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Las obras de Dios

15 Voy a recordar lo que ha hecho Dios
y a contar lo que yo mismo he visto.
A una orden de Dios, todo fue hecho,
y hace todo lo que él quiere.
16 El sol, al salir, brilla en todas partes;
así la gloria del Señor se revela en todo lo creado.
17 Ni aun los ángeles de Dios son capaces
de contar las maravillas del Señor.
Dios da fuerza a sus ejércitos del cielo
para que se mantengan firmes ante su majestad.
18 Él sondea el océano y el corazón del hombre,
y conoce todos los secretos de ambos.
El Altísimo sabe todas las cosas,
y desde la eternidad ya ve el porvenir.
19 Él revela el pasado y anuncia el futuro
y descubre los secretos más ocultos.
20 No hay conocimiento que él no tenga;
ninguna cosa se le esconde.
21 La eficacia de su sabiduría está bien establecida;
él es el mismo desde la eternidad.
No hay nada que añadirle ni quitarle;
no necesita de nadie que le dé instrucciones.
22 ¡Qué hermoso es todo lo que él ha hecho,
hasta la última chispa de lo que podemos ver!
23 Todo vive y permanece para siempre,
y es guardado para cualquier necesidad.
24 Todas las cosas son distintas,
y no hizo nada inútil.
25 ¡Una tras otra muestran su belleza,
y uno no se cansa de contemplar su hermosura!

43 ¡Qué bella y pura es la bóveda del cielo!
¡Qué espectáculo tan grandioso el firmamento!
Brilla el sol, y el calor se va extendiendo;
¡qué maravillosa obra del Señor!
A mediodía hace arder el mundo;
¿quién puede resistir su calor?
Como el horno ardiente derrite los metales,
así el sol con sus rayos abrasa las montañas.
Una llamarada luminosa consume la tierra,
y su luz ciega los ojos.
¡Qué grande es el Señor, que lo creó!
Por orden suya, el sol avanza en su carrera.

También hace salir la luna en los diversos tiempos,
y ella, como señal eterna, dirige los periodos.
Por ella sabemos las fiestas y otras fechas señaladas;
al recorrer su órbita, su brillo es menor.
Sin embargo, se renueva cada mes;
¡qué admirable manera de cambiar!
Señal para los ejércitos del cielo,
que ilumina con su brillo la bóveda celeste.
Las estrellas son belleza y adorno del cielo;
su luz ilumina las alturas infinitas.
10 Por orden de Dios se mantienen en su puesto
y no se cansan de hacer guardia.
11 Mira el arco iris y bendice a su Creador;
¡qué maravillosa belleza!
12 Con su esplendor abarca el horizonte,
cuando Dios lo extiende con su mano.
13 Dios con su poder traza el camino a los relámpagos
y manda los rayos como castigo.
14 Con el mismo fin abre los depósitos del cielo
y hace que las nubes vuelen como buitres.
15 Con su poder condensa las nubes
y desmenuza las piedras de granizo.
16 El estrépito de su trueno hace que tiemble la tierra,
y con su poder, que se estremezcan los montes.
17 Con una orden suya incita al viento sur,
al tempestuoso viento norte, al huracán y a la tormenta.
18 Esparce la nieve como pájaros en vuelo;
cae la nieve como bandada de langostas.
El resplandor de su blancura ciega los ojos,
y al verla caer se conmueve el corazón.
19 Esparce la escarcha como si fuera sal,
y la hace florecer como zafiros.
20 Hace que sople el helado viento norte,
y congela el agua de los manantiales.
Una costra se extiende por todos los estanques;
los cubre una coraza.
21 Quema y reseca, como el fuego,
el verdor de las montañas y la hierba de los prados.
22 Pero todo lo sana el rocío que cae de las nubes
y que se extiende para fecundar la tierra seca.
23 Dios, con su sabiduría, aplaca el océano
y planta las islas en el mar.
24 Los navegantes describen su extensión,
y al oírlos quedamos asombrados.
25 Allí están sus obras más maravillosas,
toda clase de animales y de monstruos.
26 Con la ayuda de Dios tienen éxito sus mensajeros,
y cuando les da una orden, cumplen su voluntad.
27 No es necesario añadir más a lo ya dicho:
en resumen, Dios lo es todo.
28 Alabemos más y más su insondable grandeza;
él es más grande que todo lo creado.
29 El Señor es sumamente temible,
y su poder, maravilloso.
30 Levanten la voz para alabarlo
todo lo que puedan, y no será bastante;
glorifíquenlo con fuerzas siempre nuevas,
y no se cansen, pues nunca llegarán al término.
31 ¿Quién lo ha visto, que pueda describirlo?
¿Quién podrá alabar su grandeza tal cual es?
32 Más grandes todavía son las cosas escondidas;
sólo he visto unas pocas de sus obras.
33 El Señor lo ha hecho todo,
y a sus fieles les da sabiduría.

