Add parallel Print Page Options

46 El dios Bel se dobla,
y el dios Nebo cae al suelo.
Los ídolos son cargados sobre bestias,
y son pesada carga para animales cansados.
Los dioses se doblan y caen al suelo
sin poder salvarse,
y ellos mismos van al destierro.

«Óiganme, descendientes de Jacob,
todos los que quedan del pueblo de Israel:
Yo he cargado con ustedes desde antes que nacieran;
yo los he llevado en brazos,
y seguiré siendo el mismo cuando sean viejos;
cuando tengan canas, todavía los sostendré.
Yo los hice, y seguiré cargando con ustedes;
yo los sostendré y los salvaré.

»¿Con quién pueden ustedes compararme?
¿A quién piensan que puedo parecerme?
Hay quienes sacan mucho oro de sus bolsas,
y pesan plata en la balanza;
luego contratan a un artesano que les haga un dios
para inclinarse ante él y adorarlo.
Lo cargan sobre los hombros y se lo llevan;
lo colocan sobre un soporte
y ahí se queda, sin moverse de su sitio.
Por más que gritan pidiéndole ayuda, no les responde
ni puede salvarlos de sus angustias.

»Recuerden esto, pecadores,
no se hagan ilusiones, piénsenlo bien;
recuerden lo que ha pasado desde tiempos antiguos.
Yo soy Dios, y no hay otro;
soy Dios, y no hay nadie igual a mí.
10 Yo anuncio el fin desde el principio;
anuncio el futuro desde mucho antes.
Yo digo: Mis planes se realizarán;
yo haré todo lo que me propongo.
11 He llamado a un hombre del oriente,
que vendrá de lejos como un ave de rapiña
y llevará a cabo mis planes.
Lo he dicho y así lo haré,
he hecho mi plan y lo cumpliré.
12 Escúchenme, gente obstinada,
que piensan que la liberación está muy lejos:
13 Yo hago que se acerque mi acción liberadora;
mi salvación no se demora, no está lejos.
Yo daré a Sión la salvación,
yo daré a Israel mi honor.

Caída de Babilonia

47 »Baja, joven Babilonia, todavía sin marido,
y siéntate en el polvo;
baja de tu trono, joven Caldea,
y siéntate en el suelo,
porque ya no volverán a llamarte
tierna y delicada.
Toma la piedra de moler
y muele la harina,
quítate el velo,
recógete las faldas,
desnúdate las piernas,
pasa a pie los ríos;
que se te vea el cuerpo desnudo,
sí, que quede tu sexo al descubierto.
Voy a vengarme,
y nadie podrá impedirlo con sus ruegos.»

Nuestro redentor,
el Dios Santo de Israel,
cuyo nombre es Señor todopoderoso, dice:
«Siéntate en silencio,
joven Caldea,
métete en la oscuridad,
porque ya no volverán a llamarte
“reina de las naciones”.
Cuando estuve enojado con mi pueblo,
entregué mi propia nación a la deshonra
y los dejé caer en tu poder.
Tú no tuviste compasión de ellos,
y pusiste sobre los ancianos tu pesado yugo.
Dijiste: “Seré reina siempre”;
no reflexionaste sobre estas cosas
ni pensaste cómo habrían de terminar.
Por eso, escucha ahora esto,
mujer amante del lujo, que estás tranquila en tu trono,
que piensas en tu interior:
“Yo y nadie más que yo;
yo no seré viuda
ni me quedaré sin hijos.”
De repente, en un mismo día,
te vendrán ambas desgracias:
quedarás viuda y sin hijos, a pesar de tus muchas brujerías
y de tus incontables magias.
10 Tú te sentías segura en tu maldad,
y pensaste: “Nadie me ve.”
Tu sabiduría y tus conocimientos te engañaron.
Pensaste en tu interior:
“Yo y nadie más que yo.”
11 Pero va a venir la desgracia sobre ti,
y no podrás impedirlo con tu magia;
caerá sobre ti un desastre
que no podrás evitar;
una calamidad que no esperabas
vendrá de repente sobre ti.
12 Sigue con tus hechicerías
y con las muchas brujerías
que has practicado desde tu juventud,
a ver si te sirven de algo,
a ver si logras que la gente te tenga miedo.
13 Has tenido consejeros en abundancia, hasta cansarte.
¡Pues que se presenten tus astrólogos,
los que adivinan mirando las estrellas,
los que te anuncian el futuro mes por mes,
y que traten de salvarte!
14 Pero, mira, son iguales a la paja:
el fuego los devora,
no pueden salvarse de las llamas.
Porque no es un fuego de brasas,
para sentarse frente a él y calentarse.
15 En eso pararon tus hechiceros,
con los que tanto trato has tenido toda tu vida.
Cada uno por su lado siguió su falso camino
y no hay nadie que te salve.

El Señor anuncia cosas nuevas

48 »Escucha esto, familia de Jacob,
que llevas el nombre de Israel
y eres descendiente de Judá;
que juras por el nombre del Señor;
que invocas al Dios de Israel,
aunque sin honradez ni rectitud;
que dices ser de la ciudad santa
y apoyarte en el Dios de Israel,
cuyo nombre es Señor todopoderoso:
Desde el principio te anuncié las cosas del pasado;
yo mismo las di a conocer.
De pronto actué, y se hicieron realidad.
Como yo sabía que eres tan terca,
que eres dura como el hierro
e inflexible como el bronce,
te lo anuncié desde hace mucho,
te lo comuniqué antes de que sucediera.
Así no podrías decir: “Fue mi ídolo el que lo hizo,
la estatua que hice fue quien lo dispuso.”
Tú has oído todo esto; fíjate en ello,
y tendrás que admitir que es cierto.
Ahora te voy a anunciar cosas nuevas,
cosas secretas que no conocías,
cosas creadas ahora, no en tiempos antiguos,
de las que no habías oído hablar hasta hoy.
Así no podrás decir: “Ya lo sabía.”
Tú no habías oído hablar de ellas,
ni las conocías,
porque siempre has tenido los oídos sordos.
Yo sabía que eres infiel,
que te llaman rebelde desde que naciste.

»Pero tuve paciencia por respeto a mí mismo,
por mi honor me contuve y no te destruí.
10 Yo te purifiqué, pero no como se hace con la plata,
sino que te probé en el horno del sufrimiento.
11 Por mi honor, por mi honor lo he hecho,
pues mi nombre no puede ser profanado.
No permitiré que den mi gloria a ningún otro.

El Señor salvará a su pueblo

12 »Óyeme, Israel, pueblo de Jacob,
a quien he llamado:
Yo soy el único Dios,
yo soy el primero y el último.
13 Con mi mano afirmé la tierra,
con mi mano extendí el cielo;
en cuanto pronuncié su nombre, empezaron a existir.
14 Reúnanse todos ustedes y escuchen:
¿Quién de ustedes anunció esto que va a suceder:
que el hombre a quien he escogido
hará lo que he pensado hacer con Babilonia
y con la raza de los caldeos?
15 Yo fui quien lo dijo, yo lo llamé,
yo lo hice venir,
y por donde vaya tendrá éxito.
16 Acérquense a mí y escuchen esto:
Desde el principio, yo nunca hablé en secreto;
y cuando todo esto sucedía, yo estaba presente.
Y ahora yo, el Señor, le he dado mi poder
y lo he enviado.»

17 Así dice el Señor, tu redentor,
el Dios Santo de Israel:
«Yo soy el Señor tu Dios;
yo te enseño lo que es para tu bien,
yo te guío por el camino que debes seguir.
18 ¡Ojalá hubieras hecho caso de mis órdenes!
Tu bienestar iría creciendo como un río,
tu prosperidad sería como las olas del mar,
19 tus descendientes serían numerosos,
incontables como la arena del mar;
yo nunca los hubiera destruido,
ni los hubiera apartado de mi vista.»

20 Salgan de Babilonia, huyan de los caldeos.
Anuncien esta noticia con gritos de alegría,
y denla a conocer hasta el extremo de la tierra.
Digan: «¡El Señor ha libertado
a Jacob su siervo!»
21 Aunque los hizo pasar por lugares desiertos,
no tuvieron sed;
él partió la roca
e hizo brotar torrentes de agua.
22 Para los malos, en cambio, no hay bienestar.
El Señor lo ha dicho.

El siervo del Señor, luz de las naciones

49 Óiganme, países del mar,
préstenme atención, naciones lejanas:
El Señor me llamó desde antes de que yo naciera;
pronunció mi nombre
cuando aún estaba yo en el seno de mi madre.
Convirtió mi lengua en espada afilada,
me escondió bajo el amparo de su mano,
me convirtió en una flecha aguda
y me guardó en su aljaba.
Me dijo: «Israel, tú eres mi siervo,
en ti me mostraré glorioso.»
Y yo que había pensado: «He pasado trabajos en vano,
he gastado mis fuerzas sin objeto, para nada.»
En realidad mi causa está en manos del Señor,
mi recompensa está en poder de mi Dios.

He recibido honor delante del Señor mi Dios,
pues él ha sido mi fuerza.
El Señor, que me formó desde el seno de mi madre
para que fuera su siervo,
para hacer que Israel, el pueblo de Jacob,
se vuelva y se una a él,
dice así:
«No basta que seas mi siervo
sólo para restablecer las tribus de Jacob
y hacer volver a los sobrevivientes de Israel;
yo haré que seas la luz de las naciones,
para que lleves mi salvación
hasta las partes más lejanas de la tierra.»

El Señor, el redentor,
el Dios Santo de Israel,
dice al pueblo que ha sido totalmente despreciado,
al que los otros pueblos aborrecen,
al que ha sido esclavo de los tiranos:
«Cuando los reyes y los príncipes te vean,
se levantarán y se inclinarán delante de ti
porque yo, el Señor, el Dios Santo de Israel,
te elegí y cumplo mis promesas.»

Anuncio de la reconstrucción de Jerusalén

El Señor dice:
«Vino el momento de mostrar mi bondad, y te respondí;
llegó el día de la salvación, y te ayudé.
Yo te protegí
para establecer por ti mi alianza con el pueblo,
para reconstruir el país,
para hacer que tomen posesión de las tierras arrasadas,
para decir a los presos: “Queden libres”,
y a los que están en la oscuridad: “Déjense ver.”
Junto a todos los caminos encontrarán pastos,
y en cualquier monte desierto
tendrán alimento para su ganado.

10 «No tendrán hambre ni sed,
ni los molestará el sol ni el calor,
porque yo los amo y los guío,
y los llevaré a manantiales de agua.
11 Abriré un camino a través de las montañas
y haré que se allanen los senderos.»

12 ¡Miren! Vienen de muy lejos:
unos del norte, otros de occidente,
otros de la región de Asuán.
13 ¡Cielo, grita de alegría!
¡Tierra, llénate de gozo!
¡Montañas, lancen gritos de felicidad!
Porque el Señor ha consolado a su pueblo,
ha tenido compasión de él en su aflicción.

14 «Sión decía:
“El Señor me abandonó,
mi Dios se olvidó de mí.”
15 Pero ¿acaso una madre olvida
o deja de amar a su propio hijo?
Pues aunque ella lo olvide,
yo no te olvidaré.
16 Yo te llevo grabada en mis manos,
siempre tengo presentes tus murallas.
17 Los que te reconstruyen van más de prisa
que los que te destruyeron;
ya se han ido los que te arrasaron.
18 Levanta los ojos y mira alrededor,
mira cómo se reúnen todos
y vuelven hacia ti.

«Yo, el Señor, juro por mi vida
que todos ellos serán como joyas que te pondrás,
como los adornos de una novia.
19 Tu país estaba en ruinas,
destruido, arrasado;
pero ahora tu territorio
será pequeño para tus habitantes.
Los que te destruyeron están lejos.
20 Los hijos que dabas por perdidos
te dirán al oído:
“Este país es demasiado pequeño para nosotros;
haznos lugar para vivir.”
21 Y tú dirás en tu interior:
“¿Quién me ha dado estos hijos?
Yo no tenía hijos, ni podía tenerlos;
estaba desterrada y apartada,
¿quién los crió?
Me habían dejado sola,
¿de dónde vinieron?”»

22 El Señor dice:
«Voy a dar órdenes a las naciones;
voy a dar una señal a los pueblos
para que traigan en brazos a tus hijos,
y a tus hijas las traigan sobre los hombros.
23 Los reyes serán tus padres adoptivos,
y las princesas tus niñeras.
Se inclinarán hasta el suelo delante de ti,
y lamerán el polvo de tus pies.
Y reconocerás que yo soy el Señor,
y que los que en mí confían no quedan defraudados.»

24 ¿Se le puede arrebatar a un hombre fuerte
lo que ha ganado en la batalla?
¿O puede un preso escapar de un tirano?
25 El Señor afirma que sí:
«Al hombre fuerte le arrebatarán lo conquistado,
y al tirano le quitarán lo ganado.
Yo me enfrentaré con los que te buscan pleito;
yo mismo salvaré a tus hijos.
26 Obligaré a tus opresores a comer su propia carne
y a emborracharse con su sangre, como si fuera vino.
Así toda la humanidad sabrá
que yo, el Señor, soy tu salvador;
que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu redentor.»

50 El Señor dice:

«¡No crean que yo repudié a Israel, madre de ustedes,
como un hombre repudia a su mujer,
o que los vendí a ustedes como esclavos
porque tuviera deudas con alguno!
Ustedes fueron vendidos porque pecaron;
Israel, la madre de ustedes, fue repudiada
porque ustedes fueron rebeldes.
¿Por qué, cuando yo vine, no encontré a nadie?
¿Por qué, cuando llamé, nadie me contestó?
¿Creyeron acaso que yo no era capaz de rescatarlos?
¿Creyeron acaso que no podía libertarlos?
Basta una orden mía para que se seque el mar
y los ríos se conviertan en desierto;
para que los peces se mueran de sed
y se pudran por falta de agua.
Yo visto el cielo de luto
y lo cubro con vestido de tristeza.»

Confianza del siervo del Señor en medio del sufrimiento

El Señor me ha instruido
para que yo consuele a los cansados
con palabras de aliento.
Todas las mañanas me hace estar atento
para que escuche dócilmente.
El Señor me ha dado entendimiento,
y yo no me he resistido
ni le he vuelto las espaldas.
Ofrecí mis espaldas para que me azotaran
y dejé que me arrancaran la barba.
No retiré la cara
de los que me insultaban y escupían.
El Señor es quien me ayuda:
por eso no me hieren los insultos;
por eso me mantengo firme como una roca,
pues sé que no quedaré en ridículo.
A mi lado está mi defensor:
¿Alguien tiene algo en mi contra?
¡Vayamos juntos ante el juez!
¿Alguien se cree con derecho a acusarme?
¡Que venga y me lo diga!
El Señor es quien me ayuda;
¿quién podrá condenarme?
Todos mis enemigos desaparecerán
como vestido comido por la polilla.

10 Ustedes que honran al Señor
y escuchan la voz de su siervo:
si caminan en la oscuridad,
sin un rayo de luz,
pongan su confianza en el Señor;
apóyense en su Dios.
11 Pero todos los que prenden fuego
y preparan flechas encendidas,
caerán en las llamas de su propio fuego,
bajo las flechas que ustedes mismos encendieron.
El Señor les enviará este castigo
y quedarán tendidos en medio de tormentos.

Palabras de consuelo a Jerusalén

51 Óiganme todos los que quieren vivir con rectitud
y me buscan —dice el Señor.
Miren la roca de donde fueron cortados,
la cantera de donde fueron sacados;
miren a Abraham, su padre,
y a Sara, la que les dio la vida.
Cuando yo lo llamé, era uno solo,
pero lo bendije y le di muchos descendientes.
Yo seré bondadoso con Sión,
la ciudad que estaba toda en ruinas.
Convertiré las tierras secas del desierto en un jardín,
como el jardín que el Señor plantó en Edén.
Allí habrá felicidad y alegría,
cantos de alabanza y son de música.

«Pueblos, préstenme atención,
escúchenme, naciones:
yo publicaré mi enseñanza
y mis mandamientos alumbrarán a los pueblos.
Mi victoria está cercana,
mi acción salvadora está en camino;
con mi poder gobernaré a los pueblos.
Los países del mar esperarán en mí
y confiarán en mi poder.

»Levanten los ojos al cielo,
y miren abajo, a la tierra:
el cielo se desvanecerá como el humo,
la tierra se gastará como un vestido
y sus habitantes morirán como mosquitos.
Pero mi salvación será eterna,
mi victoria no tendrá fin.

»Escúchenme, ustedes que saben lo que es justo,
pueblo que toma en serio mi enseñanza.
No teman las injurias de los hombres,
no se dejen deprimir por sus insultos,
porque perecerán como un vestido apolillado,
como lana roída por gusanos.
Pero mi victoria será eterna,
mi salvación durará por siempre.»

