Jeremías 23:1-25:14
La Palabra (España)
Los malos pastores y el rey futuro
23 ¡Ay de los pastores que descarrían y dispersan el rebaño de mi pastizal! —oráculo del Señor—. 2 Por eso, así dice el Señor, Dios de Israel, acerca de los pastores que apacientan a mi pueblo: Vosotros dispersasteis mi rebaño, lo expulsasteis y no os habéis preocupado de él. Pues bien, yo os voy a pedir cuentas de vuestras malas acciones —oráculo del Señor— 3 y yo mismo reuniré al resto de mis ovejas de todos los países por donde las dispersé y las haré volver a su pastizal, donde fructificarán y se multiplicarán. 4 Les pondré pastores que las apacienten; ya no tendrán miedo, no se espantarán ni faltará ninguna —oráculo del Señor—.
5 Ya llegan días —oráculo del Señor—
en que daré a David un vástago legítimo.
Será un rey que reinará con prudencia,
impondrá justicia y derecho en el país.
6 En sus días estará a salvo Judá,
Israel vivirá con tranquilidad,
y la gente le pondrá de nombre:
“El Señor es nuestra justicia”.
7 Ya llegan días —oráculo del Señor— en que no se dirá: “Por vida del Señor, que hizo subir a los israelitas del país de Egipto”. 8 Más bien se dirá: “Por vida del Señor, que hizo subir a la estirpe de Israel del país del norte y de todos los países por donde los dispersó, para que habiten en su tierra”.
Diversos oráculos contra los falsos profetas
9 A los profetas:
Tengo roto en mi pecho el corazón,
se estremecen todos mis huesos;
me siento igual que un borracho,
como un hombre cargado de vino;
y todo a causa del Señor,
a causa de sus santas palabras.
10 El país está lleno de adulterios,
por eso la tierra está de luto,
como una maldición,
y se secan los pastos de la estepa.
Siguen el curso del mal,
ponen su fuerza en la injusticia.
11 Hasta profetas y sacerdotes son impíos,
hasta en mi Templo encuentro su maldad
—oráculo del Señor—.
12 Por eso, su camino
se les hará resbaladizo;
empujados a las tinieblas,
en las tinieblas caerán.
Traeré contra ellos la desgracia
el año en que les pida cuentas
—oráculo del Señor—.
13 Entre los profetas de Samaría
he visto una cosa inmoral:
profetizan en nombre de Baal
y extravían a mi pueblo Israel.
14 Entre los profetas de Jerusalén
he visto una cosa espantosa:
son adúlteros, van tras la mentira,
se ponen a favor de los malvados
y nadie se aparta de su maldad.
Son todos para mí como Sodoma,
sus habitantes igual que Gomorra.
15 Por eso, así dice el Señor del universo
acerca de los profetas:
Voy a daros a comer ajenjo,
y a beber, agua emponzoñada,
pues los profetas de Jerusalén
habéis esparcido la impiedad por el país.
16 Así dice el Señor del universo:
No escuchéis las palabras de los profetas
que os despiertan esperanzas vanas
y os transmiten visiones imaginarias,
cosas que no ha hablado el Señor.
17 A los que desprecian la palabra del Señor
les dicen: “Tendréis paz”;
a los que siguen su corazón obstinado
les dicen: “No os alcanzará el mal”.
18 ¿Quién estuvo en el consejo del Señor
y vio todo y escuchó su palabra?
¿Quién prestó la debida atención,
de modo que pudiera oír esa palabra?
19 Ya ha estallado la tempestad del Señor,
que gira sobre la cabeza de los malvados;
20 no cesará la cólera del Señor
hasta haber ejecutado sus designios.
Después de que pase ese tiempo,
lograréis entenderlo del todo.
21 Yo no envié a los profetas,
pero ellos se apresuraban a hablar;
tampoco les dirigí mi palabra,
pero ellos profetizaban.
22 Si hubieran participado en mi consejo,
transmitirían mis palabras a mi pueblo
para que se convirtiera de su mal camino
y abandonase sus malvadas acciones.
23 ¿Acaso soy Dios sólo de cerca
—oráculo del Señor—
y no lo soy también de lejos?
24 Si alguien se oculta en su escondrijo,
¿creéis que no puedo verlo?
—Oráculo del Señor—.
¿No lleno yo cielo y tierra?
—Oráculo del Señor—.
25 He oído lo que dicen los profetas, los que profetizan mentiras en mi nombre, los que dicen: “He tenido un sueño, he tenido un sueño”. 26 ¡Basta ya! La mente de los profetas está repleta de falsas profecías, producto de su fantasía. 27 Con los sueños que se cuentan entre sí, tratan de que mi pueblo me olvide, como me olvidaron sus antepasados por Baal.
28 El profeta que tenga un sueño,
que cuente un sueño;
y el que tenga mi palabra,
que la diga tal cual es.
¿Qué tiene que ver la paja
comparada con el grano?
—oráculo del Señor—.
29 ¿No es mi palabra como fuego
—oráculo del Señor—,
o mazo que cuartea la roca?