44 Voy a hacer el elogio de los hombres buenos,
nuestros antepasados de épocas diversas.
El Altísimo les concedió muchos honores
y los engrandeció desde hace mucho tiempo.
Reyes que dominaron la tierra,
hombres famosos por sus grandes acciones,
consejeros llenos de sabiduría,
profetas que podían verlo todo,
jefes de naciones llenos de prudencia,
gobernantes de visión profunda,
sabios pensadores que escribieron libros,
poetas que dedicaban sus noches al estudio,
compositores de canciones, según las normas del arte,
autores que pusieron por escrito sus proverbios,
hombres ricos y de mucha fuerza,
que vivieron tranquilamente en sus hogares.
Todos ellos recibieron honores de sus contemporáneos
y fueron la gloria de su tiempo.
Algunos dejaron un nombre famoso
que será conservado por sus herederos.
Y hay otros a los que ya nadie recuerda,
que terminaron cuando terminó su vida,
que existieron como si no hubieran existido,
y después pasó lo mismo con sus hijos.
10 Aquéllos, al contrario, fueron hombres de bien,
y su esperanza no terminará.
11 Sus bienes se conservan en su descendencia,
y su herencia se transmitió a sus nietos.
12 Por su fidelidad a la alianza, se mantiene aún su descendencia,
y gracias a ellos viven las generaciones siguientes.
13 Su recuerdo permanecerá siempre,
y sus buenas acciones no se olvidarán.
14 Sus cuerpos fueron enterrados en paz,
y su fama durará por todas las edades.
15 La asamblea celebrará su sabiduría,
y el pueblo proclamará su alabanza.

Henoc y Noé

16 Henoc vivió de acuerdo con la voluntad del Señor
y dejó un ejemplo para todas las edades.
17 Noé fue recto e intachable;
cuando vino la destrucción, él renovó a la humanidad.
Gracias a él quedaron sobrevivientes,
y haciendo Dios con él una alianza, terminó el diluvio;
18 con señal eterna se comprometió con él
a no destruir otra vez a los vivientes.

Abraham, Isaac y Jacob

19 Abraham fue padre de pueblos numerosos;
no manchó nunca su honor.
20 Cumplió las órdenes del Altísimo
e hizo una alianza.
En su propio cuerpo marcó la señal de la alianza,
y cuando Dios lo puso a prueba, se mostró fiel.
21 Por eso Dios le prometió con juramento
que en su descendencia bendeciría a las naciones,
que lo haría tan numeroso como el polvo de la tierra,
y que sus descendientes serían como las estrellas,
que la herencia de ellos sería de mar a mar,
desde el río Éufrates hasta el extremo de la tierra.
22 También a Isaac le hizo igual promesa
en atención a Abraham su padre.
23 Le confirmó la alianza hecha antes,
y así quedó la bendición sobre Israel.
El Señor confirmó a éste los derechos de primer hijo,
le asignó su herencia
y los estableció en doce tribus,
cada una con su territorio.

