Job 4:1-28:14
Traducción en lenguaje actual
Primera respuesta de Elifaz
4 Elifaz le dijo a Job:
2 «Puede ser que no te guste
lo que tengo que decirte,
pero no puedo quedarme callado.
3 Si bien recuerdo,
tú fuiste maestro de muchos
y animabas a los desanimados;
4 palabras no te faltaban
para alentar a los tristes
y apoyar a los débiles.
5 Pero ahora que sufres,
no lo soportas
y te das por vencido.
6 Según tú, no haces nada malo,
¿por qué entonces desconfías de Dios?
7 »¡No me vayas a decir
que quien hace lo bueno
sufre y acaba mal!
8 He podido comprobar
que quien mal anda mal acaba.
9 »Cuando Dios se enoja,
con un soplo destruye al malvado,
10-11 y aunque ruja o gruña como león,
Dios le romperá los dientes.
Como no podrá comer,
se morirá de hambre,
y sus hijos tendrán que huir.
12 »Alguien me confió un secreto,
que apenas pude escuchar.
13 Mientras todo el mundo dormía,
tuve un sueño, y perdí la calma.
14 ¡Fue tanto el miedo que sentí,
que todo el cuerpo me temblaba!
15 Sentí en la cara un viento helado,
y se me erizaron los pelos.
16 ¡Sabía que alguien estaba allí,
pero no podía verlo!
Todo alrededor era silencio.
De pronto oí que alguien decía:
17 “Nadie es mejor que su creador.
¡Ante él, no hay inocentes!
18 Dios ni en sus ángeles confía,
pues hasta ellos le fallan;
19 ¡mucho menos va a confiar
en nosotros los humanos!
Estamos hechos de barro,
y somos frágiles como polillas.
20-21 ”En esta vida estamos de paso;
un día nacemos
y otro día morimos.
¡Desaparecemos para siempre,
sin que a nadie le importe!
¡Morimos sin llegar a ser sabios!”
5 »¡Grita, Job!
¡Grita todo lo que quieras,
a ver si algún ángel te responde!
2 Sólo los tontos y necios
se mueren de celos y envidia.
3 Algunos llegan a prosperar,
pero su casa está maldita.
4 A sus hijos,
nadie los ayuda ni los defiende;
¡en los tribunales del pueblo
nadie les hace justicia!
5 Sus riquezas y sus cosechas
terminan en la mesa de los hambrientos.
6 »¡Siempre hay una razón
para el mal y la desgracia!
7 Así como el fuego es la causa
de que salten chispas,
nosotros somos responsables
de nuestra propia desgracia.
8 »Si yo estuviera en tu lugar,
pondría mi caso en manos de Dios.
9 Sus milagros y maravillas
no los podemos entender.
10 Dios hace que la lluvia
caiga sobre los campos;
11 Dios da poder a los humildes
y ayuda a los afligidos;
12-13 Dios hace que los astutos
caigan en sus propias trampas;
les desbarata sus planes malvados
y les arruina sus malas acciones.
14 Dios hace que se tropiecen de día
como si anduvieran de noche,
15 pero salva a la gente pobre
del poder de sus enemigos;
16 a los pobres les devuelve la esperanza,
pero a los malvados los deja callados.
17 »Cuando el Dios todopoderoso te corrija,
puedes considerarte bendecido;
no desprecies su corrección.
18 Dios hiere, pero cura la herida;
Dios golpea, pero alivia el dolor.
19 Una y otra vez vendrá a ayudarte,
y aunque estés en graves peligros
no dejará que nada te dañe.
20 En tiempos de hambre,
no dejará que te mueras;
en tiempos de guerra,
no dejará que te maten.
21 Cuando alguien te maldiga,
no tendrás por qué tener miedo;
esa maldición no se cumplirá.
22 Te reirás del hambre
y de las calamidades,
y no tendrás por qué temer
a los animales salvajes:
23 ¡las piedras del campo
y las bestias salvajes
serán tus mejores amigas!
24 En tu casa vivirás tranquilo,
y cuando cuentes tu ganado
no te faltará un solo animal.
25 Tendrás muchos hijos y muchos nietos;
¡nacerán como la hierba del campo!
26 Serás como el trigo
que madura en la espiga:
no morirás antes de tiempo,
sino cuando llegue el momento.
27 Esto es un hecho comprobado.
Si nos prestas atención,
tú mismo podrás comprobarlo».
Primera respuesta de Job
6 Job le respondió a Elifaz de la siguiente manera:
2 «¡Me gustaría que todas mis desgracias
pudieran pesarse en una balanza!
3 ¡Son tantas, que pesarían
más que toda la arena del mar!
¡No debiera sorprenderles
oírme hablar así!
4 El Dios todopoderoso me ha herido,
y eso me llena de miedo;
¡ya siento correr por mi cuerpo
el veneno de sus flechas!
5 »Con pasto en el pesebre,
no hay burro que rebuzne
ni buey que brame.
6 Con sal, toda comida es buena;
¡hasta la clara de huevo es sabrosa!
7 Pero lo que estoy sufriendo,
¡sabe peor que comida sin sal!
8 »¡Cómo quisiera que Dios
me diera lo que le pido:
9 que de una vez me aplaste,
y me deje hecho polvo!
10 »¡Jamás he desobedecido a Dios!
Éste es el consuelo que me queda
en medio de mi dolor.
11-12 »Yo no estoy hecho de piedra,
ni estoy hecho de bronce.
Ya no me quedan fuerzas
para seguir viviendo,
ni espero nada de esta vida.
13 No tengo a nadie que me ayude,
ni puedo valerme por mí mismo.
14 Si en verdad fueran mis amigos,
no me abandonarían,
aunque yo no obedeciera a Dios.
15-16 Pero ustedes, mis amigos,
cambian tanto como los ríos:
unas veces están secos,
y otras veces se desbordan.
Cuando la nieve se derrite,
corren turbios y revueltos,
17 pero en tiempos de calor y sequías
se quedan secos y dejan de correr.
18-21 »Ustedes se han portado conmigo
como lo hacen los comerciantes
de las ciudades de Temá y Sabá.
Salen con sus caravanas,
y al cruzar el desierto,
se apartan del camino
esperando encontrar los ríos.
Al no hallarlos,
se quedan confundidos y frustrados;
pierden entonces la confianza y mueren.
Lo mismo hicieron ustedes:
vieron algo espantoso y se asustaron.
22 »Yo no les pedí que vinieran,
ni tampoco les pedí dinero
23 para que me salvaran
de mis malvados enemigos.
