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Se dirigió entonces al soporte de la cama, que estaba a la cabecera de Holofernes, descolgó la espada que él allí tenía y, acercándose a la cama, le agarró la cabeza por el pelo y dijo: «¡Dame fuerzas, Señor, Dios de Israel, en este momento!» Descargó entonces dos fuertes golpes en el cuello de Holofernes, y le cortó la cabeza.

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