Moisés

45 Descendiente de Israel fue un hombre
que tuvo el aprecio de todos
y que fue amado de Dios y de los hombres:
Moisés, de feliz recuerdo.
El Señor le concedió honores divinos
y lo hizo poderoso entre los grandes.
A petición suya, Dios apresuraba los prodigios,
y lo sostuvo frente al rey.
Dios le dio el mando de su pueblo
y le dejó ver su majestad.
Por ser fiel y humilde,
Dios lo escogió entre los demás hombres.
Le hizo oír su voz
y entrar en la espesa nube.
Le entregó los mandamientos,
la ley de la vida y de la sabiduría,
para que enseñara a Israel, el pueblo de Jacob,
sus órdenes, normas y decretos.

Aarón

Dios consagró a Aarón, de la tribu de Leví,
estableciendo en él una institución eterna.
Le concedió el gran honor
de servir a la majestad del Señor.
Le ciñó los cuernos de búfalo
y lo vistió con un manto espléndido.
Para honrarlo confiriéndole dignidad y poder,
lo revistió de ornamentos preciosos:
los calzoncillos, la túnica y el manto,
un cinturón de campanillas
rodeado de granadas,
que sonaban suavemente al caminar
y se hacían oír en el santuario,
para que la gente lo supiera.
10 Sus ornamentos sagrados eran de oro, de tela morada y de púrpura,
bordados artísticamente;
el pectoral para el juicio, el efod y el cinturón,
con hilo rojo, hechos por un tejedor;
11 las piedras preciosas sobre el pectoral,
grabadas en forma de sellos y engastadas;
cada piedra tenía grabado un nombre,
en recuerdo de las tribus de Israel.
12 La diadema de oro encima del turbante,
y la placa con la inscripción «Consagrado».
¡Esplendor glorioso y gran dignidad!
¡Deleite a la vista y suprema belleza!
13 No existió antes nada igual;
ningún extraño se vistió jamás así,
sino solamente sus hijos
y sus sucesivos descendientes.
14 Su ofrenda de cereales se quema por completo
dos veces por día, perpetuamente.
15 Moisés lo consagró
derramando el aceite sagrado sobre él.
Así quedó una institución eterna
para él y para sus descendientes, mientras dure el cielo:
servir como sacerdotes al Señor
y bendecir en su nombre al pueblo.
16 Dios lo escogió entre todos los hombres
para que ofreciera holocaustos y grasa,
quemara ofrendas de olor agradable
y pidiera perdón por el pueblo de Israel.
17 Dios le confió sus mandamientos
y le dio autoridad para dar leyes y dictar sentencia,
para enseñar la ley al pueblo
e instruirlo en sus decretos.
18 Los de otras familias se enojaron con Aarón
y le tuvieron envidia en el desierto.
Los seguidores de Datán y Abiram,
y el grupo de Coré, se enfurecieron.
19 Pero el Señor lo vio y se disgustó,
y con furor los destruyó.
Hizo contra ellos un milagro:
los hizo morir devorados por el fuego.
20 Después aumentó el honor de Aarón
asignándole una herencia propia:
le concedió comer de las ofrendas sagradas
21 y de los sacrificios que se queman para el Señor.
Dios le dio como porción, para él y sus descendientes,
el pan que se pone delante del Señor.
22 Pero Dios no les asignó en el país un territorio propio,
ni les dio una parte hereditaria como a los demás;
su herencia y su porción entre los israelitas
son las ofrendas del Señor.

Finees

23 También Finees, hijo de Eleazar,
fue por su valor el tercero en tal dignidad,
pues se llenó de celo por el Dios del universo
e intercedió a favor del pueblo.
Movido por su noble corazón
alcanzó el perdón para los israelitas.
24 Por eso Dios hizo con él también una alianza amistosa
y le dio el derecho de servir en el templo,
para que él, y también sus descendientes,
fueran sumos sacerdotes para siempre.
25 Dios también hizo una alianza con David,
hijo de Jesé, de la tribu de Judá;
pero la dignidad real se transmite de hijo en hijo,
mientras que la herencia de Aarón
pasa a todos sus descendientes.

