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La conspiración para matar a Jesús

45 Muchos de los judíos que estaban visitando a María y vieron lo que Jesús hizo, creyeron en él. 46 Pero otros fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. 47 Entonces, los jefes de los sacerdotes y los fariseos reunieron al Consejo.

Y dijeron:

―¿Qué vamos a hacer? Este hombre está haciendo muchas señales milagrosas. 48 Si lo dejamos, todos van a creer en él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro lugar sagrado y hasta nuestra nación.

49 Uno de ellos, llamado Caifás, que ese año era el sumo sacerdote, les dijo:

―¡Ustedes de verdad que no saben nada! 50 No entienden que es mejor que un solo hombre muera por el pueblo, y no que la nación entera sea destruida.

51 Pero él no dijo esto por su propia cuenta, sino que, como era el sumo sacerdote ese año, profetizó que Jesús moriría por la nación judía. 52 Y moriría no sólo por esa nación, sino también para reunir a todos los hijos de Dios que estaban dispersos.

53 Así que desde ese día tomaron la decisión de matarlo. 54 Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos. Se fue a un pueblo llamado Efraín que estaba cerca del desierto, y allí se quedó con sus discípulos.

55 Como faltaba poco para la Pascua judía, mucha gente iba del campo a Jerusalén para la ceremonia de su purificación, antes de la Pascua. 56 Buscaban a Jesús, y mientras andaban en el templo se preguntaban unos a otros: «¿Qué les parece? ¿Vendrá a la fiesta?».

57 Los jefes de los sacerdotes y los fariseos habían ordenado que si alguien sabía dónde estaba Jesús, debía denunciarlo para que lo arrestaran.

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