24 Demuéstrenme en qué he fallado,
y me callaré la boca.
25 Si tuvieran razón, no me ofendería;
¡pero ustedes me acusan
y no tienen pruebas!
26 No me juzguen por mis palabras,
hablo así pues estoy desesperado,
y las palabras se las lleva el viento.
27 ¡Ustedes son capaces de todo,
hasta de vender a un huérfano
y abandonar a un amigo!
28 »Mírenme a los ojos,
y díganme si soy un mentiroso.
29 No sean injustos conmigo
y dejen de juzgarme;
reconozcan que soy inocente.
30 No les he mentido.
¿Acaso creen que no sé distinguir
entre la verdad y la mentira?
7 1-3 »He pasado noches miserables,
he pasado meses enteros
esperando en vano
que terminen mis sufrimientos.
Mi vida ha sido como la de un soldado
que ansioso espera el fin de la guerra;
como la de un peón,
que ansioso espera su paga;
como un esclavo fatigado,
que ansioso espera que caiga la noche.
4 Cuando me acuesto,
la noche me parece interminable;
doy vueltas en la cama
sin poder pegar los ojos,
y me pregunto cuándo amanecerá.
5 Tengo todo el cuerpo
lleno de gusanos y de costras;
¡por todos lados me sale pus!
6 »La vida se me escapa
con la velocidad del rayo.
¡Ya he perdido toda esperanza!
7 Acuérdate, Dios mío,
que mi vida es como un suspiro
y que no volveré a saber
lo que es la felicidad.
8 Hoy me ves, pero mañana ya no;
me buscarás, pero ya no estaré aquí.
9-10 Los que bajan a la tumba
ya no vuelven a subir;
nunca más regresan a su casa.
Son como las nubes:
¡desaparecen y se pierden para siempre!
11 »En cuanto a mí,
estoy tan angustiado
y tan lleno de amargura
que no puedo quedarme callado.
12 ¿Por qué me vigilas tanto,
si no soy el monstruo del mar?
13 A veces pienso que durmiendo
hallaré consuelo y alivio a mi queja,
14 pero aun estando acostado
me haces tener pesadillas
y me llenas de terror.
15-16 Ya no quiero seguir viviendo.
¡Preferiría morir ahorcado
que seguir viviendo en este mundo!
Mi vida ha perdido valor;
¡ya déjame en paz!
17-18 »Tú nos das mucha importancia;
todos los días nos examinas.
Yo me pregunto por qué
a todas horas nos pones a prueba.
19-20 Tú, que a todos nos vigilas,
¿por qué sólo a mí me castigas?
¡Ya no me vigiles tanto!
¡Déjame al menos tragar saliva!
¿En qué te afecta que yo peque?
¿Acaso te soy una molestia?
21 ¿Por qué no me perdonas
y te olvidas de mi maldad?
Me queda muy poco de vida;
cuando me busques,
ya estaré muerto».
Primera participación de Bildad
8 Entonces Bildad le dijo a Job:
2 «¡Hablas con la violencia
de un fuerte huracán!
¿Cuándo te vas a callar?
3 El Dios todopoderoso
nunca hace nada injusto.
4 Si tus hijos pecaron contra Dios,
él les ha dado su merecido.
5-6 Pero si tú eres inocente,
habla con él y pídele perdón;
él te protegerá y te recompensará
devolviéndote todo lo que tenías.
7 Tus primeras riquezas no serán nada,
comparadas con las que tendrás después.
8-10 »Pregúntales a nuestros abuelos,
y verás cuántas cosas descubrieron.
Ellos te lo harán saber todo
y compartirán contigo su experiencia.
Nosotros hemos vivido muy poco,
y poco o nada sabemos;
nuestra vida pasa como una sombra.
11 »Los juncos crecen en el agua,
pero si el agua les llega a faltar
12 se secan más pronto
que cualquier otra planta.
13 Lo mismo les pasa a los malvados,
a los que se olvidan de Dios:
al morir nada bueno les espera.
14 Su confianza es tan frágil
como una telaraña:
15 no les brinda ningún apoyo.
16 Los malvados son como esas hierbas
que cuando les pega el sol
se extienden por todo el jardín,
17 y hunden sus raíces en las piedras.
18 Pero si alguien las arranca,
nadie podrá saber dónde estaban.
19 ¡Así termina su alegría de vivir,
y en su lugar nacen otras hierbas!
20 »Dios acepta al honrado,
y rechaza al malvado.
21 Dios hará que vuelvas a reír
y a lanzar gritos de alegría.
22 Tus enemigos quedarán avergonzados,
y sus casas serán destruidas».
Segunda respuesta de Job
9 Al oír esto, Job respondió:
2 «¡Ese cuento ya lo conozco!
Yo sé bien que ante Dios
nadie puede alegar inocencia,
3 ni puede tampoco discutir con él.
Dios puede hacer mil preguntas,
y nadie puede responderle.
4 ¿Quién puede desafiar a Dios
y esperar salir victorioso?
Su sabiduría es muy profunda,
y su poder es muy grande.
5 Cuando Dios se enoja,
cambia de lugar las montañas
sin que nadie se dé cuenta;
6 también cambia de lugar a la tierra,
y la hace temblar hasta sus bases.
7 Reprende al sol, y el sol no sale;
también apaga la luz de las estrellas.
8 Con su poder extiende el cielo
y calma las olas del mar.
9 Dios creó todas las estrellas,
y las agrupó en constelaciones:
la Osa Mayor, la Cruz del Sur,
Orión y las Siete Cabritas.
10 »Dios hace cosas tan maravillosas
que es muy difícil comprenderlas,
y más aún, hablar de ellas.
11 Si Dios pasara junto a mí,
me sería imposible verlo;
si se alejara de mí,
no me daría cuenta.
12 Si quisiera tomar algo,
¿quién podría ordenarle no hacerlo?
13 Cuando Dios se enoja,
hasta el mar y sus olas
se rinden ante él.
14 »Si esto es así,
¿cómo voy a poder responderle?
15 A pesar de que soy inocente,
ante Dios no me puedo defender;
sólo puedo suplicarle
que me tenga compasión.
16 Si lo llamara, y él me respondiera,
no creo que me prestaría atención.
17-18 ¡Al contrario!
¡Por la cosa más simple
aumentaría mis heridas
y no me dejaría ni respirar!
¡Me llenaría de amargura
y con una tormenta me despedazaría!
19 Si de comparar fuerzas se trata,
¡Dios es más poderoso!
Y si le abriera un juicio,
¿quién podría obligarlo a presentarse?