26 Bendigan, pues, al Señor, que es tan bueno
y los ha coronado de honor,
que les ha dado una mente sabia
para juzgar al pueblo de Dios con justicia.
Así no terminará la felicidad
ni el poder de ustedes por todas las edades.

Josué y Caleb

46 Josué, hijo de Nun, fue un valiente guerrero
que ayudó a Moisés en su oficio de profeta.
Estaba puesto para ser en su tiempo, como su nombre lo dice,
una gran salvación para los elegidos de Dios,
para castigar a los enemigos
y dar a Israel la tierra que era su herencia.
¡Qué majestad la suya al levantar el brazo
y agitar su lanza contra una ciudad!
Nadie podía resistirle
cuando peleaba las batallas del Señor.
Por medio de él se detuvo el sol,
y un solo día se convirtió en dos.
Invocó al Dios altísimo
cuando los enemigos lo atacaban por todas partes,
y Dios le respondió enviando
una enorme cantidad de granizos como piedras,
que hizo caer sobre las tropas enemigas,
con lo que destruyó a los adversarios en la cuesta de Bet-horón.
Así supieron esas naciones, condenadas a la destrucción,
que el Señor protegía a su pueblo en las batallas.
Josué siguió fielmente a Dios,
y en tiempo de Moisés se mantuvo leal.
Él y Caleb, hijo de Jefuné,
resistieron a la rebelión del pueblo,
apartaron de la comunidad la ira de Dios
e hicieron callar a los que murmuraban.
Por eso, entre los seiscientos mil israelitas,
sólo ellos dos se libraron,
para entrar a tomar posesión del país
donde la leche y la miel corren como el agua.
El Señor dio a Caleb fuerzas
que le duraron hasta la vejez,
para poder dominar las alturas del país.
Y también sus descendientes recibieron su herencia,
10 para que todos los israelitas supieran
lo bueno que es seguir fielmente al Señor.

Los jueces; Samuel

11 También podría nombrar a los jueces, uno por uno,
que no se dejaron engañar
ni se alejaron de Dios.
¡Bendito sea su recuerdo!
12 ¡Que sus huesos reflorezcan en la tumba
y sus nombres se renueven en sus descendientes!
13 Samuel, juez y sacerdote,
amado del pueblo y estimado por su Creador,
escogido por Dios desde antes de nacer,
consagrado al Señor en su oficio de profeta,
por encargo de Dios instituyó la monarquía
y consagró a los que debían gobernar a la nación.
14 Por orden del Señor gobernó al pueblo
y visitó los campamentos de Jacob.
15 Como era un profeta que decía la verdad, lo consultaban,
y sus palabras demostraron que se podía confiar en él.
16 Él también invocó a Dios
cuando sus enemigos lo atacaban por todas partes,
y le ofreció en holocausto un corderito.
17 Y el Señor, desde el cielo, hizo oír un trueno;
su voz se oyó con gran estruendo;
18 sometió a los jefes enemigos
y destruyó a los gobernantes filisteos.
19 Estando ya en su cama, a punto de morir,
declaró ante Dios y ante el rey escogido por Dios:
«Nunca he aceptado soborno de nadie,
ni siquiera un par de sandalias.»
Y ninguno pudo desmentirlo.
Hasta el fin de su vida fue prudente
a los ojos del Señor y de todos los hombres.
20 Aun después de su muerte fue consultado,
y anunció al rey lo que iba a sucederle;
desde la tumba alzó su voz de profeta.