Despierta, despierta, brazo del Señor,
ármate de fuerza;
despierta como lo hiciste en el pasado,
en tiempos muy lejanos.
Tú despedazaste a Rahab, el monstruo marino;
10 secaste el mar,
el agua del profundo abismo,
y convertiste el fondo del mar en camino
para que pasaran los libertados.
11 Así también regresarán los rescatados por el Señor,
y entrarán en Sión dando gritos de alegría;
sus rostros estarán siempre alegres;
encontrarán felicidad y dicha,
y el dolor y el llanto desaparecerán.

12 «Yo, yo mismo, te doy ánimo.
¿A quién tienes miedo? ¿A los hombres?
¿A los hombres mortales, que no son más que hierba?
13 ¿Vas a olvidarte del Señor, tu creador,
que extendió el cielo y afirmó la tierra?
¿Vas a temblar continuamente, a todas horas,
por la furia de los opresores,
que están listos para destruirte?
Pero, ¿dónde está esa furia?
14 El que sufría la opresión,
pronto quedará libre;
no morirá en el calabozo
ni le faltará su pan.

15 »Yo soy el Señor tu Dios,
mi nombre es Señor todopoderoso;
yo agité el mar
y rugieron las olas,
16 extendí el cielo
y afirmé la tierra.
Yo puse en tu boca mis palabras
y te protegí al amparo de mi mano.
Yo dije a Sión: “Tú eres mi pueblo.”»

17 Despierta, despierta,
Jerusalén, levántate.
Tú sufriste la ira del Señor
como quien bebe una copa,
y la bebe hasta el fondo,
hasta quedar borracho.
18 Entre todos los hijos que has tenido,
no hay ninguno que te guíe;
entre todos los hijos que criaste,
no hay ninguno que te lleve de la mano.
19 Estas dos desgracias vinieron sobre ti:
tu país fue destruido y saqueado,
y tu gente murió por el hambre y la guerra.
¿Quién tendrá lástima de ti?
¿Quién te consolará?
20 Como antílopes atrapados en la red,
tus hijos están sin fuerzas,
tendidos en la esquina de cualquier calle,
heridos por la ira del Señor,
por la corrección de tu Dios.
21 Por eso, ciudad desdichada, escucha esto,
tú que estás borracha, pero no de vino;
22 tu Señor y tu Dios,
el que defiende la causa de su pueblo, dice:
«Te voy a quitar de la mano
esa copa con que te has emborrachado;
ya no volverás a beber más la copa de mi ira.
23 Yo se la daré
a los que te atormentaron,
a los que te decían:
“Échate al suelo, que vamos a pasar sobre ti”;
y tú te tendiste en el suelo
para que te pisotearan como al polvo.»

Anuncio de liberación a Jerusalén

52 Despierta, Sión, despierta,
ármate de fuerza;
Jerusalén, ciudad santa,
vístete tu ropa más elegante,
porque los paganos, gente impura,
no volverán a entrar en ti.
Levántate, Jerusalén,
sacúdete el polvo,
siéntate en el trono.
Sión, joven prisionera,
quítate ya el yugo del cuello.

El Señor dice:
«Ni un centavo recibí
cuando ustedes fueron llevados como esclavos;
pues ni un centavo daré
ahora que yo los rescate.
Al principio mi pueblo fue a Egipto
y vivió allí como extranjero;
después Asiria lo oprimió sin motivo.
Y ahora, ¿qué es lo que veo?
Sin motivo se han llevado mi pueblo a Babilonia.
Quienes lo dominan, gritan orgullosos
y me ofenden sin cesar.
Pero vendrá el día en que mi pueblo reconozca
y sepa que yo, que le he hablado, soy el Señor.»

¡Qué hermoso es ver llegar por las colinas
al que trae buenas noticias,
al que trae noticias de paz,
al que anuncia la liberación
y dice a Sión: «Tu Dios es rey»!
¡Escucha! Tus centinelas levantan la voz
y a una dan gritos de triunfo,
porque ven con sus propios ojos
cómo vuelve el Señor a Sión.
¡Estallen en gritos de triunfo,
ruinas de Jerusalén,
porque el Señor ha tenido compasión de su pueblo,
ha liberado a Jerusalén!
10 El Señor ha mostrado su poder
a la vista de todas las naciones.
Por toda la tierra se sabrá
que nuestro Dios nos ha salvado.
11 ¡Salgan, salgan ya de Babilonia,
no toquen nada impuro,
salgan ya de Babilonia!
¡Consérvense limpios
los que transportan los utensilios del Señor!
12 Pero no tendrán que salir a toda prisa,
no tendrán que salir huyendo,
porque el Señor, el Dios de Israel,
los protegerá por todos lados.

Sufrimientos y triunfo del siervo del Señor

13 Mi siervo tendrá éxito,
será levantado y puesto muy alto.
14 Así como muchos se asombraron de él,
al ver su semblante, tan desfigurado
que había perdido toda apariencia humana,
15 así también muchas naciones se quedarán admiradas;
los reyes, al verlo, no podrán decir palabra,
porque verán y entenderán
algo que nunca habían oído.

53 ¿Quién va a creer lo que hemos oído?
¿A quién ha revelado el Señor su poder?
El Señor quiso que su siervo
creciera como planta tierna
que hunde sus raíces en la tierra seca.
No tenía belleza ni esplendor,
su aspecto no tenía nada atrayente;
los hombres lo despreciaban y lo rechazaban.
Era un hombre lleno de dolor,
acostumbrado al sufrimiento.
Como a alguien que no merece ser visto,
lo despreciamos, no lo tuvimos en cuenta.
Y sin embargo él estaba cargado con nuestros sufrimientos,
estaba soportando nuestros propios dolores.
Nosotros pensamos que Dios lo había herido,
que lo había castigado y humillado.
Pero fue traspasado a causa de nuestra rebeldía,
fue atormentado a causa de nuestras maldades;
el castigo que sufrió nos trajo la paz,
por sus heridas alcanzamos la salud.

Todos nosotros nos perdimos como ovejas,
siguiendo cada uno su propio camino,
pero el Señor cargó sobre él la maldad de todos nosotros.
Fue maltratado, pero se sometió humildemente,
y ni siquiera abrió la boca;
lo llevaron como cordero al matadero,
y él se quedó callado, sin abrir la boca,
como una oveja cuando la trasquilan.
Se lo llevaron injustamente,
y no hubo quien lo defendiera;
nadie se preocupó de su destino.
Lo arrancaron de esta tierra,
le dieron muerte por los pecados de mi pueblo.
Lo enterraron al lado de hombres malvados,
lo sepultaron con gente perversa,
aunque nunca cometió ningún crimen
ni hubo engaño en su boca.

10 El Señor quiso oprimirlo con el sufrimiento.
Y puesto que él se entregó en sacrificio por el pecado,
tendrá larga vida
y llegará a ver a sus descendientes;
por medio de él tendrán éxito los planes del Señor.
11 Después de tanta aflicción verá la luz,
y quedará satisfecho al saberlo;
el justo siervo del Señor liberará a muchos,
pues cargará con la maldad de ellos.
12 Por eso Dios le dará un lugar entre los grandes,
y con los poderosos participará del triunfo,
porque se entregó a la muerte
y fue contado entre los malvados,
cuando en realidad cargó con los pecados de muchos
e intercedió por los pecadores.

Amor eterno de Dios

54 Da gritos de alegría, mujer estéril y sin hijos;
estalla en cantos de gozo,
tú que nunca has dado a luz,
porque el Señor dice:
«La mujer abandonada tendrá más hijos
que la mujer que tiene esposo.»
Agranda tu tienda de campaña,
extiende sin miedo el toldo bajo el cual vives;
alarga las cuerdas, clava bien las estacas,
porque te vas a extender a derecha e izquierda;
tus descendientes conquistarán muchas naciones
y poblarán las ciudades ahora desiertas.
No tengas miedo, no quedarás en ridículo;
no te insultarán ni tendrás de qué avergonzarte.
Olvidarás la vergüenza de tu juventud
y no te acordarás más de la deshonra de tu viudez,
porque tu creador te tomará por esposa.
Su nombre es Señor todopoderoso;
tu redentor es el Dios Santo de Israel,
el Dios de toda la tierra.

Eras como una esposa joven
abandonada y afligida,
pero tu Dios te ha vuelto a llamar y te dice:
«Por un corto instante te abandoné,
pero con bondad inmensa te volveré a unir conmigo.
En un arranque de enojo, por un momento, me oculté de ti,
pero con amor eterno te tuve compasión.»
Lo dice el Señor, tu redentor.

«Así como juré a Noé, cuando el diluvio,
no volver a inundar la tierra,
así juro ahora
no volver a enojarme contigo
ni volver a amenazarte.
10 Aunque las montañas cambien de lugar
y los cerros se vengan abajo,
mi amor por ti no cambiará
ni se vendrá abajo mi alianza de paz.»
Lo dice el Señor, que se compadece de ti.

La nueva Jerusalén

11 «¡Desdichada ciudad, azotada por la tempestad,
sin nadie que te consuele!
Yo pondré tus piedras sobre azabache
y tus cimientos sobre zafiro;
12 de rubíes haré tus torres
y de berilo tus puertas,
y de piedras preciosas todas tus murallas.
13 Yo instruiré a todos tus hijos;
todos ellos tendrán gran bienestar.
14 La justicia te hará fuerte,
quedarás libre de opresión y miedo,
y el terror no volverá a inquietarte.
15 Si alguien te ataca, no será por causa mía,
pero tú vencerás al que te ataque.

16 »Mira, yo he creado al herrero
que aviva el fuego en las brasas
y hace armas para diversos usos;
yo también he creado al hombre destructor
para que cause ruina;
17 pero nadie ha hecho el arma
que pueda destruirte.
Dejarás callado a todo el que te acuse.
Esto es lo que yo doy a los que me sirven: la victoria.»
El Señor es quien lo afirma.

Ofrecimiento generoso del Señor

55 «Todos los que tengan sed, vengan a beber agua;
los que no tengan dinero, vengan,
consigan trigo de balde y coman;
consigan vino y leche sin pagar nada.
¿Por qué dar dinero a cambio de lo que no es pan?
¿Por qué dar su salario por algo que no deja satisfecho?
Óiganme bien y comerán buenos alimentos,
comerán cosas deliciosas.
Vengan a mí y pongan atención,
escúchenme y vivirán.
Yo haré con ustedes una alianza eterna,
cumpliendo así las promesas que por amor hice a David.
Yo lo puse a él como testigo para las naciones,
como jefe e instructor de los pueblos.
Tú llamarás a pueblos desconocidos;
pueblos que no te conocían irán corriendo a ti,
porque yo, tu Señor, el Dios Santo de Israel,
te he honrado.

»Busquen al Señor mientras puedan encontrarlo,
llámenlo mientras está cerca.
Que el malvado deje su camino,
que el perverso deje sus ideas;
vuélvanse al Señor, y él tendrá compasión de ustedes;
vuélvanse a nuestro Dios, que es generoso para perdonar.
8-9 Porque mis ideas no son como las de ustedes,
y mi manera de actuar no es como la suya.
Así como el cielo está por encima de la tierra,
así también mis ideas y mi manera de actuar
están por encima de las de ustedes.»
El Señor lo afirma.

10 «Así como la lluvia y la nieve bajan del cielo,
y no vuelven allá, sino que empapan la tierra,
la fecundan y la hacen germinar,
y producen la semilla para sembrar
y el pan para comer,
11 así también la palabra que sale de mis labios
no vuelve a mí sin producir efecto,
sino que hace lo que yo quiero
y cumple la orden que le doy.

12 »Ustedes saldrán de allí con alegría,
volverán a su país con paz.
Al verlos, los montes y las colinas
estallarán en cantos de alegría
y todos los árboles del campo aplaudirán.
13 En vez de zarzas crecerán pinos,
en vez de ortigas crecerán arrayanes;
esto hará glorioso el nombre del Señor;
será una señal eterna, indestructible.»

Recompensa de la fidelidad a la alianza

56 El Señor dice:
«Practiquen la justicia,
hagan lo que es recto,
porque pronto voy a llevar a cabo la liberación;
voy a mostrar mi poder salvador.
Dichoso el hombre que sigue estos mandatos
y los cumple con fidelidad,
que respeta el sábado y no lo profana,
que tiene buen cuidado de no hacer nada malo.»

Si un extranjero se entrega al Señor,
no debe decir:
«El Señor me tendrá separado de su pueblo.»
Ni tampoco el eunuco debe decir:
«Yo soy un árbol seco.»
Porque el Señor dice:
«Si los eunucos respetan mis sábados,
y si cumplen mi voluntad
y se mantienen firmes en mi alianza,
yo les daré algo mejor que hijos e hijas;
les concederé que su nombre quede grabado para siempre
en mi templo, dentro de mis muros;
les daré un nombre eterno,
que nunca será borrado.
Y a los extranjeros que se entreguen a mí,
para servirme y amarme,
para ser mis siervos,
si respetan el sábado y no lo profanan
y se mantienen firmes en mi alianza,
yo los traeré a mi monte sagrado
y los haré felices en mi casa de oración.
Yo aceptaré en mi altar sus holocaustos y sacrificios,
porque mi casa será declarada
casa de oración para todos los pueblos.
Yo haré que vuelvan y se reúnan
los que aún están en el destierro.»
Esto lo afirma el Señor,
que hace que vuelvan a reunirse
los israelitas que estaban dispersos.

Reproches a los malos jefes

Vengan, fieras salvajes;
vengan, animales del bosque,
a devorar el rebaño;
10 porque los guardianes de mi pueblo están ciegos,
no se dan cuenta de nada.
Todos ellos son perros mudos, que no pueden ladrar;
se pasan la vida echados y soñando;
les encanta dormir.
11 Son perros hambrientos que nunca se llenan,
son pastores que no entienden nada;
cada uno sigue su propio camino,
sólo busca sus propios intereses.
12 Dicen: «Vamos a buscar vino y bebidas fuertes
para emborracharnos.
Y hagamos mañana lo mismo que hoy,
o mucho más aún.»

57 Los hombres honrados mueren
y nadie se preocupa;
los hombres buenos desaparecen,
y nadie entiende
que al morir se ven libres de los males
y entran en la paz.
Habían seguido un camino recto
y ahora descansan en sus tumbas.

Contra los cultos idolátricos

Acérquense ustedes, hijos de hechicera,
nacidos de un adúltero y una prostituta:
¿De quién se burlan ustedes?
¿A quién le hacen gestos de desprecio?
¿A quién le enseñan la lengua?
Ustedes son hijos de pecado, gente mentirosa;
debajo de los robles y de todo árbol frondoso
se entregan a actos inmorales,
y sacrifican niños junto a los arroyos,
en las grietas de las rocas.

«Israel,
tú prefieres dar culto a las piedras lisas del arroyo,
pues allí tienes un lugar destinado para ti.
A ellas les has derramado ofrendas de vino,
les has ofrecido cereales.
¿Y después de todo esto voy a sentirme contento?
En un monte alto y empinado pusiste tu cama,
y allá también has subido a ofrecer sacrificios.
Detrás de la puerta de tu casa
pusiste tus ídolos obscenos.
Te olvidaste de mí, te desnudaste
y te acostaste en tu ancha cama;
hiciste tratos con los hombres
con quienes querías acostarte,
y mirabas al ídolo.

»Corriste hacia el dios Mélec llevando aceite
y gran cantidad de perfumes;
enviaste mensajeros hasta muy lejos,
los hiciste bajar hasta el reino de la muerte.
10 Te cansaste de tantos viajes,
pero no reconociste que todo era inútil.
Tenías a la mano el sustento,
y por eso no te cansabas.

11 »¿Quiénes son esos dioses que tú temías y honrabas,
para que me fueras infiel
y me olvidaras por completo?
Cuando tú no me honrabas,
yo callaba y disimulaba.
12 Pero voy a denunciar tu conducta,
que tú crees tan perfecta.
13 Cuando grites pidiendo auxilio,
tus ídolos no te ayudarán ni te librarán.
A todos ellos se los llevará el viento;
un soplo los hará desaparecer.
En cambio, el que confía en mí
habitará en el país
y vivirá en mi monte santo.»

