Jeremías 15-16
La Palabra (España)
15 Me dijo el Señor:
— Aunque se presentaran ante mí Moisés y Samuel, no me sentiría bien dispuesto hacia este pueblo. Échalos de mi presencia y que salgan. 2 Y si te preguntan adónde han de salir, les dices: Así dice el Señor:
El destinado a la muerte, a la muerte;
el destinado a la espada, a la espada;
el destinado al hambre, al hambre;
el destinado al destierro, al destierro.
3 Les enviaré cuatro destructores —oráculo del Señor—: la espada para matar, los perros para despedazar, las aves del cielo y las bestias de la tierra para devorar y destrozar. 4 Los pondré como escarmiento de todos los reinos de la tierra, por culpa de Manasés, hijo de Ezequías, rey de Judá; por lo que hizo en Jerusalén.
5 ¿Quién te va a compadecer, Jerusalén?
¿Quién plañirá por ti?
¿Quién dará un rodeo
para interesarse por tu bienestar?
6 Fuiste tú quien me rechazaste
—oráculo del Señor—,
tú quien me diste la espalda;
por eso alargué mi mano para aniquilarte,
cansado ya de compadecerte.
7 Los aventé con el bieldo
por las ciudades del país;
dejé a mi pueblo sin hijos,
lo destruí por completo,
pero no cambiaron de conducta.
8 Aumenté el número de sus viudas
más que las arenas del mar;
contra las madres con hijos jóvenes
traje devastadores en pleno mediodía;
precipité sobre ellas de repente
pánico y turbación.
9 La que ha parido siete hijos
desfallece exhalando suspiros;
se pone para ella el sol en pleno día,
está desconcertada y confusa.
El resto lo entregaré a la espada
como presa para sus enemigos
—oráculo del Señor—.
Segunda confesión de Jeremías
10 ¡Ay de mí, madre mía,
pues me has engendrado
para pleitear y discutir por todo el país!
Ni he prestado ni me han prestado,
y en cambio todos me maldicen.
11 Dijo el Señor:
¿No te he fortalecido para bien?
¿No he intervenido en tu favor
cuando el enemigo te causaba
desgracias y peligros?
12 ¿Puede romperse el hierro,
el hierro del norte y el bronce?
13 Voy a entregar al pillaje
tu riqueza y tus tesoros
por los pecados que has cometido
en todo tu territorio.
14 Haré que sirvas a tus enemigos
en un país desconocido,
pues mi cólera arde como fuego
y va a prender en vosotros.
15 Tú lo sabes, Señor:
No me olvides y ocúpate de mí,
véngame de quienes me persiguen.
No descargues mucho tiempo tu ira sobre mí,
ya sabes que soporto oprobios por ti.
16 Si encontraba tus palabras las devoraba:
tus palabras me servían de gozo,
eran la alegría de mi corazón.
¡Yo era reconocido por tu nombre:
Señor, Dios del universo!
17 Nunca andaba entre la gente
amiga de la juerga y del disfrute;
me obligabas a andar solo,
pues me habías llenado de furor.
18 ¿Por qué dura tanto mi dolor
y mi herida se vuelve incurable,
imposible de sanar?
Te me has vuelto cauce engañoso,
cuyas aguas son inconstantes.
19 Por eso, así dice el Señor:
Si vuelves, te dejaré volver
y estarás a mi servicio;
si quitas la escoria del metal,
yo hablaré por tu boca.
Ellos volverán a ti,
pero no vuelvas tú a ellos.
20 Haré que seas para este pueblo
muralla de bronce inexpugnable.
Lucharán contra ti,
pero no te podrán,
pues yo estoy contigo
para ayudarte y salvarte
—oráculo del Señor—.
21 Te salvaré de manos de los malvados,
te rescataré del puño de los violentos.
Una vida entregada a la profecía
16 Me llegó la palabra del Señor en estos términos:
2 — No te cases, ni tengas hijos e hijas en este lugar, 3 pues así dice el Señor a los hijos y a las hijas nacidos en este lugar, a las madres que los han parido y a los padres que los han engendrado en este país: 4 Morirán de muerte terrible; no serán llorados ni enterrados; servirán de estiércol para el campo. Serán aniquilados por la espada y el hambre, y sus cadáveres servirán de alimento a las aves del cielo y a las bestias de la tierra. 5 Pues así dice el Señor: No entres en casas donde estén de luto, no participes en el duelo ni llores por ellos, pues he retirado de este pueblo mi paz —oráculo del Señor—, mi amor y mi compasión. 6 La gente mayor y los pequeños que mueran en esta tierra no serán enterrados ni llorados; nadie se hará incisiones ni se rapará la cabeza por ellos; 7 nadie partirá el pan del duelo para consolar a los que lloran a los muertos, ni les darán a beber la copa del consuelo por su padre o por su madre. 8 No entres en ninguna casa donde estén de fiesta, para comer y beber con los comensales. 9 Pues así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Pienso poner fin en este lugar, en vuestra presencia y en vida vuestra, a las voces alegres de fiesta, las canciones del novio y de la novia. 10 Cuando transmitas a este pueblo todas estas palabras, seguramente te dirán: “¿Por qué ha pronunciado el Señor contra nosotros toda esta enorme desgracia? ¿Cuáles son las culpas y pecados que hemos cometido contra el Señor, nuestro Dios?”. 11 Tú les responderás: “Porque vuestros antepasados me abandonaron —oráculo del Señor— y se fueron tras dioses extranjeros para darles culto y adorarlos; me abandonaron a mí y no cumplieron mi ley”. 12 Pero vuestras acciones son peores que las de vuestros antepasados, pues vosotros vais tras los planes de vuestro obstinado y perverso corazón, y os negáis a escucharme. 13 Os arrojaré de esta tierra a otra tierra que ni vosotros ni vuestros padres conocéis; allí daréis culto a dioses extranjeros, día y noche, pues no pienso concederos mi gracia.
El tema del nuevo éxodo
14 Vienen días —oráculo del Señor— en que ya no se jurará: “Por vida del Señor, que hizo subir a los israelitas del país de Egipto”, 15 sino: “Por vida del Señor, que hizo subir a los israelitas de un país del norte y de todos los países por donde los dispersó”. Y los haré volver a su tierra, la que di a sus antepasados.
Castigo de los culpables y conversión de los paganos
16 Voy a enviar a muchos pescadores —oráculo del Señor— a que los pesquen, y después enviaré a muchos cazadores a que los cacen por montes y colinas, y por las hendiduras de las rocas. 17 Vigilo su conducta, nada se me escapa; su maldad no puede esconderse a mis ojos. 18 Les haré pagar el doble por su culpa y su pecado, por haber profanado mi tierra con la carroña de sus ídolos y haber llenado mi heredad con sus abominaciones.
19 Señor, fuerza y fortaleza mías,
mi amparo cuando llega el peligro.
A ti acudirán los paganos
de todos los rincones de la tierra
diciendo: “Sólo mentira
es el legado de nuestros antepasados:
pura nadería, inutilidad completa”.
20 ¿Puede alguien fabricarse dioses?
¡Pero si esos no son dioses!
21 Por eso, voy a enseñarles,
esta vez voy a mostrarles
mi fuerza y mi poder,
y reconocerán que mi nombre es “el Señor”.
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España