Natán y David

47 Después de él vino Natán,
que se presentó ante David.
David fue lo mejor de Israel,
como la grasa es lo mejor de los animales
que se ofrecen en sacrificio.
Jugaba con los leones como si fueran cabritos,
y con los osos como si fueran corderos.
Siendo un muchacho, mató al gigante
y borró la deshonra del pueblo.
Hizo girar la honda con su mano,
y destrozó el orgullo de Goliat.
Porque invocó al Dios altísimo,
el cual dio fuerzas a su brazo
para eliminar a aquel experto guerrero
y alcanzar para su pueblo el triunfo.
Por eso las muchachas le cantaban
alabándolo por los diez mil que había matado.
Una vez coronado rey, hizo la guerra
y derrotó a los enemigos de alrededor,
levantó fortalezas entre los filisteos
y destruyó su poder hasta el día de hoy.
En todo lo que hacía
daba gracias y honor al Dios altísimo.
Amó de todo corazón a su Creador,
y diariamente le cantaba salmos.
Introdujo instrumentos de cuerda para cantar ante el altar,
y estableció el canto de salmos con acompañamiento de arpas.
10 Dio esplendor a las fiestas
y ordenó las solemnidades del año,
cuando se alababa el santo nombre de Dios
con cantos en el templo, desde el alba.
11 Así también el Señor le perdonó su culpa
y le concedió poder eterno,
le dio el derecho de ser rey
y estableció en Jerusalén su trono.

Salomón

12 Gracias a David, el sabio hijo que le sucedió
vivió con tranquilidad.
13 Salomón fue rey en tiempos tranquilos,
y Dios le dio paz con sus vecinos;
él fue quien levantó un templo al Señor
y construyó un santuario para siempre.
14 ¡Qué sabio eras, Salomón, en tu juventud:
tus enseñanzas se desbordaban como el Nilo!
15 Llenaste la tierra con tu ciencia
y el cielo con tus cantos de alabanza.
16 Tu fama llegó hasta regiones muy lejanas,
y por ser pacífico te hiciste querer.
17 Con tus cantos, proverbios, enigmas y sentencias
dejaste pasmados a los pueblos.
18 Te llamaron «Amado del Señor»,
el glorioso nombre que se dio a Israel.
Amontonaste oro como hierro
e hiciste la plata tan abundante como el plomo.
19 Pero te entregaste a las mujeres
y les diste dominio sobre tu cuerpo.
20 Echaste una mancha sobre tu honor
deshonrando tu lecho conyugal,
y atrajiste el castigo sobre tus descendientes
y la desgracia sobre tu familia.
21 Así la nación se dividió en dos partes,
y Efraín se convirtió en un reino rebelde.
22 Sin embargo, Dios no retira su amor
ni deja de cumplir lo que promete.
Por eso no aniquiló a los hijos de sus elegidos
ni destruyó la descendencia de los que amaba,
sino que a Jacob le dejó un resto,
y un retoño a la descendencia de David.
23 Salomón murió de mucha edad,
dejando como sucesor un hijo
rico en necedad y pobre de juicio:
Roboam, que con su mal consejo
llevó al pueblo al desenfreno.
24 Y luego vino Jeroboam, hijo de Nabat
(que nadie se acuerde de él),
quien pecó e hizo pecar a Israel,
haciendo caer a la gente de Efraín
hasta que fueron expulsados de su tierra.