20 ¡Aunque no he hecho nada malo,
mi boca me condena y resulto culpable!
21 »No tengo nada de qué arrepentirme,
pero eso ya no importa;
¡estoy cansado de esta vida!
22 En todo caso, da lo mismo.
Por eso puedo afirmar
que Dios destruye por igual
a los buenos y a los malos.
23 Y si alguna enfermedad provoca
que la gente muera de pronto,
Dios se burla de la angustia
de los que nada malo hicieron.
24 Cuando algún malvado
se apodera de un terreno,
es Dios mismo quien les tapa
los ojos a los jueces.
25-26 »La vida se me escapa
con la rapidez del rayo.
Mis días pasan como el águila
cuando se lanza sobre su presa.
El tiempo es como un barco
que se pierde en la distancia,
y yo aquí estoy,
sin saber lo que es la felicidad.
27 A veces pienso en olvidarlo todo,
en cambiar de actitud y sonreír;
28 pero me asusto de tanto sufrimiento,
pues sé bien que ante Dios,
no resulto inocente.
29 Y si él me considera culpable,
¿qué caso tiene seguir luchando?
30 Aunque me lave con jabón
las manos y todo el cuerpo,
31 Dios me arrojará al basurero,
¡y no habrá ropa que me cubra!
32 »¿Cómo puedo atreverme
a citar a Dios ante un tribunal,
si soy un simple mortal?
33 ¿Qué juez en este mundo
podría dictar sentencia entre nosotros?
34 Si alguien pudiera quitarme el miedo
de sufrir el castigo divino,
35 podría hablar sin temor;
pero en verdad, tengo miedo.
10 »Si doy rienda suelta a mi queja
y a la amargura que llevo dentro,
es porque estoy cansado de la vida.
2 Por eso le he dicho a Dios:
“Dios mío, no seas injusto conmigo;
¡dime qué mal he cometido!
3 Tú eres mi creador,
y no está bien que me maltrates
ni que permitas que los malvados
hagan planes contra mí.
4 Tú no ves las cosas
como nosotros las vemos,
5 ni vives los pocos años
que nos toca vivir;
6 ¿por qué, entonces, quieres saber
qué pecados he cometido?
7 ¡Tú sabes que no soy culpable,
y yo bien sé que no es posible
que me libre de tu poder!
8-10 ”Tú, con tus propias manos,
me fuiste dando forma,
como quien hace una olla de barro,
como quien derrama crema
para hacer queso;
¿por qué quieres quitarme la vida
y hacerme volver al polvo?
11 Tú recubriste mis huesos
con carne y con piel;
12 tú me diste vida
y me trataste con bondad;
¡siempre cuidaste de mí!
13 Pero ahora me doy cuenta
de algo que no me dijiste:
14 ¡que me estarías vigilando
para ver si yo pecaba,
pues no perdonarías mi pecado!
15 Pero, inocente o culpable,
estoy en un gran problema
y no puedo mirarte a los ojos.
¡Estoy muy avergonzado
y me muero de tristeza!
16 Siempre me estás vigilando,
como si fueras un león al acecho;
apenas hago el menor movimiento,
me haces sentir tu poder.
17 Tu enojo contra mí va en aumento;
presentas nuevos testigos que me acusan;
tus ejércitos me atacan sin cesar.
18 ”¿Por qué me dejaste nacer?
¡Ojalá me hubiera muerto,
sin que nadie llegara a conocerme!
19 ¡Más me valdría no haber nacido,
y pasar directamente a la tumba!
20 Mis días están contados;
ya están llegando a su fin.
¡Por favor, déjame en paz!
¡Quiero tener un momento de alegría,
21-22 antes de emprender el viaje sin regreso
al país de las tinieblas y el desorden!”»
Primera participación de Zofar
11 Al oír las palabras de Job, su amigo Zofar le dijo:
2 «¡Tantas palabras sin sentido
no pueden quedar sin respuesta!
¡Un charlatán como éste
no puede ser inocente!
3 ¿Vamos a quedarnos callados
ante tantas tonterías?
¿Y acaso vas a burlarte de nosotros
sin que te respondamos?
4 Tú aseguras estar en lo correcto,
y no haber hecho nada malo.
5 ¡Cómo me gustaría ver
que Dios mismo te acusara,
6 y que te hiciera saber
los secretos de la sabiduría!
Así podrías darte cuenta
de que Dios no te ha castigado
como te mereces.
7 »¿Crees que puedes llegar a conocer
los secretos del Dios todopoderoso?
8-9 ¡Nunca podrás llegar a conocerlos!
¡Son más altos que los cielos,
más profundos que el sepulcro,
más extensos que la tierra
y más anchos que la mar!
10-11 »Dios sabe quién es tonto
y quién es malvado;
lo sabe, y no los perdona.
Si Dios decide llamarte a cuentas
y meterte en la cárcel,
¿quién se lo impedirá?
12 »No es nada fácil
que el tonto llegue a ser sabio,
como tampoco es fácil
que de un burro nazca un hombre.
13 »Pero si tú amas a Dios
y le pides perdón,
14 y si tú y tu familia
dejan de hacer el mal,
15 entonces no tendrás que avergonzarte,
y podrás vivir sin ningún temor.
16 Olvidarás tus sufrimientos por completo,
y si acaso los recuerdas,
será como recordar cosas sin importancia.
17 Tendrás una vida muy feliz.
¡Tus pesadillas más horribles,
se convertirán en dulces sueños!
18-19 Vivirás en paz y protegido por Dios;
dormirás confiado y lleno de esperanza,
sin miedo a nada ni a nadie,
y muchos querrán ser tus amigos.
20 Pero los malvados no podrán escapar:
sus ojos se irán apagando,
hasta que les llegue la muerte».
Tercera respuesta de Job
12 Job le respondió a Zofar:
2 «¡Ustedes se creen los maestros del pueblo!
¡Y piensan que al morir,
se acabarán los sabios!
3 Pero no creo que ustedes
sean más inteligentes que yo.
¡Ustedes no han dicho nada nuevo!
4 »Antes, cuando yo llamaba a Dios,
él siempre me respondía;
en cambio, ahora,
hasta mis amigos se burlan de mí;
no soy culpable de nada,
pero todos se burlan de mí.
5 ¡Qué fácil es criticar al que sufre,
cuando no se tienen problemas!
6 Los ladrones creen
que ya dominaron a Dios,
y por eso viven tranquilos.
7 »Pero pregúntales a las aves,
y también a los animales,
y ellos te lo contarán todo;
¡te darán una gran lección!
