros porque hemos pecado.
17 Tenemos el corazón angustiado y cansado,
y nuestros ojos se nublan por las lágrimas,
18 porque Jerusalén[v] está vacía y desolada;
es un lugar donde merodean los chacales.
19 ¡Pero Señor, tú serás el mismo para siempre!
Tu trono continúa de generación en generación.
20 ¿Por qué sigues olvidándonos?
¿Por qué nos has abandonado por tanto tiempo?
21 ¡Restáuranos, oh Señor, y haz que regresemos a ti!
¡Devuélvenos la alegría que teníamos antes!
22 ¿O acaso nos has rechazado por completo?
¿Todavía estás enojado con nosotros?
Visión de los seres vivientes
1 El 31 de julio[w] de mis treinta años de vida,[x] me encontraba con los judíos en el destierro, junto al río Quebar, en Babilonia, cuando se abrieron los cielos y tuve visiones de Dios. 2 Eso ocurrió durante el quinto año de cautividad del rey Joaquín. 3 (El Señor le dio este mensaje al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzi, junto al río Quebar, en la tierra de los babilonios;[y] y él sintió que la mano del Señor se apoderó de él).
4 Mientras miraba, vi una gran tormenta que venía del norte empujando una nube enorme que resplandecía con relámpagos y brillaba con una luz radiante. Dentro de la nube había fuego, y en medio del fuego resplandecía algo que parecía como de ámbar reluciente.[z] 5 Del centro de la nube salieron cuatro seres vivientes que parecían humanos, 6 solo que cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas. 7 Las piernas eran rectas, y los pies tenían pezuñas como las de un becerro y brillaban como bronce bruñido. 8 Pude ver que, debajo de cada una de las cuatro alas, tenían manos humanas. Así que cada uno de los cuatro seres tenía cuatro caras y cuatro alas. 9 Las alas de cada ser viviente se tocaban con las de los seres que estaban al lado. Cada uno se movía de frente hacia adelante, en la dirección que fuera, sin darse vuelta.
10 Cada uno tenía cara humana por delante, cara de león a la derecha, cara de buey a la izquierda, y cara de águila por detrás. 11 Cada uno tenía dos pares de alas extendidas: un par se tocaba con las alas de los seres vivientes a cada lado, y el otro par le cubría el cuerpo. 12 Los seres iban en la dirección que indicara el espíritu y se movían de frente hacia delante, en la dirección que fuera, sin darse vuelta.
13 Los seres vivientes parecían carbones encendidos o antorchas brillantes, y daba la impresión de que entre ellos destellaban relámpagos. 14 Y los seres vivientes se desplazaban velozmente de un lado a otro como centellas.
15 Mientras miraba a esos seres vivientes, vi junto a ellos cuatro ruedas que tocaban el suelo; a cada uno le correspondía una rueda. 16 Las ruedas brillaban como si fueran de berilo. Las cuatro ruedas se parecían y estaban hechas de la misma manera; dentro de cada rueda había otra rueda, que giraba en forma transversal. 17 Los seres podían avanzar de frente en cualquiera de las cuatro direcciones, sin girar mientras se movían. 18 Los aros de las cuatro ruedas eran altos y aterradores, y estaban cubiertos de ojos alrededor.
19 Cuando los seres vivientes se movían, las ruedas se movían con ellos. Cuando volaban hacia arriba, las ruedas también subían. 20 El espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. Así que a donde fuera el espíritu, iban también las ruedas y los seres vivientes. 21 Cuando los seres se movían, las ruedas se movían. Cuando los seres se detenían, las ruedas se detenían. Cuando los seres volaban hacia arriba, las ruedas se elevaban, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.
22 Por encima de ellos se extendía una superficie semejante al cielo, reluciente como el cristal. 23 Por debajo de esa superficie, dos alas de cada ser viviente se extendían para tocar las alas de los otros, y cada uno tenía otras dos alas que le cubrían el cuerpo. 24 Cuando volaban, el ruido de las alas me sonaba como olas que rompen contra la costa o la voz del Todopoderoso[aa] o los gritos de un potente ejército. Cuando se detuvieron, bajaron las alas. 25 Mientras permanecían de pie con las alas bajas, se oyó una voz más allá de la superficie de cristal que estaba encima de ellos.
26 Sobre esta superficie había algo semejante a un trono hecho de lapislázuli. En ese trono, en lo más alto, había una figura con apariencia de hombre. 27 De lo que parecía ser su cintura para arriba, tenía aspecto de ámbar reluciente, titilante como el fuego; y de la cintura para abajo, parecía una llama encendida resplandeciente. 28 Lo rodeaba un halo luminoso, como el arco iris que brilla entre las nubes en un día de lluvia. Así se me presentó la gloria del Señor. Cuando la vi, caí con rostro en tierra, y oí la voz de alguien que me hablaba.
Llamado y encargo de Ezequiel
2 «Levántate, hijo de hombre—dijo la voz—, quiero hablarte». 2 El Espíritu entró en mí mientras me hablaba y me puso de pie. Entonces escuché atentamente sus palabras. 3 «Hijo de hombre—me dijo—, te envío a la nación de Israel, un pueblo desobediente que se ha rebelado contra mí. Ellos y sus antepasados se han puesto en mi contra hasta el día de hoy. 4 Son un pueblo terco y duro de corazón. Ahora te envío a decirles: “¡Esto dice el Señor Soberano!”. 5 Ya sea que te escuchen o se nieguen a escuchar—pues recuerda que son rebeldes—, al menos sabrán que han tenido un profeta entre ellos.
6 »Hijo de hombre, no tengas miedo ni de ellos ni de sus palabras. No temas, aunque sus amenazas te rodeen como ortigas, zarzas y escorpiones venenosos. No te desanimes por sus ceños fruncidos, por muy rebeldes que ellos sean. 7 Debes darles mis mensajes, te escuchen o no. Sin embargo, no te escucharán, ¡porque son totalmente rebeldes! 8 Hijo de hombre, presta atención a lo que te digo. No seas rebelde como ellos. Abre la boca y come lo que te doy».
9 Luego miré y vi que se me acercaba una mano que sostenía un rollo, 10 el cual él abrió. Entonces vi que estaba escrito en ambos lados con cantos fúnebres, lamentos y declaraciones de condena.
3 La voz me dijo: «Hijo de hombre, come lo que te doy, ¡cómete este rollo! Luego ve y transmite el mensaje a los israelitas». 2 Así que abrí la boca y él me dio a comer el rollo. 3 «Llénate el estómago con esto», me dijo. Al comerlo, sentí un sabor tan dulce como la miel.
4 Luego me dijo: «Hijo de hombre, ve a los israelitas y dales mis mensajes. 5 No te envío a un pueblo de extranjeros que habla un idioma que no comprendes. 6 No, no te envío a gente que habla un idioma extraño y difícil de entender. Si te enviara a esas personas, ¡ellas te escucharían! 7 ¡Pero los israelitas no te escucharán a ti como tampoco me escuchan a mí! Pues todos y cada uno de ellos son tercos y duros de corazón. 8 Sin embargo, mira, te he hecho tan obstinado y duro de corazón como ellos. 9 ¡Endurecí tu frente tanto como la roca más dura! Por lo tanto, no les tengas miedo ni te asustes con sus miradas furiosas, por muy rebeldes que sean».
10 Luego agregó: «Hijo de hombre, que todas mis palabras penetren primero en lo profundo de tu corazón. Escúchalas atentamente para tu propio bien. 11 Después ve a tus compatriotas desterrados y diles: “¡Esto dice el Señor Soberano!”. Hazlo, te escuchen o no».
12 Luego el Espíritu me levantó y oí detrás de mí un fuerte ruido que retumbaba. (¡Alabada sea la gloria del Señor en su lugar!)[ab]. 13 Era el sonido de las alas de los seres vivientes al rozarse unas con otras y el retumbar de las ruedas debajo de ellos.
14 El Espíritu me levantó y me sacó de allí. Salí amargado y confundido, pero era fuerte el poder del Señor sobre mí. 15 Luego llegué a la colonia de judíos desterrados en Tel-abib, junto al río Quebar. Estaba atónito y me quedé sentado entre ellos durante siete días.
Centinela para Israel
16 Después de siete días, el Señor me dio el siguiente mensaje: 17 «Hijo de hombre, te he puesto como centinela para Israel. Cada vez que recibas un mensaje mío, adviértele a la gente de inmediato. 18 Si les aviso a los perversos: “Ustedes están bajo pena de muerte”, pero tú no les das la advertencia, ellos morirán en sus pecados; y yo te haré responsable de su muerte. 19 Si tú les adviertes, pero ellos se niegan a arrepentirse y siguen pecando, morirán en sus pecados; pero tú te habrás salvado porque me obedeciste.
20 »Si los justos se desvían de su conducta recta y no hacen caso a los obstáculos que pongo en su camino, morirán; y si tú no les adviertes, ellos morirán en sus pecados. No se recordará ninguno de sus actos de justicia y te haré responsable de la muerte de esas personas; 21 pero si les adviertes a los justos que no pequen y te hacen caso y no pecan, entonces vivirán, y tú también te habrás salvado».
22 Luego el Señor puso su mano sobre mí y me dijo: «Levántate y sal al valle, y allí te hablaré». 23 Entonces me levanté y fui. Allí vi la gloria del Señor, tal como la había visto en mi primera visión junto al río Quebar, y caí con el rostro en tierra.
24 Después el Espíritu entró en mí y me puso de pie. Me habló y me dijo: «Vete a tu casa y enciérrate. 25 Allí, hijo de hombre, te atarán con cuerdas, para que no puedas salir a estar con el pueblo. 26 Haré que la lengua se te pegue al paladar para que quedes mudo y no puedas reprenderlos, porque son rebeldes. 27 Sin embargo, cuando te dé un mensaje, te soltaré la lengua y te dejaré hablar. Entonces les dirás: “¡Esto dice el Señor Soberano!”. Los que quieran escuchar, escucharán, pero los que se nieguen, se negarán, porque son rebeldes.
Señal del inminente sitio
4 »Ahora, hijo de hombre, toma un ladrillo grande de barro y ponlo en el suelo, delante de ti. Luego dibuja en él un mapa de la ciudad de Jerusalén y 2 representa la ciudad bajo ataque. Construye un muro a su alrededor para que nadie pueda escapar. Establece el campamento enemigo y rodea la ciudad con rampas de asalto y arietes. 3 Luego toma una plancha de hierro y colócala entre tú y la ciudad. Dirígete a la ciudad y demuestra lo terrible que será el ataque contra Jerusalén. Esto será una advertencia al pueblo de Israel.
4 »Ahora acuéstate sobre tu lado izquierdo y pon sobre ti los pecados de Israel. Cargarás con sus pecados todos los días que permanezcas acostado sobre ese lado. 5 Te exijo que cargues con los pecados de Israel durante trescientos noventa días, un día por cada año de su pecado. 6 Cumplido ese tiempo, date vuelta y acuéstate sobre el lado derecho cuarenta días, un día por cada año del pecado de Judá.
7 »Mientras tanto, mira fijamente el sitio contra Jerusalén. Quédate acostado con el brazo descubierto y profetiza la destrucción de la ciudad. 8 Te ataré con cuerdas para que no puedas moverte de un lado al otro hasta que se hayan cumplido los días del ataque.
9 »Ahora ve a conseguir algo de trigo, cebada, frijoles, lentejas, mijo y trigo espelta, y mézclalos en un recipiente grande. Con esta mezcla, harás pan para ti durante los trescientos noventa días que estarás acostado sobre tu lado izquierdo. 10 Prepárate raciones de alimento de doscientos veintiocho gramos[ac] para cada día y cómelas a determinadas horas. 11 Luego mide una jarra[ad] de agua para cada día y bébela a determinadas horas. 12 Prepara este alimento y cómelo como si fuera un pan de cebada. Cocínalo a la vista de todo el pueblo, sobre un fuego encendido con excremento humano seco, y luego cómete el pan». 13 Después el Señor dijo: «¡Así comerán los israelitas pan contaminado en las naciones gentiles[ae] adonde los expulsaré!».
14 Entonces dije: «Oh Señor Soberano, ¿es necesario que me contamine con excremento humano? Pues nunca me he contaminado. Desde que era niño hasta ahora, jamás comí ningún animal que muriera por enfermedad o que fuera muerto por otros animales. Jamás probé ninguna carne prohibida por la ley».
15 «Está bien—dijo el Señor—. Puedes cocinar tu pan con estiércol de vaca en vez de excremento humano». 16 Luego me dijo: «Hijo de hombre, haré que escasee el alimento en Jerusalén. Tendrán que racionarlo con mucho cuidado y lo comerán con temor. El agua se racionará, gota a gota, y el pueblo la beberá afligido. 17 Por la falta de alimento y de agua, ellos se mirarán unos a otros llenos de terror, y en su castigo se irán consumiendo.
Señal del juicio que viene
5 »Hijo de hombre, toma una espada afilada y úsala como navaja para afeitarte la cabeza y la barba. Toma una balanza y pesa el cabello en tres partes iguales. 2 Coloca una tercera parte del cabello en el centro del mapa que hiciste de Jerusalén. Después de representar el ataque a la ciudad, quémalo allí. Esparce otra tercera parte del cabello por todo el mapa y córtalo con una espada. Arroja la otra tercera parte al viento, porque yo esparciré a mi pueblo con la espada. 3 Conserva apenas un poquito del cabello y átalo en tu túnica. 4 Luego toma algunos de esos cabellos y arrójalos al fuego para que se consuman. De ese remanente se esparcirá un fuego que destruirá a todo Israel.
5 »El Señor Soberano dice: esto es una ilustración de lo que le ocurrirá a Jerusalén. Yo la puse en el centro de las naciones, 6 pero ella se rebeló contra mis ordenanzas y decretos, y resultó ser aún más perversa que las naciones vecinas. Se ha negado a obedecer las ordenanzas y los decretos que le di para que siguiera.
7 »Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano al pueblo: te has comportado peor que tus vecinos y te has negado a obedecer mis decretos y ordenanzas. Ni siquiera has vivido a la altura de las naciones que te rodean. 8 Por lo tanto, ahora, yo mismo, el Señor Soberano, soy tu enemigo. Te castigaré en público, a la vista de todas las naciones. 9 A causa de tus ídolos detestables, te castigaré como nunca he castigado a nadie ni volveré a hacerlo jamás. 10 Los padres se comerán a sus propios hijos y los hijos se comerán a sus padres. Te castigaré, y esparciré a los pocos que sobrevivan a los cuatro vientos.
11 »Tan cierto como que yo vivo, dice el Señor Soberano, te eliminaré por completo. No te tendré ninguna lástima porque has contaminado mi templo con tus imágenes repugnantes y tus pecados detestables. 12 Una tercera parte del pueblo morirá de hambre y de enfermedades en la ciudad. Otra tercera parte será masacrada por el enemigo fuera de las murallas de la ciudad. A la otra tercera parte la dispersaré a los cuatro vientos y la perseguiré con mi espada. 13 Entonces por fin mi enojo se habrá desahogado y quedaré satisfecho. Cuando se haya calmado mi furia contra ellos, todo Israel sabrá que yo, el Señor, les hablé enojado de celos.
14 »Así que te convertiré en ruinas, en una burla ante los ojos de las naciones vecinas y de todos los que pasen por allí. 15 Te volverás objeto de burla, de mofas y de horror. Servirás de advertencia a las naciones que te rodean. Ellas verán lo que sucede cuando el Señor castiga con enojo a una nación y la reprende, dice el Señor.
16 »Haré que te lluevan las flechas mortales del hambre para destruirte. El hambre se volverá cada vez más terrible hasta que haya desaparecido la última migaja de alimento. 17 Junto con el hambre, te atacarán animales salvajes y te arrebatarán a tus hijos. La enfermedad y la guerra acecharán tu tierra, y mandaré la espada del enemigo contra ti. ¡Yo, el Señor, he hablado!».
Juicio contra los montes de Israel
6 Nuevamente recibí un mensaje del Señor: 2 «Hijo de hombre, ponte de cara a los montes de Israel y profetiza contra ellos. 3 Proclama este mensaje de parte del Señor Soberano contra los montes de Israel. Esto dice el Señor Soberano a los montes y a las colinas, a los barrancos y a los valles: “Estoy por provocar guerra contra ustedes y aplastaré sus santuarios paganos. 4 Todos sus altares serán demolidos y sus lugares de culto quedarán destruidos. Mataré a la gente delante de sus ídolos.[af] 5 Arrojaré los cadáveres delante de sus ídolos y desparramaré sus huesos alrededor de sus altares. 6 Dondequiera que vivan, habrá desolación y destruiré sus santuarios paganos. Sus altares serán demolidos; sus ídolos, aplastados; sus lugares de culto, derribados y todos los objetos religiosos que hayan hecho, destruidos. 7 El lugar quedará sembrado de cadáveres y sabrán que solo yo soy el Señor.
8 »”Sin embargo, permitiré que algunos de mi pueblo escapen de la destrucción y esos pocos serán esparcidos entre las naciones del mundo. 9 Luego, cuando estén desterrados entre las naciones, se acordarán de mí. Reconocerán cuánto me duele la infidelidad de su corazón y la lujuria de sus ojos que anhelan a sus ídolos. Entonces, al fin, se odiarán a sí mismos por todos sus pecados detestables. 10 Sabrán que solo yo soy el Señor y que hablaba en serio cuando dije que traería esta calamidad sobre ellos”.
11 »Esto dice el Señor Soberano: “Den palmadas y pataleen en señal de horror. Griten por todos los pecados detestables que ha cometido el pueblo de Israel. Ahora morirán por la guerra, el hambre y la enfermedad: 12 la enfermedad herirá de muerte a los que estén desterrados en lugares lejanos; la guerra destruirá a quienes estén cerca, y cualquiera que sobreviva morirá a causa del hambre. Entonces, por fin desahogaré mi furia en ellos. 13 Sabrán que yo soy el Señor cuando sus muertos queden esparcidos en medio de sus ídolos y en torno a sus altares, sobre cada colina y montaña y debajo de todo árbol frondoso y cada árbol grande que da sombra, es decir, en los lugares donde ofrecían sacrificios a sus ídolos. 14 Los aplastaré y dejaré desoladas sus ciudades, desde el desierto del sur hasta Ribla,[ag] en el norte. Entonces sabrán que yo soy el Señor”».
Ya viene el fin
7 Después recibí este mensaje del Señor: 2 «Hijo de hombre, esto dice el Señor Soberano a Israel:
»¡Ya llegó el fin!
Dondequiera que mires
—al oriente, al occidente, al norte o al sur—
tu tierra está acabada.
3 No queda esperanza,
porque desataré mi enojo contra ti.