Castigo y curación de Israel

14 Entonces se oirá decir:
«Preparen un camino bien llano,
quiten los obstáculos para que pase mi pueblo.»
15 Porque el Altísimo,
el que vive para siempre
y cuyo nombre es santo, dice:
«Yo vivo en un lugar alto y sagrado,
pero también estoy con el humilde y afligido,
y le doy ánimo y aliento.
16 No estaré siempre acusando a mi pueblo,
ni estaré enojado todo el tiempo;
pues haría que los hombres que he creado
perdieran el ánimo ante mí.
17 A causa del pecado de Israel
estuve enojado un tiempo,
y lo castigué y me aparté de él;
pero él se rebeló y se dejó llevar de sus caprichos.
18 He visto su conducta,
pero lo sanaré y le daré descanso
y tranquilidad completa.
Yo consolaré a los tristes,
19 y diré a todos:
“¡Paz a los que están lejos,
y paz a los que están cerca!
¡Yo sanaré a mi pueblo!”
20 Pero los malos son como un mar agitado,
que no puede calmarse
y que arroja entre sus olas lodo y suciedad.
21 Para los malos no hay bienestar.»
Dios lo ha dicho.

El verdadero ayuno

58 El Señor me dijo:
«Grita fuertemente, sin miedo,
alza la voz como una trompeta;
reprende a mi pueblo por sus culpas,
al pueblo de Jacob por sus pecados.
Diariamente me buscan
y están felices de conocer mis caminos,
como si fueran un pueblo que hace el bien
y que no descuida mis leyes;
me piden leyes justas
y se muestran felices de acercarse a mí,
y, sin embargo, dicen:
“¿Para qué ayunar, si Dios no lo ve?
¿Para qué sacrificarnos, si él no se da cuenta?”
El día de ayuno lo dedican ustedes a hacer negocios
y a explotar a sus trabajadores;
el día de ayuno lo pasan en disputas y peleas
y dando golpes criminales con los puños.
Un día de ayuno así, no puede lograr
que yo escuche sus oraciones.
¿Creen que el ayuno que me agrada
consiste en afligirse,
en agachar la cabeza como un junco
y en acostarse con ásperas ropas sobre la ceniza?
¿Eso es lo que ustedes llaman “ayuno”,
y “día agradable al Señor”?
Pues no lo es.
El ayuno que a mí me agrada consiste en esto:
en que rompas las cadenas de la injusticia
y desates los nudos que aprietan el yugo;
en que dejes libres a los oprimidos
y acabes, en fin, con toda tiranía;
en que compartas tu pan con el hambriento
y recibas en tu casa al pobre sin techo;
en que vistas al que no tiene ropa
y no dejes de socorrer a tus semejantes.
Entonces brillará tu luz como el amanecer
y tus heridas sanarán muy pronto.
Tu rectitud irá delante de ti
y mi gloria te seguirá.
Entonces, si me llamas, yo te responderé;
si gritas pidiendo ayuda, yo te diré: “Aquí estoy.”
Si haces desaparecer toda opresión,
si no insultas a otros
ni les levantas calumnias,
10 si te das a ti mismo en servicio del hambriento,
si ayudas al afligido en su necesidad,
tu luz brillará en la oscuridad,
tus sombras se convertirán en luz de mediodía.
11 Yo te guiaré continuamente,
te daré comida abundante en el desierto,
daré fuerza a tu cuerpo
y serás como un jardín bien regado,
como un manantial al que no le falta el agua.
12 Tu pueblo reconstruirá las viejas ruinas
y afianzará los cimientos puestos hace siglos.
Llamarán a tu pueblo:
“reparador de muros caídos”,
“reconstructor de casa en ruinas”.

Sobre el sábado

13 «Respeta el sábado;
no te dediques a tus negocios en mi día santo.
Considera este día como día de alegría,
como día santo del Señor y digno de honor;
hónralo no dedicándote a tus asuntos,
ni buscando tus intereses y haciendo negocios.
14 Si haces esto, encontrarás tu alegría en mí,
y yo te llevaré en triunfo sobre las alturas del país
y te haré gozar de la herencia de tu padre Jacob.»
El Señor mismo lo ha dicho.

Culpa y castigo de Israel

59 El poder del Señor no ha disminuido
como para no poder salvar,
ni él se ha vuelto tan sordo
como para no poder oír.
Pero las maldades cometidas por ustedes
han levantado una barrera entre ustedes y Dios;
sus pecados han hecho que él se cubra la cara
y que no los quiera oír.
Ustedes tienen las manos manchadas de sangre
y los dedos manchados de crímenes;
sus labios dicen mentiras,
su lengua emite maldad.
Nadie hace denuncias justas,
ni va a juicio con honradez.
Confían más bien en la mentira
y en palabras falsas;
están preñados de maldad
y dan a luz el crimen.
Incuban huevos de víbora
y tejen telarañas;
el que come esos huevos, se muere,
y si uno los aplasta, salen serpientes venenosas.
Con esas telarañas no se hacen vestidos;
nadie puede vestirse con lo que ellos tejen.
Sus acciones son todas criminales:
sus manos trabajan para hacer violencia,
sus pies les sirven para correr al mal,
para darse prisa a derramar sangre inocente.
Sus pensamientos se dirigen al crimen,
y a su paso sólo dejan destrucción y ruina.
No conocen el camino de la paz,
no hay rectitud en sus acciones.
Los caminos que siguen son torcidos;
los que andan por ellos no encuentran la paz.

Por eso la salvación se ha alejado de nosotros
y la liberación no se nos acerca;
esperábamos la luz, y no hay más que oscuridad;
esperábamos la claridad, y andamos en tinieblas.
10 Andamos a tientas, como ciegos junto a una pared,
como si no tuviéramos ojos;
en pleno mediodía tropezamos como si fuera de noche;
teniendo salud, estamos como muertos.
11 Todos nosotros gruñimos como osos,
gemimos como palomas;
esperamos la salvación, pero no llega;
esperamos la liberación, pero está lejos.
12 Nosotros te hemos ofendido mucho,
y nuestros propios pecados nos acusan;
tenemos presentes nuestras culpas
y conocemos nuestras maldades.
13 Hemos sido rebeldes e infieles al Señor,
no quisimos seguir a nuestro Dios,
hemos hablado de violencia y de traición,
hemos hecho planes para engañar a los demás.
14 La justicia ha sido despreciada,
la rectitud se mantiene a distancia,
la sinceridad tropieza en la plaza pública
y la honradez no puede presentarse.
15 La sinceridad ha desaparecido,
y al que se aparta del mal le roban lo que tiene.

El Señor se ha disgustado
al ver que no hay justicia.

16 El Señor quedó asombrado
al ver que nadie ponía remedio a esto;
entonces actuó con su propio poder,
y él mismo obtuvo la victoria.
17 Se cubrió de triunfo como con una coraza,
se puso la salvación como un casco en la cabeza,
se vistió de venganza como con una túnica
y se envolvió de ira como con un manto.
18 El Señor dará a cada cual su merecido;
castigará a sus enemigos.
A quienes lo odian, les dará lo que se merecen;
aun a los que viven en los países del mar.
19 Todo el mundo, desde oriente hasta occidente,
respetará al Señor, al ver su majestad,
porque él vendrá como un río crecido
movido por un viento poderoso.
20 Vendrá como redentor de Sión
y de todos los descendientes de Jacob
que se arrepientan de sus culpas.
El Señor lo afirma.

21 El Señor dice:
«Yo hago una alianza con ustedes y les prometo
que mi poder y las enseñanzas que les he dado
no se apartarán jamás de ustedes
ni de sus descendientes
por toda la eternidad.»

La gloria de la nueva Jerusalén

60 Levántate, Jerusalén, envuelta en resplandor,
porque ha llegado tu luz
y la gloria del Señor brilla sobre ti.
La oscuridad cubre la tierra,
la noche envuelve a las naciones,
pero el Señor brillará sobre ti
y sobre ti aparecerá su gloria.
Las naciones vendrán hacia tu luz,
los reyes vendrán hacia el resplandor de tu amanecer.
Levanta los ojos, y mira a tu alrededor:
todos se reúnen y vienen hacia ti.
Tus hijos vendrán desde lejos;
tus hijas serán traídas en brazos.
Tú, al verlos, estarás radiante de alegría,
tu corazón se llenará de gozo;
te traerán los tesoros de los países del mar,
te entregarán las riquezas de las naciones.
Te verás cubierta de caravanas de camellos
que vienen de Madián y de Efá;
vendrán todos los de Sabá,
cargados de oro y de incienso,
y proclamarán las acciones gloriosas del Señor.
Todos los rebaños de Quedar serán para ti;
los carneros de Nebaiot estarán a tu servicio,
para que los ofrezcas al Señor en su altar
como ofrendas agradables,
y él hará aún más bello su hermoso templo.

¿Quiénes son esos que vuelan como nubes,
que van como palomas a sus palomares?
Son barcos que vienen juntos,
con las naves de Tarsis a la cabeza,
trayendo de lejos a tus hijos,
con su oro y su plata,
en honor de tu Señor, el Dios Santo de Israel,
quien te hizo gloriosa.
10 Gente extranjera reconstruirá tus murallas,
y sus reyes te servirán;
pues aunque en su ira el Señor te castigó,
ahora en su bondad te ha tenido compasión.
11 Tus puertas estarán siempre abiertas;
no se cerrarán de día ni de noche,
para que puedan traerte las riquezas de las naciones
y entren los reyes con su comitiva.
12 El país que no te sirva, perecerá;
naciones enteras serán destruidas.

13 El Señor dice a Jerusalén:
«Las riquezas del Líbano vendrán a ti:
pinos, abetos y cipreses,
para embellecer mi templo,
para dar gloria al lugar donde pongo mis pies.
14 Los hijos de los que te oprimieron
vendrán a humillarse delante de ti,
y todos los que te despreciaban
se arrodillarán a tus pies
y te llamarán “Ciudad del Señor”,
“Sión del Dios Santo de Israel”.
15 Ya no estarás abandonada,
odiada y sola,
sino que yo te haré gloriosa eternamente,
motivo de alegría para siempre.
16 Las naciones te darán sus mejores alimentos
y los reyes te traerán sus riquezas;
y reconocerás que yo, el Señor, soy tu salvador,
que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu redentor.

17 »En vez de bronce te daré oro,
en vez de hierro, plata,
en vez de madera, bronce,
y en vez de piedras, hierro.
Haré que la paz te gobierne
y que la rectitud te dirija.
18 En tu tierra no se volverá a oír
el ruido de la violencia,
ni volverá a haber destrucción y ruina en tu territorio,
sino que llamarás a tus murallas “Salvación”
y a tus puertas “Alabanza”.

19 »Ya no necesitarás que el sol te alumbre de día,
ni que la luna te alumbre de noche,
porque yo, el Señor, seré tu luz eterna;
yo, tu Dios, seré tu esplendor.
20 Tu sol no se ocultará jamás
ni tu luna perderá su luz,
porque yo, el Señor, seré tu luz eterna;
tus días de luto se acabarán.

21 »Todos los de tu pueblo serán gente honrada,
serán dueños de su país por siempre,
retoños de una planta que yo mismo he plantado,
obra que he hecho con mis manos
para mostrar mi gloria.
22 Este puñado tan pequeño se multiplicará por mil;
este pequeño número será una gran nación.
Yo soy el Señor,
yo haré que se realice pronto,
a su debido tiempo.»

46 El dios Bel se dobla,
y el dios Nebo cae al suelo.
Los ídolos son cargados sobre bestias,
y son pesada carga para animales cansados.
Los dioses se doblan y caen al suelo
sin poder salvarse,
y ellos mismos van al destierro.

«Óiganme, descendientes de Jacob,
todos los que quedan del pueblo de Israel:
Yo he cargado con ustedes desde antes que nacieran;
yo los he llevado en brazos,
y seguiré siendo el mismo cuando sean viejos;
cuando tengan canas, todavía los sostendré.
Yo los hice, y seguiré cargando con ustedes;
yo los sostendré y los salvaré.

»¿Con quién pueden ustedes compararme?
¿A quién piensan que puedo parecerme?
Hay quienes sacan mucho oro de sus bolsas,
y pesan plata en la balanza;
luego contratan a un artesano que les haga un dios
para inclinarse ante él y adorarlo.
Lo cargan sobre los hombros y se lo llevan;
lo colocan sobre un soporte
y ahí se queda, sin moverse de su sitio.
Por más que gritan pidiéndole ayuda, no les responde
ni puede salvarlos de sus angustias.

»Recuerden esto, pecadores,
no se hagan ilusiones, piénsenlo bien;
recuerden lo que ha pasado desde tiempos antiguos.
Yo soy Dios, y no hay otro;
soy Dios, y no hay nadie igual a mí.
10 Yo anuncio el fin desde el principio;
anuncio el futuro desde mucho antes.
Yo digo: Mis planes se realizarán;
yo haré todo lo que me propongo.
11 He llamado a un hombre del oriente,
que vendrá de lejos como un ave de rapiña
y llevará a cabo mis planes.
Lo he dicho y así lo haré,
he hecho mi plan y lo cumpliré.
12 Escúchenme, gente obstinada,
que piensan que la liberación está muy lejos:
13 Yo hago que se acerque mi acción liberadora;
mi salvación no se demora, no está lejos.
Yo daré a Sión la salvación,
yo daré a Israel mi honor.

Caída de Babilonia

47 »Baja, joven Babilonia, todavía sin marido,
y siéntate en el polvo;
baja de tu trono, joven Caldea,
y siéntate en el suelo,
porque ya no volverán a llamarte
tierna y delicada.
Toma la piedra de moler
y muele la harina,
quítate el velo,
recógete las faldas,
desnúdate las piernas,
pasa a pie los ríos;
que se te vea el cuerpo desnudo,
sí, que quede tu sexo al descubierto.
Voy a vengarme,
y nadie podrá impedirlo con sus ruegos.»

Nuestro redentor,
el Dios Santo de Israel,
cuyo nombre es Señor todopoderoso, dice:
«Siéntate en silencio,
joven Caldea,
métete en la oscuridad,
porque ya no volverán a llamarte
“reina de las naciones”.
Cuando estuve enojado con mi pueblo,
entregué mi propia nación a la deshonra
y los dejé caer en tu poder.
Tú no tuviste compasión de ellos,
y pusiste sobre los ancianos tu pesado yugo.
Dijiste: “Seré reina siempre”;
no reflexionaste sobre estas cosas
ni pensaste cómo habrían de terminar.
Por eso, escucha ahora esto,
mujer amante del lujo, que estás tranquila en tu trono,
que piensas en tu interior:
“Yo y nadie más que yo;
yo no seré viuda
ni me quedaré sin hijos.”
De repente, en un mismo día,
te vendrán ambas desgracias:
quedarás viuda y sin hijos, a pesar de tus muchas brujerías
y de tus incontables magias.
10 Tú te sentías segura en tu maldad,
y pensaste: “Nadie me ve.”
Tu sabiduría y tus conocimientos te engañaron.
Pensaste en tu interior:
“Yo y nadie más que yo.”
11 Pero va a venir la desgracia sobre ti,
y no podrás impedirlo con tu magia;
caerá sobre ti un desastre
que no podrás evitar;
una calamidad que no esperabas
vendrá de repente sobre ti.
12 Sigue con tus hechicerías
y con las muchas brujerías
que has practicado desde tu juventud,
a ver si te sirven de algo,
a ver si logras que la gente te tenga miedo.
13 Has tenido consejeros en abundancia, hasta cansarte.
¡Pues que se presenten tus astrólogos,
los que adivinan mirando las estrellas,
los que te anuncian el futuro mes por mes,
y que traten de salvarte!
14 Pero, mira, son iguales a la paja:
el fuego los devora,
no pueden salvarse de las llamas.
Porque no es un fuego de brasas,
para sentarse frente a él y calentarse.
15 En eso pararon tus hechiceros,
con los que tanto trato has tenido toda tu vida.
Cada uno por su lado siguió su falso camino
y no hay nadie que te salve.

El Señor anuncia cosas nuevas

48 »Escucha esto, familia de Jacob,
que llevas el nombre de Israel
y eres descendiente de Judá;
que juras por el nombre del Señor;
que invocas al Dios de Israel,
aunque sin honradez ni rectitud;
que dices ser de la ciudad santa
y apoyarte en el Dios de Israel,
cuyo nombre es Señor todopoderoso:
Desde el principio te anuncié las cosas del pasado;
yo mismo las di a conocer.
De pronto actué, y se hicieron realidad.
Como yo sabía que eres tan terca,
que eres dura como el hierro
e inflexible como el bronce,
te lo anuncié desde hace mucho,
te lo comuniqué antes de que sucediera.
Así no podrías decir: “Fue mi ídolo el que lo hizo,
la estatua que hice fue quien lo dispuso.”
Tú has oído todo esto; fíjate en ello,
y tendrás que admitir que es cierto.
Ahora te voy a anunciar cosas nuevas,
cosas secretas que no conocías,
cosas creadas ahora, no en tiempos antiguos,
de las que no habías oído hablar hasta hoy.
Así no podrás decir: “Ya lo sabía.”
Tú no habías oído hablar de ellas,
ni las conocías,
porque siempre has tenido los oídos sordos.
Yo sabía que eres infiel,
que te llaman rebelde desde que naciste.