Elías

25 El pecado de ellos fue muy grande,
y se entregaron a toda clase de maldad,

48 hasta que vino un profeta como un fuego,
cuya palabra era como un horno ardiente.
Él les quitó la provisión de pan
y en su celo los redujo a un pequeño número.
Por orden de Dios hizo que no lloviera,
y tres veces hizo que cayera fuego.
¡Qué terrible eras, Elías!
¡No hay nadie tan glorioso como tú!
Tú resucitaste a un muerto;
¡por voluntad del Señor lo sacaste del reino de la muerte!
Tú llevaste a reyes poderosos a la tumba
desde la cama en que estaban enfermos.
Tú oíste en Horeb, el monte Sinaí,
amenazas y anuncios de castigo.
Consagraste reyes que hicieran justicia
y un profeta que había de ser tu sucesor.
Fuiste arrebatado al cielo en un torbellino,
entre tropeles de fuego.
10 Está escrito que Dios te tiene reservado para el tiempo
en que vuelvas para calmar la ira de Dios,
antes de que venga el día del Señor,
para hacer que padres e hijos se reconcilien,
y para restablecer las tribus de Israel.
11 ¡Dichoso el que te vea antes de morir,
y más dichoso tú que vives todavía!

Eliseo

12 Cuando Elías desapareció en un torbellino,
Eliseo quedó lleno de su espíritu;
hizo dos veces más milagros,
y todo lo que decía era asombroso.
Durante su vida no tembló ante nadie,
y nadie tuvo poder sobre él.
13 Para él nada había difícil,
y acostándose sobre un muerto lo resucitó.
14 En su vida hizo milagros,
y después de muerto hizo cosas admirables.
15 Y, a pesar de todo, el pueblo no se volvió a Dios
ni dejaron de pecar.
Por fin fueron expulsados de su propio país
y se dispersaron por toda la tierra.

El rey Ezequías y el profeta Isaías

16 Pero quedó un pequeño número en Judá,
con reyes de la dinastía de David.
Algunos de ellos llevaron una vida recta,
pero otros cometieron enormes delitos.
17 Ezequías fortificó su capital,
e hizo llegar agua hasta el interior de ella
taladrando la roca con herramientas de bronce,
y entre las colinas construyó un dique para el estanque.
18 En su tiempo, Senaquerib lanzó una invasión
y envió a un alto oficial de su ejército,
el cual atacó la ciudad de Sión
y orgullosamente ofendió a Dios.
19 La gente se retorcía de miedo y de dolor,
como una mujer de parto.
20 Invocaron al Dios altísimo
extendiendo las manos hacia él.
Dios escuchó sus oraciones
y los salvó por medio de Isaías.
21 Hirió el campamento asirio,
y allí sembró el pánico con una peste.
22 Ezequías hizo el bien,
siguiendo el ejemplo de David
y las instrucciones del gran profeta Isaías,
digno de crédito en sus visiones.
23 Por eso, en su tiempo el sol retrocedió
y le alargó la vida al rey.
24 Poderosamente inspirado, Isaías vio el futuro
y consoló a los afligidos de Sión.
25 Anunció el futuro hasta la eternidad,
y las cosas ocultas antes de que sucedieran.

El rey Josías y el profeta Jeremías

49 El nombre de Josías es como incienso aromático
preparado por un experto perfumista;
su recuerdo es dulce como la miel
o como la música en un banquete.
Porque él se entristeció con nuestras traiciones
y destruyó los ídolos detestables.
Se entregó a Dios de todo corazón
y fue bondadoso en un tiempo de violencia.
Con excepción de David, Ezequías y Josías,
todos los otros reyes de Judá
llevaron una vida mala
y abandonaron la ley del Altísimo.
Por eso Dios entregó su poder a otros,
y su gloria pasó a una nación extranjera e insensata,
que incendió la ciudad santa
y asoló sus calles.
Así lo había anunciado Jeremías,
hecho profeta desde antes de nacer,
para arrancar, derribar, destruir y demoler,
y también para construir, plantar y restaurar;
pero la gente lo maltrató.

Ezequiel y los otros profetas

Ezequiel tuvo una visión
y describió los seres del carro de Dios.
También mencionó a Job,
que se mantuvo firme en su rectitud.
10 También están los doce profetas:
¡que sus huesos florezcan en la tumba!
Pues animaron al pueblo de Jacob
y lo salvaron con la seguridad de la esperanza.