8 Habla con la tierra,
y con los peces del mar,
y hasta ellos te lo dirán.
9 Ellos saben muy bien
que Dios lo ha creado todo.
10 ¡Dios tiene en sus manos
la vida de todos los seres vivos!
11 Así como el oído capta los sonidos
y la lengua capta los sabores,
12 los que han vivido muchos años
captan la sabiduría y el entendimiento.
13 »Dios tiene sabiduría y poder;
hace planes y éstos se cumplen.
14 Si Dios derriba algo,
nadie puede volver a levantarlo.
Si Dios apresa a alguien,
nadie puede ponerlo en libertad.
15 Si él quiere que no llueva,
todo en el campo se seca;
pero si quiere que llueva,
la tierra entera se inunda.
16 En sus manos están
el poder y la sabiduría,
el engañador y el engañado.
17-19 Dios hace que pierdan su puesto
los jueces y los consejeros,
los sacerdotes y los poderosos;
a los reyes los quita del trono
y los hace trabajar como esclavos;
20 a los consejeros les calla la boca,
y hace que los ancianos
pierdan su sabiduría.
21 »Dios pone en vergüenza
a los fuertes y poderosos;
22 Dios pone al descubierto
las profundidades del sepulcro;
23 a las naciones
las hace prosperar o fracasar,
las engrandece o las destruye.
24 »A los gobernantes
les hace olvidar su sabiduría
para que no sepan qué hacer.
25 Así andarán a tientas en la oscuridad,
tropezando como ciegos y borrachos.
13 »Todo lo que han dicho,
yo mismo lo he visto y oído.
2 Creo saber tanto como ustedes;
no creo que sean mejores que yo.
3 Pero yo preferiría discutir mi caso
con el Dios todopoderoso,
4 porque ustedes son unos mentirosos;
¡sus consejos no ayudan en nada!
5 ¡Si se callaran la boca,
mostrarían algo de sabiduría!
6 »Por favor, escúchenme;
pongan atención a mis palabras:
7 ¿Van a mentir en nombre de Dios,
y a tratar de defenderlo con engaños?
8 ¿Acaso creen que le hacen un favor
actuando como sus abogados defensores?
9 Si Dios los examinara a ustedes,
no podrían engañarlo
como engañan a la gente.
10 Más bien, Dios los reprendería
si quisieran defenderlo con mentiras;
11 ¡es tan grande su poder
que los haría temblar de miedo!
12 »Las explicaciones de ustedes
han perdido su sentido,
y no sirven para nada.
13 »Mejor cállense, y déjenme hablar,
no importa lo que me pase.
14-15 Voy a defenderme ante Dios,
aunque él quiera matarme;
voy a jugarme la vida,
pues no tengo nada que perder.
16 Ningún malvado se atrevería
a presentarse ante él,
así que él mismo me salvará.
17 »¡Préstenme atención!
18 Ya he preparado mi defensa,
y sé que Dios reconocerá mi inocencia.
19 Si alguien puede acusarme de algo,
yo callaré y jamás volveré a hablar.
20 »Dios mío,
sólo te pido dos cosas;
si me las concedes,
no tendré que esconderme de ti.
21 ¡Ya no me castigues,
ni me hagas sentir tanto miedo!
22 Pídeme que presente mi defensa,
y yo te responderé;
si lo prefieres, yo hablaré primero,
y tú me responderás.
23 ¡Dime en qué te he faltado!
¡Muéstrame en qué te he ofendido!
24 ¿Por qué te escondes?
¿Por qué me tienes por enemigo?
25 ¿Por qué me persigues tanto,
si soy como una hoja
que se lleva el viento?
26 Me estás condenando
a un amargo sufrimiento;
¡me estás castigando
por los pecados de mi juventud!
27 A toda hora me vigilas;
me tienes encadenado.
¡Doy un paso y sigues mis huellas!
28 »Todos nosotros,
nos gastamos como zapatos,
como vestidos que se come la polilla.
14 »Es muy corta nuestra vida,
y muy grande nuestro sufrimiento.
2 Somos como las flores:
nacemos, y pronto nos marchitamos;
somos como una sombra
que pronto desaparece.
3-4 Lo impuro no puede volverse puro;
no hay nadie que pueda hacerlo.
Y aun así te fijas en nosotros,
y discutes con alguien como yo.
5 Nuestra vida tiene un límite;
has decidido cuánto tiempo viviremos.
6 ¡Deja ya de vigilarnos!
¡Déjanos vivir tranquilos,
y disfrutar de nuestro salario!
7 »Al árbol caído le queda la esperanza
de volver a retoñar.
8 Tal vez el tronco y las raíces
se pudran en la tierra,
9 pero en cuanto sientan el agua
volverán a florecer, y echarán ramas,
como un árbol recién plantado.
10 En cambio, nosotros,
con el último suspiro
perdemos la fuerza
y dejamos de existir.
11 Somos como los lagos y los ríos:
sin agua, se agotan y se secan.
12 Mientras el cielo exista,
no habrá uno solo de nosotros
que se levante de la tumba;
una vez que caiga muerto,
no volverá a levantarse.
13-15 »Si fuera posible volver a la vida
después de la muerte,
preferiría estar muerto.
Tú me esconderías en la tumba,
hasta que se calmara tu enojo.
Luego te acordarías de mí
y volverías a despertarme.
Como eres mi creador,
cuando al fin quisieras verme,
yo respondería a tu llamado.
16 Seguirías viendo todo lo que hago,
sin tomar en cuenta mi pecado.
17 Tú me perdonarías;
echarías mi pecado en una bolsa
y lo arrojarías lejos, muy lejos.
18 »Sin embargo,
nos derrumbamos como los montes,
rodamos como las piedras,
19 ¡nos desgastamos como las rocas
ante el constante paso del agua!
Tú acabas con nuestras esperanzas;
nos destrozas por completo,
20 nos haces desaparecer,
nos quitas la vida
y luego nos mandas a la tumba.
21 Si más tarde a nuestros hijos
se les honra o se les humilla,
nosotros ya no lo sabremos.
22 Sólo sentiremos en carne propia
nuestro dolor y sufrimiento».
Segunda participación de Elifaz
15 Entonces Elifaz le respondió a Job:
2-3 «Si en verdad eres inteligente,
no debieras ser tan violento.
Sólo dices tonterías,
y de tu boca no sale nada bueno.
4 Tu falta de respeto a Dios
hace que otros no lo obedezcan.
5-6 »No necesito ser tu juez,
pues tus palabras te condenan.