»Pero tuve paciencia por respeto a mí mismo,
por mi honor me contuve y no te destruí.
10 Yo te purifiqué, pero no como se hace con la plata,
sino que te probé en el horno del sufrimiento.
11 Por mi honor, por mi honor lo he hecho,
pues mi nombre no puede ser profanado.
No permitiré que den mi gloria a ningún otro.

El Señor salvará a su pueblo

12 »Óyeme, Israel, pueblo de Jacob,
a quien he llamado:
Yo soy el único Dios,
yo soy el primero y el último.
13 Con mi mano afirmé la tierra,
con mi mano extendí el cielo;
en cuanto pronuncié su nombre, empezaron a existir.
14 Reúnanse todos ustedes y escuchen:
¿Quién de ustedes anunció esto que va a suceder:
que el hombre a quien he escogido
hará lo que he pensado hacer con Babilonia
y con la raza de los caldeos?
15 Yo fui quien lo dijo, yo lo llamé,
yo lo hice venir,
y por donde vaya tendrá éxito.
16 Acérquense a mí y escuchen esto:
Desde el principio, yo nunca hablé en secreto;
y cuando todo esto sucedía, yo estaba presente.
Y ahora yo, el Señor, le he dado mi poder
y lo he enviado.»

17 Así dice el Señor, tu redentor,
el Dios Santo de Israel:
«Yo soy el Señor tu Dios;
yo te enseño lo que es para tu bien,
yo te guío por el camino que debes seguir.
18 ¡Ojalá hubieras hecho caso de mis órdenes!
Tu bienestar iría creciendo como un río,
tu prosperidad sería como las olas del mar,
19 tus descendientes serían numerosos,
incontables como la arena del mar;
yo nunca los hubiera destruido,
ni los hubiera apartado de mi vista.»

20 Salgan de Babilonia, huyan de los caldeos.
Anuncien esta noticia con gritos de alegría,
y denla a conocer hasta el extremo de la tierra.
Digan: «¡El Señor ha libertado
a Jacob su siervo!»
21 Aunque los hizo pasar por lugares desiertos,
no tuvieron sed;
él partió la roca
e hizo brotar torrentes de agua.
22 Para los malos, en cambio, no hay bienestar.
El Señor lo ha dicho.

El siervo del Señor, luz de las naciones

49 Óiganme, países del mar,
préstenme atención, naciones lejanas:
El Señor me llamó desde antes de que yo naciera;
pronunció mi nombre
cuando aún estaba yo en el seno de mi madre.
Convirtió mi lengua en espada afilada,
me escondió bajo el amparo de su mano,
me convirtió en una flecha aguda
y me guardó en su aljaba.
Me dijo: «Israel, tú eres mi siervo,
en ti me mostraré glorioso.»
Y yo que había pensado: «He pasado trabajos en vano,
he gastado mis fuerzas sin objeto, para nada.»
En realidad mi causa está en manos del Señor,
mi recompensa está en poder de mi Dios.

He recibido honor delante del Señor mi Dios,
pues él ha sido mi fuerza.
El Señor, que me formó desde el seno de mi madre
para que fuera su siervo,
para hacer que Israel, el pueblo de Jacob,
se vuelva y se una a él,
dice así:
«No basta que seas mi siervo
sólo para restablecer las tribus de Jacob
y hacer volver a los sobrevivientes de Israel;
yo haré que seas la luz de las naciones,
para que lleves mi salvación
hasta las partes más lejanas de la tierra.»

El Señor, el redentor,
el Dios Santo de Israel,
dice al pueblo que ha sido totalmente despreciado,
al que los otros pueblos aborrecen,
al que ha sido esclavo de los tiranos:
«Cuando los reyes y los príncipes te vean,
se levantarán y se inclinarán delante de ti
porque yo, el Señor, el Dios Santo de Israel,
te elegí y cumplo mis promesas.»

Anuncio de la reconstrucción de Jerusalén

El Señor dice:
«Vino el momento de mostrar mi bondad, y te respondí;
llegó el día de la salvación, y te ayudé.
Yo te protegí
para establecer por ti mi alianza con el pueblo,
para reconstruir el país,
para hacer que tomen posesión de las tierras arrasadas,
para decir a los presos: “Queden libres”,
y a los que están en la oscuridad: “Déjense ver.”
Junto a todos los caminos encontrarán pastos,
y en cualquier monte desierto
tendrán alimento para su ganado.

10 «No tendrán hambre ni sed,
ni los molestará el sol ni el calor,
porque yo los amo y los guío,
y los llevaré a manantiales de agua.
11 Abriré un camino a través de las montañas
y haré que se allanen los senderos.»

12 ¡Miren! Vienen de muy lejos:
unos del norte, otros de occidente,
otros de la región de Asuán.
13 ¡Cielo, grita de alegría!
¡Tierra, llénate de gozo!
¡Montañas, lancen gritos de felicidad!
Porque el Señor ha consolado a su pueblo,
ha tenido compasión de él en su aflicción.

14 «Sión decía:
“El Señor me abandonó,
mi Dios se olvidó de mí.”
15 Pero ¿acaso una madre olvida
o deja de amar a su propio hijo?
Pues aunque ella lo olvide,
yo no te olvidaré.
16 Yo te llevo grabada en mis manos,
siempre tengo presentes tus murallas.
17 Los que te reconstruyen van más de prisa
que los que te destruyeron;
ya se han ido los que te arrasaron.
18 Levanta los ojos y mira alrededor,
mira cómo se reúnen todos
y vuelven hacia ti.

«Yo, el Señor, juro por mi vida
que todos ellos serán como joyas que te pondrás,
como los adornos de una novia.
19 Tu país estaba en ruinas,
destruido, arrasado;
pero ahora tu territorio
será pequeño para tus habitantes.
Los que te destruyeron están lejos.
20 Los hijos que dabas por perdidos
te dirán al oído:
“Este país es demasiado pequeño para nosotros;
haznos lugar para vivir.”
21 Y tú dirás en tu interior:
“¿Quién me ha dado estos hijos?
Yo no tenía hijos, ni podía tenerlos;
estaba desterrada y apartada,
¿quién los crió?
Me habían dejado sola,
¿de dónde vinieron?”»

22 El Señor dice:
«Voy a dar órdenes a las naciones;
voy a dar una señal a los pueblos
para que traigan en brazos a tus hijos,
y a tus hijas las traigan sobre los hombros.
23 Los reyes serán tus padres adoptivos,
y las princesas tus niñeras.
Se inclinarán hasta el suelo delante de ti,
y lamerán el polvo de tus pies.
Y reconocerás que yo soy el Señor,
y que los que en mí confían no quedan defraudados.»

24 ¿Se le puede arrebatar a un hombre fuerte
lo que ha ganado en la batalla?
¿O puede un preso escapar de un tirano?
25 El Señor afirma que sí:
«Al hombre fuerte le arrebatarán lo conquistado,
y al tirano le quitarán lo ganado.
Yo me enfrentaré con los que te buscan pleito;
yo mismo salvaré a tus hijos.
26 Obligaré a tus opresores a comer su propia carne
y a emborracharse con su sangre, como si fuera vino.
Así toda la humanidad sabrá
que yo, el Señor, soy tu salvador;
que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu redentor.»

50 El Señor dice:

«¡No crean que yo repudié a Israel, madre de ustedes,
como un hombre repudia a su mujer,
o que los vendí a ustedes como esclavos
porque tuviera deudas con alguno!
Ustedes fueron vendidos porque pecaron;
Israel, la madre de ustedes, fue repudiada
porque ustedes fueron rebeldes.
¿Por qué, cuando yo vine, no encontré a nadie?
¿Por qué, cuando llamé, nadie me contestó?
¿Creyeron acaso que yo no era capaz de rescatarlos?
¿Creyeron acaso que no podía libertarlos?
Basta una orden mía para que se seque el mar
y los ríos se conviertan en desierto;
para que los peces se mueran de sed
y se pudran por falta de agua.
Yo visto el cielo de luto
y lo cubro con vestido de tristeza.»

Confianza del siervo del Señor en medio del sufrimiento

El Señor me ha instruido
para que yo consuele a los cansados
con palabras de aliento.
Todas las mañanas me hace estar atento
para que escuche dócilmente.
El Señor me ha dado entendimiento,
y yo no me he resistido
ni le he vuelto las espaldas.
Ofrecí mis espaldas para que me azotaran
y dejé que me arrancaran la barba.
No retiré la cara
de los que me insultaban y escupían.
El Señor es quien me ayuda:
por eso no me hieren los insultos;
por eso me mantengo firme como una roca,
pues sé que no quedaré en ridículo.
A mi lado está mi defensor:
¿Alguien tiene algo en mi contra?
¡Vayamos juntos ante el juez!
¿Alguien se cree con derecho a acusarme?
¡Que venga y me lo diga!
El Señor es quien me ayuda;
¿quién podrá condenarme?
Todos mis enemigos desaparecerán
como vestido comido por la polilla.

10 Ustedes que honran al Señor
y escuchan la voz de su siervo:
si caminan en la oscuridad,
sin un rayo de luz,
pongan su confianza en el Señor;
apóyense en su Dios.
11 Pero todos los que prenden fuego
y preparan flechas encendidas,
caerán en las llamas de su propio fuego,
bajo las flechas que ustedes mismos encendieron.
El Señor les enviará este castigo
y quedarán tendidos en medio de tormentos.

Palabras de consuelo a Jerusalén

51 Óiganme todos los que quieren vivir con rectitud
y me buscan —dice el Señor.
Miren la roca de donde fueron cortados,
la cantera de donde fueron sacados;
miren a Abraham, su padre,
y a Sara, la que les dio la vida.
Cuando yo lo llamé, era uno solo,
pero lo bendije y le di muchos descendientes.
Yo seré bondadoso con Sión,
la ciudad que estaba toda en ruinas.
Convertiré las tierras secas del desierto en un jardín,
como el jardín que el Señor plantó en Edén.
Allí habrá felicidad y alegría,
cantos de alabanza y son de música.

«Pueblos, préstenme atención,
escúchenme, naciones:
yo publicaré mi enseñanza
y mis mandamientos alumbrarán a los pueblos.
Mi victoria está cercana,
mi acción salvadora está en camino;
con mi poder gobernaré a los pueblos.
Los países del mar esperarán en mí
y confiarán en mi poder.

»Levanten los ojos al cielo,
y miren abajo, a la tierra:
el cielo se desvanecerá como el humo,
la tierra se gastará como un vestido
y sus habitantes morirán como mosquitos.
Pero mi salvación será eterna,
mi victoria no tendrá fin.

»Escúchenme, ustedes que saben lo que es justo,
pueblo que toma en serio mi enseñanza.
No teman las injurias de los hombres,
no se dejen deprimir por sus insultos,
porque perecerán como un vestido apolillado,
como lana roída por gusanos.
Pero mi victoria será eterna,
mi salvación durará por siempre.»

Despierta, despierta, brazo del Señor,
ármate de fuerza;
despierta como lo hiciste en el pasado,
en tiempos muy lejanos.
Tú despedazaste a Rahab, el monstruo marino;
10 secaste el mar,
el agua del profundo abismo,
y convertiste el fondo del mar en camino
para que pasaran los libertados.
11 Así también regresarán los rescatados por el Señor,
y entrarán en Sión dando gritos de alegría;
sus rostros estarán siempre alegres;
encontrarán felicidad y dicha,
y el dolor y el llanto desaparecerán.

12 «Yo, yo mismo, te doy ánimo.
¿A quién tienes miedo? ¿A los hombres?
¿A los hombres mortales, que no son más que hierba?
13 ¿Vas a olvidarte del Señor, tu creador,
que extendió el cielo y afirmó la tierra?
¿Vas a temblar continuamente, a todas horas,
por la furia de los opresores,
que están listos para destruirte?
Pero, ¿dónde está esa furia?
14 El que sufría la opresión,
pronto quedará libre;
no morirá en el calabozo
ni le faltará su pan.

15 »Yo soy el Señor tu Dios,
mi nombre es Señor todopoderoso;
yo agité el mar
y rugieron las olas,
16 extendí el cielo
y afirmé la tierra.
Yo puse en tu boca mis palabras
y te protegí al amparo de mi mano.
Yo dije a Sión: “Tú eres mi pueblo.”»

17 Despierta, despierta,
Jerusalén, levántate.
Tú sufriste la ira del Señor
como quien bebe una copa,
y la bebe hasta el fondo,
hasta quedar borracho.
18 Entre todos los hijos que has tenido,
no hay ninguno que te guíe;
entre todos los hijos que criaste,
no hay ninguno que te lleve de la mano.
19 Estas dos desgracias vinieron sobre ti:
tu país fue destruido y saqueado,
y tu gente murió por el hambre y la guerra.
¿Quién tendrá lástima de ti?
¿Quién te consolará?
20 Como antílopes atrapados en la red,
tus hijos están sin fuerzas,
tendidos en la esquina de cualquier calle,
heridos por la ira del Señor,
por la corrección de tu Dios.
21 Por eso, ciudad desdichada, escucha esto,
tú que estás borracha, pero no de vino;
22 tu Señor y tu Dios,
el que defiende la causa de su pueblo, dice:
«Te voy a quitar de la mano
esa copa con que te has emborrachado;
ya no volverás a beber más la copa de mi ira.
23 Yo se la daré
a los que te atormentaron,
a los que te decían:
“Échate al suelo, que vamos a pasar sobre ti”;
y tú te tendiste en el suelo
para que te pisotearan como al polvo.»

Anuncio de liberación a Jerusalén

52 Despierta, Sión, despierta,
ármate de fuerza;
Jerusalén, ciudad santa,
vístete tu ropa más elegante,
porque los paganos, gente impura,
no volverán a entrar en ti.
Levántate, Jerusalén,
sacúdete el polvo,
siéntate en el trono.
Sión, joven prisionera,
quítate ya el yugo del cuello.

El Señor dice:
«Ni un centavo recibí
cuando ustedes fueron llevados como esclavos;
pues ni un centavo daré
ahora que yo los rescate.
Al principio mi pueblo fue a Egipto
y vivió allí como extranjero;
después Asiria lo oprimió sin motivo.
Y ahora, ¿qué es lo que veo?
Sin motivo se han llevado mi pueblo a Babilonia.
Quienes lo dominan, gritan orgullosos
y me ofenden sin cesar.
Pero vendrá el día en que mi pueblo reconozca
y sepa que yo, que le he hablado, soy el Señor.»

¡Qué hermoso es ver llegar por las colinas
al que trae buenas noticias,
al que trae noticias de paz,
al que anuncia la liberación
y dice a Sión: «Tu Dios es rey»!
¡Escucha! Tus centinelas levantan la voz
y a una dan gritos de triunfo,
porque ven con sus propios ojos
cómo vuelve el Señor a Sión.
¡Estallen en gritos de triunfo,
ruinas de Jerusalén,
porque el Señor ha tenido compasión de su pueblo,
ha liberado a Jerusalén!
10 El Señor ha mostrado su poder
a la vista de todas las naciones.
Por toda la tierra se sabrá
que nuestro Dios nos ha salvado.
11 ¡Salgan, salgan ya de Babilonia,
no toquen nada impuro,
salgan ya de Babilonia!
¡Consérvense limpios
los que transportan los utensilios del Señor!
12 Pero no tendrán que salir a toda prisa,
no tendrán que salir huyendo,
porque el Señor, el Dios de Israel,
los protegerá por todos lados.

Sufrimientos y triunfo del siervo del Señor

13 Mi siervo tendrá éxito,
será levantado y puesto muy alto.
14 Así como muchos se asombraron de él,
al ver su semblante, tan desfigurado
que había perdido toda apariencia humana,
15 así también muchas naciones se quedarán admiradas;
los reyes, al verlo, no podrán decir palabra,
porque verán y entenderán
algo que nunca habían oído.

53 ¿Quién va a creer lo que hemos oído?
¿A quién ha revelado el Señor su poder?
El Señor quiso que su siervo
creciera como planta tierna
que hunde sus raíces en la tierra seca.
No tenía belleza ni esplendor,
su aspecto no tenía nada atrayente;
los hombres lo despreciaban y lo rechazaban.
Era un hombre lleno de dolor,
acostumbrado al sufrimiento.
Como a alguien que no merece ser visto,
lo despreciamos, no lo tuvimos en cuenta.
Y sin embargo él estaba cargado con nuestros sufrimientos,
estaba soportando nuestros propios dolores.
Nosotros pensamos que Dios lo había herido,
que lo había castigado y humillado.
Pero fue traspasado a causa de nuestra rebeldía,
fue atormentado a causa de nuestras maldades;
el castigo que sufrió nos trajo la paz,
por sus heridas alcanzamos la salud.