Te llamaré a rendir cuentas
de todos tus pecados detestables.
4 Miraré para otro lado y no te tendré compasión.
Te daré tu merecido por todos tus pecados detestables.
Entonces sabrás que yo soy el Señor.
5 »Esto dice el Señor Soberano:
¡Desastre tras desastre
se te acerca!
6 El fin ha llegado.
Finalmente llegó.
¡Te espera la condenación final!
7 Oh pueblo de Israel, ya amanece el día de tu destrucción.
Ha llegado la hora; está cerca el día de dificultad.
En las montañas se oirán gritos de angustia;
no serán gritos de alegría.
8 Pronto derramaré mi furia sobre ti,
y contra ti desataré mi enojo.
Te llamaré a rendir cuentas
de todos tus pecados detestables.
9 Miraré para otro lado y no te tendré compasión.
Te daré tu merecido por todos tus pecados detestables.
Entonces sabrás que soy yo, el Señor,
quien da el golpe.
10 »¡El día del juicio ha llegado;
tu destrucción está a la puerta!
La perversidad y la soberbia de la gente
han florecido en pleno.
11 La violencia de ellos se ha transformado en una vara
que los azotará por su perversidad.
Ninguno de esos orgullosos y perversos sobrevivirá.
Toda su riqueza y prestigio se esfumará.
12 Sí, ha llegado la hora;
¡este es el día!
Que los comerciantes no se alegren por las ofertas,
ni los vendedores lamenten sus pérdidas,
porque todos ellos caerán
bajo mi enojo terrible.
13 Aunque los mercaderes sobrevivan,
jamás regresarán a sus negocios.
Pues lo que Dios ha dicho se aplica a todos sin excepción;
¡no se cambiará!
Ninguna persona que viva descarriada por el pecado
se recuperará jamás.
Desolación de Israel
14 »Suena la trompeta para movilizar al ejército de Israel,
pero nadie presta atención,
porque me he enfurecido contra todos ellos.
15 Fuera de la ciudad hay guerra,
y dentro de la ciudad, enfermedades y hambre.
Los que estén fuera de las murallas de la ciudad
morirán al filo de las espadas enemigas.
Los que estén dentro de la ciudad
morirán de hambre y enfermedades.
16 Los sobrevivientes que escapen hacia las montañas
gemirán como palomas, sollozando por sus pecados.
17 Sus manos colgarán sin fuerza;
las rodillas les quedarán débiles como el agua.
18 Se vestirán de tela áspera;
el horror y la vergüenza los cubrirán.
Se afeitarán la cabeza
en señal de dolor y remordimiento.
19 »Arrojarán su dinero a la calle;
lo tirarán como si fuera basura.
Ni su plata ni su oro los salvará
cuando llegue ese día del enojo del Señor.
No los saciarán ni los alimentarán,
porque su avaricia solo los hace tropezar.
20 Estaban orgullosos de sus hermosas joyas
y con ellas hicieron ídolos detestables e imágenes repugnantes.
Por lo tanto, haré que todas sus riquezas
les resulten asquerosas.
21 Se las daré a los extranjeros como botín,
a las naciones más perversas,
y ellas las profanarán.
22 Apartaré mis ojos de ellos
cuando esos ladrones invadan y profanen mi preciosa tierra.
23 »Prepara cadenas para mi pueblo,
porque la tierra está ensangrentada por crímenes terribles.
Jerusalén está llena de violencia.
24 Traeré a las naciones más despiadadas
para que se apoderen de sus casas.
Derrumbaré sus orgullosas fortalezas
y haré que se profanen sus santuarios.
25 El terror y el temblor se apoderarán de mi pueblo.
Buscarán paz, pero no la encontrarán.
26 Habrá calamidad tras calamidad;
un rumor seguirá a otro rumor.
En vano buscarán
una visión de los profetas.
No recibirán enseñanza de los sacerdotes
ni consejo de los líderes.
27 El rey y el príncipe quedarán indefensos,
sollozando de desesperación,
y las manos de la gente
temblarán de miedo.
Los haré pasar por la misma maldad
que ellos causaron a otros,
y recibirán el castigo
que tanto merecen.
¡Entonces sabrán que yo soy el Señor!».
Idolatría en el templo
8 Después, el 17 de septiembre,[ah] durante el sexto año de cautividad del rey Joaquín, mientras los líderes de Judá estaban en mi casa, el Señor Soberano puso su mano sobre mí. 2 Vi una figura con apariencia de hombre.[ai] De lo que parecía ser su cintura para abajo, parecía una llama encendida. De la cintura para arriba, tenía aspecto de ámbar reluciente.[aj] 3 Extendió algo que parecía ser una mano y me tomó del cabello. Luego el Espíritu me elevó al cielo y me transportó a Jerusalén en una visión que procedía de Dios. Me llevó a la puerta norte del atrio interior del templo, donde hay un ídolo grande que ha provocado los celos del Señor. 4 De pronto, estaba allí la gloria del Dios de Israel, tal como yo la había visto antes en el valle.
5 Entonces el Señor me dijo: «Hijo de hombre, mira hacia el norte». Así que miré hacia el norte y, junto a la entrada de la puerta que está cerca del altar, estaba el ídolo que tanto había provocado los celos del Señor.
6 «Hijo de hombre—me dijo—, ¿ves lo que hacen? ¿Ves los pecados detestables que cometen los israelitas para sacarme de mi templo? ¡Pero ven y verás pecados aún más detestables que estos!». 7 Luego me llevó a la puerta del atrio del templo, donde pude ver un hueco en el muro. 8 Me dijo: «Ahora, hijo de hombre, cava en el muro». Entonces cavé en el muro y hallé una entrada escondida.
9 «¡Entra—me dijo—, y mira los pecados perversos y detestables que cometen ahí!». 10 Entonces entré y vi las paredes cubiertas con grabados de toda clase de reptiles y criaturas detestables. También vi los diversos ídolos[ak] a los que rendía culto el pueblo de Israel. 11 Allí había de pie setenta líderes de Israel y en el centro estaba Jaazanías, hijo de Safán. Todos tenían en la mano un recipiente para quemar incienso y de cada recipiente se elevaba una nube de incienso por encima de sus cabezas.
12 Entonces el Señor me dijo: «Hijo de hombre, ¿has visto lo que los líderes de Israel hacen con sus ídolos en los rincones oscuros? Dicen: “¡El Señor no nos ve; él ha abandonado nuestra tierra!”». 13 Entonces el Señor agregó: «¡Ven y te mostraré pecados aún más detestables que estos!».
14 Así que me llevó a la puerta norte del templo del Señor; allí estaban sentadas algunas mujeres, sollozando por el dios Tamuz. 15 «¿Has visto esto?—me preguntó—. ¡Pero te mostraré pecados aún más detestables!».
16 Entonces me llevó al atrio interior del templo del Señor. En la entrada del santuario, entre la antesala y el altar de bronce, había unos veinticinco hombres de espaldas al santuario del Señor. ¡Estaban inclinados hacia el oriente, rindiendo culto al sol!
17 «¿Ves esto, hijo de hombre?—me preguntó—. ¿No le importa nada al pueblo de Judá cometer estos pecados detestables con los cuales llevan a la nación a la violencia y se burlan de mí y provocan mi enojo? 18 Por lo tanto, responderé con furia. No les tendré compasión ni les perdonaré la vida y por más que clamen por misericordia, no los escucharé».
Masacre de los idólatras
9 Entonces el Señor dijo con voz de trueno: «¡Traigan a los hombres designados para castigar la ciudad! ¡Díganles que vengan con sus armas!». 2 Pronto entraron seis hombres por la puerta superior que da al norte y cada uno llevaba un arma mortal en la mano. Con ellos había un hombre vestido de lino, que llevaba un estuche de escriba en la cintura. Todos se dirigieron al atrio del templo y se pusieron de pie junto al altar de bronce.
3 Entonces la gloria del Dios de Israel se elevó de entre los querubines, donde había reposado, y se movió hacia la entrada del templo. Luego el Señor llamó al hombre vestido de lino, que llevaba el estuche de escriba. 4 Le dijo: «Recorre las calles de Jerusalén y pon una marca en la frente de todos los que lloren y suspiren por los pecados detestables que se cometen en la ciudad».
5 Luego oí al Señor decir a los demás hombres: «Síganlo por toda la ciudad y maten a todos los que no tengan la marca en la frente. ¡No tengan compasión! ¡No tengan lástima de nadie! 6 Mátenlos a todos: ancianos, jóvenes, muchachas, mujeres y niños. Sin embargo, no toquen a ninguno que tenga la marca. Comiencen aquí mismo, en el templo». Entonces ellos comenzaron matando a los setenta líderes.
7 «¡Contaminen el templo!—mandó el Señor—. Llenen los atrios con cadáveres. ¡Vayan!». Entonces ellos salieron y comenzaron la masacre por toda la ciudad.
8 Mientras mataban a la gente, yo me quedé solo. Caí con el rostro en tierra y clamé:
—¡Oh Señor Soberano! ¿Acaso tu furia contra Jerusalén destruirá a todos los que queden en Israel?
9 Me contestó:
—Los pecados del pueblo de Israel y Judá son muy, pero muy grandes. La tierra está llena de homicidios; la ciudad está colmada de injusticia. Ellos dicen: “¡El Señor no lo ve! ¡El Señor ha abandonado esta tierra!”. 10 Por eso no les perdonaré la vida ni les tendré compasión. Les daré todo su merecido por lo que han hecho.
11 Luego regresó el hombre vestido de lino, que llevaba el estuche de escriba, e informó: «Ya hice lo que me ordenaste».
La gloria del Señor abandona el templo
10 En mi visión, vi que, por encima de la superficie de cristal que estaba sobre las cabezas de los querubines, había algo que parecía un trono de lapislázuli. 2 Entonces el Señor le habló al hombre vestido de lino y le dijo: «Métete entre las ruedas que giran debajo de los querubines, toma un puñado de carbones encendidos y espárcelos sobre la ciudad». Así que el hombre lo hizo mientras yo observaba.
3 Cuando el hombre entró allí, los querubines estaban de pie en la parte sur del templo y la nube de gloria llenaba el atrio interior. 4 Entonces la gloria del Señor se elevó por encima de los querubines y se dirigió hacia la entrada del templo. El templo se llenó con esa nube de gloria y el atrio resplandeció con la gloria del Señor. 5 El sonido de las alas de los querubines sonaban como la voz del Dios Todopoderoso[al] y podía oírse hasta en el atrio exterior.
6 El Señor le dijo al hombre vestido de lino: «Métete entre los querubines y toma algunos carbones encendidos de entre las ruedas». Entonces el hombre entró y se paró junto a una de las ruedas. 7 Luego uno de los querubines extendió la mano y tomó algunas brasas de en medio del fuego que ardía entre ellos. Puso las brasas en las manos del hombre vestido de lino y el hombre las tomó y salió de allí. 8 (Todos los querubines tenían debajo de sus alas lo que parecían ser manos humanas).
9 Me fijé y cada uno de los cuatro querubines tenía una rueda a su lado y las ruedas brillaban como el berilo. 10 Las cuatro ruedas eran semejantes entre sí y estaban hechas de la misma manera; dentro de cada rueda había otra rueda que giraba en forma transversal. 11 Los querubines podían avanzar de frente en las cuatro direcciones, sin girar mientras se movían. Iban derecho en la dirección que tuvieran frente a ellos y nunca se desviaban. 12 Tanto los querubines como las ruedas estaban cubiertos de ojos. Los querubines tenían ojos por todo el cuerpo, incluso las manos, la espalda y las alas. 13 Oí que alguien hablaba de las ruedas como «las ruedas que giran». 14 Cada uno de los cuatro querubines tenía cuatro caras: la primera era la cara de un buey,[am] la segunda era una cara humana, la tercera era la cara de un león y la cuarta era la cara de un águila.
15 Luego los querubines se elevaron. Eran los mismos seres vivientes que yo había visto junto al río Quebar. 16 Cuando los querubines se movían, las ruedas se movían con ellos. Cuando elevaban las alas para volar, las ruedas permanecían con ellos. 17 Cuando los querubines se detenían, las ruedas también se detenían. Cuando volaban hacia arriba, las ruedas subían, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.
18 Luego la gloria del Señor salió de la entrada del templo y se sostenía en el aire por encima de los querubines. 19 Entonces, mientras yo observaba, los querubines volaron con sus ruedas a la puerta oriental del templo del Señor y la gloria del Dios de Israel se sostenía en el aire por encima de ellos.
20 Eran los mismos seres vivientes que yo había visto debajo del Dios de Israel cuando me encontraba junto al río Quebar. Sabía que eran querubines, 21 porque cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas y lo que parecían ser manos humanas debajo de las alas. 22 Además, sus caras eran como las caras de los seres que yo había visto junto al Quebar y se movían de frente y hacia adelante, tal como los otros.
Juicio a los líderes de Israel
11 Luego el Espíritu me levantó y me llevó a la entrada oriental del templo del Señor, donde vi a veinticinco hombres prominentes de la ciudad. Entre ellos estaban Jaazanías, hijo de Azur, y Pelatías, hijo de Benaía, quienes eran líderes del pueblo.
2 El Espíritu me dijo: «Hijo de hombre, estos son los hombres que piensan hacer maldades y dan consejos perversos en esta ciudad. 3 Le dicen al pueblo: “¿Acaso no es un buen momento para construir casas? Esta ciudad es como una olla de hierro. Aquí adentro estamos a salvo, como la carne en la olla[an]”. 4 Por lo tanto, hijo de hombre, profetiza contra ellos en forma clara y a viva voz».
5 Entonces vino sobre mí el Espíritu del Señor, y me ordenó que dijera: «Esto dice el Señor a los habitantes de Israel: “Yo sé lo que ustedes hablan, porque conozco cada pensamiento que les viene a la mente. 6 Ustedes asesinaron a muchos en esta ciudad y llenaron las calles con cadáveres.
7 »”Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano: es cierto que esta ciudad es una olla de hierro, pero los trozos de carne son las víctimas de la injusticia de ustedes. En cuanto a ustedes, pronto los sacaré a rastras de esta olla. 8 Les haré caer la espada de la guerra que tanto temen, dice el Señor Soberano. 9 Los expulsaré de Jerusalén y los entregaré a extranjeros que ejecutarán mis castigos contra ustedes. 10 Serán masacrados hasta las fronteras de Israel. Ejecutaré juicio contra ustedes y sabrán que yo soy el Señor. 11 No, esta ciudad no será una olla de hierro para ustedes ni estarán a salvo como la carne dentro de ella. Los juzgaré, incluso hasta las fronteras de Israel, 12 y sabrán que yo soy el Señor. Pues se negaron a obedecer mis decretos y ordenanzas; en cambio, han imitado las costumbres de las naciones que los rodean”».
13 Mientras yo aún profetizaba, murió de repente Pelatías, hijo de Benaía. Entonces caí rostro en tierra y clamé: «Oh Señor Soberano, ¿vas a matar a todos en Israel?».
Esperanza para Israel en el destierro
14 Luego recibí este mensaje del Señor: 15 «Hijo de hombre, el pueblo que aún queda en Jerusalén habla de ti, de tus parientes y de todos los israelitas desterrados. Dicen: “¡Ellos están lejos del Señor, así que ahora él nos ha dado a nosotros la tierra que les pertenecía!”.
16 »Por lo tanto, diles a los desterrados: “Esto dice el Señor Soberano: ‘A pesar de que los esparcí por los países del mundo, yo seré un santuario para ustedes durante su tiempo en el destierro. 17 Yo, el Señor Soberano, los reuniré de entre las naciones adonde fueron esparcidos y les daré una vez más el territorio de Israel’”.
18 »Cuando los israelitas regresen a su patria, quitarán todo rastro de sus imágenes repugnantes y sus ídolos detestables. 19 Les daré integridad de corazón y pondré un espíritu nuevo dentro de ellos. Les quitaré su terco corazón de piedra y les daré un corazón tierno y receptivo,[ao] 20 para que obedezcan mis decretos y ordenanzas. Entonces, verdaderamente serán mi pueblo y yo seré su Dios. 21 Sin embargo, a todos los que añoren las imágenes repugnantes y los ídolos detestables, les daré su merecido por sus pecados. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!».
La gloria del Señor abandona a Jerusalén
22 Luego los querubines desplegaron las alas y se elevaron por el aire con las ruedas junto a ellos y la gloria del Dios de Israel se sostenía en el aire por encima de ellos. 23 Entonces la gloria del Señor se levantó de la ciudad y se detuvo sobre la montaña que está al oriente.
24 Después el Espíritu de Dios me llevó de regreso a Babilonia,[ap] al pueblo desterrado. Así terminó la visión de mi visita a Jerusalén. 25 Entonces les relaté a los desterrados todo lo que el Señor me había mostrado.
Señales del destierro venidero
12 Nuevamente recibí un mensaje del Señor: 2 «Hijo de hombre, tú vives entre rebeldes que tienen ojos pero se niegan a ver; tienen oídos pero se niegan a oír, porque son un pueblo rebelde.
3 »De modo que ahora, hijo de hombre, haz como si te enviaran al destierro. Prepara tu equipaje con las pocas pertenencias que podría llevarse un desterrado y sal de tu casa para ir a otro lugar. Hazlo a la vista de todos para que te vean. Pues quizás presten atención a eso, por muy rebeldes que sean. 4 Saca tu equipaje en pleno día para que te vean. Luego, por la tarde, mientras aún estén mirándote, sal de tu casa como lo hacen los cautivos cuando inician una larga marcha a tierras lejanas. 5 Cava un hueco en la muralla a la vista de todos y sal por ese hueco. 6 Mientras todos observan, carga el equipaje sobre los hombros y aléjate caminando en la oscuridad de la noche. Cúbrete el rostro para que no puedas ver la tierra que dejas atrás. Pues yo he hecho de ti una señal para el pueblo de Israel».
7 Por lo tanto, hice lo que se me ordenó. A plena luz del día, saqué mi equipaje, lleno de cosas que llevaría al destierro. Por la tarde, mientras el pueblo seguía observando, cavé con las manos un hueco en la muralla y salí en la oscuridad de la noche con el equipaje sobre los hombros.
8 A la mañana siguiente, recibí este mensaje del Señor: 9 «Hijo de hombre, esos rebeldes—el pueblo de Israel—te han preguntado qué significa todo lo que haces. 10 Diles: “Esto dice el Señor Soberano: ‘Estas acciones contienen un mensaje para el rey Sedequías, en Jerusalén,[aq] y para todo el pueblo de Israel’”. 11 Explica, entonces, que tus acciones son una señal para mostrar lo que pronto les sucederá a ellos, pues serán llevados cautivos al destierro.