30 Por eso, aquí estoy contra los profetas —oráculo del Señor— que se roban unos a otros mis palabras. 31 Aquí estoy contra los profetas —oráculo del Señor— que hacen uso de su lengua para lanzar oráculos. 32 Aquí estoy contra los profetas que tienen falsos sueños —oráculo del Señor—, que luego los cuentan y extravían a mi pueblo con sus mentiras y sus pretensiones. Y resulta que yo ni los envié ni les di ninguna orden. Por eso, no pueden ser útiles a este pueblo —oráculo del Señor—. 33 Si alguien de este pueblo, un profeta o un sacerdote te preguntan: “¿Cuál es el oráculo del Señor?”, les dirás: “La carga sois vosotros, y voy a dejaros caer” —oráculo del Señor—. 34 Y si el profeta, el sacerdote o alguna otra persona del pueblo dice “oráculo del Señor”, le pediré cuentas a él y a su familia. 35 Así, cuando habléis entre vosotros, diréis: “¿Qué ha respondido el Señor? ¿Qué ha hablado el Señor?”. 36 Pero ya no mencionéis la expresión “oráculo del Señor”, pues una carga será para cada cual su propia palabra, ya que habéis pervertido las palabras del Dios vivo, del Señor del universo, nuestro Dios. 37 Así preguntarás al profeta: “¿Qué te ha respondido el Señor? ¿Qué te ha hablado el Señor?”. 38 Y ahora, así dice el Señor: Si seguís empeñados en pronunciar la expresión “oráculo del Señor”, siendo así que os había dado orden de que no dijeseis “oráculo del Señor”, 39 voy a levantaros en vilo y a arrojaros de mi presencia a vosotros y a esta ciudad que os di a vosotros y a vuestros antepasados. 40 Haré que seáis presa de una afrenta eterna y de una vergüenza eterna, que no se olvidarán.
Visión de las dos cestas de higos
24 El Señor me hizo ver dos cestas de higos que estaban delante del santuario del Señor. [El suceso tuvo lugar después de que Nabucodonosor, rey de Babilonia, deportara de Jerusalén a Jeconías, hijo de Joaquín, rey de Judá, y a los dignatarios de Judá, juntamente con los artesanos y herreros de Jerusalén, llevándoselos a Babilonia]. 2 Una de las cestas contenía higos excelentes, como las brevas; la otra cesta contenía higos que no se podían comer de puro malos. 3 Me preguntó el Señor:
— ¿Qué ves, Jeremías?
Respondí:
— Veo higos. Los higos buenos son buenísimos; pero los malos son tan malos que no se pueden comer. 4 Entonces recibí la palabra del Señor en estos términos:
— 5 Así dice el Señor, Dios de Israel: Como ocurre con estos higos buenos, también yo me fijaré con agrado en los desterrados de Judá que expulsé de este lugar al país de los caldeos. 6 Los miraré con benevolencia y los haré volver a esta tierra; los construiré y no los destruiré; los plantaré y no los arrancaré. 7 Les daré un corazón capaz de conocerme, de reconocer que yo soy el Señor; y serán mi pueblo y yo seré su Dios, cuando vuelvan a mí de todo corazón. 8 En cambio, así dice el Señor: Como ocurre con los higos malos, que no se pueden comer de puro malos, así trataré a Sedecías, rey de Judá, a los dignatarios y al resto de Jerusalén que quede en esta tierra o que resida en el país de Egipto. 9 Los pondré como escarmiento de todos los reinos de la tierra: serán motivo de insultos, refranes, sátiras y maldiciones en todos los lugares adonde los disperse. 10 Enviaré contra ellos la espada, el hambre y la peste, hasta hacerlos desaparecer de la tierra que les di a ellos y a sus antepasados.
Juicio de Judá y Babilonia
25 Palabra que recibió Jeremías relativa a todo el pueblo de Judá, el año cuarto del reinado de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá. Era el año primero de Nabucodonosor, rey de Babilonia. 2 El profeta Jeremías se la comunicó a todo el pueblo de Judá y a todos los habitantes de Jerusalén, en estos términos:
3 — Desde el año décimo tercero de Josías, hijo de Amón, rey de Judá, hasta el día de hoy (veintitrés años en total) he recibido la palabra del Señor y os la he comunicado día tras día, pero no habéis escuchado. 4 También el Señor os ha enviado puntualmente a sus siervos los profetas, pero no escuchasteis ni os esforzasteis por escuchar. 5 Os decían: “Si cada cual abandona su mala conducta y sus malas acciones, volverá a la tierra que el Señor os dio a vosotros y a vuestros antepasados, desde siempre y para siempre. 6 No vayáis detrás de dioses extranjeros, sirviéndolos y adorándolos, y no me irritéis con vuestras obras; así tampoco os trataré mal”. 7 Pero, para vuestra desgracia, no me escuchasteis —oráculo del Señor— y seguisteis irritándome con vuestras obras. 8 Por eso, así dice el Señor del universo: Por no haber escuchado mis palabras, 9 mandaré a buscar a todas las tribus del norte —oráculo del Señor— y a mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia, y los traeré contra esta tierra y sus habitantes, y contra todos los pueblos de alrededor a los que consagraré al exterminio y convertiré en objeto de horror y burla, y en desolación perpetua. 10 Pondré fin a las voces alegres de fiesta, a las canciones del novio y de la novia, al ruido del molino y a la luz de la lámpara. 11 Y todo este país se convertirá en ruina y desolación, y los pueblos de alrededor servirán al rey de Babilonia durante setenta años. 12 Cuando se cumplan los setenta años, pediré cuentas al rey de Babilonia y a aquella nación —oráculo del Señor— por todos sus crímenes, y convertiré el país de los caldeos en desolación perpetua. 13 Haré que se cumplan contra aquel país todas las palabras que pronuncié contra ellos, todo lo escrito en este libro, el de las profecías de Jeremías contra todas las naciones. 14 También ellos estarán esclavizados a numerosas naciones y a reyes poderosos; les pagaré conforme a sus acciones, a lo que hayan realizado.
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España