Tienes tan sucia la mente
que sólo dices mentiras.
7 »Tú no eres el primer hombre
que hubo sobre la tierra.
El mundo ya existía
antes de que nacieras.
8 Tampoco eres el único sabio,
ni Dios te pide consejos.
9 Cualquier cosa que tú sepas,
también nosotros la sabemos.
10 Nuestros años y experiencia
nos hacen aun mejores que tu padre.
11 Dios mismo te consuela
y te habla con cariño,
pero eso no te importa.
12-13 »¿Por qué te enojas contra Dios
y hablas más de la cuenta?
¡En tus ojos se ve el odio que sientes!
14-16 Ante Dios
nadie es puro ni inocente;
ni aun los ángeles lo son.
¿Qué oportunidad tenemos los humanos,
si Dios ni en sus ángeles confía?
17 »Job, préstame atención,
voy a decirte lo que sé.
18 Es la sabiduría que los sabios
aprendieron hace mucho.
19 ¡No la aprendieron de gente extraña!
Por eso, como premio,
Dios les dio la tierra.
20 Pero el miedo y el sufrimiento
son el premio de los malvados.
21 Siempre escuchan ruidos extraños,
y cuando se encuentran en paz
no faltan ladrones que los ataquen.
22-23 Los malvados no tienen esperanza;
saben que no escaparán de la muerte,
y que acabarán devorados por los buitres.
24-26 Por eso sufren y tienen miedo
como si un rey los atacara;
saben que les viene la desgracia,
pues se atrevieron a desafiar
al Dios todopoderoso.
27 »La gordura se les nota
en la cara y en la cintura,
28-29 pero acabarán perdiendo
sus terrenos y riquezas,
y al final vivirán en chozas
a punto de derrumbarse.
30 No podrán escapar de la muerte,
sino que serán como un árbol
consumido por el fuego;
¡de un soplo, Dios los destruirá!
31 »Los malvados no debieran engañarse
ni confiar en ilusiones,
porque de ellas nada sacarán.
32-33 Morirán antes de tiempo.
Se quedarán como los viñedos
cuando se les caen las uvas,
y como los árboles de olivo
cuando no llegan a florecer.
34-35 Los malvados dejarán de existir;
los que se hacen ricos con engaños
verán sus casas destruidas por el fuego».
Cuarta respuesta de Job
16 Job le contestó a Elifaz:
2 «Todo lo que ustedes han dicho
lo he escuchado muchas veces;
¡y no fue ningún consuelo!
3 ¿Qué es lo que tanto les molesta?
¿Por qué no me dejan en paz?
4-5 Si estuvieran en mi lugar,
verían que no necesito tanta palabrería.
¡Lo que necesito es que me animen,
que calmen mi sufrimiento!
6 »¿Qué se gana con hablar?
¡Mi dolor no me deja
ni tampoco se calma!
7 Dios ha acabado conmigo
y con toda mi familia.
8 Me tiene arrinconado,
se levanta y me condena;
lo que ha dejado de mí
es sólo un montón de huesos.
9 »Tan enojado está Dios conmigo
que me persigue y me despedaza;
me considera su enemigo.
Me mira con rabia
y me muestra los dientes.
10 Mis enemigos
se han puesto en mi contra;
se burlan de mí y me dan bofetadas.
11 Dios me dejó caer
en manos de gente malvada.
12-14 Antes, yo vivía tranquilo;
pero Dios me agarró por el cuello
y me hizo objeto de sus ataques.
Se lanzó contra mí como un guerrero
y me abrió una herida tras otra,
destrozándome sin ninguna compasión.
¡Regados por el suelo quedaron
mi hígado y mis riñones!
15 »Me vestí con ropas ásperas,
para mostrar mi angustia;
¡mi orgullo ha quedado por el suelo!
16 De tanto llorar tengo roja la cara;
mis ojos muestran profundas ojeras.
17 ¿Por qué no aceptan
que no soy un malvado,
y que es sincera mi oración?
18 »Si acaso muero,
espero que la tierra
no oculte mi inocencia.
19 Yo sé que en el cielo
tengo un testigo a mi favor.
Allí sin duda, está mi abogado.
20 Ante Dios lloro amargamente,
porque mis amigos se burlan de mí.
21 Dios me defenderá
como quien defiende a un amigo.
22 En unos cuantos años
estaré en la tumba, y ya no volveré.
17 1-2 »Todos los que me rodean
se burlan de mí;
tengo que soportar sus ataques.
La vida se me escapa;
ya la muerte me está esperando.
3 »¡Dios mío, ven a defenderme,
pues no hay quien lo haga por mí!
4 Confunde a mis enemigos,
y no los dejes que triunfen.
5 Si por ganarse unas monedas
pueden acusar a un amigo,
¡merecen ver morir a sus hijos!
6 »Dios mío,
tú me pones en vergüenza,
y todo el mundo se burla de mí;
algunos hasta me escupen la cara.
7 Los ojos se me cierran de dolor;
de mí sólo quedan huesos.
8 Cuando me ve la gente buena,
apenas puede creerlo
y se enoja contra los malvados.
9 ¡Cuando uno es honrado
y no ha hecho nada malo,
al final se mantendrá firme
y cada vez se hará más fuerte!
10 »Pueden seguir atacándome,
que yo sé que entre ustedes
no se encuentra un solo sabio.
11 La muerte anda cerca de mí,
y mis deseos no se cumplen,
12 ¡pero esta gente insiste
en darme falsas esperanzas!
¡Dicen que ya está amaneciendo
cuando todavía es de noche!
13 Si lo único que espero
es tener por casa una tumba,
¡puedo acostarme ya
a dormir entre las sombras!
14 No tendré más familia
que la tumba y los gusanos.
15 No tengo nada que esperar;
no tengo ya ningún futuro.
16 La esperanza morirá conmigo;
¡juntos seremos enterrados!»
Segunda participación de Bildad
18 Bildad respondió:
2 «¡Hablemos menos y pensemos más;
entonces podremos conversar!
3 Job cree que somos tontos;
nos trata como si fuéramos animales.
4 Tan enojado está
que él mismo se despedaza;
¡pero eso no cambia nada!
5-6 »La vida de los malvados
es como lámpara que se apaga;
es como la luz de una casa,
que de pronto deja de alumbrar.
7-10 Sus pasos van perdiendo fuerza;
caen en sus propias trampas,
y allí se quedan atrapados.
11-12 El miedo y el desastre
los siguen por todas partes;
¡no los dejan ni un momento!
13 La enfermedad y la muerte
les devoran todo el cuerpo.