12 »Hasta Sedequías se irá de Jerusalén de noche por un hueco en la muralla, cargando solo lo que pueda llevar consigo. Se cubrirá el rostro y sus ojos no verán la tierra que deja atrás. 13 Luego lanzaré mi red sobre él y lo capturaré con mi trampa. Lo llevaré a Babilonia, el territorio de los babilonios,[ar] aunque él nunca lo verá y allí morirá. 14 Esparciré a los cuatro vientos a sus siervos y guerreros, y mandaré la espada tras ellos. 15 Entonces, cuando los disperse entre las naciones, sabrán que yo soy el Señor. 16 No obstante, a algunos los libraré de morir en la guerra o por enfermedades o de hambre, para que confiesen sus pecados detestables a sus captores. ¡Entonces sabrán que yo soy el Señor!».
17 Luego recibí este mensaje del Señor: 18 «Hijo de hombre, estremécete al comer tu alimento; tiembla de miedo al beber tu agua. 19 Dile al pueblo: “Esto dice el Señor Soberano acerca de los que viven en Israel y Jerusalén: ‘Con temblor comerán su alimento y con desesperación beberán su agua, porque la tierra quedará arrasada a causa de la violencia de sus habitantes. 20 Las ciudades serán destruidas y los campos quedarán hechos desiertos. Entonces ustedes sabrán que yo soy el Señor’”».
Nuevo proverbio para Israel
21 Nuevamente recibí un mensaje del Señor: 22 «Hijo de hombre, has oído ese proverbio que citan en Israel: “El tiempo pasa y las profecías quedan en nada”. 23 Dile al pueblo: “Esto dice el Señor Soberano: ‘Pondré fin a este proverbio y pronto dejarán de citarlo’”. Ahora dales este nuevo proverbio en reemplazo del otro: “¡Ha llegado la hora de que se cumplan todas las profecías!”.
24 »Ya no habrá más visiones falsas ni predicciones aduladoras en Israel. 25 ¡Pues yo soy el Señor! Si yo lo digo, sucederá. Ya no habrá más demora para ustedes, rebeldes de Israel. Cumpliré mi amenaza de destrucción durante los años de su vida. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!».
26 Luego recibí este mensaje del Señor: 27 «Hijo de hombre, los israelitas andan diciendo: “Él habla de un futuro lejano. Sus visiones no se cumplirán por muchísimo tiempo”. 28 Por lo tanto, diles: “Esto dice el Señor Soberano: ‘¡Se acabó la demora! Ya mismo cumpliré todas mis amenazas. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!’”».
Juicio contra los falsos profetas
13 Después recibí este mensaje del Señor: 2 «Hijo de hombre, profetiza contra los falsos profetas de Israel que inventan sus propias profecías. Diles: “Escuchen la palabra del Señor. 3 Esto dice el Señor Soberano: ‘¡Qué aflicción les espera a los falsos profetas que siguen su propia imaginación y no han visto absolutamente nada!’”.
4 »Oh pueblo de Israel, estos profetas tuyos son como chacales que escarban en las ruinas. 5 No han hecho nada para reparar las grietas de las murallas que rodean la nación. No la han ayudado a mantenerse firme en la batalla el día del Señor. 6 En cambio, han mentido y han hecho predicciones falsas. Dicen: “Este mensaje es del Señor”, aunque el Señor nunca los envió. ¡Y todavía esperan que el Señor cumpla las profecías de ellos! 7 ¿No son acaso totalmente falsas sus visiones si ustedes afirman: “Este mensaje es del Señor”, cuando yo ni siquiera les he hablado?
8 »Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano: lo que ustedes afirman es falso y sus visiones son mentira, por eso yo me pondré en contra de ustedes, dice el Señor Soberano. 9 Alzaré mi puño contra todos los profetas que tengan visiones falsas y hagan predicciones mentirosas, y serán expulsados de la comunidad de Israel. Tacharé sus nombres de los registros de Israel, y jamás volverán a pisar su propia tierra. Entonces ustedes sabrán que yo soy el Señor Soberano.
10 »Esto ocurrirá porque estos profetas malvados engañan a mi pueblo cuando dicen: “Todo está en paz”, ¡pero en realidad no hay paz en absoluto! Es como si el pueblo hubiera construido un muro frágil, ¡y estos profetas pretenden reforzarlo cubriéndolo con cal! 11 Diles a esos que pintan con cal que pronto se les derrumbará el muro. Una lluvia torrencial debilitará sus cimientos; fuertes tormentas de granizo y vientos impetuosos lo demolerán. 12 Entonces, cuando caiga el muro, la gente exclamará: “¿Qué pasó con la cal que pusieron ustedes?”.
13 »Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano: arrasaré su muro blanqueado con una tormenta de indignación, una gran inundación de enojo y una granizada de furia. 14 Derribaré su muro hasta los cimientos y cuando caiga los aplastará a ustedes. Entonces sabrán que yo soy el Señor. 15 Por fin se saciará mi enojo contra el muro y quienes lo blanquearon con cal. Luego les diré a ustedes: “Ya desaparecieron el muro y quienes lo blanquearon con cal. 16 Eran los profetas mentirosos que afirmaban que la paz llegaría a Jerusalén, cuando no había paz. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!”.
Juicio contra las falsas profetisas
17 »Ahora, hijo de hombre, denuncia a las mujeres que profetizan según su propia imaginación. 18 Esto dice el Señor Soberano: “Qué aflicción les espera a ustedes, mujeres, que atrapan el alma de mi pueblo, tanto de los jóvenes como de los mayores. Les atan amuletos mágicos en las muñecas y les dan velos mágicos para la cabeza. ¿Acaso piensan que pueden atrapar a otros sin provocar su propia destrucción? 19 Ustedes me deshonran delante de mi pueblo por unos puñados de cebada o un trozo de pan. Al mentirle a mi pueblo—que disfruta de las mentiras—, ustedes matan a quienes no deben morir y prometen vida a quienes no deben vivir”.
20 »Esto dice el Señor Soberano: “Estoy en contra de sus amuletos mágicos, esos que se usan para atrapar a mi pueblo como a pájaros. Yo se los arrancaré de los brazos y liberaré a mi pueblo como se libera a un pájaro de la jaula. 21 Les quitaré los velos mágicos y rescataré a mi pueblo de las garras de ustedes. Ellos ya no serán más sus víctimas. Entonces ustedes sabrán que yo soy el Señor. 22 Con sus mentiras desalentaron a los justos, pero yo no quería que estuvieran tristes; ustedes alentaron a los perversos al prometerles vida, aunque ellos continuaran pecando. 23 Por todo eso, ustedes ya no hablarán de visiones que jamás vieron ni harán más predicciones. Pues yo rescataré a mi pueblo de sus garras. Entonces ustedes sabrán que yo soy el Señor”».
Idolatría de los líderes de Israel
14 Después me visitaron algunos de los líderes de Israel y, mientras estaban sentados conmigo, 2 recibí este mensaje del Señor: 3 «Hijo de hombre, estos líderes han levantado ídolos[as] en su corazón. Se han entregado a cosas que los harán caer en pecado. ¿Por qué habría de escuchar sus peticiones? 4 Diles: “Esto dice el Señor Soberano: ‘Los israelitas han levantado ídolos en su corazón y han caído en pecado y después corren a consultar a un profeta. Así que yo, el Señor, les daré la clase de respuesta que merece su gran idolatría, 5 a fin de conquistar la mente y el corazón de mi pueblo que me ha abandonado para rendir culto a sus ídolos detestables’”.
6 »Por lo tanto, diles a los israelitas: “Esto dice el Señor Soberano: ‘Arrepiéntanse y abandonen sus ídolos, y dejen de cometer ya sus pecados detestables. 7 Yo, el Señor, les responderé a todos—sean israelitas o extranjeros—los que me rechazan y levantan ídolos en su corazón y así caen en pecado, y después van a consultar a un profeta en busca de mi consejo. 8 Me pondré en contra de esas personas y haré de ellas un ejemplo espantoso cuando las elimine de mi pueblo. Entonces ustedes sabrán que yo soy el Señor.
9 »”’Además, si un profeta es engañado para que dé un mensaje, es porque yo, el Señor, engañé a ese profeta. Alzaré mi puño contra esos profetas y los eliminaré de la comunidad de Israel. 10 Tanto los falsos profetas como quienes los consultan serán castigados por sus pecados. 11 De este modo, los israelitas aprenderán a no alejarse de mí y por tanto a no contaminarse con el pecado. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!’”».
Certeza del castigo del Señor
12 Luego recibí este mensaje del Señor: 13 «Hijo de hombre, supongamos que los habitantes de un país pecaran contra mí y yo alzara mi puño para aplastarlos al cortarles la provisión de alimento y al hacerles pasar un hambre que destruyera tanto a personas como a animales. 14 Aunque Noé, Daniel y Job estuvieran allí, su justicia los salvaría solo a ellos y no a ningún otro, dice el Señor Soberano.
15 »O supongamos que yo les enviara animales salvajes que invadieran el país, mataran a los habitantes y dejaran la tierra desolada y demasiado peligrosa para ser transitada. 16 Tan cierto como que yo vivo, dice el Señor Soberano, aunque esos tres hombres estuvieran allí, no podrían salvar ni a sus hijos ni a sus hijas. Se salvarían solo ellos tres, pero la tierra quedaría desolada.
17 »O supongamos que yo provocara guerra contra el país y mandara ejércitos enemigos para destruir tanto a personas como a animales. 18 Tan cierto como que yo vivo, dice el Señor Soberano, aunque esos tres hombres estuvieran allí, no podrían salvar ni a sus hijos ni a sus hijas. Solo ellos tres se salvarían.
19 »O supongamos que yo derramara mi furia y enviara una epidemia al país que matara tanto a personas como a animales. 20 Tan cierto como que yo vivo, dice el Señor Soberano, aunque Noé, Daniel y Job estuvieran allí, no podrían salvar ni a sus hijos ni a sus hijas. Solo ellos tres se salvarían por causa de su justicia.
21 »Ahora esto dice el Señor Soberano: ¡qué terrible será cuando estos cuatro castigos espantosos caigan sobre Jerusalén—guerra, hambre, animales salvajes y enfermedades—y destruyan a todos sus habitantes y a los animales! 22 Sin embargo, habrá sobrevivientes, quienes vendrán aquí, desterrados como ustedes en Babilonia. Ustedes verán con sus propios ojos lo perversos que ellos son y entonces no se sentirán tan mal por lo que hice en Jerusalén. 23 Cuando se reúnan con ellos y vean cómo se comportan, entenderán que lo que hice a Israel no fue sin motivo. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!».
Jerusalén, una vid inútil
15 Luego recibí este mensaje del Señor: 2 «Hijo de hombre, ¿cómo se compara una vid con un árbol? ¿Es la madera de una vid tan útil como la de un árbol? 3 ¿Sirve su madera para hacer objetos, como ganchos para colgar ollas y sartenes? 4 No, solo sirve para leña y aun como leña se consume demasiado rápido. 5 ¡Las vides son inútiles antes y después de arrojarlas al fuego!
6 »Esto dice el Señor Soberano: los habitantes de Jerusalén son como vides que crecen entre los árboles del bosque. Dado que son inútiles, los arrojé al fuego para que se quemen. 7 Si escapan de un fuego, me encargaré de que caigan en otro. Cuando me ponga en su contra, ustedes sabrán que yo soy el Señor. 8 Haré que el país quede desolado porque mi pueblo me ha sido infiel. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!».
Jerusalén, una esposa infiel
16 Después recibí otro mensaje del Señor: 2 «Hijo de hombre, enfrenta a Jerusalén con sus pecados detestables. 3 Dale este mensaje de parte del Señor Soberano: “¡No eres más que una cananea! Tu padre era amorreo y tu madre hitita. 4 El día en que naciste, nadie se preocupó por ti. No te cortaron el cordón umbilical ni te lavaron ni te frotaron con sal ni te envolvieron en pañales. 5 Nadie puso el más mínimo interés en ti; nadie tuvo compasión de ti ni te cuidó. El día de tu nacimiento, no fuiste deseada; te arrojaron en el campo y te abandonaron para que murieras.
6 »”Sin embargo, llegué yo y te vi ahí, pataleando indefensa en tu propia sangre. Mientras estabas allí tirada dije: ‘¡Vive!’; 7 y te ayudé a florecer como una planta del campo. Creciste y te convertiste en una joya preciosa. Te crecieron los pechos y te salió el vello, pero seguías desnuda. 8 Cuando volví a pasar, vi que ya tenías edad para el amor. Entonces te envolví con mi manto para cubrir tu desnudez y te pronuncié mis votos matrimoniales. Hice un pacto contigo, dice el Señor Soberano, y pasaste a ser mía.
9 »”Luego te bañé, te limpié la sangre y te froté la piel con aceites fragantes. 10 Te vestí con ropas costosas de lino fino y de seda con bordados hermosos, y te calcé con sandalias de cuero de cabra de la mejor calidad. 11 Te di joyas preciosas, pulseras y hermosos collares, 12 un anillo para la nariz, aretes para las orejas y una hermosa corona para la cabeza. 13 Así quedaste adornada con oro y plata. Tus ropas eran de lino fino y telas costosas con bordados hermosos. Comiste los mejores alimentos—harina selecta, miel y aceite de oliva—y te pusiste más hermosa que nunca. Parecías una reina ¡y lo eras! 14 Tu fama pronto se extendió por todo el mundo a causa de tu belleza. Te vestí de mi esplendor y perfeccioné tu belleza, dice el Señor Soberano.
15 »”Pero pensaste que eras dueña de tu fama y tu belleza. Entonces te entregaste como prostituta a todo hombre que pasaba. Tu belleza estaba a la disposición del que la pidiera. 16 Usaste los hermosos regalos que te di para construir lugares de culto a ídolos, donde te prostituiste. ¡Qué increíble! ¿Cómo pudo ocurrir semejante cosa? 17 Tomaste las joyas y los adornos de oro y plata que yo te había dado y te hiciste estatuas de hombres y les rendiste culto. ¡Eso es adulterio contra mí! 18 Usaste las ropas con bordados hermosos que te di para vestir a tus ídolos. Después usaste mi aceite especial y mi incienso para rendirles culto. 19 ¡Imagínate! Ofreciste ante ellos en sacrificio la harina selecta, el aceite de oliva y la miel que yo te había dado, dice el Señor Soberano.
20 »”Luego tomaste a tus hijos e hijas—los que diste a luz para mí—y los sacrificaste a tus dioses. ¿No era suficiente con haberte prostituido? 21 ¿También tenías que masacrar a mis hijos ofreciéndolos en sacrificio a ídolos? 22 En todos tus años de adulterio y pecado detestable, no recordaste ni una sola vez los días pasados, cuando estabas desnuda y tirada en el campo, pataleando en tu propia sangre.
23 »”¡Qué aflicción te espera!, dice el Señor Soberano. Además de todas tus otras perversidades, 24 edificaste un santuario pagano y levantaste altares a ídolos en la plaza de cada ciudad. 25 En cada esquina contaminaste tu belleza ofreciendo tu cuerpo a todo el que pasaba, en una interminable ola de prostitución. 26 Luego agregaste a tu lista de amantes al lujurioso Egipto y provocaste mi enojo con tu creciente promiscuidad. 27 Por eso te golpeé con mi puño y reduje tu territorio. Te entregué en manos de tus enemigos, los filisteos, y hasta ellos quedaron horrorizados ante tu conducta depravada. 28 También te prostituiste con los asirios. ¡Parece que nunca te cansas de buscar nuevos amantes! Después de prostituirte con los asirios, tampoco quedaste satisfecha. 29 Por si fueran pocos tus amantes, también te abrazaste a Babilonia,[at] el territorio de los mercaderes, pero ni aun así quedaste satisfecha.
30 »”¡Qué enfermo tienes el corazón!, dice el Señor Soberano, para hacer semejantes cosas comportándote como una prostituta desvergonzada. 31 Edificas tus santuarios paganos en cada esquina y construyes en cada plaza los altares para tus ídolos. En realidad, has sido peor que una prostituta, tan desesperada por pecar que ni siquiera exigías que te pagaran. 32 Sí, eres una esposa adúltera que recibe a extraños en lugar de a su propio marido. 33 Las prostitutas cobran por sus servicios, ¡pero tú no! Les das regalos a tus amantes, los sobornas para que tengan sexo contigo. 34 Así que haces lo contrario de las demás prostitutas; ¡tú les pagas a tus amantes en lugar de que ellos te paguen a ti!
Juicio por la prostitución de Jerusalén
35 »”¡Por lo tanto, prostituta, escucha este mensaje de parte del Señor! 36 Esto dice el Señor Soberano: por haber derramado tus deseos lujuriosos y haberte desnudado como prostituta ante tus amantes y por haber rendido culto a ídolos[au] detestables y masacrado a tus hijos en sacrificio a tus dioses, 37 ahora yo actuaré en consecuencia. Reuniré a todos tus aliados—los amantes con los que has pecado, tanto los que amaste como los que odiaste—y te desnudaré delante de ellos para que vean tu desnudez. 38 Te castigaré por tus homicidios y tu adulterio. En mi celosa furia te cubriré con sangre. 39 Luego te entregaré a todas esas naciones que son tus amantes y ellas te destruirán. Derrumbarán tus santuarios paganos y los altares de tus ídolos. Te arrancarán la ropa, se llevarán tus hermosas joyas y te dejarán completamente desnuda. 40 Juntas formarán una turba violenta para apedrearte y despedazarte con espadas. 41 Quemarán tus casas y te castigarán frente a muchas mujeres. Yo pondré fin a tu prostitución y haré que no les pagues más a tus numerosos amantes.
42 »”Finalmente desahogaré mi furia contra ti, y se calmará el enojo de mis celos. Quedaré tranquilo y ya no estaré enojado contigo. 43 No obstante, primero, te daré tu merecido por todos tus pecados, porque no recordaste los días de tu juventud, sino que me hiciste enojar con todas esas maldades, dice el Señor Soberano. Pues a todos tus pecados detestables les sumaste actos depravados. 44 Todos los que compongan refranes dirán de ti: ‘De tal madre, tal hija’. 45 Pues tu madre despreció a su esposo y a sus hijos, y tú hiciste lo mismo. Eres igual a tus hermanas, que despreciaron a sus esposos y a sus hijos. Queda claro que tu madre era hitita, y tu padre amorreo.