Todos nosotros nos perdimos como ovejas,
siguiendo cada uno su propio camino,
pero el Señor cargó sobre él la maldad de todos nosotros.
Fue maltratado, pero se sometió humildemente,
y ni siquiera abrió la boca;
lo llevaron como cordero al matadero,
y él se quedó callado, sin abrir la boca,
como una oveja cuando la trasquilan.
Se lo llevaron injustamente,
y no hubo quien lo defendiera;
nadie se preocupó de su destino.
Lo arrancaron de esta tierra,
le dieron muerte por los pecados de mi pueblo.
Lo enterraron al lado de hombres malvados,
lo sepultaron con gente perversa,
aunque nunca cometió ningún crimen
ni hubo engaño en su boca.

10 El Señor quiso oprimirlo con el sufrimiento.
Y puesto que él se entregó en sacrificio por el pecado,
tendrá larga vida
y llegará a ver a sus descendientes;
por medio de él tendrán éxito los planes del Señor.
11 Después de tanta aflicción verá la luz,
y quedará satisfecho al saberlo;
el justo siervo del Señor liberará a muchos,
pues cargará con la maldad de ellos.
12 Por eso Dios le dará un lugar entre los grandes,
y con los poderosos participará del triunfo,
porque se entregó a la muerte
y fue contado entre los malvados,
cuando en realidad cargó con los pecados de muchos
e intercedió por los pecadores.

Amor eterno de Dios

54 Da gritos de alegría, mujer estéril y sin hijos;
estalla en cantos de gozo,
tú que nunca has dado a luz,
porque el Señor dice:
«La mujer abandonada tendrá más hijos
que la mujer que tiene esposo.»
Agranda tu tienda de campaña,
extiende sin miedo el toldo bajo el cual vives;
alarga las cuerdas, clava bien las estacas,
porque te vas a extender a derecha e izquierda;
tus descendientes conquistarán muchas naciones
y poblarán las ciudades ahora desiertas.
No tengas miedo, no quedarás en ridículo;
no te insultarán ni tendrás de qué avergonzarte.
Olvidarás la vergüenza de tu juventud
y no te acordarás más de la deshonra de tu viudez,
porque tu creador te tomará por esposa.
Su nombre es Señor todopoderoso;
tu redentor es el Dios Santo de Israel,
el Dios de toda la tierra.

Eras como una esposa joven
abandonada y afligida,
pero tu Dios te ha vuelto a llamar y te dice:
«Por un corto instante te abandoné,
pero con bondad inmensa te volveré a unir conmigo.
En un arranque de enojo, por un momento, me oculté de ti,
pero con amor eterno te tuve compasión.»
Lo dice el Señor, tu redentor.

«Así como juré a Noé, cuando el diluvio,
no volver a inundar la tierra,
así juro ahora
no volver a enojarme contigo
ni volver a amenazarte.
10 Aunque las montañas cambien de lugar
y los cerros se vengan abajo,
mi amor por ti no cambiará
ni se vendrá abajo mi alianza de paz.»
Lo dice el Señor, que se compadece de ti.

La nueva Jerusalén

11 «¡Desdichada ciudad, azotada por la tempestad,
sin nadie que te consuele!
Yo pondré tus piedras sobre azabache
y tus cimientos sobre zafiro;
12 de rubíes haré tus torres
y de berilo tus puertas,
y de piedras preciosas todas tus murallas.
13 Yo instruiré a todos tus hijos;
todos ellos tendrán gran bienestar.
14 La justicia te hará fuerte,
quedarás libre de opresión y miedo,
y el terror no volverá a inquietarte.
15 Si alguien te ataca, no será por causa mía,
pero tú vencerás al que te ataque.

16 »Mira, yo he creado al herrero
que aviva el fuego en las brasas
y hace armas para diversos usos;
yo también he creado al hombre destructor
para que cause ruina;
17 pero nadie ha hecho el arma
que pueda destruirte.
Dejarás callado a todo el que te acuse.
Esto es lo que yo doy a los que me sirven: la victoria.»
El Señor es quien lo afirma.

Ofrecimiento generoso del Señor

55 «Todos los que tengan sed, vengan a beber agua;
los que no tengan dinero, vengan,
consigan trigo de balde y coman;
consigan vino y leche sin pagar nada.
¿Por qué dar dinero a cambio de lo que no es pan?
¿Por qué dar su salario por algo que no deja satisfecho?
Óiganme bien y comerán buenos alimentos,
comerán cosas deliciosas.
Vengan a mí y pongan atención,
escúchenme y vivirán.
Yo haré con ustedes una alianza eterna,
cumpliendo así las promesas que por amor hice a David.
Yo lo puse a él como testigo para las naciones,
como jefe e instructor de los pueblos.
Tú llamarás a pueblos desconocidos;
pueblos que no te conocían irán corriendo a ti,
porque yo, tu Señor, el Dios Santo de Israel,
te he honrado.

»Busquen al Señor mientras puedan encontrarlo,
llámenlo mientras está cerca.
Que el malvado deje su camino,
que el perverso deje sus ideas;
vuélvanse al Señor, y él tendrá compasión de ustedes;
vuélvanse a nuestro Dios, que es generoso para perdonar.
8-9 Porque mis ideas no son como las de ustedes,
y mi manera de actuar no es como la suya.
Así como el cielo está por encima de la tierra,
así también mis ideas y mi manera de actuar
están por encima de las de ustedes.»
El Señor lo afirma.

10 «Así como la lluvia y la nieve bajan del cielo,
y no vuelven allá, sino que empapan la tierra,
la fecundan y la hacen germinar,
y producen la semilla para sembrar
y el pan para comer,
11 así también la palabra que sale de mis labios
no vuelve a mí sin producir efecto,
sino que hace lo que yo quiero
y cumple la orden que le doy.

12 »Ustedes saldrán de allí con alegría,
volverán a su país con paz.
Al verlos, los montes y las colinas
estallarán en cantos de alegría
y todos los árboles del campo aplaudirán.
13 En vez de zarzas crecerán pinos,
en vez de ortigas crecerán arrayanes;
esto hará glorioso el nombre del Señor;
será una señal eterna, indestructible.»

Recompensa de la fidelidad a la alianza

56 El Señor dice:
«Practiquen la justicia,
hagan lo que es recto,
porque pronto voy a llevar a cabo la liberación;
voy a mostrar mi poder salvador.
Dichoso el hombre que sigue estos mandatos
y los cumple con fidelidad,
que respeta el sábado y no lo profana,
que tiene buen cuidado de no hacer nada malo.»

Si un extranjero se entrega al Señor,
no debe decir:
«El Señor me tendrá separado de su pueblo.»
Ni tampoco el eunuco debe decir:
«Yo soy un árbol seco.»
Porque el Señor dice:
«Si los eunucos respetan mis sábados,
y si cumplen mi voluntad
y se mantienen firmes en mi alianza,
yo les daré algo mejor que hijos e hijas;
les concederé que su nombre quede grabado para siempre
en mi templo, dentro de mis muros;
les daré un nombre eterno,
que nunca será borrado.
Y a los extranjeros que se entreguen a mí,
para servirme y amarme,
para ser mis siervos,
si respetan el sábado y no lo profanan
y se mantienen firmes en mi alianza,
yo los traeré a mi monte sagrado
y los haré felices en mi casa de oración.
Yo aceptaré en mi altar sus holocaustos y sacrificios,
porque mi casa será declarada
casa de oración para todos los pueblos.
Yo haré que vuelvan y se reúnan
los que aún están en el destierro.»
Esto lo afirma el Señor,
que hace que vuelvan a reunirse
los israelitas que estaban dispersos.

Reproches a los malos jefes

Vengan, fieras salvajes;
vengan, animales del bosque,
a devorar el rebaño;
10 porque los guardianes de mi pueblo están ciegos,
no se dan cuenta de nada.
Todos ellos son perros mudos, que no pueden ladrar;
se pasan la vida echados y soñando;
les encanta dormir.
11 Son perros hambrientos que nunca se llenan,
son pastores que no entienden nada;
cada uno sigue su propio camino,
sólo busca sus propios intereses.
12 Dicen: «Vamos a buscar vino y bebidas fuertes
para emborracharnos.
Y hagamos mañana lo mismo que hoy,
o mucho más aún.»

57 Los hombres honrados mueren
y nadie se preocupa;
los hombres buenos desaparecen,
y nadie entiende
que al morir se ven libres de los males
y entran en la paz.
Habían seguido un camino recto
y ahora descansan en sus tumbas.

Contra los cultos idolátricos

Acérquense ustedes, hijos de hechicera,
nacidos de un adúltero y una prostituta:
¿De quién se burlan ustedes?
¿A quién le hacen gestos de desprecio?
¿A quién le enseñan la lengua?
Ustedes son hijos de pecado, gente mentirosa;
debajo de los robles y de todo árbol frondoso
se entregan a actos inmorales,
y sacrifican niños junto a los arroyos,
en las grietas de las rocas.

«Israel,
tú prefieres dar culto a las piedras lisas del arroyo,
pues allí tienes un lugar destinado para ti.
A ellas les has derramado ofrendas de vino,
les has ofrecido cereales.
¿Y después de todo esto voy a sentirme contento?
En un monte alto y empinado pusiste tu cama,
y allá también has subido a ofrecer sacrificios.
Detrás de la puerta de tu casa
pusiste tus ídolos obscenos.
Te olvidaste de mí, te desnudaste
y te acostaste en tu ancha cama;
hiciste tratos con los hombres
con quienes querías acostarte,
y mirabas al ídolo.

»Corriste hacia el dios Mélec llevando aceite
y gran cantidad de perfumes;
enviaste mensajeros hasta muy lejos,
los hiciste bajar hasta el reino de la muerte.
10 Te cansaste de tantos viajes,
pero no reconociste que todo era inútil.
Tenías a la mano el sustento,
y por eso no te cansabas.

11 »¿Quiénes son esos dioses que tú temías y honrabas,
para que me fueras infiel
y me olvidaras por completo?
Cuando tú no me honrabas,
yo callaba y disimulaba.
12 Pero voy a denunciar tu conducta,
que tú crees tan perfecta.
13 Cuando grites pidiendo auxilio,
tus ídolos no te ayudarán ni te librarán.
A todos ellos se los llevará el viento;
un soplo los hará desaparecer.
En cambio, el que confía en mí
habitará en el país
y vivirá en mi monte santo.»

Castigo y curación de Israel

14 Entonces se oirá decir:
«Preparen un camino bien llano,
quiten los obstáculos para que pase mi pueblo.»
15 Porque el Altísimo,
el que vive para siempre
y cuyo nombre es santo, dice:
«Yo vivo en un lugar alto y sagrado,
pero también estoy con el humilde y afligido,
y le doy ánimo y aliento.
16 No estaré siempre acusando a mi pueblo,
ni estaré enojado todo el tiempo;
pues haría que los hombres que he creado
perdieran el ánimo ante mí.
17 A causa del pecado de Israel
estuve enojado un tiempo,
y lo castigué y me aparté de él;
pero él se rebeló y se dejó llevar de sus caprichos.
18 He visto su conducta,
pero lo sanaré y le daré descanso
y tranquilidad completa.
Yo consolaré a los tristes,
19 y diré a todos:
“¡Paz a los que están lejos,
y paz a los que están cerca!
¡Yo sanaré a mi pueblo!”
20 Pero los malos son como un mar agitado,
que no puede calmarse
y que arroja entre sus olas lodo y suciedad.
21 Para los malos no hay bienestar.»
Dios lo ha dicho.

El verdadero ayuno

58 El Señor me dijo:
«Grita fuertemente, sin miedo,
alza la voz como una trompeta;
reprende a mi pueblo por sus culpas,
al pueblo de Jacob por sus pecados.
Diariamente me buscan
y están felices de conocer mis caminos,
como si fueran un pueblo que hace el bien
y que no descuida mis leyes;
me piden leyes justas
y se muestran felices de acercarse a mí,
y, sin embargo, dicen:
“¿Para qué ayunar, si Dios no lo ve?
¿Para qué sacrificarnos, si él no se da cuenta?”
El día de ayuno lo dedican ustedes a hacer negocios
y a explotar a sus trabajadores;
el día de ayuno lo pasan en disputas y peleas
y dando golpes criminales con los puños.
Un día de ayuno así, no puede lograr
que yo escuche sus oraciones.
¿Creen que el ayuno que me agrada
consiste en afligirse,
en agachar la cabeza como un junco
y en acostarse con ásperas ropas sobre la ceniza?
¿Eso es lo que ustedes llaman “ayuno”,
y “día agradable al Señor”?
Pues no lo es.
El ayuno que a mí me agrada consiste en esto:
en que rompas las cadenas de la injusticia
y desates los nudos que aprietan el yugo;
en que dejes libres a los oprimidos
y acabes, en fin, con toda tiranía;
en que compartas tu pan con el hambriento
y recibas en tu casa al pobre sin techo;
en que vistas al que no tiene ropa
y no dejes de socorrer a tus semejantes.
Entonces brillará tu luz como el amanecer
y tus heridas sanarán muy pronto.
Tu rectitud irá delante de ti
y mi gloria te seguirá.
Entonces, si me llamas, yo te responderé;
si gritas pidiendo ayuda, yo te diré: “Aquí estoy.”
Si haces desaparecer toda opresión,
si no insultas a otros
ni les levantas calumnias,
10 si te das a ti mismo en servicio del hambriento,
si ayudas al afligido en su necesidad,
tu luz brillará en la oscuridad,
tus sombras se convertirán en luz de mediodía.
11 Yo te guiaré continuamente,
te daré comida abundante en el desierto,
daré fuerza a tu cuerpo
y serás como un jardín bien regado,
como un manantial al que no le falta el agua.
12 Tu pueblo reconstruirá las viejas ruinas
y afianzará los cimientos puestos hace siglos.
Llamarán a tu pueblo:
“reparador de muros caídos”,
“reconstructor de casa en ruinas”.

Sobre el sábado

13 «Respeta el sábado;
no te dediques a tus negocios en mi día santo.
Considera este día como día de alegría,
como día santo del Señor y digno de honor;
hónralo no dedicándote a tus asuntos,
ni buscando tus intereses y haciendo negocios.
14 Si haces esto, encontrarás tu alegría en mí,
y yo te llevaré en triunfo sobre las alturas del país
y te haré gozar de la herencia de tu padre Jacob.»
El Señor mismo lo ha dicho.

Culpa y castigo de Israel

59 El poder del Señor no ha disminuido
como para no poder salvar,
ni él se ha vuelto tan sordo
como para no poder oír.
Pero las maldades cometidas por ustedes
han levantado una barrera entre ustedes y Dios;
sus pecados han hecho que él se cubra la cara
y que no los quiera oír.
Ustedes tienen las manos manchadas de sangre
y los dedos manchados de crímenes;
sus labios dicen mentiras,
su lengua emite maldad.
Nadie hace denuncias justas,
ni va a juicio con honradez.
Confían más bien en la mentira
y en palabras falsas;
están preñados de maldad
y dan a luz el crimen.
Incuban huevos de víbora
y tejen telarañas;
el que come esos huevos, se muere,
y si uno los aplasta, salen serpientes venenosas.
Con esas telarañas no se hacen vestidos;
nadie puede vestirse con lo que ellos tejen.
Sus acciones son todas criminales:
sus manos trabajan para hacer violencia,
sus pies les sirven para correr al mal,
para darse prisa a derramar sangre inocente.
Sus pensamientos se dirigen al crimen,
y a su paso sólo dejan destrucción y ruina.
No conocen el camino de la paz,
no hay rectitud en sus acciones.
Los caminos que siguen son torcidos;
los que andan por ellos no encuentran la paz.

Por eso la salvación se ha alejado de nosotros
y la liberación no se nos acerca;
esperábamos la luz, y no hay más que oscuridad;
esperábamos la claridad, y andamos en tinieblas.
10 Andamos a tientas, como ciegos junto a una pared,
como si no tuviéramos ojos;
en pleno mediodía tropezamos como si fuera de noche;
teniendo salud, estamos como muertos.
11 Todos nosotros gruñimos como osos,
gemimos como palomas;
esperamos la salvación, pero no llega;
esperamos la liberación, pero está lejos.
12 Nosotros te hemos ofendido mucho,
y nuestros propios pecados nos acusan;
tenemos presentes nuestras culpas
y conocemos nuestras maldades.
13 Hemos sido rebeldes e infieles al Señor,
no quisimos seguir a nuestro Dios,
hemos hablado de violencia y de traición,
hemos hecho planes para engañar a los demás.
14 La justicia ha sido despreciada,
la rectitud se mantiene a distancia,
la sinceridad tropieza en la plaza pública
y la honradez no puede presentarse.
15 La sinceridad ha desaparecido,
y al que se aparta del mal le roban lo que tiene.