14 La muerte los arranca
de la tranquilidad del hogar;
15 en su casa hay olor a azufre
porque el fuego la consume.
16 Los malvados son como un árbol,
al que se le secan las raíces
y se le marchitan las ramas.
17-18 Nadie se acuerda de ellos;
son lanzados a la oscuridad
y su fama queda en el olvido.
19 En el pueblo donde vivían,
no les queda ningún pariente.
20 De un extremo al otro de la tierra,
la gente se asombra y se asusta
al saber cómo acabaron.
21 Así terminan los malvados,
los que no reconocen a Dios».
Quinta respuesta de Job
19 Job respondió:
2 «Tanta palabrería de ustedes
me atormenta y me lastima;
¿Cuándo van a dejarme en paz?
3 Una y otra vez
me insultan sin compasión.
¡Debería darles vergüenza!
4 Aun cuando yo haya pecado,
eso no les afecta.
5 Lo que ustedes realmente quieren
es sentirse mejores que yo;
se aprovechan de verme humillado
para lanzarme sus ataques.
6 Pero voy a decirles algo:
es Dios quien me hizo daño,
¡es Dios quien me tendió una trampa!
7 »A gritos pido ayuda,
pero nadie me responde,
ni conoce la justicia.
8 Dios no me deja pasar,
me tiene cerrado el camino.
9 Me quitó mis riquezas;
10 me dejó como a un árbol
destrozado y sin raíces.
11 »Tan grande es su enojo contra mí
que me considera su enemigo;
12 me ataca como un ejército,
¡me tiene completamente rodeado!
13 »Dios ha hecho que me abandonen
mis amigos y mis hermanos;
14 también ha hecho que me olviden
mis parientes y conocidos.
15 Los que antes comían en mi mesa,
hoy me ven como a un extraño;
¡aun las jóvenes que me servían
ahora dicen que no me conocen!
16 Pido que mis esclavos me sirvan,
y ni con ruegos me atienden.
17 Tengo tan mal aliento
que nadie en la casa me aguanta.
18-19 Todos mis amigos y seres queridos
se han puesto en mi contra;
¡hasta los niños se burlan de mí!
20 La piel se me pega a los huesos;
¡estoy a un paso de la muerte!
21-22 »Amigos míos,
¡tengan lástima de mí!
Dios se ha vuelto mi enemigo,
no hagan ustedes lo mismo.
23-24 »¡Cómo quisiera que mis palabras
quedaran grabadas para siempre
en una placa de hierro!
25 Yo sé que mi Dios vive,
sé que triunfará sobre la muerte,
y me declarará inocente.
26 Cuando mi cuerpo haya sido destruido,
veré a Dios con mis propios ojos.
27 Estoy seguro de que lo veré,
¡con ansias espero el momento!
28 »Ustedes sólo piensan en perseguirme,
pues creen que soy culpable;
29 pero tengan mucho cuidado.
Dios es el juez de todos nosotros;
cuando él los juzgue,
los castigará con la muerte».
Segunda participación de Zofar
20 Entonces Zofar le respondió a Job:
2-3 «Lo que acabo de escuchar
me deja muy confundido.
Es un insulto a mi inteligencia,
y me veo obligado a responderte.
4-5 »Desde que Dios creó al hombre
y lo puso en este mundo,
la alegría de los malvados
no dura mucho tiempo.
Eso lo sabes muy bien.
6 Son tan orgullosos que piensan
que pueden tocar el alto cielo,
7-9 pero no son más que basura,
y como basura desaparecerán;
serán como un sueño que se olvida:
un día se irán para siempre,
y nadie volverá a encontrarlos;
¡sus amigos no volverán a verlos,
ni sabrán qué pasó con ellos!
10-11 La fuerza de su juventud
se irá con ellos al sepulcro,
y sus hijos tendrán que repartir
entre la gente pobre
todas las riquezas que acumularon.
12-13 »Ellos creen que la maldad
es dulce como un caramelo,
y la siguen saboreando,
pues no quieren renunciar a ella.
14-15 Pero la maldad que hoy los alimenta,
mañana será su veneno.
¡Dios los obligará a devolver
todas las riquezas que se robaron!
16 Su maldad es como veneno de víboras,
que acabará por matarlos.
17-19 Se adueñan de casas
que nunca construyeron,
y dejan sin nada a los pobres.
Pero no llegarán a disfrutar
de tanta riqueza y prosperidad,
ni podrán saborear plenamente
lo que sus negocios produzcan.
20-21 »Fueron tan ambiciosos
que nunca estuvieron contentos;
a pesar de tener tanto,
siempre quisieron tener más;
por eso su bienestar
no durará mucho tiempo.
22 Aunque tengan abundancia,
siempre vivirán angustiados;
¡sobre ellos caerá
todo el peso de la desgracia!
23 Mientras estén comiendo y bebiendo,
Dios dará rienda suelta a su enojo
y descargará sus golpes sobre ellos.
24 Si tratan de librarse de una espada,
con un cuchillo los matarán;
25 y cuando quieran sacarse el cuchillo,
se les saldrán los intestinos
y eso los llenará de miedo.
26 Les espera la más negra oscuridad;
un fuego que ningún hombre prendió
acabará con ellos y con sus casas.
27-28 Cuando Dios castigue a los malvados,
no encontrarán quien los defienda.
Una gran inundación vendrá
y sus casas serán destruidas.
29 ¡Así ha decidido Dios
que terminen los malvados!»
Sexta respuesta de Job
21 Job le respondió a Zofar:
2 «Para mí sería un gran consuelo
que me prestaran atención.
3 Tengan paciencia mientras hablo,
y una vez que haya terminado,
podrán reírse si quieren.
4 »Si he perdido la paciencia
es porque mi reclamo
es contra Dios.
5 Pónganme atención,
y quedarán asombrados.
6-7 ¡No entiendo por qué los malvados
viven tanto y ganan tanto dinero!
Mientras más pienso en esto,
más me asusto y me da escalofríos.
8-9 Como Dios nunca los castiga,
no tienen miedo de nada;
viven tranquilos en sus casas,
viendo progresar a sus hijos
y crecer a sus nietos.
10 Sus toros y sus vacas
tienen muchos terneros;
¡ninguno muere antes de tiempo!
11 Sus niños corren y juegan
como ovejas en un prado;
12 cantan y bailan alegres
al son de arpas, flautas y tambores.
13 Durante toda su vida,
los malvados gozan de gran bienestar,
y al final tienen una muerte tranquila.
14 Se mantienen alejados de Dios,
porque no quieren obedecerlo.