46 »”Tu hermana mayor fue Samaria, que vivía con sus hijas en el norte. Tu hermana menor fue Sodoma, que vivía con sus hijas en el sur. 47 Ahora bien, tú no solo pecaste igual que ellas, sino que tu corrupción pronto las superó. 48 Tan cierto como que yo vivo, dice el Señor Soberano, Sodoma y sus hijas nunca fueron tan perversas como tú y tus hijas. 49 Los pecados de Sodoma eran el orgullo, la glotonería y la pereza, mientras que afuera sufrían los pobres y los necesitados. 50 Ella fue arrogante y cometió pecados detestables, por eso la destruí, como has visto.[av]
51 »”Ni siquiera Samaria cometió la mitad de tus pecados. Tú has hecho cosas mucho más detestables de las que hicieron tus hermanas; ahora ellas parecen rectas en comparación contigo. 52 ¡Debería darte vergüenza! Tus pecados son tan terribles que haces que tus hermanas parezcan rectas, hasta virtuosas.
53 »”Sin embargo, algún día restauraré el bienestar de Sodoma y de Samaria, y también te restauraré a ti. 54 Entonces realmente te avergonzarás de todo lo que has hecho, pues tus pecados hacen que ellas se sientan bien al compararse contigo. 55 Así es, tus hermanas, Sodoma y Samaria, serán restauradas junto con todos sus habitantes y en ese tiempo también te restauraré a ti. 56 Cuando eras tan orgullosa, despreciabas a Sodoma; 57 pero ahora tu peor perversidad quedó a la vista de todo el mundo y eres tú la despreciada, tanto por los edomitas[aw] y todos sus vecinos como por los filisteos. 58 Este será el castigo por tu lascivia y tus pecados detestables, dice el Señor.
59 »”Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano: te daré tu merecido, pues tomaste tus votos solemnes a la ligera al romper el pacto. 60 Sin embargo, recordaré el pacto que hice contigo cuando eras joven y estableceré contigo un pacto eterno. 61 Entonces recordarás con vergüenza todo el mal que hiciste. Haré que tus hermanas, Samaria y Sodoma, sean hijas tuyas, aunque no formen parte de nuestro pacto. 62 Reafirmaré mi pacto contigo y sabrás que yo soy el Señor. 63 Recordarás tus pecados y te cubrirás la boca enmudecida de vergüenza, cuando te perdone por todo lo que hiciste. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!”».
Relato de las dos águilas
17 Luego recibí el siguiente mensaje del Señor: 2 «Hijo de hombre, propón este enigma y cuenta este relato a los israelitas. 3 Diles de parte del Señor Soberano:
»“Un águila grande con alas anchas y plumas largas,
cubierta de plumaje de varios colores,
llegó al Líbano.
Agarró la copa de un cedro
4 y arrancó la rama más alta.
Se la llevó a una ciudad llena de mercaderes.
La plantó en una ciudad de comerciantes.
5 También tomó de la tierra una planta de semillero
y la sembró en tierra fértil.
La colocó junto a un río ancho,
donde podría crecer como un sauce.
6 Allí echó raíces y creció
hasta convertirse en una amplia vid de poca altura.
Sus ramas se extendieron hacia arriba, en dirección al águila,
y sus raíces penetraron en el suelo.
Produjo ramas robustas
y le salieron retoños.
7 Pero luego llegó otra águila grande
con alas anchas y cubierta de plumaje.
Entonces la vid extendió las raíces y las ramas
hacia esa águila para obtener agua,
8 aunque ya estaba plantada en buena tierra
y tenía agua en abundancia
para crecer y convertirse en una vid espléndida
y producir hojas frondosas y frutos suculentos”.
9 »Así que ahora el Señor Soberano pregunta:
“¿Crecerá y prosperará esa vid?
¡No! ¡Yo la arrancaré de raíz!
Cortaré sus frutos
y dejaré que se le sequen y marchiten las hojas.
La arrancaré fácilmente,
sin necesidad de un brazo fuerte ni de un gran ejército.
10 Pero cuando la vid sea trasplantada,
¿volverá a florecer?
No, se secará
cuando el viento del oriente sople contra ella.
Morirá en la misma tierra fértil
donde había crecido tan bien”».
Explicación del enigma
11 Luego recibí este mensaje del Señor: 12 «Diles a esos rebeldes de Israel: “¿No entienden lo que significa este enigma de las águilas? El rey de Babilonia vino a Jerusalén y se llevó al rey y a los príncipes a Babilonia. 13 Hizo un tratado con un miembro de la familia real y lo obligó a jurarle lealtad. También desterró a los líderes más influyentes de Israel, 14 para que Israel no se fortaleciera nuevamente y se rebelara. Solo si cumplía su tratado con Babilonia podría Israel sobrevivir.
15 »”Sin embargo, este israelita de la familia real se rebeló contra Babilonia y envió embajadores a Egipto para solicitar un gran ejército con muchos caballos. ¿Acaso podrá Israel dejar de cumplir los tratados que hizo bajo juramento sin que haya consecuencias? 16 ¡No! Porque tan cierto como que yo vivo, dice el Señor Soberano, el rey de Israel morirá en Babilonia: el territorio del rey que lo puso en el trono y con quien hizo un tratado que despreció y no cumplió. 17 Ni el faraón con su poderoso ejército podrá ayudar a Israel cuando el rey de Babilonia vuelva a sitiar a Jerusalén y mate a mucha gente. 18 Pues el rey de Israel despreció el tratado y no lo cumplió aun después de jurar que lo haría; así que no escapará.
19 »”Entonces esto dice el Señor Soberano: tan cierto como que yo vivo, lo castigaré por no cumplir mi pacto y por despreciar el juramento solemne que hizo en mi nombre. 20 Arrojaré mi red sobre él y lo capturaré en mi trampa. Lo llevaré a Babilonia y lo juzgaré por haberme traicionado. 21 Todos sus mejores guerreros[ax] morirán en batalla y los que sobrevivan serán esparcidos a los cuatro vientos. Entonces ustedes sabrán que yo, el Señor, he hablado.
22 »”Esto dice el Señor Soberano: tomaré una rama de la copa de un cedro alto y la plantaré sobre la cumbre de la montaña más alta de Israel. 23 Se convertirá en un cedro majestuoso, extenderá sus ramas y producirá semillas. Toda clase de aves anidarán en él y encontrarán refugio a la sombra de sus ramas. 24 Todos los árboles sabrán que soy yo, el Señor, quien tala el árbol alto y hace crecer alto el árbol pequeño. Soy yo quien hace secar el árbol verde y le da vida al árbol seco. ¡Yo, el Señor, he hablado y cumpliré lo que he dicho!”».
Justicia de un Dios justo
18 Luego recibí otro mensaje del Señor: 2 «¿Por qué citan ustedes ese proverbio acerca de la tierra de Israel, que dice: “Los padres comieron uvas agrias, pero la boca de sus hijos se frunce por el sabor”? 3 Tan cierto como que yo vivo, dice el Señor Soberano, que dejarán de citar ese proverbio en Israel. 4 Pues todos los seres humanos son míos para juzgar, los padres y los hijos por igual. Esta es mi regla: la persona que peque es la que morirá.
5 »Supongamos que cierto hombre es recto y hace lo que es justo y correcto. 6 No participa en los banquetes que se ofrecen en los montes ante los ídolos[ay] de Israel ni les rinde culto. No comete adulterio ni tiene relaciones sexuales con una mujer durante su período menstrual. 7 Es un acreedor compasivo, no se queda con objetos entregados en garantía por deudores pobres. No les roba a los pobres, más bien, les da de comer a los hambrientos y les da ropa a los necesitados. 8 Presta dinero sin cobrar interés, se mantiene lejos de la injusticia, es honesto e imparcial al juzgar a otros 9 y obedece fielmente mis decretos y ordenanzas. Todo el que hace estas cosas es justo y ciertamente vivirá, dice el Señor Soberano.
10 »Pero supongamos que ese hombre tiene un hijo adulto que es ladrón o asesino y se niega a hacer lo correcto. 11 Ese hijo también comete todas las maldades que su padre jamás haría: rinde culto a ídolos en los montes, comete adulterio, 12 oprime a los pobres e indefensos, roba a los deudores al negarles que recuperen sus garantías, rinde culto a ídolos, comete pecados detestables 13 y presta dinero con intereses excesivos. ¿Acaso debería vivir ese pecador? ¡No! Tiene que morir y asumir toda la culpa.
14 »Pero supongamos que ese hijo pecador, a su vez, tiene un hijo que ve la maldad de su padre y decide no llevar esa clase de vida. 15 Este hijo se niega a rendir culto a ídolos en los montes y no comete adulterio. 16 No explota a los pobres, más bien, es justo con los deudores y no les roba. Da de comer a los hambrientos y da ropa a los necesitados. 17 Ayuda a los pobres,[az] presta dinero sin cobrar interés y obedece todos mis decretos y ordenanzas. Esa persona no morirá por los pecados de su padre; ciertamente vivirá. 18 Sin embargo, el padre morirá por todos sus pecados: por haber sido cruel, por robar a la gente y hacer lo que es indudablemente incorrecto en medio de su pueblo.
19 »“¿Cómo?—se preguntan ustedes—. ¿No pagará el hijo por los pecados del padre?”. ¡No! Porque si el hijo hace lo que es justo y correcto y obedece mis decretos, ese hijo ciertamente vivirá. 20 La persona que peque es la que morirá. El hijo no será castigado por los pecados del padre ni el padre será castigado por los pecados del hijo. Los justos serán recompensados por su propia conducta recta y las personas perversas serán castigadas por su propia perversidad. 21 Ahora bien, si los perversos abandonan sus pecados y comienzan a obedecer mis decretos y a hacer lo que es justo y correcto, ciertamente vivirán y no morirán. 22 Todos los pecados pasados serán olvidados y vivirán por las acciones justas que han hecho.
23 »¿Acaso piensan que me agrada ver morir a los perversos?, pregunta el Señor Soberano. ¡Claro que no! Mi deseo es que se aparten de su conducta perversa y vivan. 24 Sin embargo, si los justos se apartan de su conducta recta y comienzan a pecar y a comportarse como los demás pecadores, ¿se les permitirá vivir? No, ¡claro que no! Todas las acciones justas que han hecho serán olvidadas y morirán por sus pecados.
25 »Sin embargo, ustedes dicen: “¡El Señor no hace lo correcto!”. Escúchame, pueblo de Israel. ¿Soy yo el que no hace lo correcto o son ustedes? 26 Cuando los justos abandonen su conducta justa y comiencen a cometer pecados, morirán por eso. Sí, morirán por sus acciones pecaminosas; 27 y si los perversos abandonan su perversidad, obedecen la ley y hacen lo que es justo y correcto, salvarán su vida. 28 Vivirán, porque lo pensaron bien y decidieron apartarse de sus pecados. Esas personas no morirán. 29 Aun así, los israelitas siguen diciendo: “¡El Señor no hace lo correcto!”. Oh pueblo de Israel, tú eres quien no hace lo correcto, no yo.
30 »Por lo tanto, pueblo de Israel, juzgaré a cada uno de ustedes, según sus acciones, dice el Señor Soberano. Arrepiéntete y apártate de tus pecados. ¡No permitas que tus pecados te destruyan! 31 Deja atrás tu rebelión y procura encontrar un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué habrías de morir, oh pueblo de Israel? 32 No quiero que mueras, dice el Señor Soberano. ¡Cambia de rumbo y vive!
Canto fúnebre para los reyes de Israel
19 »Entona este canto fúnebre para los príncipes de Israel:
2 »“¿Qué es tu madre?
¡Una leona entre leones!
Se recostó entre los leones jóvenes
y crio a sus cachorros.
3 A uno de sus cachorros lo crio
para que fuera un león fuerte.
Aprendió a cazar la presa y a devorarla
y llegó a alimentarse de carne humana.
4 Luego las naciones oyeron hablar de él
y lo atraparon en una fosa.
Se lo llevaron con garfios
a la tierra de Egipto.
5 »”Cuando la leona vio
que su esperanza en él estaba perdida,
tomó a otro de sus cachorros
y le enseñó a ser un león fuerte.
6 Él merodeaba entre los demás leones
y se destacaba por su fuerza.
Aprendió a cazar la presa y a devorarla,
y también él llegó a alimentarse de carne humana.
7 Derribó fortalezas[ba]
y destruyó sus aldeas y ciudades.
Las granjas quedaron devastadas,
y las cosechas, destruidas.
La tierra y sus habitantes temblaban de miedo
cuando lo oían rugir.
8 Luego lo atacaron los ejércitos de las naciones;
lo rodearon por todas partes.
Arrojaron una red sobre él
y lo atraparon en una fosa.
9 Lo arrastraron con ganchos, lo encerraron en una jaula
y lo llevaron ante el rey de Babilonia.
Lo mantuvieron cautivo,
para que nunca más se oyera su voz
en los montes de Israel.
10 »”Tu madre era como una vid
plantada junto a la orilla del agua.
Su follaje era verde y frondoso
por la abundancia de agua.
11 Sus ramas se fortalecieron
lo suficiente para ser el cetro de un rey.
Llegó a crecer muy alta,
muy por encima de las demás vides.
Se destacó por su altura
y sus abundantes ramas frondosas.
12 Pero la vid fue arrancada de raíz con furia
y arrojada al suelo.
El viento del desierto le secó los frutos
y le desgajó las ramas fuertes;
así que se marchitó
y fue consumida por el fuego.
13 Ahora la vid está trasplantada en el desierto,
donde el suelo es duro y reseco.
14 De sus ramas surgió fuego
que devoró sus frutos.
Las ramas que le quedan no son
tan fuertes para ser el cetro de un rey”.
»Este es un canto fúnebre y se entonará en un funeral».
Rebelión de Israel
20 El 14 de agosto,[bb] durante el séptimo año de cautividad del rey Joaquín, algunos de los líderes de Israel vinieron a pedir un mensaje del Señor. Se sentaron frente a mí en espera de su respuesta. 2 Entonces recibí el siguiente mensaje del Señor: 3 «Hijo de hombre, diles a los líderes de Israel: “Esto dice el Señor Soberano: ‘¿Cómo se atreven a venir a pedirme un mensaje? ¡Tan cierto como que yo vivo, dice el Señor Soberano, que no les diré nada!’”.
4 »Hijo de hombre, levanta cargos en contra de los líderes y condénalos. Hazles ver que los pecados de sus antepasados fueron realmente detestables. 5 Dales el siguiente mensaje de parte del Señor Soberano: “Cuando elegí a Israel—cuando me di a conocer a los descendientes de Jacob en Egipto—, hice un juramento solemne de que yo, el Señor, sería su Dios. 6 Ese día juré solemnemente que los sacaría de Egipto y los llevaría a una tierra que yo había explorado para ellos: una buena tierra donde fluyen la leche y la miel, la mejor tierra de todas. 7 Entonces les dije: ‘Cada uno de ustedes deshágase de las imágenes repugnantes con las que están tan obsesionados. No se contaminen con los ídolos[bc] de Egipto, porque yo soy el Señor su Dios’.
8 »”Sin embargo, ellos se rebelaron contra mí y no me hicieron caso. No se deshicieron de las imágenes repugnantes con las que estaban obsesionados ni abandonaron los ídolos de Egipto. Entonces, mientras seguían en Egipto, amenacé con derramar mi furia sobre ellos para satisfacer mi enojo; 9 pero no lo hice porque actué para proteger el honor de mi nombre. Yo no permitiría que mi nombre fuera avergonzado ante las naciones vecinas, a las cuales me di a conocer cuando saqué a los israelitas de Egipto. 10 Después de sacarlos de Egipto, los llevé al desierto. 11 Allí les di mis decretos y ordenanzas para que al ponerlos en práctica encontraran vida. 12 Además, les di mis días de descanso como una señal entre ellos y yo. El propósito era recordarles que soy el Señor, quien los apartó para que fueran santos.
13 »”Sin embargo, los israelitas se rebelaron contra mí y se negaron a obedecer mis decretos en el desierto. Desobedecieron mis ordenanzas, a pesar de que la obediencia les hubiera dado vida. Además profanaron mis días de descanso. Por lo tanto, amenacé con derramar mi furia sobre ellos e hice planes para consumirlos por completo en el desierto; 14 pero otra vez me contuve para proteger el honor de mi nombre ante las naciones que habían visto mi poder cuando saqué a Israel de Egipto. 15 Sin embargo, hice un juramento solemne contra ellos en el desierto. Juré que no los dejaría entrar en la tierra que les había dado, tierra donde fluyen la leche y la miel, el lugar más hermoso del mundo. 16 Pues rechazaron mis ordenanzas, se negaron a obedecer mis decretos y profanaron mis días de descanso, ya que habían entregado su corazón a ídolos. 17 Sin embargo, les tuve compasión y en el desierto me contuve y no los destruí.
18 »”Después les advertí a sus hijos que no siguieran el ejemplo de sus padres, quienes se contaminaron con sus ídolos. 19 ‘Yo soy el Señor su Dios—les dije—. Sigan mis decretos, presten atención a mis ordenanzas 20 y mantengan santos mis días de descanso, porque son una señal para recordarles que yo soy el Señor su Dios’.
21 »”Sin embargo, sus hijos también se rebelaron contra mí. Se negaron a cumplir mis decretos y a seguir mis ordenanzas, a pesar de que la obediencia les hubiera dado vida. Además profanaron mis días de descanso. Así que amenacé nuevamente con derramar mi furia sobre ellos en el desierto. 22 No obstante, quité mi juicio contra ellos a fin de proteger el honor de mi nombre ante las naciones que habían visto mi poder cuando los saqué de Egipto; 23 pero hice un juramento solemne contra ellos en el desierto: juré esparcirlos por todas las naciones 24 porque no obedecieron mis ordenanzas. Se burlaron de mis decretos al profanar mis días de descanso y anhelar los ídolos de sus antepasados. 25 Los entregué a decretos y ordenanzas inútiles, que no los conducirían a la vida. 26 Dejé que se contaminaran[bd] con los mismos regalos que yo les había dado y permití que sacrificaran a su hijo mayor como ofrenda a sus dioses, para devastarlos y recordarles que solo yo soy el Señor”.
Juicio y restauración
27 »Por lo tanto, hijo de hombre, dale este mensaje al pueblo de Israel de parte del Señor Soberano: “Tus antepasados siguieron blasfemando y traicionándome, 28 pues cuando los hice entrar en la tierra que les había prometido, ¡ofrecieron sacrificios en cada colina alta y debajo de cada árbol frondoso que encontraron! Provocaron mi furia al ofrecer sacrificios a sus dioses. ¡Les llevaron perfumes e incienso y derramaron ofrendas líquidas ante ellos! 29 Les dije: ‘¿Qué es ese lugar alto adonde van?’”. (Desde entonces, esa clase de santuario pagano se llama Bama, que significa “lugar alto”).
