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27-28 En el mundo de los muertos
nadie puede alabar a Dios;
sólo podemos alabarlo y darle gracias
los que aún seguimos con vida.

29 ¡Qué bondadoso es nuestro Dios!
¡Qué grande es su perdón
para los que se arrepienten!
30 Nadie puede tenerlo todo,
porque nadie vive para siempre.

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