El Señor se ha disgustado
al ver que no hay justicia.

16 El Señor quedó asombrado
al ver que nadie ponía remedio a esto;
entonces actuó con su propio poder,
y él mismo obtuvo la victoria.
17 Se cubrió de triunfo como con una coraza,
se puso la salvación como un casco en la cabeza,
se vistió de venganza como con una túnica
y se envolvió de ira como con un manto.
18 El Señor dará a cada cual su merecido;
castigará a sus enemigos.
A quienes lo odian, les dará lo que se merecen;
aun a los que viven en los países del mar.
19 Todo el mundo, desde oriente hasta occidente,
respetará al Señor, al ver su majestad,
porque él vendrá como un río crecido
movido por un viento poderoso.
20 Vendrá como redentor de Sión
y de todos los descendientes de Jacob
que se arrepientan de sus culpas.
El Señor lo afirma.

21 El Señor dice:
«Yo hago una alianza con ustedes y les prometo
que mi poder y las enseñanzas que les he dado
no se apartarán jamás de ustedes
ni de sus descendientes
por toda la eternidad.»

La gloria de la nueva Jerusalén

60 Levántate, Jerusalén, envuelta en resplandor,
porque ha llegado tu luz
y la gloria del Señor brilla sobre ti.
La oscuridad cubre la tierra,
la noche envuelve a las naciones,
pero el Señor brillará sobre ti
y sobre ti aparecerá su gloria.
Las naciones vendrán hacia tu luz,
los reyes vendrán hacia el resplandor de tu amanecer.
Levanta los ojos, y mira a tu alrededor:
todos se reúnen y vienen hacia ti.
Tus hijos vendrán desde lejos;
tus hijas serán traídas en brazos.
Tú, al verlos, estarás radiante de alegría,
tu corazón se llenará de gozo;
te traerán los tesoros de los países del mar,
te entregarán las riquezas de las naciones.
Te verás cubierta de caravanas de camellos
que vienen de Madián y de Efá;
vendrán todos los de Sabá,
cargados de oro y de incienso,
y proclamarán las acciones gloriosas del Señor.
Todos los rebaños de Quedar serán para ti;
los carneros de Nebaiot estarán a tu servicio,
para que los ofrezcas al Señor en su altar
como ofrendas agradables,
y él hará aún más bello su hermoso templo.

¿Quiénes son esos que vuelan como nubes,
que van como palomas a sus palomares?
Son barcos que vienen juntos,
con las naves de Tarsis a la cabeza,
trayendo de lejos a tus hijos,
con su oro y su plata,
en honor de tu Señor, el Dios Santo de Israel,
quien te hizo gloriosa.
10 Gente extranjera reconstruirá tus murallas,
y sus reyes te servirán;
pues aunque en su ira el Señor te castigó,
ahora en su bondad te ha tenido compasión.
11 Tus puertas estarán siempre abiertas;
no se cerrarán de día ni de noche,
para que puedan traerte las riquezas de las naciones
y entren los reyes con su comitiva.
12 El país que no te sirva, perecerá;
naciones enteras serán destruidas.

13 El Señor dice a Jerusalén:
«Las riquezas del Líbano vendrán a ti:
pinos, abetos y cipreses,
para embellecer mi templo,
para dar gloria al lugar donde pongo mis pies.
14 Los hijos de los que te oprimieron
vendrán a humillarse delante de ti,
y todos los que te despreciaban
se arrodillarán a tus pies
y te llamarán “Ciudad del Señor”,
“Sión del Dios Santo de Israel”.
15 Ya no estarás abandonada,
odiada y sola,
sino que yo te haré gloriosa eternamente,
motivo de alegría para siempre.
16 Las naciones te darán sus mejores alimentos
y los reyes te traerán sus riquezas;
y reconocerás que yo, el Señor, soy tu salvador,
que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu redentor.

17 »En vez de bronce te daré oro,
en vez de hierro, plata,
en vez de madera, bronce,
y en vez de piedras, hierro.
Haré que la paz te gobierne
y que la rectitud te dirija.
18 En tu tierra no se volverá a oír
el ruido de la violencia,
ni volverá a haber destrucción y ruina en tu territorio,
sino que llamarás a tus murallas “Salvación”
y a tus puertas “Alabanza”.

19 »Ya no necesitarás que el sol te alumbre de día,
ni que la luna te alumbre de noche,
porque yo, el Señor, seré tu luz eterna;
yo, tu Dios, seré tu esplendor.
20 Tu sol no se ocultará jamás
ni tu luna perderá su luz,
porque yo, el Señor, seré tu luz eterna;
tus días de luto se acabarán.

21 »Todos los de tu pueblo serán gente honrada,
serán dueños de su país por siempre,
retoños de una planta que yo mismo he plantado,
obra que he hecho con mis manos
para mostrar mi gloria.
22 Este puñado tan pequeño se multiplicará por mil;
este pequeño número será una gran nación.
Yo soy el Señor,
yo haré que se realice pronto,
a su debido tiempo.»

Anuncio de salvación a Israel

61 El espíritu del Señor está sobre mí,
porque el Señor me ha consagrado;
me ha enviado a dar buenas noticias a los pobres,
a aliviar a los afligidos,
a anunciar libertad a los presos,
libertad a los que están en la cárcel;
a anunciar el año favorable del Señor,
el día en que nuestro Dios
nos vengará de nuestros enemigos.
Me ha enviado a consolar a todos los tristes,
a dar a los afligidos de Sión
una corona en vez de ceniza,
perfume de alegría en vez de llanto,
cantos de alabanza en vez de desesperación.
Los llamarán «robles victoriosos»,
plantados por el Señor para mostrar su gloria.

Se reconstruirán las viejas ruinas,
se levantarán los edificios destruidos hace mucho,
y se repararán las ciudades en ruinas.
Los extranjeros se pondrán a cuidar
los rebaños, los campos y los viñedos de ustedes.
Y a ustedes los llamarán sacerdotes del Señor,
siervos de nuestro Dios.
Disfrutarán de la riqueza de otras naciones
y se adornarán con el esplendor de ellas.
Y como mi pueblo ha tenido que sufrir
doble porción de deshonra e insultos,
por eso recibirá en su país
doble porción de riquezas
y gozará de eterna alegría.

Porque el Señor ama la justicia,
y odia el robo y el crimen.
Él les dará fielmente su recompensa
y hará con ellos una alianza eterna.
Sus descendientes serán famosos entre las naciones;
todos los que los vean reconocerán
que son un pueblo que el Señor ha bendecido.

10 ¡Cómo me alegro en el Señor!
Me lleno de gozo en mi Dios,
porque me ha brindado su salvación,
¡me ha cubierto de victoria!
Soy como un novio que se pone su corona
o una novia que se adorna con sus joyas.
11 Porque así como nacen las plantas de la tierra
y brotan los retoños en un jardín,
así hará el Señor que brote su victoria
y que todas las naciones entonen cantos de alabanza.

62 Por amor a ti, Sión, no me quedaré callado;
por amor a ti, Jerusalén, no descansaré
hasta que tu victoria brille como el amanecer
y tu salvación como una antorcha encendida.
Las naciones verán tu salvación,
todos los reyes verán tu gloria.
Entonces tendrás un nombre nuevo
que el Señor mismo te dará.
Tú serás una hermosa corona real
en la mano del Señor tu Dios.
No volverán a llamarte «Abandonada»,
ni a tu tierra le dirán «Destruida»,
sino que tu nombre será «Mi predilecta»,
y el de tu tierra, «Esposa mía».
Porque tú eres la predilecta del Señor,
y él será como un esposo para tu tierra.
Porque así como un joven se casa con su novia,
así Dios te tomará por esposa,
te reconstruirá y será feliz contigo,
como es feliz el marido con su esposa.
Jerusalén, en tus murallas he puesto centinelas
que ni de día ni de noche dejan de decir:
«No se queden callados los que invocan al Señor,
no lo dejen descansar
hasta que haya reconstruido a Jerusalén
y haya hecho que todo el mundo la alabe.»

El Señor ha jurado
alzando su poderoso brazo derecho:
«Nunca más permitiré
que tus enemigos se coman tu trigo
ni que los extranjeros se beban el vino
que has hecho con tu trabajo;
sino que ustedes mismos recogerán la cosecha,
se la comerán y me alabarán a mí;
y recogerán las uvas y beberán el vino
en los atrios de mi santo templo.»

10 Salgan, salgan por las puertas,
preparen el camino para mi pueblo.
Construyan con cuidado la calzada
y límpienla de piedras;
levanten la señal para llamar a las naciones.
11 El Señor anuncia esto
hasta el extremo de la tierra:
«Digan a la ciudad de Sión
que ha llegado ya su salvador.
El Señor trae a su pueblo
después de haberlo rescatado.»
12 A los israelitas los llamarán «El pueblo santo»,
«Los libertados por el Señor»,
y a Jerusalén, «La ciudad deseada»,
«La ciudad no abandonada».

Dios castiga a sus enemigos

63 —¿Quién es ése que viene de Bosrá, capital de Edom,
con su ropa teñida de rojo,
que viene vestido espléndidamente
y camina con fuerza terrible?

—Soy yo, que anuncio la victoria
y soy poderoso para salvar.

—¿Y por qué tienes rojo el vestido,
como si hubieras pisado uvas con los pies?

—Sí, estuve pisando las uvas yo solo,
nadie me ayudó;
lleno de ira pisoteé a mis enemigos,
los aplasté con furor,
y su sangre me salpicó los vestidos
y me manchó toda la ropa.
Yo decidí que un día tendría que hacer justicia;
había llegado el tiempo de libertar a mi pueblo.
Miré, y no había quien me ayudara;
quedé admirado de que nadie me apoyara.
Mi brazo me dio la victoria
y mi ira me sostuvo.
Lleno de ira aplasté a las naciones,
las destruí con furor
e hice correr su sangre por el suelo.

Bondad de Dios para Israel

Yo quiero hablar del amor del Señor,
cantar sus alabanzas
por todo lo que él ha hecho por nosotros,
por su inmensa bondad con la familia de Israel,
por lo que ha hecho en su bondad
y en su gran amor.
Él dijo: «Ellos son mi pueblo,
hijos que no habrán de traicionarme.»
Y él los salvó
de todas sus aflicciones.
No fue un enviado suyo quien los salvó;
fue el Señor en persona.
Él los libertó por su amor y su misericordia,
los levantó, los tomó en brazos.
Así lo ha hecho siempre.
10 Pero ellos se rebelaron contra el Señor
y ofendieron su santidad;
por eso se volvió
enemigo de ellos
y les hizo la guerra.
11 Ellos se acordaron de los tiempos antiguos,
de Moisés que libertó a su pueblo,
y se preguntaban:
«¿Dónde está Dios, que salvó del Nilo
a Moisés, pastor de su rebaño?
¿Dónde está el que puso en Moisés su santo espíritu,
12 el que hizo que su glorioso poder
acompañara a Moisés,
el que dividió el mar delante de su pueblo
para alcanzar fama eterna,
13 el que los hizo pasar por el fondo del mar sin resbalar,
como caballos por el desierto,
14 como ganado que baja a la llanura?»
El espíritu del Señor los guiaba.
Así condujo a su pueblo
y alcanzó fama y gloria.

Oración a Dios para implorar su ayuda

15 Mira, Señor, desde el cielo,
desde el lugar santo y glorioso en que vives.
¿Dónde están tu ardiente amor y tu fuerza?
¿Dónde están tus sentimientos?
¿Se agotó tu misericordia con nosotros?
16 ¡Tú eres nuestro padre!
Aunque Abraham no nos reconozca,
ni Israel se acuerde de nosotros,
tú, Señor, eres nuestro padre;
desde siempre eres nuestro redentor.
17 ¿Por qué, Señor, haces que nos desviemos de tus caminos,
y endureces nuestros corazones para que no te respetemos?
Cambia ya, por amor a tus siervos
y a las tribus que te pertenecen.
18 ¡Qué poco tiempo tu pueblo santo fue dueño del país!
Nuestros enemigos han pisoteado tu templo.
19 Estamos como si tú nunca nos hubieras gobernado,
como si nunca hubiéramos llevado tu nombre.

64 (63.19b) Ojalá rasgaras el cielo y bajaras
haciendo temblar con tu presencia las montañas,
(1) como cuando el fuego quema las zarzas
o hace hervir el agua.
Entonces tus enemigos conocerían tu nombre
y las naciones temblarían ante ti.
(2) Cuando hiciste cosas terribles que no esperábamos,
cuando bajaste, las montañas temblaron ante ti.
(3) Jamás se ha escuchado ni se ha visto
que haya otro dios fuera de ti
que haga tales cosas
en favor de los que en él confían.
(4) Tú aceptas a quien hace el bien con alegría
y se acuerda de hacer lo que tú quieres.

Tú estás enojado porque hemos pecado;
desde hace mucho te hemos ofendido.
(5) Todos nosotros somos como un hombre impuro;
todas nuestras buenas obras son como un trapo sucio;
todos hemos caído como hojas marchitas,
y nuestros crímenes nos arrastran como el viento.
(6) No hay nadie que te invoque
ni se esfuerce por apoyarse en ti;
por eso te ocultaste de nosotros
y nos has abandonado por causa de nuestra maldad.

(7) Sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre;
nosotros somos el barro, tú nuestro alfarero;
¡todos fuimos hechos por ti mismo!
(8) Señor, no te enojes demasiado
ni te acuerdes siempre de nuestros crímenes.
¡Mira que somos tu pueblo!
10 (9) Tus santas ciudades están convertidas en desierto,
Jerusalén está en ruinas, destruida.
11 (10) Nuestro santuario glorioso,
donde nuestros padres te alababan,
quedó destruido por el fuego.
¡Todo lo que más queríamos está en ruinas!
12 (11) Y ante todo esto, Señor, ¿no vas a hacer nada?
¿Te vas a quedar callado
y vas a humillarnos hasta el extremo?

Acusación contra los rebeldes

65 El Señor dice:
«Los que no me habían pedido nada
fueron los que acudieron a mí;
los que no me habían buscado
fueron los que me encontraron.
A un pueblo que no me había invocado
fue al que le dije: “Aquí estoy.”
Todo el día extendí mis manos
para atraer a un pueblo rebelde
que iba por caminos perversos
siguiendo sus propios caprichos;
un pueblo que en mi propia cara
me ofendía continuamente;
que ofrecía sacrificios a los dioses en los jardines
y quemaba incienso en altares de ladrillo;
que se sentaba entre los sepulcros
y pasaba las noches en sitios escondidos;
que comía carne de cerdo
y llenaba sus ollas de caldos impuros.
Dicen: “Quédate ahí, no me toques;
soy demasiado sagrado para que me toques.”
Esa gente es como fuego que arde todo el día;
me molestan como el humo en las narices.
Pero todo esto está escrito delante de mí,
y no voy a quedarme cruzado de brazos;
voy a darles su merecido,
tanto por los crímenes de ellos
como por los de sus padres.
Ellos quemaban incienso sobre los montes
y me ofendían en las colinas.
Haré primero la cuenta
y les daré su merecido.»
El Señor lo ha dicho.

El Señor promete sus bendiciones

El Señor dice:
«Cuando las uvas tienen mucho jugo
la gente no las echa a perder,
porque pueden sacar mucho vino.
Así haré yo también por amor a mis siervos:
no destruiré a toda la nación.
Haré que Jacob tenga descendientes
y que haya gente en Judá que viva en mis montañas.
Mis elegidos poseerán la tierra,
mis servidores vivirán allí.
10 El valle de Sarón se llenará de rebaños
y en el valle de Acor pastará el ganado
que tendrá el pueblo que me busca.
11 Pero a ustedes que se apartan del Señor
y se olvidan de mi monte santo,
que ofrecen comida y vino
a Gad y Mení, dioses de la fortuna,
12 mala fortuna les espera:
los haré morir a filo de espada.
Porque yo los llamé y ustedes no respondieron;
les hablé y no me escucharon;
hicieron lo que yo no apruebo,
escogieron lo que a mí me disgusta.»

13 Por eso, el Señor dice:
«Mis servidores tendrán de comer,
pero ustedes sufrirán hambre;
ellos tendrán de beber,
pero ustedes sufrirán sed;
ellos se alegrarán,
pero ustedes quedarán en ridículo;
14 ellos cantarán de alegría
por el gozo de su corazón,
pero ustedes gritarán y llorarán
por la tristeza y la aflicción.
15 Mis elegidos usarán el nombre de ustedes
para maldecir y desear la muerte a otros,
pero a mis siervos les cambiaré de nombre.
16 Cualquiera que en el país pida una bendición,
la pedirá al Dios fiel;
y cualquiera que en el país haga un juramento,
jurará por el Dios fiel.
Las aflicciones anteriores han quedado olvidadas,
han desaparecido de mi vista.