30 »Por lo tanto, dale este mensaje al pueblo de Israel de parte del Señor Soberano: “¿Piensas contaminarte como lo hicieron tus antepasados? ¿Seguirás prostituyéndote al adorar imágenes repugnantes? 31 Pues, cuando les presentas ofrendas y les sacrificas a tus niños en el fuego,[be] te contaminas con ídolos hasta el día de hoy. ¿Y yo debería permitirte, pueblo de Israel, que me pidas un mensaje? Tan cierto como que yo vivo, dice el Señor Soberano, que no te diré nada.
32 »”Tú dices: ‘Queremos ser como las naciones que nos rodean, que sirven a ídolos de madera y de piedra’; pero eso que piensas nunca sucederá. 33 Tan cierto como que yo vivo, dice el Señor Soberano, te gobernaré con puño de hierro, con gran enojo y con imponente poder. 34 También con enojo, extenderé mi mano fuerte y mi brazo poderoso, y te traeré de regreso[bf] desde los territorios por donde fuiste esparcido. 35 Te llevaré al desierto de las naciones y allí te juzgaré cara a cara. 36 Te juzgaré tal como hice con tus antepasados en el desierto después de sacarlos de Egipto, dice el Señor Soberano. 37 Te examinaré cuidadosamente y te obligaré a cumplir las condiciones del pacto. 38 Te limpiaré de todos los que se rebelen y se subleven contra mí. A ellos los sacaré de los países adonde fueron desterrados, pero nunca entrarán en la tierra de Israel. Entonces sabrás que yo soy el Señor.
39 »”En cuanto a ti, pueblo de Israel, esto dice el Señor Soberano: adelante, rinde culto a tus ídolos, pero tarde o temprano me obedecerás y dejarás de deshonrar mi santo nombre al rendir culto a ídolos. 40 Pues algún día, dice el Señor Soberano, los israelitas me adorarán en mi monte santo, el gran monte de Israel, y yo los aceptaré. Allí les exigiré que me presenten todas sus ofrendas y los mejores regalos y sacrificios. 41 Cuando los traiga de regreso a casa desde el destierro, ustedes serán para mí como un sacrificio agradable. Desplegaré mi santidad por medio de ustedes a la vista de todas las naciones. 42 Entonces, cuando yo los regrese a la tierra que mediante un juramento solemne prometí darles a sus antepasados, ustedes sabrán que yo soy el Señor. 43 Recordarán todas las formas en que se contaminaron y se odiarán a sí mismos por el mal que hicieron. 44 Y sabrás, pueblo de Israel, que yo soy el Señor, cuando haya honrado mi nombre al tratarte con compasión, a pesar de tu perversidad. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!”».
Juicio contra el Neguev
45 [bg]Después recibí este mensaje del Señor: 46 «Hijo de hombre, ponte de cara al sur[bh] y denuncia a esa región; profetiza contra los matorrales del Neguev. 47 Dile al desierto del sur: “Esto dice el Señor Soberano: ‘¡Oye la palabra del Señor! Te prenderé fuego y se quemará todo árbol, esté verde o seco. Las horrendas llamas no se extinguirán y arrasarán con todo, desde el sur hasta el norte. 48 Entonces el mundo entero verá que yo, el Señor, prendí este fuego, que no se apagará’”».
49 Entonces dije: «Oh Señor Soberano, ¡la gente anda diciendo de mí: “Él solo habla en enigmas!”».
Espada del juicio del Señor
21 [bi]Luego recibí este mensaje del Señor: 2 «Hijo de hombre, ponte de cara a Jerusalén y profetiza contra Israel y sus santuarios. 3 Dile: “Esto dice el Señor: ‘Oh Israel, yo soy tu enemigo y voy a desenvainar mi espada para destruir a tu gente, a justos y a perversos por igual. 4 Así es, ¡eliminaré tanto a los justos como a los perversos! Sacaré mi espada contra todos los que estén en la tierra, desde el sur hasta el norte. 5 El mundo entero sabrá que yo soy el Señor. Tengo la espada en la mano, y no la devolveré a su vaina hasta que haya terminado su trabajo’”.
6 »¡Hijo de hombre, gime delante del pueblo! Gime ante ellos con amarga angustia y el corazón destrozado. 7 Cuando te pregunten por qué gimes, diles: “Gimo por la aterradora noticia que oí. Cuando se haga realidad, el corazón más valiente se derretirá de miedo; toda fuerza se desvanecerá. Todo espíritu decaerá; las rodillas fuertes se debilitarán como el agua. Y el Señor Soberano dice: ‘¡Está por llegar! ¡Ya está en camino!’”».
8 Entonces el Señor me dijo: 9 «Hijo de hombre, da al pueblo el siguiente mensaje de parte del Señor:
»“Una espada, una espada
está siendo afilada y pulida.
10 ¡Está siendo afilada para una masacre espantosa
y pulida para destellar como un rayo!
¿Ahora te reirás?
¡Los más fuertes que tú han caído bajo su poder![bj]
11 Sí, ahora mismo la espada está siendo afilada y pulida;
se prepara para el verdugo.
12 »”Hijo de hombre, grita y laméntate;
golpéate los muslos con angustia,
porque esa espada masacrará a mi pueblo y a sus líderes:
¡todos morirán!
13 ¡A todos los pondrá a prueba!
¿Qué posibilidad tienen ellos?[bk]”,
dice el Señor Soberano.
14 »Hijo de hombre, profetízales
y bate las palmas.
Después toma la espada y esgrímela dos veces en el aire,
incluso tres veces,
para simbolizar la gran masacre,
la gran masacre que los amenaza por todas partes.
15 Que el corazón se les derrita de pavor,
porque la espada reluce en cada puerta de la ciudad.
¡Destella como un rayo
y está pulida para la matanza!
16 Oh espada, acuchilla a la derecha
y luego a la izquierda;
corta por todas partes,
corta por donde quieras.
17 Yo también batiré las palmas,
y aplacaré mi furia.
¡Yo, el Señor, he hablado!».
Presagios para el rey de Babilonia
18 Después recibí este mensaje del Señor: 19 «Hijo de hombre, dibuja un mapa y traza en él dos caminos para que los siga la espada del rey de Babilonia. Coloca una señal en el camino que sale de Babilonia, donde el sendero se divide en dos: 20 un camino con dirección a Amón y su capital, Rabá; y el otro camino rumbo a Judá y a Jerusalén, la ciudad fortificada. 21 El rey de Babilonia ahora se encuentra donde se dividen los dos caminos y está indeciso sobre a quién atacar: a Jerusalén o a Rabá. Así que él convoca a sus magos en busca de presagios para que le adivinen la suerte. Ellos revuelven las flechas de la aljaba y examinan hígados de animales sacrificados. 22 El presagio en su mano derecha le indica: “¡Jerusalén!”. Sus soldados irán con arietes contra las puertas de la ciudad, pidiendo a gritos la masacre. Levantarán torres de asalto y construirán rampas contra las murallas. 23 Los habitantes de Jerusalén pensarán que es un falso presagio, debido a su tratado con los babilonios; pero el rey de Babilonia le recordará a la gente su rebelión. Entonces los atacará y los capturará.
24 »Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano: una y otra vez me hiciste recordar tu pecado y tu culpa. ¡Ni siquiera intentas ocultarlo! En todo lo que haces, tus pecados son evidentes, están a la vista de todos. ¡Por lo tanto, ya ha llegado la hora de tu castigo!
25 »Príncipe de Israel, corrupto y perverso, ¡ha llegado el día de tu juicio final! 26 Esto dice el Señor Soberano:
»“Quítate la corona de joyas,
porque el antiguo orden está por cambiar.
Ahora los humildes serán exaltados,
y los poderosos serán humillados.
27 ¡Destrucción! ¡Destrucción!
Sin duda destruiré el reino.
Y no será restaurado hasta que aparezca
aquel que tiene derecho a juzgarlo.
Entonces se lo entregaré a él”.
Mensaje para los amonitas
28 »Ahora, hijo de hombre, profetiza sobre los amonitas y sus burlas. Dales el siguiente mensaje de parte del Señor Soberano:
»“Una espada, una espada
se desenvainó para tu masacre.
Está pulida para destruir,
¡y destella como un rayo!
29 Tus profetas han transmitido falsas visiones
y tus adivinos han dicho mentiras.
La espada caerá sobre el cuello de los malvados,
para quienes ya ha llegado el día del juicio final.
30 »”Ahora devuelve la espada a su vaina,
porque en tu propio país,
la tierra donde naciste,
dictaré mi sentencia contra ti.
31 Sobre ti derramaré mi furia
y te soplaré con el fuego de mi enojo.
Te entregaré a hombres crueles,
expertos en destrucción.
32 Serás leña para el fuego,
y derramarán tu sangre en tu propia tierra.
¡Serás arrasado por completo,
y no habrá más memoria de ti en la historia,
porque yo, el Señor, he hablado!”».
Los pecados de Jerusalén
22 Entonces recibí este mensaje del Señor: 2 «Hijo de hombre, ¿estás listo para juzgar a Jerusalén? ¿Estás preparado para juzgar a esta ciudad de asesinos? Denuncia públicamente sus pecados detestables 3 y dale este mensaje de parte del Señor Soberano: “Ciudad de asesinos, condenada y maldita—ciudad de ídolos,[bl] inmunda y repugnante— 4 eres culpable por la sangre que has derramado. Te has contaminado con los ídolos que hiciste. ¡Ha llegado el día de tu destrucción! Has llegado al fin de tus días. Te convertiré en objeto de burla en todos los países. 5 Ciudad infame y llena de confusión, de ti se burlarán pueblos lejanos y cercanos.
6 »”Cada uno de los líderes de Israel que vive dentro de tus murallas está decidido a derramar sangre. 7 A los padres y a las madres se les trata con desprecio. Los extranjeros están obligados a pagar por protección. Los huérfanos y las viudas que viven en medio de ti son objeto de abusos y maltratos. 8 Desprecias mis objetos santos y profanas mis días de descanso. 9 Hay quienes acusan falsamente a otros y los envían a la muerte. Estás llena de gente que rinde culto a ídolos y hace cosas obscenas. 10 Hay entre ustedes hombres que se acuestan con la esposa de su padre y que obligan a las mujeres a tener relaciones sexuales con ellos durante su período menstrual. 11 Dentro de tus murallas viven hombres que cometen adulterio con la mujer de su vecino, que deshonran a sus nueras o violan a sus propias hermanas. 12 Por todas partes hay asesinos a sueldo, prestamistas usureros y extorsionistas. Ni siquiera piensan en mí ni en mis mandatos, dice el Señor Soberano.
13 »”Sin embargo, ahora yo bato las palmas con indignación por tus ganancias deshonestas y tu derramamiento de sangre. 14 ¿Qué tan fuerte y valiente serás en el día del juicio? Yo, el Señor, he hablado y cumpliré lo que he dicho. 15 Te esparciré por todas las naciones y te limpiaré de tu maldad; 16 y cuando sea deshonrado entre las naciones a causa de ti,[bm] sabrás que yo soy el Señor”».
El horno purificador del Señor
17 Luego recibí este mensaje del Señor: 18 «Hijo de hombre, los israelitas son la escoria inservible que queda después de fundir la plata. Son los desechos que sobran: una mezcla inútil de cobre, estaño, hierro y plomo. 19 Entonces diles: “Esto dice el Señor Soberano: ‘Dado que todos son escoria inservible, los traeré a mi crisol en Jerusalén. 20 Así como en un horno se funde plata, cobre, hierro, plomo y estaño, los fundiré a ustedes con el calor de mi furia. 21 Los reuniré y los soplaré con el fuego de mi enojo, 22 y se fundirán como la plata en el intenso calor. Entonces sabrán que yo, el Señor, he derramado mi furia sobre ustedes’”».
Pecados de los líderes de Israel
23 Nuevamente recibí un mensaje del Señor: 24 «Hijo de hombre, dale este mensaje al pueblo de Israel: “En el día de mi indignación, serás como tierra contaminada, una tierra sin lluvia. 25 Tus príncipes[bn] traman conspiraciones tal como los leones que acechan su presa. Devoran a los inocentes apoderándose de sus tesoros y quitándoles su riqueza mediante la extorsión; y dejan viudas a muchas mujeres del país. 26 Tus sacerdotes desobedecieron mis enseñanzas y profanaron mis objetos santos. No hacen ninguna diferencia entre lo que es santo y lo que no es, tampoco enseñan a mi pueblo la diferencia entre lo que es ceremonialmente puro e impuro. Desprecian mis días de descanso, de modo que soy deshonrado entre ellos. 27 Tus líderes son como lobos que despedazan a sus víctimas. ¡En realidad destruyen vidas a cambio de dinero! 28 Y tus profetas los encubren dando falsas visiones y predicciones mentirosas. Dicen: ‘Mi mensaje proviene del Señor Soberano’, cuando en realidad el Señor no les ha dicho ni una sola palabra. 29 Hasta la gente común oprime a los pobres, les roba a los necesitados y priva de justicia a los extranjeros.
30 »”Busqué a alguien que pudiera reconstruir la muralla de justicia que resguarda al país. Busqué a alguien que se pusiera en la brecha de la muralla para que yo no tuviera que destruirlos, pero no encontré a nadie. 31 Por eso ahora derramaré mi furia sobre ellos y los consumiré con el fuego de mi enojo. Haré recaer sobre su cabeza todo el castigo por cada uno de sus pecados. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!”».
Adulterio de dos hermanas
23 Recibí este mensaje de parte del Señor: 2 «Hijo de hombre, había una vez dos hermanas que eran hijas de la misma madre. 3 Ambas se hicieron prostitutas en Egipto. Incluso cuando eran jovencitas, dejaban que los hombres manosearan sus senos. 4 La mayor se llamaba Aholá, y su hermana era Aholibá. Yo me casé con ellas y me dieron hijos e hijas. Me refiero a Samaria y a Jerusalén, pues Aholá es Samaria y Aholibá es Jerusalén.
5 »Luego Aholá sintió deseos sensuales por otros amantes y no por mí, así que entregó su amor a los oficiales asirios. 6 Eran todos jóvenes atractivos: capitanes y comandantes hermosamente vestidos de azul que conducían los carros de guerra. 7 Así que se prostituyó con los hombres más deseables de Asiria, rindiendo culto a sus ídolos[bo] y contaminándose. 8 Cuando salió de Egipto, no abandonó la prostitución, sino que continuó tan depravada como en su juventud, cuando los egipcios se acostaban con ella, le manoseaban los senos y la tenían como prostituta.
9 »Entonces la entregué a sus amantes asirios, a quienes ella tanto deseaba. 10 Ellos la desnudaron, se llevaron a sus hijos como esclavos y luego la mataron. Después de recibir su castigo, su mala fama llegó a oídos de todas las mujeres de la tierra.
11 »Sin embargo, Aholibá siguió los mismos pasos, a pesar de que vio todo lo que le había ocurrido a su hermana Aholá. Se corrompió todavía más y se entregó por completo a sus pasiones sexuales y a la prostitución. 12 Aduló a todos los oficiales asirios, esos capitanes y comandantes con hermosos uniformes, esos jóvenes que conducían carros de guerra, todos apuestos y deseables. 13 Yo vi cómo iba corrompiéndose, igual que su hermana mayor.
14 »Luego llevó su prostitución a tal extremo que se enamoró de imágenes pintadas en un muro, imágenes de oficiales militares babilonios[bp] con llamativos uniformes rojos, 15 que portaban magníficos cinturones y sobre la cabeza turbantes grandes y distinguidos. Estaban vestidos como oficiales de carros de guerra de la tierra de Babilonia.[bq] 16 Cuando ella vio esas imágenes, anheló entregarse a ellos y envió mensajeros a Babilonia para invitarlos a que la visitaran. 17 Entonces vinieron y cometieron adulterio con ella, y la corrompieron en la cama del amor. No obstante, después de contaminarse con ellos, los rechazó con asco.
18 »Asimismo, yo sentí asco por Aholibá y la rechacé, tal como había rechazado a su hermana, porque se exhibió delante de ellos y se les entregó para satisfacerles sus pasiones sexuales. 19 Sin embargo, ella se prostituyó mucho más recordando su juventud cuando se había prostituido en Egipto. 20 Sintió deseos sensuales por sus amantes con órganos sexuales tan grandes como los del burro, que eyaculan como un caballo. 21 Y así, Aholibá, reviviste el pasado, esos días de jovencita en Egipto, cuando dejaste que te manosearan los senos por primera vez.
El Señor juzga a Aholibá
22 »Por lo tanto, Aholibá, esto dice el Señor Soberano: de todas partes enviaré a tus amantes contra ti, esas mismas naciones de las que te alejaste con asco. 23 Pues los babilonios vendrán con todos los caldeos de Pecod, de Soa y de Coa. Junto con ellos llegarán todos los asirios, esos jóvenes y apuestos capitanes, comandantes, oficiales de carros de guerra y demás oficiales de alto rango, cada uno montado a caballo. 24 Todos ellos vendrán contra ti desde el norte[br] con carros de guerra, carretas y un gran ejército preparado para atacar. Tomarán posiciones de batalla por todas partes y te rodearán de hombres armados con escudos y yelmos. Yo te entregaré a ellos para castigarte, a fin de que hagan contigo lo que quieran. 25 Descargaré sobre ti el enojo de mis celos y ellos te tratarán con dureza. Te cortarán la nariz y las orejas, y a los sobrevivientes los matarán a espada. Se llevarán a tus hijos cautivos y quemarán todo lo que quede. 26 Te arrancarán tus hermosas ropas y joyas. 27 De ese modo pondré fin a la lascivia y a la prostitución que trajiste de Egipto. Nunca más tus ojos anhelarán aquellas cosas ni recordarás con nostalgia tus días en Egipto.
28 »Pues esto dice el Señor Soberano: ciertamente te entregaré a tus enemigos, a esos que detestas, a quienes rechazaste. 29 Te tratarán con odio, te robarán todo lo que tienes y te dejarán completamente desnuda. Tu vergonzosa prostitución quedará a la vista de todo el mundo. 30 Tú misma te provocaste todo esto al prostituirte con otras naciones y contaminarte con todos sus ídolos. 31 Por haber seguido los pasos de tu hermana, te obligaré a beber de la misma copa de terror que ella bebió.
32 »Sí, esto dice el Señor Soberano:
»Beberás de la copa de terror de tu hermana,
una copa grande y profunda,
que está llena hasta el borde
de burla y de desprecio.
33 Te llenarás de borrachera y angustia,
pues tu copa rebosa de aflicción y desolación;
es la misma copa que bebió tu hermana, Samaria.
34 Beberás toda esa copa de terror
hasta la última gota.
Luego la romperás en pedazos
y te golpearás el pecho en señal de angustia.
¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!
35 »Y porque te olvidaste de mí y me diste la espalda, esto dice el Señor Soberano: tendrás que sufrir las consecuencias de toda tu lascivia y de tu prostitución».