15 No creen estar obligados
a respetar al Dios todopoderoso,
ni a dirigirle sus oraciones.
16 Se creen dueños de su felicidad,
pero yo no pienso como ellos.
17 »Nunca se ha visto que los malvados
mueran antes de tiempo.
Nunca se ha visto que sobre ellos
haya venido algún desastre.
Nunca Dios se ha enojado tanto,
como para hacerlos sufrir.
18 Nunca se ha visto que el viento
se los lleve como a la paja.
19 ¡No me vengan con que el castigo
va a ser sólo para sus hijos!
Mejor que Dios los castigue a ellos,
para que aprendan una lección.
20 ¡Que sufran los malvados
su propia destrucción!
¡Que sufran en carne propia
el enojo del Todopoderoso!
21 Les queda ya poco tiempo de vida;
¿qué les pueden importar
las viudas y huérfanos que dejan?
22 »A Dios nadie le enseña nada;
él es el juez de todos,
¡aun de la gente más importante!
23-24 Algunos mueren en plena juventud,
gordos y llenos de vida.
25 Otros mueren amargados
y sin haber disfrutado de nada,
26 ¡pero unos y otros mueren,
y en la tumba se llenan de gusanos!
27 »Me imagino lo que piensan:
ustedes quieren hacerme daño.
28 De seguro se preguntan:
“¿Dónde quedaron los palacios
que tenía ese rico malvado?”
29 ¡Pregunten a los viajeros!
¡Presten atención a sus relatos!
30 Los malvados siempre se libran
del castigo de Dios.
31 Nunca nadie los reprende,
nunca nadie les da su merecido;
32-33 y cuando se mueren,
mucha gente va al entierro.
Luego hacen guardia en su tumba,
¡y la tierra los recibe con cariño!
34 »¿Y todavía esperan consolarme
con sus palabras sin sentido?
¡Es falso todo lo que han dicho!»
Tercera participación de Elifaz
22 Entonces respondió Elifaz:
2 «Tú podrás ser muy sabio,
pero eso a Dios no le sirve de nada.
3 Nada gana el Dios todopoderoso
con que seas un hombre bueno.
4 Si realmente obedecieras a Dios,
él no te reclamaría nada.
5 ¡Pero tu maldad es demasiada,
y tus pecados ni se pueden contar!
6 Y hasta por deudas pequeñas
exigiste ropa en garantía,
¡y dejaste desnudo al pobre!
7 No dabas agua al que tenía sed,
ni comida al que tenía hambre.
8 Fuiste un hombre poderoso
que se adueñó de la tierra;
9 a las viudas no les diste nada,
y a los huérfanos les quitaste todo.
10 Por eso ahora te ves atrapado,
y de pronto te asustas,
11 como si anduvieras en la oscuridad,
o la corriente de un río te arrastrara.
12 »Dios está en los cielos,
entre las altas y lejanas estrellas.
13-14 Vive entre espesas nubes,
pero eso no le impide
ver y saber lo que haces.
Si crees que no puede vernos,
recuerda que él recorre el cielo
de un extremo al otro.
15 »Si quieres seguir
el ejemplo de los malvados,
16 recuerda que ellos murieron
en plena juventud,
cuando un río destruyó sus casas.
17-18 Aunque el Dios todopoderoso
les dio todo lo mejor,
ellos le exigieron
que los dejara tranquilos.
No creyeron que él los castigaría.
¡Pero yo no pienso como ellos!
19 »La gente buena e inocente
se burla de los malvados,
y al verlos en desgracia dicen:
20 “¡El fuego ha destruido
las riquezas de nuestros enemigos!”
21 »Job, ponte en paz con Dios;
y él te hará prosperar de nuevo.
22-23 Vuelve la mirada al Todopoderoso;
apréndete de memoria sus enseñanzas,
y él te devolverá la felicidad.
24-25 Arroja entre las piedras de los ríos
todo el oro y la plata que tienes,
y tu riqueza será Dios mismo.
26 Él te hará muy feliz,
y ya no sentirás vergüenza.
27 Si tú le cumples tus promesas,
él escuchará tus oraciones;
28 entonces te irá bien
en todo lo que hagas,
y tu vida estará siempre iluminada.
29 Dios humilla a los orgullosos,
y levanta a los humildes.
30 Dios salva al que es inocente;
si tú lo eres, también te salvará».
Séptima respuesta de Job
23 Job le respondió a Elifaz:
2 «A pesar de todo lo dicho,
y de lo amargo de mis quejas,
Dios me sigue castigando.
3 Si yo supiera dónde vive,
iría corriendo a buscarlo;
4 le presentaría mi defensa
en forma detallada.
5 Entonces él me explicaría
por qué me ha tratado así.
6 Trataría de entenderme,
y sin violencia me respondería.
7 En la presencia de Dios,
el inocente puede defenderse.
Yo creo que Dios es mi juez,
y me declarará inocente.
8-9 »Busco a Dios por todas partes,
y no puedo encontrarlo;
ni en el este, ni en el oeste,
ni en el norte, ni en el sur.
10 Pero si lo encuentro,
y él me pone a prueba,
yo saldré tan puro como el oro.
11-12 Jamás lo he desobedecido;
siempre he seguido sus enseñanzas.
13 »Dios hace lo que quiere,
pues es el único Dios.
Nadie lo hace cambiar de planes.
14 Así que él hará conmigo
todo lo que quiera hacer.
15 Cuando pienso en todo esto,
me asusta el presentarme ante él.
16 ¡El Dios todopoderoso
me hace temblar de miedo!
17 Pero nada hará que me calle;
¡ni aun mi gran sufrimiento!
24 »Nosotros, los amigos de Dios,
esperamos impacientes
que castigue a los malvados.
2-3 Ellos les van robando
terreno a sus vecinos,
y allí crían el ganado que les roban
a los huérfanos y a las viudas.
4-5 Asaltan a la gente pobre,
y la obligan a esconderse.
Esos pobres huyen al desierto,
y luego van por los campos,
como burros salvajes,
buscando comida para sus hijos.
6 Van a los campos de esos malvados
y juntan uvas y espigas de trigo;
7 luego pasan la noche desnudos
porque no tienen con qué cubrirse,
8 y en las grietas de las rocas
se protegen de la lluvia.
9 A las viudas y a los pobres
les arrebatan sus hijos
para que paguen sus deudas,
10 y esos niños recorren los campos
cosechando trigo ajeno,
mientras se mueren de hambre.
11 Muelen aceitunas para sacar aceite
y exprimen uvas para hacer vino,
mientras se mueren de sed.
