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Entonces yo me volví y observé la vanidad bajo el sol:

Había un hombre solo, sin sucesor[a],
que no tenía hijo ni hermano,
sin embargo, no había fin a todo su trabajo.
En verdad, sus ojos no se saciaban de las riquezas(A),
y nunca se preguntó: ¿Para quién trabajo yo(B)
y privo a mi vida del placer?
También esto es vanidad y tarea penosa(C).

Más valen dos que uno solo,
pues tienen mejor remuneración por su trabajo.

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Footnotes

  1. Eclesiastés 4:8 Lit., sin un segundo

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