El Señor juzga a las dos hermanas
36 El Señor me dijo: «Hijo de hombre, debes acusar a Aholá y Aholibá de todos sus pecados detestables. 37 Ellas han cometido adulterio y homicidio: adulterio al rendir culto a ídolos y homicidio al quemar en sacrificio a los hijos que me habían dado. 38 ¡Además, contaminaron mi templo y profanaron mi día de descanso! 39 ¡El mismo día que ofrecieron a sus hijos en sacrificio a ídolos, se atrevieron a venir a mi templo para adorar! Entraron y contaminaron mi casa.
40 »Ustedes, hermanas, enviaron mensajeros a tierras lejanas para conseguir hombres. Cuando ellos llegaron, ustedes se bañaron, se pintaron los párpados y se pusieron sus mejores joyas para recibirlos. 41 Se sentaron junto a ellos en un sofá con hermosos bordados y pusieron mi incienso y mi aceite especial sobre una mesa servida ante ustedes. 42 Desde su habitación llegaba el ruido de muchos hombres en plena juerga. Eran hombres lujuriosos y borrachos[bs] provenientes del desierto, que les pusieron brazaletes en las muñecas y hermosas coronas sobre la cabeza. 43 Entonces dije: “Si realmente quieren tener sexo con prostitutas viejas y estropeadas como estas, ¡que lo hagan!”. 44 Y eso fue lo que hicieron. Tuvieron sexo con Aholá y Aholibá, esas prostitutas desvergonzadas. 45 Sin embargo, gente recta juzgará a esas ciudades hermanas por lo que verdaderamente son: adúlteras y asesinas.
46 »Ahora bien, esto dice el Señor Soberano: manda a un ejército contra ellas y entrégalas para que las aterroricen y las saqueen. 47 Pues sus enemigos las apedrearán y las matarán a espada. Masacrarán a sus hijos e hijas y quemarán sus casas. 48 De ese modo acabaré con la lascivia y la idolatría en la tierra y mi castigo servirá de advertencia a todas las mujeres para que no sigan el mal ejemplo de ustedes. 49 Recibirán su merecido por su prostitución: por rendir culto a ídolos. Así es, recibirán todo el castigo. Entonces sabrán que yo soy el Señor Soberano».
Señal de la olla
24 El 15 de enero,[bt] durante el noveno año de cautividad del rey Joaquín, recibí este mensaje del Señor: 2 «Hijo de hombre, anota la fecha de hoy, porque en este preciso día el rey de Babilonia comenzará el ataque contra Jerusalén. 3 Luego transmíteles a esos rebeldes, mediante una ilustración, este mensaje de parte del Señor Soberano:
»“Pon una olla al fuego
y échale un poco de agua.
4 Llénala con trozos selectos de carne:
de cadera, de lomo
y de los cortes más tiernos.
5 Usa solo las mejores ovejas del rebaño
y amontona leña en el fuego, debajo de la olla.
Hierve el contenido de la olla,
y cocina los huesos junto con la carne.
6 »”Ahora bien, esto dice el Señor Soberano:
¡qué aflicción le espera a Jerusalén,
ciudad de asesinos!
Ella es una olla de cocina
cuya corrupción no puede limpiarse.
Saca los trozos de carne al azar,
porque ningún pedazo es mejor que otro.
7 Pues la sangre de sus homicidios
quedó salpicada en las rocas.
¡Ni siquiera se derramó en el suelo
donde el polvo podría cubrirla!
8 Así que yo salpicaré su sangre en una roca
para que todos vean
una expresión de mi enojo
y mi venganza contra ella.
9 »”Esto dice el Señor Soberano:
¡Qué aflicción le espera a Jerusalén,
ciudad de asesinos!
Yo mismo amontonaré leña debajo de ella.
10 ¡Sí, échale más leña!
Que ardan las llamas para que hierva la olla.
Cocina la carne con muchas especias
y después quema los huesos.
11 Luego deja la olla vacía sobre los carbones encendidos.
¡Que se caliente al rojo vivo!
Que se quemen la inmundicia y la corrupción.
12 Pero es un caso perdido;
la corrupción no puede limpiarse.
Así que échala al fuego.
13 Tu impureza es tu lascivia
y la corrupción fruto de tu idolatría.
Yo traté de limpiarte,
pero tú te negaste.
Ahora quedarás en tu inmundicia
hasta que sacie mi furia contra ti”.
14 »¡Yo, el Señor, he hablado! Ha llegado la hora y no me contendré. No cambiaré de parecer ni tendré compasión de ti. Serás juzgada por tus acciones perversas, dice el Señor Soberano».
Muerte de la esposa de Ezequiel
15 Luego recibí este mensaje del Señor: 16 «Hijo de hombre, de un solo golpe te quitaré tu tesoro más querido; sin embargo, no debes expresar ningún dolor ante su muerte. No llores; que no haya lágrimas. 17 Gime en silencio, pero sin que haya lamentos junto a su tumba. No te descubras la cabeza ni te quites las sandalias. No cumplas con los ritos acostumbrados en el tiempo de duelo ni aceptes la comida de los amigos que se acerquen a consolarte».
18 Así que, por la mañana, anuncié ese mensaje al pueblo y por la tarde mi esposa murió. A la mañana siguiente hice todo lo que se me indicó. 19 Entonces la gente me preguntó: «¿Qué significa todo esto? ¿Qué tratas de decirnos?».
20 Así que les contesté: «Recibí un mensaje del Señor, 21 quien me dijo que se lo transmitiera a los israelitas. Esto dice el Señor Soberano: “Contaminaré mi templo, que es fuente de seguridad y orgullo para ustedes, el lugar en el que se deleita su corazón. Los hijos y las hijas que dejaron en Judá serán masacrados a espada. 22 Entonces ustedes harán lo mismo que hizo Ezequiel. No harán duelo en público ni se consolarán entre ustedes comiendo lo que les traigan sus amigos. 23 Se dejarán la cabeza cubierta y no se quitarán las sandalias. No harán luto ni llorarán, pero se consumirán a causa de sus pecados. Gemirán entre ustedes mismos por todo el mal que hicieron. 24 Ezequiel les sirve de ejemplo; ustedes harán lo mismo que él. Y cuando llegue ese tiempo, sabrán que yo soy el Señor Soberano”».
25 Luego el Señor me dijo: «Hijo de hombre, el día que les quite su fortaleza—su alegría y su gloria, el deseo de su corazón, su tesoro más querido—también les quitaré a sus hijos e hijas. 26 Ese día, un sobreviviente llegará desde Jerusalén a Babilonia para contarte lo que sucedió. 27 Cuando llegue, enseguida recuperarás la voz para que hables con él y serás un símbolo para los de este pueblo. Entonces ellos sabrán que yo soy el Señor».
Mensaje para Amón
25 Luego recibí este mensaje del Señor: 2 «Hijo de hombre, ponte de cara a la tierra de Amón y profetiza contra sus habitantes. 3 Comunica este mensaje a los amonitas de parte del Señor Soberano: “¡Escuchen la palabra del Señor Soberano! Ustedes se alegraron cuando mi templo fue contaminado, se burlaron de Israel y de su desolación y se rieron de Judá cuando la llevaron al destierro. 4 Permitiré que invadan su país los nómadas de los desiertos orientales. Ellos establecerán su campamento entre ustedes y levantarán carpas en su tierra. Se llevarán el fruto de sus cosechas y se tomarán la leche de sus animales. 5 Convertiré la ciudad de Rabá en un pastizal para camellos y todo el territorio de los amonitas en un lugar de descanso para ovejas y cabras. Entonces ustedes sabrán que yo soy el Señor.
6 »”Esto dice el Señor Soberano: dado que ustedes aplaudieron, bailaron y gritaron de alegría por la destrucción de mi pueblo, 7 yo alzaré mi puño de juicio contra ustedes. Los entregaré como botín a muchas naciones. Los eliminaré y dejarán de ser nación, los destruiré por completo. Así sabrán que yo soy el Señor”.
Mensaje para Moab
8 »Esto dice el Señor Soberano: dado que los moabitas[bu] dijeron que Judá es igual a las demás naciones, 9 les abriré el flanco oriental y destruiré sus gloriosas ciudades fronterizas: Bet-jesimot, Baal-meón y Quiriataim. 10 Entregaré a los moabitas en manos de los nómadas de los desiertos orientales, tal como hice con los amonitas. Es cierto, los amonitas dejarán de ser contados entre las naciones. 11 Del mismo modo, haré caer mi castigo sobre los moabitas. Entonces sabrán que yo soy el Señor.
Mensaje para Edom
12 »Esto dice el Señor Soberano: los edomitas pecaron grandemente al vengarse contra el pueblo de Judá. 13 Por lo tanto, dice el Señor Soberano, alzaré mi puño de juicio contra Edom. Exterminaré a sus habitantes y a sus animales a filo de espada. Convertiré en una tierra baldía el territorio desde Temán hasta Dedán. 14 Lo llevaré a cabo por medio de mi pueblo Israel. Con enojo los israelitas ejecutarán mi venganza, y los edomitas sabrán que esa venganza es mía. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!
Mensaje para Filistea
15 »Esto dice el Señor Soberano: los filisteos arremetieron contra Judá por amarga venganza y por desprecio acumulado. 16 Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano: alzaré mi puño de juicio contra la tierra de los filisteos. Exterminaré a los cereteos y destruiré por completo a la gente que vive junto al mar. 17 Ejecutaré contra ellos una terrible venganza para castigarlos por lo que han hecho. Y una vez que me haya vengado, sabrán que yo soy el Señor».
Mensaje para Tiro
26 El 3 de febrero, durante el año doce de cautividad del rey Joaquín,[bv] recibí este mensaje del Señor: 2 «Hijo de hombre, Tiro se alegró por la caída de Jerusalén diciendo: “¡Ajá! La que era la puerta de entrada a las prósperas rutas comerciales del oriente ha sido destruida y ¡ahora es mi turno! ¡Dado que ella quedó desolada, yo me enriqueceré!”.
3 »Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano: oh Tiro, yo soy tu enemigo y haré que muchas naciones se levanten contra ti como las olas del mar que rompen contra tu costa. 4 Ellas destruirán las murallas de Tiro y derribarán sus torres. ¡Yo rasparé su suelo hasta dejarlo como roca desnuda! 5 No será más que una roca en el mar, un lugar donde los pescadores tiendan sus redes, pues yo he hablado, dice el Señor Soberano. Tiro se convertirá en presa de muchas naciones, 6 y sus aldeas de tierra adentro serán destruidas a espada. Entonces sabrán que yo soy el Señor.
7 »Esto dice el Señor Soberano: del norte haré que se levante el rey Nabucodonosor[bw] de Babilonia contra Tiro. Él es rey de reyes y viene con sus caballos, sus carros de guerra, sus conductores y un gran ejército. 8 Primero destruirá las aldeas de tierra adentro. Luego te atacará construyendo un muro de asalto y una rampa y levantando un techo de escudos. 9 Golpeará tus murallas con arietes y demolerá tus torres a golpe de martillo. 10 Las patas de sus caballos ahogarán de polvo la ciudad y el estruendo de las ruedas de los carros de guerra y sus conductores hará temblar tus murallas cuando entren por tus puertas derrumbadas. 11 Los caballos de sus jinetes pisotearán todas las calles de la ciudad. Masacrarán a tu gente y derribarán las fuertes columnas.
12 »Saquearán tus riquezas y mercancías, y demolerán tus murallas. Destruirán tus preciosas casas y arrojarán al mar las piedras, los maderos y hasta el polvo de la ciudad. 13 Pondré fin a la música de tus cánticos. Nunca más se oirá entre tu pueblo el sonido de las arpas. 14 Transformaré tu isla en una roca desnuda, un lugar donde los pescadores tiendan sus redes. Jamás serás reconstruida, porque yo, el Señor, he hablado. ¡Sí, el Señor Soberano ha hablado!
Efectos de la destrucción de Tiro
15 »Esto dice el Señor Soberano a Tiro: toda la costa temblará ante el ruido de tu caída, mientras se oyen los gritos de los heridos que retumban en la prolongada masacre. 16 Los gobernantes de las ciudades portuarias dejarán sus tronos y se quitarán las vestiduras reales y su hermosa ropa. Se sentarán en el suelo, temblando de terror a causa de tu destrucción. 17 Después se lamentarán por ti entonando este canto fúnebre:
»¡Oh famosa ciudad isleña,
que antes gobernaba el mar,
cómo has sido destruida!
Tu gente, con su poderío naval,
antes sembraba terror por todo el mundo.
18 Ahora las tierras costeras tiemblan de miedo por tu caída.
Decaen las islas a medida que desapareces.
19 »Esto dice el Señor Soberano: convertiré a Tiro en ruinas despobladas, como muchas otras. La sepultaré bajo las terribles oleadas del ataque enemigo. Los grandes mares te tragarán. 20 Te enviaré a la fosa para que te reúnas con los que descendieron allí hace mucho tiempo. Tu ciudad quedará en ruinas, sepultada bajo tierra, como los que están en la fosa, quienes entraron al mundo de los muertos. Aquí, en el mundo de los vivos, no tendrás ningún lugar de honor. 21 Te daré un fin terrible y dejarás de existir. Te buscarán, pero nunca más te encontrarán. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!».
Fin de la gloria de Tiro
27 Luego recibí este mensaje del Señor: 2 «Hijo de hombre, entona un canto fúnebre por Tiro, 3 esa poderosa ciudad y portal al mar, el centro comercial del mundo. Dale a Tiro este mensaje de parte del Señor Soberano:
»“Oh Tiro, te jactaste diciendo:
‘¡Mi belleza es perfecta!’.
4 Extendiste tus fronteras hacia el mar.
Tus constructores hicieron perfecta tu belleza.
5 Eras como un gran barco
construido con los mejores cipreses de Senir.[bx]
Con un cedro del Líbano
te fabricaron un mástil.
6 Te labraron los remos
con robles de Basán.
Tu cubierta hecha de pino de las costas de Chipre[by]
se incrustó con marfil.
7 Confeccionaron tus velas con el mejor lino de Egipto,
y ondeaban sobre ti como una bandera.
Estabas bajo toldos azules y púrpura,
abrillantados con tinturas de las costas de Elisa.
8 Tus remeros venían de Sidón y de Arvad;
tus timoneles eran hombres hábiles de Tiro.
9 Sabios ancianos artesanos de Gebal calafateaban la nave.
De todos los países llegaban naves con mercancías para comerciar contigo.
10 »”Hombres de las lejanas tierras de Persia, Lidia y Libia[bz] servían en tu gran ejército. Ellos colgaban sus escudos y yelmos en tus muros y así te daban gran honor. 11 Hombres de Arvad y de Helec montaban guardia en tus murallas. Tus torres estaban al mando de hombres de Gamad. Sus escudos colgados en tus murallas completaban tu belleza.
12 »”De Tarsis enviaban mercaderes para comprar tus productos a cambio de plata, hierro, estaño y plomo. 13 Mercaderes de Grecia,[ca] Tubal y Mesec llegaban con esclavos y objetos de bronce para comerciar contigo.
14 »”De Bet-togarmá traían caballos para montar, caballos para carros de guerra y mulas para cambiarlos por tus mercancías. 15 También te llegaban mercaderes desde la tierra de Dedán.[cb] Tenías el monopolio del mercado en muchos lugares costeros; te pagaban con colmillos de marfil y madera de ébano.
16 »”De Aram[cc] enviaban mercaderes para comprar tu gran variedad de artículos. Comerciaban con turquesa, tinturas de púrpura, bordados, lino fino y joyas de coral y de rubíes. 17 Judá e Israel te ofrecían trigo de Minit, higos,[cd] miel, aceite de oliva y bálsamo a cambio de tus mercancías.
18 »”De Damasco enviaban mercaderes a comprar tu gran variedad de artículos, a cambio de vino de Helbón y lana blanca de Zahar. 19 Llegaban griegos desde Uzal[ce] con hierro forjado, canela y cálamo aromático para cambiar por tus mercancías.
20 »”Desde Dedán enviaban mercaderes para intercambiar contigo sus costosas mantas para montura. 21 Los árabes y los príncipes de Cedar enviaban mercaderes para obtener tus mercancías a cambio de corderos, carneros y chivos. 22 Llegaban mercaderes de Saba y Raama para conseguir tus mercancías a cambio de toda clase de especias, joyas y oro.
23 »”También de Harán, Cane, Edén, Saba, Asiria y Quilmad llegaban con sus mercancías. 24 Traían telas de alta calidad para comerciar: tela de color azul, bordados y alfombras multicolores, enrolladas y atadas con cordeles. 25 Las naves de Tarsis formaban una caravana acuática. ¡Los depósitos de tu isla estaban llenos hasta el techo!
Destrucción de Tiro
26 »”¡Pero mira! ¡Tus remeros
te han llevado hacia mares tempestuosos!
¡Un poderoso viento oriental
te ha causado destrozos en alta mar!
27 Has perdido todo:
tus riquezas y tus mercancías,
tus marineros y tus pilotos,
tus constructores de naves, tus mercaderes y tus guerreros.
En el día de tu ruina,
todos a bordo se hundirán en lo profundo del mar.
28 Tiemblan tus ciudades junto al mar
mientras tus pilotos gritan de terror.
29 Todos los remeros abandonan sus naves;
los marineros y los pilotos están de pie en la orilla.
30 Gritan fuerte por ti
y lloran amargamente.
Se echan polvo sobre la cabeza
y se revuelcan en cenizas.
31 Se rapan la cabeza en señal de duelo por ti
y se visten de tela áspera.
Lloran por ti con gran amargura
y profundo dolor.
32 Mientras se lamentan y gimen por ti,
entonan este triste canto fúnebre:
‘¿Hubo alguna vez una ciudad como Tiro,
que ahora está en silencio, en el fondo del mar?
33 Las mercancías que comerciabas
saciaron los deseos de muchas naciones.
Reyes de los confines de la tierra
se enriquecieron con tu comercio.
34 Ahora eres una nave que naufragó,
deshecha en el fondo del mar.
Toda tu mercancía y tu tripulación
se hundieron contigo.
35 Todos los habitantes de las costas
se horrorizan de tu terrible destino.
Los reyes están llenos de terror
y lo ven con la cara retorcida de espanto.
36 Los mercaderes de las naciones
menean la cabeza al verte,[cf]
pues llegaste a un horrible final
y dejarás de existir’”».
Mensaje para el rey de Tiro
28 Después recibí este mensaje del Señor: 2 «Hijo de hombre, dale al príncipe de Tiro este mensaje de parte del Señor Soberano:
»“En tu gran arrogancia afirmaste: ‘¡Soy un dios!
Estoy sentado en un trono divino, en el corazón del mar’;
pero eres solo un hombre y no un dios,
aunque te jactes de ser un dios.