12 Maltratados y a punto de morir,
gritan desde las ciudades
pidiendo la ayuda de Dios,
¡pero él no les hace caso!
13-14 »Los malvados y asesinos
no andan a plena luz del día
ni obedecen a Dios;
apenas se pone el sol
salen y matan a los pobres;
ya entrada la noche,
buscan a quién robar.
15 Los que traicionan a sus esposas
esperan a que llegue la noche,
pues creen que en la oscuridad
nadie los verá con la otra mujer.
16-17 Los ladrones roban de noche;
no salen durante el día.
Aborrecen la luz,
pero aman la oscuridad».
Zofar interrumpe a Job
18 «Los malvados son tan corruptos
que nadie trabaja en sus viñedos;
sus terrenos están malditos.
19-20 Cuando les llega la muerte,
la tierra se los traga
y los gusanos se los comen.
Desaparecen como la nieve
que derrite el calor del verano;
son como árboles caídos,
a los que nadie toma en cuenta;
¡ni sus madres los recuerdan!
21 »Los malvados no tratan bien
ni a las viudas
ni a las mujeres sin hijos.
22 Pero cuando Dios se decida,
con su poder los aplastará;
pues cuando Dios entra en acción,
nadie tiene segura la vida.
23 Ahora los deja sentirse seguros,
pero no deja de vigilarlos.
24 Ahora son gente de importancia,
pero un día Dios los humillará,
y dejarán de existir.
Los cortará como al trigo,
los quemará como a la hierba.
25 »Nadie puede demostrar
que sea falso lo que he dicho».
Tercera participación de Bildad
25 Bildad respondió:
2 «Es tan grande el poder de Dios
que nos hace temblar de miedo.
Dios es quien pone orden en el cielo.
3 ¿Puede alguien contar sus ejércitos?
¿Hay alguien a quien el sol no alumbre?
4 ¡Ante Dios no hay nadie
que pueda declararse inocente!
5 Si a los ojos de Dios nada vale
el brillo de la luna
ni tampoco el de las estrellas
6 ¡mucho menos valemos nosotros,
que somos simples gusanos!»
Job interrumpe a Bildad
26 En tono burlón, Job contestó:
2-4 «¿Es así como ayudas al necesitado,
al que ya no tiene fuerzas?
¡Vaya, vaya!
¡Qué discurso tan hermoso
has pronunciado!
¡Qué buen amigo resultaste!
¡Qué consejos tan buenos sabes dar
a los ignorantes como yo!
¡Qué inteligencia has demostrado!»
Bildad continúa su discurso
5 «En lo más profundo de la tierra,
los muertos tiemblan de miedo.
6 De Dios nadie puede esconderse,
ni siquiera la muerte destructora.
7-9 Dios extendió cielo y tierra
donde antes no había nada,
y en el cielo puso su trono.
»Dios guarda agua en las nubes,
y no deja que llueva.
10 Traza una línea en el horizonte,
y así divide el día y la noche.
11 Reprende a las montañas
que sostienen el cielo,
y las hace temblar de miedo.
12 Usa su poder y sabiduría
y con ellos vence al mar;
13 da muerte con su propia mano
al gran monstruo marino.
Con un soplo de su boca
deja el cielo despejado.
14 »Esto es apenas un murmullo
que alcanzamos a escuchar;
es tan sólo una muestra
del gran poder de Dios,
que jamás podremos comprender».
Octava respuesta de Job
27 Job volvió a tomar la palabra y dijo:
2 «Dios me tiene amargado
y no quiere hacerme justicia,
pero juro en su nombre
3 que mientras yo tenga vida
4 jamás diré otra cosa
que no sea la verdad.
5-6 Mientras tenga yo vida,
insistiré en mi inocencia
y jamás les daré la razón.
¡No tengo de qué avergonzarme!
7 »¡Dios quiera que mis enemigos
tengan la muerte que merecen
los injustos y malvados!
8 No hay esperanza para el malvado
si Dios le quita la vida.
9 Cuando los domina la angustia,
Dios no escucha sus ruegos,
10 pues el malvado no ama a Dios
y jamás le pide ayuda.
11 »Voy a mostrarles el poder de Dios
y no ocultaré sus planes,
12 pero si ya los conocen,
¿por qué dicen tantas tonterías?»
Tercera participación de Zofar
13 Zofar respondió:
«Dios espera el momento
de castigar a los malvados;
y éste será su castigo:
14 Aunque tengan muchos hijos,
unos morirán de hambre
y otros, en la guerra.
15 Si algunos quedan con vida,
morirán de alguna enfermedad
y sus viudas no llorarán por ellos.
16 Aunque lleguen a amontonar
mucha plata y vestidos,
17 la gente buena e inocente
disfrutará de todo eso.
18 »¡Resiste más una telaraña,
o una choza de paja,
que las casas de los malvados!
19 Por la noche, se acuestan ricos;
por la mañana, amanecen pobres;
20 ¡una lluvia de cosas terribles
cae sobre ellos por la noche!
21-22 Del oriente sopla un fuerte viento,
y sin compasión los arrebata;
quisieran librarse de su poder,
pero el viento se los lleva
y desaparecen para siempre.
23 Así terminan los malvados,
entre burlas y silbidos».
El canto de la sabiduría
28 «El oro y la plata
se sacan de las minas
y se limpian con fuego.
2 El hierro y el cobre
se sacan de la tierra
y se les quita la impureza.
3 Ya no hay para los mineros
lugar demasiado oscuro;
en los más lejanos rincones
buscan piedras preciosas;
4 con la ayuda de cuerdas,
bajan a profundos barrancos;
cavan largos túneles
donde nadie ha puesto el pie.
5 »En esas profundas minas,
donde el calor es insoportable,
se gana la vida el minero.
6 De las rocas saca zafiros,
y de entre el polvo saca oro.
7-8 Ningún león, ninguna fiera,
ha llegado a esos lugares;
¡ni siquiera la mirada del halcón
ha podido descubrirlos!
9 Los mineros golpean la dura roca
y dejan al descubierto
el corazón de las montañas;
10 abren túneles en las rocas,
y contemplan grandes tesoros;
11 llegan a donde nacen los ríos,
y entonces sacan a la luz
lo que había permanecido oculto.
12 »¿Dónde está la sabiduría?
¿Dónde puede encontrarse?
13 Nadie aprecia su valor
porque no pertenece a este mundo.
14 Tampoco se encuentra
en las profundidades del mar.
Copyright © 2000 by United Bible Societies