Después del destierro

11 ¡Cómo podremos honrar a Zorobabel,
que es como un anillo en la mano derecha,
12 y a Josué, hijo de Josadac!
Ellos reconstruyeron el altar
y levantaron el sagrado templo
que debía tener gloria eterna.
13 Nehemías, de glorioso recuerdo,
reconstruyó nuestra ciudad en ruinas,
reparó la muralla derruida
y puso puertas y cerrojos.

Los patriarcas primitivos

14 Pocos ha habido en el mundo como Henoc:
él también fue arrebatado de esta tierra.
15 No ha nacido un hombre igual a José,
jefe de sus hermanos y gloria de su pueblo;
su cuerpo fue enterrado cuidadosamente.
16 Sem, Set y Enós también recibieron honores,
pero la gloria de Adán es superior
a la de cualquier otro ser viviente.

El sumo sacerdote Simeón

50 También está el sumo sacerdote Simeón, hijo de Johanán;
en su tiempo fue reconstruido el templo
y consolidado el santuario.
También en su tiempo fue reconstruida la muralla,
con torres de defensa para el palacio real.
También se cavó el estanque,
que era tan grande como un mar.
Él protegió a su pueblo del saqueo,
y fortificó la ciudad contra los enemigos.
¡Qué majestuoso era al asomarse desde el santuario,
al salir de detrás de la cortina!
Era como una estrella que brilla entre las nubes,
o como la luna llena en día de fiesta;
como el sol que ilumina el palacio real,
o como el arco iris que aparece entre las nubes;
como las flores entre el ramaje en primavera,
como azucena junto a un riachuelo,
o como rama de cedro en el verano;
como incienso que se quema en un sacrificio,
como copa de oro martillado,
adornada de piedras preciosas,
10 como olivo frondoso cargado de aceitunas,
o como árbol de frondosas ramas.
11 Así era cuando se ponía ropa de gala
y llevaba ornamentos espléndidos;
cuando subía al magnífico altar
y llenaba de esplendor el atrio del templo;
12 cuando, de pie junto a la leña,
recibía de los otros sacerdotes las porciones,
mientras los jóvenes formaban una corona alrededor
como retoños de cedro en el Líbano.
13 Lo rodeaban, como sauces junto a un río,
todos los descendientes de Aarón en su esplendor,
llevando en las manos las ofrendas para el Señor,
delante de todo el pueblo de Israel.
14 Cuando terminaba el servicio del altar,
preparaba los sacrificios para el Altísimo,
15 tomaba en sus manos la copa
y ofrecía un poco de vino
derramándolo al pie del altar,
como olor agradable para el Altísimo, el Rey del universo.
16 Entonces los sacerdotes, descendientes de Aarón,
tocaban las trompetas de metal,
y un sonido poderoso resonaba
anunciando la presencia del Altísimo.
17 Inmediatamente, todos los presentes
se arrodillaban inclinándose hasta el suelo
para adorar al Altísimo,
al Dios santo de Israel.
18 Entonces se escuchaba el canto,
y sobre el pueblo resonaban dulces melodías.
19 Todo el pueblo cantaba
orando al Señor misericordioso.
Cuando el sumo sacerdote terminaba el servicio en el altar,
habiendo ofrecido al Señor los sacrificios prescritos,
20 bajaba del altar con los brazos levantados
sobre toda la comunidad de Israel,
y pronunciaba la bendición del Señor,
alegre de poder invocar su nombre.
21 La gente se arrodillaba una vez más
para recibir de él la bendición.

22 Ahora, pues, bendigan ustedes al Señor Dios de Israel,
que hace cosas prodigiosas en la tierra,
que hace crecer al hombre desde el seno materno
y lo forma según su voluntad.
23 Que él les conceda a ustedes sabiduría,
y que entre ustedes haya paz.
24 Que el Señor mantenga su lealtad hacia Simeón
y le cumpla las promesas que hizo a Finees;
que no deje de cumplírselas a él
y a sus descendientes, mientras el cielo exista.