3 Te crees más sabio que Daniel
y piensas que ningún secreto está oculto de ti.
4 Con tu sabiduría y entendimiento has acumulado mucha riqueza:
oro y plata para tus tesoros.
5 Sí, tu sabiduría te hizo muy rico,
y tus riquezas, muy orgulloso.
6 »”Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano:
ya que te crees tan sabio como un dios,
7 haré que te ataque un ejército extranjero,
el terror de las naciones.
¡Ellos desenvainarán sus espadas contra tu maravillosa sabiduría
y profanarán tu esplendor!
8 Te hundirán en la fosa,
y morirás en el corazón del mar,
traspasado de muchas heridas.
9 ¿Te jactarás, entonces, diciendo: ‘¡Soy un dios!’
frente a tus asesinos?
¡Para ellos no serás un dios,
sino un simple hombre!
10 Morirás como un pagano[cg]
en manos de extranjeros.
¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!”».
11 Luego recibí otro mensaje más del Señor: 12 «Hijo de hombre, entona este canto fúnebre para el rey de Tiro. Dale este mensaje de parte del Señor Soberano:
»“Tú eras el modelo de la perfección,
lleno de sabiduría y de exquisita belleza.
13 Estabas en el Edén,
el jardín de Dios.
Tenías la ropa adornada con toda clase de piedras preciosas[ch]
—cornalina rojiza, peridoto verde pálido, adularia blanca,
berilo azul y verde, ónice, jaspe verde,
lapislázuli, turquesa y esmeralda—,
todas talladas especialmente para ti
e incrustadas en el oro más puro.
Te las dieron
el día en que fuiste creado.
14 Yo te ordené y te ungí
como poderoso ángel guardián.[ci]
Tenías acceso al monte santo de Dios
y caminabas entre las piedras de fuego.
15 »”Eras intachable en todo lo que hacías,
desde el día en que fuiste creado
hasta el día en que se encontró maldad en ti.
16 Tu abundante comercio te llevó a la violencia,
y pecaste.
Entonces te expulsé en deshonra
de la montaña de Dios.
Te eché, guardián poderoso,
del lugar que tenías entre las piedras de fuego.
17 Tu corazón se llenó de orgullo
debido a tu gran belleza.
Tu sabiduría se corrompió
a causa de tu amor por el esplendor.
Entonces te arrojé al suelo
y te expuse a la mirada curiosa de los reyes.
18 Profanaste tus santuarios
con tus muchos pecados y tu comercio deshonesto.
Entonces hice brotar fuego de tu interior
y te consumió.
Te reduje a cenizas en el suelo
a la vista de todos los que te miraban.
19 Todos los que te conocían se horrorizaron por tu destino.
Has llegado a un final terrible,
y dejarás de existir”».
Mensaje para Sidón
20 Luego recibí otro mensaje del Señor: 21 «Hijo de hombre, ponte de cara a la ciudad de Sidón y profetiza contra ella. 22 Dale a la gente de Sidón este mensaje de parte del Señor Soberano:
»“Oh Sidón, yo soy tu enemigo,
y revelaré mi gloria en lo que te haré.
Cuando traiga juicio sobre ti
y revele mi santidad en medio de ti,
todos los que observen sabrán
que yo soy el Señor.
23 Enviaré una plaga contra ti
y correrá sangre por tus calles.
El ataque llegará de todas direcciones,
y tu gente quedará masacrada dentro de tus murallas.
Entonces todos sabrán
que yo soy el Señor.
24 Los vecinos burlones de Israel ya no la provocarán
punzándola y desgarrándola como zarzas y espinos.
Pues entonces sabrán
que yo soy el Señor Soberano”.
Restauración de Israel
25 »Esto dice el Señor Soberano: el pueblo de Israel volverá a vivir en su propio país, la tierra que le di a mi siervo Jacob. Pues reuniré a los israelitas de entre las tierras lejanas adonde los había esparcido. A la vista de las naciones del mundo, revelaré mi santidad en mi pueblo. 26 En Israel, ellos vivirán seguros, construirán casas y cultivarán viñedos; y cuando yo castigue a las naciones vecinas que los trataron con desprecio, ellos sabrán que yo soy el Señor su Dios».
Mensaje para Egipto
29 El 7 de enero,[cj] durante el décimo año de cautividad del rey Joaquín, recibí este mensaje del Señor: 2 «Hijo de hombre, ponte de cara a Egipto y profetiza contra su rey—el faraón—y contra todo el pueblo egipcio. 3 Dales este mensaje de parte del Señor Soberano:
»“Yo soy tu enemigo, oh faraón, rey de Egipto,
monstruo enorme que acechas en las corrientes del Nilo.
Pues has dicho: ‘El Nilo es mío;
lo hice para mí’.
4 Te pondré garfios en las mandíbulas
y te arrastraré hasta tierra firme
con peces pegados a tus escamas.
5 Te dejaré a ti y a tus peces
abandonados en el desierto para que mueran.
Quedarás sin sepultura tirado en campo abierto,
pues te daré como comida a los animales salvajes y a las aves.
6 Todos los habitantes de Egipto sabrán que yo soy el Señor,
pues para Israel no fuiste más que una vara de juncos.
7 Cuando Israel se apoyó en ti,
te astillaste y te rompiste
y te clavaste en su axila.
Cuando Israel dejó caer su peso sobre ti,
te quebraste y sus piernas le fallaron.
8 »”Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano: oh Egipto, enviaré un ejército contra ti y destruiré tanto a la gente como a los animales. 9 La tierra de Egipto se convertirá en una desolada tierra baldía y los egipcios sabrán que yo soy el Señor.
»”Debido a que dijiste: ‘El Nilo es mío; yo lo hice’, 10 ahora soy enemigo tuyo y de tu río. Haré de Egipto una tierra totalmente desolada y baldía, desde Migdol hasta Asuán, y tan al sur como la frontera con Etiopía.[ck] 11 Durante cuarenta años nadie pasará por allí, ni personas ni animales. Quedará totalmente despoblada. 12 Haré de Egipto un lugar desolado, rodeado por otras naciones desoladas. Sus ciudades quedarán vacías y desoladas durante cuarenta años, rodeadas por otras ciudades en ruinas. Esparciré a los egipcios por tierras lejanas”.
13 »Esto también dice el Señor Soberano: pasados los cuarenta años traeré a los egipcios nuevamente a su patria de entre las naciones donde fueron esparcidos. 14 Restauraré la prosperidad de Egipto y haré volver a sus habitantes a la tierra de Patros, en el sur de Egipto, de donde provenían. Sin embargo, Egipto seguirá siendo un reino menor y sin importancia. 15 Será la más insignificante de todas las naciones y nunca volverá a destacarse por encima de las naciones vecinas.
16 »Entonces Israel ya no tendrá la tentación de confiar en la ayuda de Egipto. Egipto quedará tan devastado que servirá para recordarle a Israel la magnitud del pecado que cometió al haber confiado en Egipto en tiempos pasados. Entonces Israel sabrá que yo soy el Señor Soberano».
Nabucodonosor conquistará Egipto
17 El 26 de abril, el primer día del año nuevo,[cl] durante el año veintisiete de cautividad del rey Joaquín, recibí este mensaje del Señor: 18 «Hijo de hombre, el ejército del rey Nabucodonosor[cm] de Babilonia combatió tan ferozmente contra Tiro que los guerreros quedaron con la cabeza calva y los hombros llagados y ampollados; pero ni Nabucodonosor ni su ejército recibieron botín en recompensa por todo su esfuerzo. 19 Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano: le entregaré el territorio de Egipto a Nabucodonosor, rey de Babilonia. Se llevará la riqueza de Egipto saqueando todo lo que haya para poder pagarle a su ejército. 20 Así es, le he entregado la tierra de Egipto como recompensa por su esfuerzo, dice el Señor Soberano, porque trabajaba para mí cuando destruyó a Tiro.
21 »Llegará el día cuando haré revivir la antigua gloria de Israel,[cn] y por fin, Ezequiel, respetarán tus palabras. Entonces sabrán que yo soy el Señor».
Día triste para Egipto
30 Este es otro mensaje que recibí del Señor: 2 «Hijo de hombre, profetiza y comunica este mensaje de parte del Señor Soberano:
»“Lloren y giman
por ese día,
3 porque ya se acerca el día terrible,
¡el día del Señor!
Será un día de nubes y de penumbra,
un día de desesperación para las naciones.
4 Vendrá una espada contra Egipto
y los masacrados cubrirán el suelo.
Se llevarán sus riquezas
y destruirán sus cimientos.
La tierra de Etiopía[co] será saqueada.
5 Etiopía, Libia, Lidia, toda Arabia[cp]
y sus demás aliadas
serán destruidas en esa guerra.
6 »”Esto dice el Señor:
caerán todos los aliados de Egipto
y acabará la soberbia de su poder.
Desde Migdol hasta Asuán[cq]
serán masacrados a filo de espada,
dice el Señor Soberano.
7 Egipto quedará desolado,
rodeado de naciones desoladas,
y sus ciudades quedarán en ruinas,
rodeadas de otras ciudades en ruinas.
8 Los egipcios sabrán que yo soy el Señor
cuando le prenda fuego a Egipto
y destruya a todos sus aliados.
9 En ese tiempo enviaré veloces mensajeros por barco
para aterrorizar a los tan confiados etíopes.
Un gran pánico se apoderará de ellos
el día de la indudable destrucción de Egipto.
¡Espérenlo!
¡Sin falta, llegará!
10 »”Esto dice el Señor Soberano:
con el poder del rey Nabucodonosor[cr] de Babilonia,
destruiré a las multitudes de Egipto.
11 Él y sus ejércitos—los más despiadados de todos—
serán enviados para destruir el país.
Harán guerra contra Egipto
hasta cubrir el suelo con egipcios masacrados.
12 Secaré el río Nilo
y venderé el país a hombres perversos.
Haré destruir la tierra de Egipto y todo lo que haya allí
por manos de extranjeros.
¡Yo, el Señor, he hablado!
13 »”Esto dice el Señor Soberano:
romperé en pedazos los ídolos[cs] de Egipto
y las imágenes que están en Menfis.[ct]
Ya no quedarán gobernantes en Egipto;
el terror se apoderará del país.
14 Destruiré el sur de Egipto,[cu]
prenderé fuego a Zoán
y traeré juicio sobre Tebas.[cv]
15 Derramaré mi furia sobre Pelusio,[cw]
la fortaleza más fuerte de Egipto,
y pisotearé
a las multitudes de Tebas.
16 ¡Sí, le prenderé fuego a todo Egipto!
Pelusio se retorcerá de dolor;
Tebas será despedazada;
Menfis vivirá en constante terror.
17 Los jóvenes de Heliópolis y Bubastis[cx] morirán en batalla,
y las mujeres[cy] serán llevadas como esclavas.
18 Cuando yo quiebre el orgullo de la fuerza de Egipto,
también será un día oscuro para Tafnes.
Una nube oscura cubrirá Tafnes,
y sus hijas serán llevadas cautivas.
19 Así traeré un gran castigo sobre Egipto
y los egipcios sabrán que yo soy el Señor”».
Los brazos rotos del faraón
20 El 29 de abril,[cz] durante el año once de cautividad del rey Joaquín, recibí este mensaje del Señor: 21 «Hijo de hombre, le he roto el brazo al faraón, rey de Egipto. No le han enyesado el brazo para que se cure, ni se lo han entablillado para que pueda sostener una espada. 22 Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano: ¡yo soy enemigo del faraón, rey de Egipto! Le romperé ambos brazos—el que tiene sano y el que tiene roto—y haré que se le caiga la espada. 23 Esparciré a los egipcios por muchos países alrededor del mundo. 24 Fortaleceré los brazos al rey de Babilonia y le pondré mi espada en la mano. En cambio, le romperé los brazos al faraón, rey de Egipto, y quedará tendido, herido de muerte, gimiendo de dolor. 25 Fortaleceré los brazos del rey de Babilonia, mientras los brazos del faraón caerán inservibles a ambos lados de su cuerpo. Cuando ponga mi espada en la mano del rey de Babilonia y él la levante contra la tierra de Egipto, Egipto sabrá que yo soy el Señor. 26 Esparciré a los egipcios entre las naciones; los dispersaré por todo el mundo. Entonces sabrán que yo soy el Señor».
Comparación entre Egipto y la Asiria derrotada
31 El 21 de junio,[da] durante el año once de cautividad del rey Joaquín, recibí este mensaje del Señor: 2 «Hijo de hombre, dale este mensaje al faraón, rey de Egipto, y a todas sus multitudes:
»“¿Con quién compararás tu grandeza?
3 Eres como la poderosa Asiria,
que alguna vez fue como un cedro del Líbano,
con hermosas ramas que daban una intensa sombra al bosque
y su copa llegaba hasta las nubes.
4 Los manantiales profundos lo regaban
y lo ayudaban a crecer alto y frondoso.
El agua corría a su alrededor como un río
y fluía hacia todos los árboles cercanos.
5 Este gran árbol se elevaba
muy por encima de los demás árboles que lo rodeaban.
Creció y desarrolló ramas gruesas y largas
por el agua abundante que recibían sus raíces.
6 Las aves anidaban en sus ramas
y bajo su sombra parían los animales salvajes.
Todas las grandes naciones del mundo
vivían bajo su sombra.
7 Era fuerte y hermoso,
con ramas que se extendían ampliamente
porque sus raíces llegaban a lo profundo,
donde había agua en abundancia.
8 Ningún otro cedro del jardín de Dios
podía hacerle competencia.
Ningún ciprés tenía ramas como las suyas;
ningún plátano oriental tenía ramas comparables.
Ningún árbol del jardín de Dios
tenía una belleza parecida.
9 Como hice tan hermoso este árbol
y le di un follaje tan magnífico,
era la envidia de los demás árboles del Edén,
el jardín de Dios.
10 »”Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano: como Egipto se volvió[db] vanidoso y arrogante, y porque se puso tan por encima de los demás que su copa llegaba a las nubes, 11 lo entregaré en manos de una nación poderosa para que lo destruya como merece su perversidad. Ya lo he desechado. 12 Un ejército extranjero—el terror de las naciones—lo taló y lo dejó tendido en el suelo. Sus ramas quedaron esparcidas por las montañas, los valles y los barrancos de la tierra. Todos los que vivían bajo su sombra se fueron y lo dejaron allí tirado.
13 »”Las aves se posan en el tronco caído,
y los animales salvajes se tienden entre sus ramas.
14 Que ningún árbol de ninguna otra nación
se envanezca por su propia grandeza,
aunque supere la altura de las nubes
y reciba agua de lo profundo.
Pues todos están condenados a morir
y a descender a las profundidades de la tierra.
Caerán a la fosa
junto con el resto del mundo.
15 »”Esto dice el Señor Soberano: cuando Asiria descendió a la tumba,[dc] hice que los manantiales profundos se lamentaran. Detuve el curso de sus ríos y sequé su abundante agua. Vestí de negro el Líbano e hice que se marchitaran los árboles del campo. 16 Hice que las naciones temblaran de miedo al sonido de su caída, porque la envié a la tumba junto con todos los que descienden a la fosa. Los demás árboles vanidosos del Edén, los mejores y más hermosos del Líbano, aquellos que hundían sus raíces profundamente en el agua, se consolaron al encontrar a este árbol allí con ellos en las profundidades de la tierra. 17 También sus aliados fueron destruidos y estaban muertos. Habían descendido a la tumba todas esas naciones que una vez vivieron bajo su sombra.
18 »”Oh Egipto, ¿a cuál de los árboles del Edén compararás tu fortaleza y tu gloria? Tú también serás enviado a las profundidades con todas esas naciones. Quedarás tendido entre los paganos[dd] que murieron a espada. Ese será el destino del faraón y de todas sus multitudes. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!”».
Advertencia al faraón
32 El 3 de marzo,[de] durante el año doce de cautividad del rey Joaquín, recibí este mensaje del Señor: 2 «Hijo de hombre, laméntate por el faraón, rey de Egipto, y dale este mensaje:
»“Te crees un león joven y fuerte entre las naciones,
pero en realidad solo eres un monstruo marino
que se retuerce en sus propios ríos
y revuelve el lodo con las patas.
3 Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano:
enviaré a muchas personas
para que te atrapen con mi red
y te arrastren fuera del agua.
4 Te dejaré abandonado en tierra para que mueras.
Todas las aves de los cielos se posarán sobre ti,
y los animales salvajes de toda la tierra
te comerán hasta saciarse.
5 Esparciré tu carne por las colinas
y llenaré los valles con tus huesos.
6 Empaparé la tierra con la sangre que brote de ti,
que correrá hasta las montañas
y llenará los barrancos hasta el borde.
7 Cuando yo borre tu existencia,
cubriré los cielos y oscureceré las estrellas.
Taparé el sol con una nube,
y la luna no te dará su luz.
8 Oscureceré las estrellas brillantes en lo alto
y cubriré tu territorio con tinieblas.
¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!
9 »”Inquietaré el corazón de muchos cuando haga que se enteren de tu caída en naciones lejanas que no conocías. 10 Así es, espantaré a muchos países y sus reyes quedarán aterrados al conocer tu destino. Temblarán de miedo por su vida cuando yo esgrima mi espada ante ellos el día de tu caída. 11 Esto dice el Señor Soberano:
»“La espada del rey de Babilonia
vendrá contra ti.
12 Destruiré a tus multitudes con las espadas de poderosos guerreros,
el terror de las naciones.
Destrozaré el orgullo de Egipto
y todas sus multitudes quedarán destruidas.
13 Destruiré todos tus rebaños y manadas
que pastan junto a los arroyos.
Nunca más ni personas ni animales
enturbiarán esas aguas con sus pies.
14 Luego dejaré que las aguas de Egipto se aquieten de nuevo,
y fluirán tranquilas, como se desliza el aceite de oliva,
dice el Señor Soberano.
15 Cuando yo destruya a Egipto
y te arranque todas tus posesiones
y hiera de muerte a todo tu pueblo,
entonces sabrás que yo soy el Señor.
16 Sí, este es el canto fúnebre
que entonarán para Egipto.
Que todas las naciones hagan luto.
Que se lamenten por Egipto y sus multitudes.
¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!”».
Egipto cae en la fosa
17 El 17 de marzo,[df] durante el año doce, recibí otro mensaje del Señor: 18 «Hijo de hombre, laméntate por las multitudes de Egipto y por las demás naciones poderosas.[dg] Pues los enviaré al mundo de abajo, junto con los que descienden a la fosa. 19 Diles:
»“Oh Egipto, ¿acaso eres más bella que las otras naciones?
¡No! Así que desciende a la fosa y quédate allí, entre los paganos[dh]”.