17 »Miren, yo voy a crear
un cielo nuevo y una tierra nueva.
Lo pasado quedará olvidado,
nadie se volverá a acordar de ello.
18 Llénense de gozo y alegría para siempre
por lo que voy a crear,
porque voy a crear una Jerusalén feliz
y un pueblo contento que viva en ella.
19 Yo mismo me alegraré por Jerusalén
y sentiré gozo por mi pueblo.
En ella no se volverá a oír llanto
ni gritos de angustia.
20 Allí no habrá niños que mueran a los pocos días,
ni ancianos que no completen su vida.
Morir a los cien años será morir joven,
y no llegar a los cien años será una maldición.
21 La gente construirá casas y vivirá en ellas,
sembrará viñedos y comerá sus uvas.
22 No sucederá que uno construya y otro viva allí,
o que uno siembre y otro se aproveche.
Mi pueblo tendrá una vida larga, como la de un árbol;
mis elegidos disfrutarán del trabajo de sus manos.
23 No trabajarán en vano
ni tendrán hijos que mueran antes de tiempo,
porque ellos son descendientes
de los que el Señor ha bendecido,
y lo mismo serán sus descendientes.
24 Antes que ellos me llamen,
yo les responderé;
antes que terminen de hablar,
yo los escucharé.
25 El lobo y el cordero comerán juntos,
el león comerá pasto, como el buey,
y la serpiente se alimentará de tierra.
En todo mi monte santo
no habrá quien haga ningún daño.»
El Señor lo ha dicho.

Contra el culto falso

66 El Señor dice:
«El cielo es mi trono
y la tierra es el estrado de mis pies.
¿Dónde podrán construirme una casa?
¿Dónde podrán hacerme un lugar de descanso?
¡Yo mismo hice todas estas cosas,
y así empezaron a existir!
Yo, el Señor, lo afirmo.

»El hombre en quien yo me fijo
es el pobre y afligido
que respeta mi palabra.
Pero hay quienes sacrifican un toro,
y también matan a un hombre;
degüellan una oveja, y también desnucan un perro;
ofrecen cereales, y también la sangre de un cerdo;
queman incienso, y también adoran a un ídolo.
A los que escogieron esos ritos detestables,
les encanta hacer todo esto.
Yo también escogeré el sufrimiento para ellos,
y les traeré lo que ellos tanto temen.
Porque llamé y nadie me respondió,
hablé y nadie me escuchó;
hicieron lo que yo no apruebo,
escogieron lo que a mí me disgusta.»

Juicio y liberación

Escuchen la palabra del Señor,
ustedes que respetan su palabra:
«Algunos compatriotas de ustedes, que los odian,
que los persiguen porque invocan mi nombre, dicen:
“Que el Señor muestre su gloria;
queremos verlos alegres.”
Pero ellos quedarán en ridículo.
Ese estruendo que viene de la ciudad,
ese ruido que viene del templo,
es el ruido que hace el Señor
al dar su merecido a sus enemigos.

»Sión dio a luz en un momento,
antes de sentir los dolores del parto.
¿Quién ha oído decir algo parecido?
¿Quién ha visto algo semejante?
¿Nace una nación en un solo día?
¿Nace un pueblo en un momento?
Pero cuando Sión comenzó a sentir los dolores,
en seguida dio a luz a sus hijos.
¿Cómo iba yo a impedir el nacimiento,
si yo soy quien hace dar a luz?»
El Señor tu Dios lo ha dicho.

10 «Alégrense con Jerusalén,
llénense de gozo con ella todos los que la aman;
únanse a su alegría
todos los que han llorado por ella;
11 y ella, como una madre,
los alimentará de sus consuelos
hasta que queden satisfechos.
12 Porque yo, el Señor, digo:
Yo haré que la paz venga sobre ella
como un río,
y las riquezas de las naciones
como un torrente desbordado.
Ella los alimentará a ustedes,
los llevará en sus brazos
y los acariciará sobre sus rodillas.
13 Como una madre consuela a su hijo,
así los consolaré yo a ustedes,
y encontrarán el consuelo en Jerusalén.»

14 Cuando ustedes vean esto, su corazón se alegrará;
su cuerpo se renovará como la hierba.
El Señor dará a conocer su poder entre sus siervos,
y su ira entre sus enemigos.
15 Porque el Señor llega en medio de fuego,
sus carros parecen un torbellino;
va a descargar el ardor de su ira
y las llamas ardientes de su castigo.
16 Sí, el Señor va a hacer el juicio con fuego,
va a juzgar a todo el mundo con su espada
y hará morir a muchos.

17-18 El Señor afirma:
«Los que se consagran y purifican
para el culto pagano en los jardines
siguiendo a uno que va en medio,
los que comen carne de cerdo, de rata
o de otros animales impuros,
serán exterminados de una sola vez,
porque yo conozco sus acciones y sus pensamientos.

»Entonces vendré yo mismo
a reunir a todos los pueblos y naciones,
y vendrán y verán mi gloria.
19 Yo les daré una señal:
dejaré que escapen algunos
y los enviaré a las naciones:
a Tarsis, a Libia,
a Lidia, país donde saben manejar el arco,
a Tubal, a Grecia
y a los lejanos países del mar,
que nunca han oído hablar de mí
ni han visto mi gloria;
ellos anunciarán mi gloria entre las naciones.
20 Harán venir de todas las naciones
a todos los compatriotas de ustedes,
a caballo, en carros, en literas,
en mulas y en camellos.
Serán una ofrenda para mí
en Jerusalén, mi monte santo,
como las ofrendas que traen los israelitas
en vasos limpios a mi templo.
Yo, el Señor, lo he dicho.

21 »A algunos de ellos los elegiré
para que sean sacerdotes y levitas.
Yo, el Señor, lo he dicho.»

22 También afirma el Señor:
«Así como el nuevo cielo y la nueva tierra
que yo voy a crear
durarán para siempre,
así también durarán tus descendientes y tu nombre.
23 Y cada mes, en el día de la luna nueva,
y cada semana, en el sábado,
todos los hombres vendrán a postrarse delante de mí.
Yo, el Señor, lo he dicho.

24 »Vendrán y verán los cadáveres de los hombres
que se rebelaron contra mí.
Los gusanos que se los comen no morirán,
y el fuego que los devora no se apagará.
¡Serán algo repugnante para toda la humanidad!»

Introducción

Dichos y hechos de Jeremías, hijo de Hilquías. Jeremías pertenecía a una familia de sacerdotes que vivían en el pueblo de Anatot, en la región de la tribu de Benjamín. El Señor le habló a Jeremías cuando Josías, hijo de Amón, estaba en el año trece de su reinado en Judá. También le habló durante el tiempo en que Joaquim, hijo de Josías, era rey de Judá, y hasta que Sedequías, también hijo de Josías, cumplió once años como rey de Judá; es decir, hasta el quinto mes de aquel año, cuando los habitantes de Jerusalén fueron llevados al destierro.

El Señor llama a Jeremías

El Señor se dirigió a mí, y me dijo:

«Antes de darte la vida, ya te había yo escogido;
antes de que nacieras, ya te había yo apartado;
te había destinado a ser profeta de las naciones.»

Yo contesté:
«¡Ay, Señor! ¡Yo soy muy joven y no sé hablar!»

Pero el Señor me dijo:
«No digas que eres muy joven.
Tú irás a donde yo te mande,
y dirás lo que yo te ordene.
No tengas miedo de nadie,
pues yo estaré contigo para protegerte.
Yo, el Señor, doy mi palabra.»

Entonces el Señor extendió la mano, me tocó los labios y me dijo:

10 «Yo pongo mis palabras en tus labios.
Hoy te doy plena autoridad
sobre reinos y naciones,
para arrancar y derribar,
para destruir y demoler,
y también para construir y plantar.»

11 El Señor se dirigió a mí, y me dijo:

«Jeremías, ¿qué es lo que ves?»
«Veo una rama de almendro» —contesté.
12 «Tienes razón —me dijo el Señor.
En efecto, voy a estar atento
a que mis palabras se cumplan.»

13 El Señor se dirigió a mí por segunda vez:

«¿Qué es lo que ves?» —me preguntó.
«Veo una olla hirviendo,
a punto de derramarse desde el norte» —contesté.

14 Entonces el Señor me dijo:
«Desde el norte va a derramarse la calamidad
sobre todos los habitantes de este país.
15 Yo, el Señor, les aseguro
que voy a llamar a todos los reinos del norte.
Vendrán sus reyes
y pondrán sus tronos
a la entrada misma de Jerusalén,
frente a todas las murallas que la rodean
y frente a todas las ciudades de Judá.
16 Éste es el castigo que voy a decretar
contra esos pecadores que me abandonaron,
que quemaron incienso y adoraron
a dioses extranjeros que ellos mismos hicieron.
17 Y tú, ármate de valor;
ve y diles todo lo que yo te mande.
No les tengas miedo, porque de otra manera
yo te haré temblar delante de ellos.
18 Yo te pongo hoy
como ciudad fortificada,
como columna de hierro,
como muralla de bronce,
para que te enfrentes a todo el país de Judá:
a sus reyes, jefes y sacerdotes, y al pueblo en general.
19 Ellos te harán la guerra, pero no te vencerán
porque yo estaré contigo para protegerte.
Yo, el Señor, doy mi palabra.»

Infidelidad de Israel

El Señor se dirigió a mí, y me dijo:

«Ve y habla a la ciudad de Jerusalén;
grita para que lo oiga bien:
“¡Así dice el Señor!
Recuerdo que cuando eras joven, me eras fiel,
que cuando te hice mi esposa, me amabas
y me seguiste a través del desierto,
tierra en que nada se cultiva.”
Israel estaba consagrada a mí,
era lo mejor de mi cosecha.
Si alguien le hacía daño, yo lo castigaba
enviándole calamidades.
Yo, el Señor, lo afirmo.»

Descendientes de Jacob, familias todas de Israel, escuchen la palabra del Señor. El Señor les dice:

«¿Qué de malo encontraron en mí sus antepasados,
que se alejaron de mí?
Se fueron tras dioses que no son nada,
y en nada se convirtieron ellos mismos.
No se preocuparon por buscarme a mí,
que los saqué de Egipto,
que los guié por el desierto,
tierra seca y llena de barrancos,
tierra sin agua, llena de peligros,
tierra donde nadie vive, por donde nadie pasa.
Yo los traje a esta tierra fértil,
para que comieran de sus frutos
y de sus mejores productos.
Pero ustedes vinieron y profanaron mi tierra,
me hicieron sentir asco de este país,
de mi propiedad.
Los sacerdotes no me buscaron,
los instructores de mi pueblo no me reconocieron,
los jefes se rebelaron contra mí,
y los profetas hablaron en nombre de Baal
y se fueron tras ídolos que no sirven para nada.

Proceso contra Israel

»Por eso, yo, el Señor, afirmo:
Voy a entablar un proceso contra ustedes y sus nietos.
10 Vayan a las islas de occidente y observen;
envíen a alguien a Quedar para que se fije bien,
a ver si se ha dado el caso
11 de que una nación pagana haya cambiado a sus dioses.
¡Y eso que son dioses falsos!
Pero mi pueblo me ha dejado a mí, que soy su gloria,
por ídolos que no sirven para nada.
12 ¡Espántate, cielo, ante esto!
¡Ponte a temblar de horror!
Yo, el Señor, lo afirmo.

13 »Mi pueblo ha cometido un doble pecado:
me abandonaron a mí,
fuente de agua viva,
y se hicieron sus propias cisternas,
pozos rotos que no conservan el agua.

Consecuencias de la infidelidad de Israel

14 »Israel no es un esclavo;
él no nació en la esclavitud.
¿Por qué, pues, lo saquean?
15 ¿Por qué lo atacan como leones,
lanzando fuertes rugidos?
Han dejado en ruinas su país;
sus ciudades fueron incendiadas
y nadie quedó en ellas.
16 La gente de Menfis y de Tafnes
te rompió la cabeza.
17 Esto te ha pasado por haberme abandonado
a mí, que soy el Señor tu Dios
y que te guiaba por el camino.
18 Y ahora, ¿qué ganas con ir a Egipto
a beber agua del Nilo?
¿Qué ganas con ir a Asiria
a beber agua del Éufrates?
19 Tu propia maldad te castigará,
tu infidelidad te condenará.
Piensa y verás lo malo y amargo
que ha sido que me abandones
y que no me hayas honrado,
a mí, que soy el Señor tu Dios.
Yo, el Señor todopoderoso, lo afirmo.

Rebeldía de Israel

20 »Desde hace mucho te rebelaste contra mí,
te negaste a obedecerme.
Dijiste: “No quiero servir.”
Sobre toda loma alta
y bajo todo árbol frondoso
te dedicaste a la prostitución.
21 Yo te planté como vid de la mejor calidad,
como vid de la semilla más fina.
¡Pero te has degenerado tanto,
que ya ni te reconozco!
22 Por más que te laves con lejía
y uses todo el jabón que quieras,
ante mí sigue presente la mancha de tu pecado.
Yo, el Señor, lo afirmo.
23 ¿Cómo puedes decir: “No me he manchado
ni he dado culto a dioses falsos”?
Mira cuál fue tu conducta en el valle,
fíjate en todo lo que has hecho
tú, camella ligera de cascos
que corre en todas direcciones;
24 asna salvaje que tira al monte
y resopla jadeante de deseos.
Cuando está en celo, nadie puede controlarla.
Si un macho la busca, no tiene que cansarse:
siempre la encuentra en época de celo.

25 »¡Israel, no lastimes tus pies corriendo descalza,
no dejes que se te seque la garganta!
Pero tú dijiste: “No, imposible;
amo a los extraños y me voy con ellos.”

Israel merece castigo

26 »Como el ladrón se avergüenza cuando lo descubren,
así quedará avergonzado Israel,
el pueblo, los reyes, los jefes,
los sacerdotes y los profetas;
27 pues a un árbol le dicen: “Tú eres mi padre”,
y a una piedra: “Tú eres mi madre.”
A mí, en cambio, me dan la espalda y no la cara.
Sin embargo, apenas se ven en peligro, me dicen:
“¡Ven a salvarnos!”
28 Judá, ¿dónde están los dioses que te hiciste?
¡Tienes tantos dioses como ciudades!
¡Pues que vengan ellos, a ver si pueden salvarte
cuando te llegue la desgracia!
29 ¿Qué alegan ustedes en mi contra,
si todos ustedes me han sido rebeldes?
Yo, el Señor, lo afirmo.
30 En vano castigué a los hijos de ustedes,
pues no quisieron aprender la lección.
Ustedes mismos, como leones feroces,
asesinaron a sus profetas.
31 (También ustedes, los de la generación actual,
presten atención al mensaje del Señor.)
Israel, ¿acaso he sido un desierto para ti?,
¿una tierra llena de sombras?
Pueblo mío, ¿por qué dices:
“Somos libres; nunca más volveremos a ti”?
32 ¿Puede olvidarse una mujer
de sus joyas y adornos de novia?
Mi pueblo, sin embargo,
hace mucho que se olvidó de mí.

33 »¡Qué bien conoces el camino
cuando de buscar amantes se trata!
¡Eres maestra en la escuela del mal!
34 Tienes la ropa toda manchada
de sangre de pobres e inocentes,
de gente que no sorprendiste en ningún delito.
35 Pero a pesar de todo dices:
“Soy inocente. Dios ya no está enojado conmigo.”
Pues bien, ya que dices que no has pecado,
te voy a entablar un juicio.
36 ¿Por qué tienes tanta prisa por cambiar de aliados?
También Egipto te va a fallar,
como ya te ha fallado Asiria.
37 Y tendrás que regresar de Egipto
llena de vergüenza,
porque yo he rechazado a los que te inspiran confianza,
y nada vas a ganar con su amistad.»

Israel ha sido infiel al Señor

El Señor dice:
«Si un hombre se divorcia de su mujer
y ella, al separarse de él,
se casa con otro hombre,
el primero no volverá a unirse con ella.
¡Eso sería una grave ofensa al país!
Sin embargo, tú, Israel,
te has prostituido con muchos amantes,
¡y ahora quieres volver a mí!
Yo, el Señor, lo afirmo.

»Mira las lomas peladas, fíjate bien:
¿dónde no te has dejado deshonrar?
Sentada como árabe del desierto,
a la orilla del camino esperabas a tus amantes.
Has manchado el país con tu prostitución y tu maldad.
Por eso han faltado las lluvias
en invierno y primavera.
Tienes el descaro de una prostituta;
¡debería darte vergüenza!
Hace poco me decías:
“Padre mío, amigo de mi juventud,
¿vas a estar siempre enojado?,
¿te va a durar la ira para siempre?”
Y mientras decías esto,
hacías todo el mal que podías.»