20 Los egipcios caerán junto a todos los que murieron a espada, pues la espada se ha desenvainado contra ellos. Egipto y sus multitudes irán arrastrados a su juicio. 21 En lo profundo de la tumba,[di] líderes poderosos, en tono de burla, darán la bienvenida a Egipto y a sus aliados diciendo: “Ya descendieron; yacen entre los paganos, entre multitudes masacradas a espada”.
22 »Allí está Asiria rodeada por las tumbas de sus soldados, los que fueron masacrados a espada. 23 Sus tumbas están en lo más hondo de la fosa, rodeadas por las de sus aliados. Antes infundían terror en el corazón de muchos por todas partes, ahora fueron masacrados a espada.
24 »Allí está Elam, rodeado por las tumbas de todas sus multitudes, los que fueron masacrados a espada. Antes infundían terror en el corazón de muchos por todas partes, ahora descendieron como paganos al mundo de abajo. Ahora yacen en la fosa, con la misma vergüenza de los que murieron antes que ellos. 25 Tienen un lugar de descanso entre los masacrados, rodeados por las tumbas de todas sus multitudes. Sí, en vida aterrorizaban a las naciones, pero ahora quedaron avergonzados junto con los demás de la fosa, todos paganos, masacrados a filo de espada.
26 »Allí están Mesec y Tubal, rodeados por las tumbas de todas sus multitudes. Antes infundían terror por todas partes en el corazón de muchos; pero ahora son paganos, todos masacrados a espada. 27 No fueron enterrados con honores, como sus héroes caídos, quienes descendieron a la tumba[dj] con sus armas: con el cuerpo cubierto por su escudo[dk] y con la espada debajo de la cabeza. Ellos cargan con la culpa porque en vida aterrorizaban a todos.
28 »También tú, Egipto, yacerás aplastado y destruido entre los paganos, todos masacrados a espada.
29 »Edom está allí con sus reyes y príncipes. Aunque eran poderosos, también yacen entre los masacrados a espada, entre los paganos que descendieron a la fosa.
30 »Todos los príncipes del norte y los sidonios están allí junto a otros que han muerto. Antes sembraban el terror, ahora son avergonzados. Yacen como paganos junto a otros que fueron masacrados a espada; y cargan con la misma vergüenza de todos los que descendieron a la fosa.
31 »Cuando llegue el faraón con todo su ejército, se consolará al ver que no fue el único que perdió a sus multitudes en batalla, dice el Señor Soberano. 32 Aunque hice que sembrara el terror entre todos los seres vivientes, el faraón y sus multitudes yacerán en medio de los paganos que fueron masacrados a espada. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!».
Ezequiel, centinela de Israel
33 Una vez más recibí un mensaje del Señor: 2 «Hijo de hombre, da este mensaje a tu pueblo: “Cuando yo envío a un ejército contra un país, los habitantes de ese país escogen a uno de los suyos para que sea el centinela. 3 Cuando el centinela ve acercarse al enemigo, toca la alarma para advertir a los habitantes. 4 Entonces, si los que oyen la alarma se niegan a actuar y resulta que los matan, ellos mismos tendrán la culpa de su muerte. 5 Oyeron la alarma pero no le hicieron caso, así que la responsabilidad es de ellos. Si hubieran prestado atención a la advertencia, podrían haber salvado sus vidas. 6 Ahora bien, si el centinela ve acercarse al enemigo y no toca la alarma para advertir a la gente, él será responsable de la cautividad del pueblo. Todos morirán en sus pecados, pero haré responsable al centinela por la muerte de ellos”.
7 »Ahora, hijo de hombre, te pongo por centinela del pueblo de Israel. Por lo tanto, escucha lo que digo y adviérteles de mi parte. 8 Si yo anuncio que unos malvados de cierto morirán y tú no les dices que cambien su manera de vivir, entonces ellos morirán en sus pecados y te haré a ti responsable de su muerte. 9 En cambio, si les adviertes que se arrepientan y no lo hacen, morirán en sus pecados, pero tú te habrás salvado.
Mensaje del centinela
10 »Hijo de hombre, da este mensaje al pueblo de Israel: “Ustedes dicen: ‘Nuestros pecados son una carga pesada; ¡nos consumimos poco a poco! ¿Cómo sobreviviremos?’. 11 Tan cierto como que yo vivo, dice el Señor Soberano, no me complace la muerte de los perversos. Solo quiero que se aparten de su conducta perversa para que vivan. ¡Arrepiéntanse! ¡Apártense de su maldad, oh pueblo de Israel! ¿Por qué habrían de morir?”.
12 »Hijo de hombre, da este mensaje a tu pueblo: “La conducta recta de los justos no los salvará si se entregan al pecado, ni la mala conducta de los malvados los destruirá si se arrepienten y abandonan sus pecados. 13 Cuando les digo a los justos que vivirán, pero después pecan y piensan que se salvarán por haber sido justos anteriormente, entonces no se tomará en cuenta ninguno de sus actos de justicia. Los destruiré por sus pecados. 14 Y supongamos que les digo a unas personas malvadas que de cierto morirán, pero después abandonan sus pecados y hacen lo que es justo y recto. 15 Por ejemplo, podrían devolverle la garantía a un deudor, restituir lo que habían robado y obedecer mis leyes que dan vida dejando de hacer lo malo; si así lo hacen, entonces de cierto vivirán y no morirán. 16 No se sacará a relucir ninguno de sus pecados pasados, porque hicieron lo que es justo y recto, por eso ciertamente vivirán.
17 »”Tu pueblo dice: ‘El Señor no hace lo correcto’, pero son ellos quienes no hacen lo correcto. 18 Pues reitero, si los justos abandonan su conducta recta y pecan, morirán. 19 Sin embargo, si los malvados se apartan de su maldad y hacen lo que es justo y recto, vivirán. 20 Oh pueblo de Israel, ustedes dicen: ‘El Señor no hace lo correcto’; pero yo juzgo a cada uno de ustedes según sus acciones”».
Explicación de la caída de Jerusalén
21 El 8 de enero,[dl] durante el año doce de nuestra cautividad, un sobreviviente de Jerusalén vino a verme y me dijo: «¡Ha caído la ciudad!». 22 La noche anterior, el Señor había puesto su mano sobre mí y me había devuelto la voz. De modo que pude hablar cuando llegó ese hombre a la mañana siguiente.
23 Luego recibí el siguiente mensaje del Señor: 24 «Hijo de hombre, el remanente de Israel, que vive disperso en las ciudades destruidas, sigue diciendo: “Abraham era un solo hombre y, sin embargo, llegó a poseer toda la tierra. Nosotros somos muchos; sin duda se nos ha entregado la tierra como posesión”. 25 Por lo tanto, diles a esas personas: “Esto dice el Señor Soberano: ‘Ustedes comen carne con sangre, rinden culto a ídolos[dm] y asesinan a los inocentes. ¿De veras piensan que la tierra debería ser suya? 26 ¡Asesinos! ¡Idólatras! ¡Adúlteros! ¿Acaso la tierra habría de pertenecerles?’”.
27 »Diles: “Esto dice el Señor Soberano: ‘Tan cierto como que yo vivo, los que vivan en las ruinas morirán a filo de espada y enviaré animales salvajes para que devoren a los que vivan en campo abierto. Los que se escondan en fuertes y en cuevas morirán de enfermedades. 28 Destruiré la tierra por completo y destrozaré su orgullo. Se acabará su poder arrogante. Las montañas de Israel quedarán tan desiertas que nadie siquiera pasará por ellas. 29 Cuando yo haya destruido la tierra por completo a causa de los pecados detestables que cometieron, entonces sabrán que yo soy el Señor’”.
30 »Hijo de hombre, los de tu pueblo hablan de ti en sus casas y murmuran acerca de ti junto a las puertas. Se dicen unos a otros: “¡Vayamos a oír lo que el profeta tiene para contarnos de parte del Señor!”.
Footnotes
- 1: Cada uno de los primeros cuatro capítulos de este libro es un acróstico, presentado según el orden del alfabeto hebreo. La primera palabra de cada versículo comienza con una letra hebrea en sucesión. Los capítulos 1, 2 y 4 tienen un versículo para cada una de las 22 letras hebreas. El capítulo 3 contiene 22 estrofas de tres versículos cada una. El capítulo 5 contiene 22 versículos, pero no es un acróstico.
- 1:4 En hebreo Sion; también en 1:17.
- 1:6 En hebreo La hija de Sion.
- 1:15 En hebreo pisoteó a la hija virgen de Judá.
- 1:17 En hebreo Jacob. Los nombres «Jacob» e «Israel» a menudo son intercambiables en el Antiguo Testamento. Algunas veces hacen referencia al patriarca como individuo y otras veces a la nación.
- 2:1a En hebreo la hija de Sion; también en 2:8, 10, 18.
- 2:1b En hebreo con el estrado de sus pies.
- 2:2a En hebreo Jacob; también en 2:3b. Ver nota en 1:17.
- 2:2b En hebreo la hija de Judá; también en 2:5.
- 2:4 En hebreo sobre la carpa de la hija de Sion.
- 2:15 En hebreo la hija de Jerusalén.
- 2:18 En hebreo Su corazón lloró.
- 3:19 O es amargura y hiel.
- 3:22 Así aparece en la versión siríaca; en hebreo dice del Señor nos guarda de la destrucción.
- 4:2 En hebreo de Sion.
- 4:6 O El castigo.
- 4:7 En hebreo como lapislázuli.
- 4:11 En hebreo en Sion.
- 4:22 En hebreo Oh hija de Sion.
- 5:11 En hebreo de Sion.
- 5:16 O Cayó la corona.
- 5:18 En hebreo porque el monte Sion.
- 1:1a En hebreo El quinto día del cuarto mes, del antiguo calendario lunar hebreo. Varias fechas que aparecen en Ezequiel pueden corroborarse con las fechas que aparecen en los registros babilónicos que se han conservado y pueden relacionarse de manera precisa con nuestro calendario moderno. Ese suceso ocurrió el 31 de julio del 593 a. C.
- 1:1b O en el año treinta.
- 1:3 O caldeos.
- 1:4 O como metal bruñido; similar en 1:27.
- 1:24 En hebreo Shaddai.
- 3:12 Otra lectura posible de este versículo sería: Luego el Espíritu me levantó, y mientras la gloria del Señor se elevaba de su lugar, oí detrás de mí un fuerte ruido que retumbaba.
- 4:10 En hebreo 20 siclos [8 onzas].
- 4:11 En hebreo 1/6 de un hin [aproximadamente 0,6 litros o 1 pinta].
- 4:13 Gentil[es], que no es judío.
- 6:4 El término hebreo (literalmente cosas redondas) probablemente se refiere al estiércol; también en 6:5, 6, 9, 13.
- 6:14 Así aparece en algunos manuscritos hebreos; la mayoría de los manuscritos hebreos dicen Diblat.
- 8:1 En hebreo el quinto [día] del sexto mes, del antiguo calendario lunar hebreo. Ese suceso ocurrió el 17 de septiembre del 592 a. C.; ver también la nota en 1:1.
- 8:2a Así aparece en la versión griega; en hebreo dice apariencia de fuego.
- 8:2b O de metal bruñido.
- 8:10 El término hebreo (literalmente cosas redondas) probablemente se refiere al estiércol.
- 10:5 En hebreo El-Shaddai.
- 10:14 En hebreo la cara de un querubín; comparar con 1:10.
- 11:3 En hebreo Esta ciudad es la olla y nosotros somos la carne.
- 11:19 En hebreo un corazón de carne.
- 11:24 O Caldea.
- 12:10 En hebreo el príncipe de Jerusalén; similar en 12:12.
- 12:13 O caldeos.
- 14:3 El término hebreo (literalmente cosas redondas) probablemente se refiere al estiércol; también en 14:4, 5, 6, 7.
- 16:29 O Caldea.
- 16:36 El término hebreo (literalmente cosas redondas) probablemente se refiere al estiércol.
- 16:50 Así aparece en algunos manuscritos hebreos y en la versión griega; en el texto masorético dice como yo lo he visto.
- 16:57 Así aparece en muchos manuscritos hebreos y en la versión siríaca; el texto masorético dice arameos.
- 17:21 Así aparece en muchos manuscritos hebreos; el texto masorético dice sus guerreros que huyan. El significado es incierto.
- 18:6 El término hebreo (literalmente cosas redondas) probablemente se refiere al estiércol; también en 18:12, 15.
- 18:17 La versión griega dice Se niega a hacer maldad.
- 19:7 Así aparece en la versión griega; en hebreo dice Conoció viudas.
- 20:1 En hebreo En el quinto mes, el décimo día, del antiguo calendario lunar hebreo. Ese día fue el 14 de agosto del 591 a. C.; ver también la nota en 1:1.
- 20:7 El término hebreo (literalmente cosas redondas) probablemente se refiere al estiércol; también en 20:8, 16, 18, 24, 31, 39.
- 20:25-26 O Les entregué decretos y ordenanzas inútiles […] Los contaminé.
- 20:31 O y haces que tus niños pasen por el fuego.
- 20:34 La versión griega dice y yo te recibiré. Comparar con 2 Co 6:17.
- 20:45 Los versículos del 20:45-49 corresponden al 21:1-5 en el texto hebreo.
- 20:46 En hebreo hacia Temán.
- 21:1 Los versículos del 21:1-32 corresponden al 21:6-37 en el texto hebreo.
- 21:10 El significado del hebreo es incierto.
- 21:13 El significado del hebreo es incierto.
- 22:3 El término hebreo (literalmente cosas redondas) probablemente se refiere al estiércol; también en 22:4.
- 22:16 Así aparece en un manuscrito hebreo, en la versión griega y en la siríaca; el texto masorético dice cuando seas deshonrado entre las naciones.
- 22:25 Así aparece en la versión griega; en hebreo dice profetas.
- 23:7 El término hebreo (literalmente cosas redondas) probablemente se refiere al estiércol; también en 23:30, 37, 39, 49.
- 23:14 O caldeos.
- 23:15 O Caldea; también en 23:16.
- 23:24 Así aparece en la versión griega; el significado del hebreo es incierto.
- 23:42 O sabeos.
- 24:1 En hebreo El décimo día del décimo mes, del antiguo calendario lunar hebreo. Este suceso ocurrió el 15 de enero del 588 a. C.; ver también nota en 1:1.
- 25:8 Así aparece en la versión griega; en hebreo dice los pueblos de Moab y Seir.
- 26:1 En hebreo En el año once, el primer día del mes, según el año del antiguo calendario lunar hebreo. Dado que falta un elemento en la fórmula de la fecha, los estudiosos han reconstruido esta lectura probable: En el [mes] once [del] año [doce], el primer día del mes. Según esa lectura este mensaje quedaría fechado el 3 de febrero del 585 a. C.; ver también la nota en 1:1.
- 26:7 En hebreo Nabucad-retsar, una variante de Nabucodonosor.
- 27:5 O Hermón.
- 27:6 En hebreo Quitim.
- 27:10 En hebreo Paras, Lud y Fut.
- 27:13 En hebreo Javán.
- 27:15 La versión griega dice Rodas.
- 27:16 Algunos manuscritos dicen Edom.
- 27:17 El significado del hebreo es incierto.
- 27:19 En hebreo Llegaban Vedán y Javán de Uzal. El significado del hebreo es incierto.
- 27:36 En hebreo te silban con desagrado.
- 28:10 En hebreo Morirás como mueren los incircuncisos.
- 28:13 La identificación de algunas de estas piedras preciosas es incierta.
- 28:14 En hebreo como querubín guardián; similar en 28:16.
- 29:1 En hebreo El día doce del décimo mes, del antiguo calendario lunar hebreo. Este suceso ocurrió el 7 de enero del 587 a. C.; ver también nota en 1:1.
- 29:10 En hebreo desde Migdol hasta Sevene y hasta la lejana frontera de Cus.
- 29:17 En hebreo El primer día del primer mes, del antiguo calendario lunar hebreo. Ese suceso ocurrió el 26 de abril del 571 a. C.; ver también la nota en 1:1.
- 29:18 En hebreo Nabucad-retsar, una variante de Nabucodonosor; también en 29:19.
- 29:21 En hebreo haré brotar un cuerno para la casa de Israel.
- 30:4 En hebreo Cus; similar en 30:9.
- 30:5 En hebreo Cus, Fut, Lud, toda Arabia, Cub. Aparte de este versículo, se desconoce Cub y podría ser una variante de Lub [Libia].
- 30:6 En hebreo hasta Sevene.
- 30:10 En hebreo Nabucad-retsar, una variante de Nabucodonosor.
- 30:13a El término hebreo (literalmente cosas redondas) probablemente se refiere al estiércol.
- 30:13b En hebreo Nof; también en 30:16.
- 30:14a En hebreo Patros.
- 30:14b En hebreo No; también en 30:15, 16.
- 30:15 En hebreo Sin; también en 30:16.
- 30:17a En hebreo de Avén y Pibeset.
- 30:17b O y sus ciudades.
- 30:20 En hebreo El séptimo día del primer mes, del antiguo calendario lunar hebreo. Ese suceso ocurrió el 29 de abril del 587 a. C.; ver también la nota en 1:1.
- 31:1 En hebreo El primer día del tercer mes, del antiguo calendario lunar hebreo. Ese suceso ocurrió el 21 de junio del 587 a. C.; ver también la nota en 1:1.
- 31:10 En hebreo como tú te volviste.
- 31:15 En hebreo al Seol; también en 31:16, 17.
- 31:18 En hebreo entre los incircuncisos.
- 32:1 En hebreo El primer día del mes doce, del antiguo calendario lunar hebreo. Ese suceso ocurrió el 3 de marzo del 585 a. C.; ver también la nota en 1:1.
- 32:17 En hebreo El día quince del mes, posiblemente en el mes doce del antiguo calendario lunar hebreo (ver 32:1). Ese dato colocaría la fecha de este mensaje a fines del año doce de la cautividad del rey Joaquín, el 17 de marzo del 585 a. C.; ver también la nota en 1:1. En la versión griega dice El día quince del primer mes, que colocaría la fecha de este mensaje el 27 de abril del 586 a. C., a comienzos del año doce del rey Joaquín.
- 32:18 El significado del hebreo es incierto.
- 32:19 En hebreo los incircuncisos; también en 32:21, 24, 25, 26, 28, 29, 30, 32.
- 32:21 En hebreo del Seol.
- 32:27a En hebreo al Seol.
- 32:27b El significado del hebreo es incierto.
- 33:21 En hebreo El quinto día del décimo mes, del antiguo calendario lunar hebreo. Ese suceso ocurrió el 8 de enero del 585 a. C.; ver también la nota en 1:1.
- 33:25 El término hebreo (literalmente cosas redondas) probablemente se refiere al estiércol.
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