El Señor exhorta a Israel y a Judá al arrepentimiento

En tiempos del rey Josías me dijo el Señor: «¿Has visto lo que hizo la rebelde Israel? Fue y se dedicó a la prostitución sobre toda loma alta y bajo todo árbol frondoso. Yo pensé que, aun después de todo lo que ella había hecho, volvería a mí; pero no volvió. Su hermana, la infiel Judá, vio esto; y vio también que yo repudié a la rebelde Israel y que me divorcié de ella precisamente por el adulterio cometido. Pero Judá, la infiel hermana de Israel, no tuvo temor, sino que también ella fue y se dedicó a la prostitución. Y lo hizo con tanta facilidad, que profanó el país. Me fue infiel adorando a las piedras y a los árboles. 10 Y después de todo esto, la infiel Judá tampoco volvió a mí de todo corazón, sino que me engañó. Yo, el Señor, lo afirmo.»

11 El Señor me dijo: «La rebelde Israel es menos culpable que la infiel Judá. 12 Ve y anuncia este mensaje mirando hacia el norte:

»“El Señor afirma:

¡Vuelve a mí, rebelde Israel!
No te recibiré de mal modo
ni mantendré mi enojo por siempre,
porque soy bondadoso.
Yo, el Señor, doy mi palabra.
13 Reconoce tan sólo tu maldad,
y que fuiste rebelde contra el Señor tu Dios;
que corriste en busca de amores extraños
debajo de todo árbol frondoso,
y que no obedeciste mis órdenes.
Yo, el Señor, lo afirmo.”»

14 El Señor afirma: «Regresen, hijos rebeldes, pues yo soy su dueño. Tomaré uno de cada ciudad y dos de cada clan, y los haré volver a Sión. 15 Les daré los gobernantes que a mí me agradan, y ellos los gobernarán a ustedes con sabiduría y entendimiento. 16 Y cuando ustedes hayan aumentado en el país y tengan ya muchos hijos, nadie volverá a hablar más del arca de la alianza del Señor; nadie pensará en ella ni se acordará más de ella; ya no hará falta ni se hará una nueva. Yo, el Señor, doy mi palabra. 17 Jerusalén será llamada entonces el trono del Señor; todas las naciones se reunirán allí para honrarme, y no volverán a seguir tercamente las malas inclinaciones de su corazón.

18 »Cuando llegue ese día, Judá se unirá a Israel, y juntos regresarán del país del norte a la tierra que di como herencia a los antepasados de ustedes.

La idolatría de Israel

19 »Israel, yo decidí aceptarte como hijo
y darte una tierra envidiable,
el país más bello de todo el mundo.
Yo pensé que me llamarías padre
y que nunca te alejarías de mí.
20 Pero como una mujer que es infiel a su esposo,
así ustedes me fueron infieles.
Yo, el Señor, lo afirmo.

21 »Se oyen voces en las lomas desiertas:
¡son los israelitas, que lloran y piden compasión!
Se desviaron del camino recto
y se olvidaron de mí, el Señor su Dios.
22 Vuélvanse a mí, hijos rebeldes,
y yo los curaré de su rebeldía.»

Respuesta de los israelitas al Señor

«Aquí estamos, acudimos a ti,
porque tú eres el Señor nuestro Dios.
23 De nada nos sirve ir a las colinas
o gritar sobre los montes;
sólo en el Señor nuestro Dios
encuentra Israel su salvación.
24 La vergonzosa idolatría nos ha hecho perder
lo que nuestros padres consiguieron
desde que éramos niños:
ovejas y ganado, hijos e hijas.
25 Humillémonos, pues, avergonzados,
cubiertos de deshonra,
pues desde niños y hasta ahora,
nosotros y nuestros antepasados
hemos pecado contra el Señor nuestro Dios
y no le hemos obedecido.»

46 El dios Bel se dobla,
y el dios Nebo cae al suelo.
Los ídolos son cargados sobre bestias,
y son pesada carga para animales cansados.
Los dioses se doblan y caen al suelo
sin poder salvarse,
y ellos mismos van al destierro.

«Óiganme, descendientes de Jacob,
todos los que quedan del pueblo de Israel:
Yo he cargado con ustedes desde antes que nacieran;
yo los he llevado en brazos,
y seguiré siendo el mismo cuando sean viejos;
cuando tengan canas, todavía los sostendré.
Yo los hice, y seguiré cargando con ustedes;
yo los sostendré y los salvaré.

»¿Con quién pueden ustedes compararme?
¿A quién piensan que puedo parecerme?
Hay quienes sacan mucho oro de sus bolsas,
y pesan plata en la balanza;
luego contratan a un artesano que les haga un dios
para inclinarse ante él y adorarlo.
Lo cargan sobre los hombros y se lo llevan;
lo colocan sobre un soporte
y ahí se queda, sin moverse de su sitio.
Por más que gritan pidiéndole ayuda, no les responde
ni puede salvarlos de sus angustias.

»Recuerden esto, pecadores,
no se hagan ilusiones, piénsenlo bien;
recuerden lo que ha pasado desde tiempos antiguos.
Yo soy Dios, y no hay otro;
soy Dios, y no hay nadie igual a mí.
10 Yo anuncio el fin desde el principio;
anuncio el futuro desde mucho antes.
Yo digo: Mis planes se realizarán;
yo haré todo lo que me propongo.
11 He llamado a un hombre del oriente,
que vendrá de lejos como un ave de rapiña
y llevará a cabo mis planes.
Lo he dicho y así lo haré,
he hecho mi plan y lo cumpliré.
12 Escúchenme, gente obstinada,
que piensan que la liberación está muy lejos:
13 Yo hago que se acerque mi acción liberadora;
mi salvación no se demora, no está lejos.
Yo daré a Sión la salvación,
yo daré a Israel mi honor.

Caída de Babilonia

47 »Baja, joven Babilonia, todavía sin marido,
y siéntate en el polvo;
baja de tu trono, joven Caldea,
y siéntate en el suelo,
porque ya no volverán a llamarte
tierna y delicada.
Toma la piedra de moler
y muele la harina,
quítate el velo,
recógete las faldas,
desnúdate las piernas,
pasa a pie los ríos;
que se te vea el cuerpo desnudo,
sí, que quede tu sexo al descubierto.
Voy a vengarme,
y nadie podrá impedirlo con sus ruegos.»

Nuestro redentor,
el Dios Santo de Israel,
cuyo nombre es Señor todopoderoso, dice:
«Siéntate en silencio,
joven Caldea,
métete en la oscuridad,
porque ya no volverán a llamarte
“reina de las naciones”.
Cuando estuve enojado con mi pueblo,
entregué mi propia nación a la deshonra
y los dejé caer en tu poder.
Tú no tuviste compasión de ellos,
y pusiste sobre los ancianos tu pesado yugo.
Dijiste: “Seré reina siempre”;
no reflexionaste sobre estas cosas
ni pensaste cómo habrían de terminar.
Por eso, escucha ahora esto,
mujer amante del lujo, que estás tranquila en tu trono,
que piensas en tu interior:
“Yo y nadie más que yo;
yo no seré viuda
ni me quedaré sin hijos.”
De repente, en un mismo día,
te vendrán ambas desgracias:
quedarás viuda y sin hijos, a pesar de tus muchas brujerías
y de tus incontables magias.
10 Tú te sentías segura en tu maldad,
y pensaste: “Nadie me ve.”
Tu sabiduría y tus conocimientos te engañaron.
Pensaste en tu interior:
“Yo y nadie más que yo.”
11 Pero va a venir la desgracia sobre ti,
y no podrás impedirlo con tu magia;
caerá sobre ti un desastre
que no podrás evitar;
una calamidad que no esperabas
vendrá de repente sobre ti.
12 Sigue con tus hechicerías
y con las muchas brujerías
que has practicado desde tu juventud,
a ver si te sirven de algo,
a ver si logras que la gente te tenga miedo.
13 Has tenido consejeros en abundancia, hasta cansarte.
¡Pues que se presenten tus astrólogos,
los que adivinan mirando las estrellas,
los que te anuncian el futuro mes por mes,
y que traten de salvarte!
14 Pero, mira, son iguales a la paja:
el fuego los devora,
no pueden salvarse de las llamas.
Porque no es un fuego de brasas,
para sentarse frente a él y calentarse.
15 En eso pararon tus hechiceros,
con los que tanto trato has tenido toda tu vida.
Cada uno por su lado siguió su falso camino
y no hay nadie que te salve.

El Señor anuncia cosas nuevas

48 »Escucha esto, familia de Jacob,
que llevas el nombre de Israel
y eres descendiente de Judá;
que juras por el nombre del Señor;
que invocas al Dios de Israel,
aunque sin honradez ni rectitud;
que dices ser de la ciudad santa
y apoyarte en el Dios de Israel,
cuyo nombre es Señor todopoderoso:
Desde el principio te anuncié las cosas del pasado;
yo mismo las di a conocer.
De pronto actué, y se hicieron realidad.
Como yo sabía que eres tan terca,
que eres dura como el hierro
e inflexible como el bronce,
te lo anuncié desde hace mucho,
te lo comuniqué antes de que sucediera.
Así no podrías decir: “Fue mi ídolo el que lo hizo,
la estatua que hice fue quien lo dispuso.”
Tú has oído todo esto; fíjate en ello,
y tendrás que admitir que es cierto.
Ahora te voy a anunciar cosas nuevas,
cosas secretas que no conocías,
cosas creadas ahora, no en tiempos antiguos,
de las que no habías oído hablar hasta hoy.
Así no podrás decir: “Ya lo sabía.”
Tú no habías oído hablar de ellas,
ni las conocías,
porque siempre has tenido los oídos sordos.
Yo sabía que eres infiel,
que te llaman rebelde desde que naciste.

»Pero tuve paciencia por respeto a mí mismo,
por mi honor me contuve y no te destruí.
10 Yo te purifiqué, pero no como se hace con la plata,
sino que te probé en el horno del sufrimiento.
11 Por mi honor, por mi honor lo he hecho,
pues mi nombre no puede ser profanado.
No permitiré que den mi gloria a ningún otro.

El Señor salvará a su pueblo

12 »Óyeme, Israel, pueblo de Jacob,
a quien he llamado:
Yo soy el único Dios,
yo soy el primero y el último.
13 Con mi mano afirmé la tierra,
con mi mano extendí el cielo;
en cuanto pronuncié su nombre, empezaron a existir.
14 Reúnanse todos ustedes y escuchen:
¿Quién de ustedes anunció esto que va a suceder:
que el hombre a quien he escogido
hará lo que he pensado hacer con Babilonia
y con la raza de los caldeos?
15 Yo fui quien lo dijo, yo lo llamé,
yo lo hice venir,
y por donde vaya tendrá éxito.
16 Acérquense a mí y escuchen esto:
Desde el principio, yo nunca hablé en secreto;
y cuando todo esto sucedía, yo estaba presente.
Y ahora yo, el Señor, le he dado mi poder
y lo he enviado.»

17 Así dice el Señor, tu redentor,
el Dios Santo de Israel:
«Yo soy el Señor tu Dios;
yo te enseño lo que es para tu bien,
yo te guío por el camino que debes seguir.
18 ¡Ojalá hubieras hecho caso de mis órdenes!
Tu bienestar iría creciendo como un río,
tu prosperidad sería como las olas del mar,
19 tus descendientes serían numerosos,
incontables como la arena del mar;
yo nunca los hubiera destruido,
ni los hubiera apartado de mi vista.»

20 Salgan de Babilonia, huyan de los caldeos.
Anuncien esta noticia con gritos de alegría,
y denla a conocer hasta el extremo de la tierra.
Digan: «¡El Señor ha libertado
a Jacob su siervo!»
21 Aunque los hizo pasar por lugares desiertos,
no tuvieron sed;
él partió la roca
e hizo brotar torrentes de agua.
22 Para los malos, en cambio, no hay bienestar.
El Señor lo ha dicho.

El siervo del Señor, luz de las naciones

49 Óiganme, países del mar,
préstenme atención, naciones lejanas:
El Señor me llamó desde antes de que yo naciera;
pronunció mi nombre
cuando aún estaba yo en el seno de mi madre.
Convirtió mi lengua en espada afilada,
me escondió bajo el amparo de su mano,
me convirtió en una flecha aguda
y me guardó en su aljaba.
Me dijo: «Israel, tú eres mi siervo,
en ti me mostraré glorioso.»
Y yo que había pensado: «He pasado trabajos en vano,
he gastado mis fuerzas sin objeto, para nada.»
En realidad mi causa está en manos del Señor,
mi recompensa está en poder de mi Dios.

He recibido honor delante del Señor mi Dios,
pues él ha sido mi fuerza.
El Señor, que me formó desde el seno de mi madre
para que fuera su siervo,
para hacer que Israel, el pueblo de Jacob,
se vuelva y se una a él,
dice así:
«No basta que seas mi siervo
sólo para restablecer las tribus de Jacob
y hacer volver a los sobrevivientes de Israel;
yo haré que seas la luz de las naciones,
para que lleves mi salvación
hasta las partes más lejanas de la tierra.»

El Señor, el redentor,
el Dios Santo de Israel,
dice al pueblo que ha sido totalmente despreciado,
al que los otros pueblos aborrecen,
al que ha sido esclavo de los tiranos:
«Cuando los reyes y los príncipes te vean,
se levantarán y se inclinarán delante de ti
porque yo, el Señor, el Dios Santo de Israel,
te elegí y cumplo mis promesas.»

Anuncio de la reconstrucción de Jerusalén

El Señor dice:
«Vino el momento de mostrar mi bondad, y te respondí;
llegó el día de la salvación, y te ayudé.
Yo te protegí
para establecer por ti mi alianza con el pueblo,
para reconstruir el país,
para hacer que tomen posesión de las tierras arrasadas,
para decir a los presos: “Queden libres”,
y a los que están en la oscuridad: “Déjense ver.”
Junto a todos los caminos encontrarán pastos,
y en cualquier monte desierto
tendrán alimento para su ganado.

10 «No tendrán hambre ni sed,
ni los molestará el sol ni el calor,
porque yo los amo y los guío,
y los llevaré a manantiales de agua.
11 Abriré un camino a través de las montañas
y haré que se allanen los senderos.»

12 ¡Miren! Vienen de muy lejos:
unos del norte, otros de occidente,
otros de la región de Asuán.
13 ¡Cielo, grita de alegría!
¡Tierra, llénate de gozo!
¡Montañas, lancen gritos de felicidad!
Porque el Señor ha consolado a su pueblo,
ha tenido compasión de él en su aflicción.

14 «Sión decía:
“El Señor me abandonó,
mi Dios se olvidó de mí.”
15 Pero ¿acaso una madre olvida
o deja de amar a su propio hijo?
Pues aunque ella lo olvide,
yo no te olvidaré.
16 Yo te llevo grabada en mis manos,
siempre tengo presentes tus murallas.
17 Los que te reconstruyen van más de prisa
que los que te destruyeron;
ya se han ido los que te arrasaron.
18 Levanta los ojos y mira alrededor,
mira cómo se reúnen todos
y vuelven hacia ti.

«Yo, el Señor, juro por mi vida
que todos ellos serán como joyas que te pondrás,
como los adornos de una novia.
19 Tu país estaba en ruinas,
destruido, arrasado;
pero ahora tu territorio
será pequeño para tus habitantes.
Los que te destruyeron están lejos.
20 Los hijos que dabas por perdidos
te dirán al oído:
“Este país es demasiado pequeño para nosotros;
haznos lugar para vivir.”
21 Y tú dirás en tu interior:
“¿Quién me ha dado estos hijos?
Yo no tenía hijos, ni podía tenerlos;
estaba desterrada y apartada,
¿quién los crió?
Me habían dejado sola,
¿de dónde vinieron?”»

22 El Señor dice:
«Voy a dar órdenes a las naciones;
voy a dar una señal a los pueblos
para que traigan en brazos a tus hijos,
y a tus hijas las traigan sobre los hombros.
23 Los reyes serán tus padres adoptivos,
y las princesas tus niñeras.
Se inclinarán hasta el suelo delante de ti,
y lamerán el polvo de tus pies.
Y reconocerás que yo soy el Señor,
y que los que en mí confían no quedan defraudados.»

24 ¿Se le puede arrebatar a un hombre fuerte
lo que ha ganado en la batalla?
¿O puede un preso escapar de un tirano?
25 El Señor afirma que sí:
«Al hombre fuerte le arrebatarán lo conquistado,
y al tirano le quitarán lo ganado.
Yo me enfrentaré con los que te buscan pleito;
yo mismo salvaré a tus hijos.
26 Obligaré a tus opresores a comer su propia carne
y a emborracharse con su sangre, como si fuera vino.
Así toda la humanidad sabrá
que yo, el Señor, soy tu salvador;
que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu redentor.»