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Así que me quedé solo contemplando aquella gran visión. Me quedé sin fuerzas, mi semblante se cubrió de una palidez mortal y me abandonó el vigor. En aquel momento oí el sonido de su voz y caí de bruces, en trance. 10 Sentí entonces que una mano me tocaba y me levantaba tembloroso sobre mis manos y mis rodillas.

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Nadie se quedó conmigo cuando tuve esta gran visión. Las fuerzas me abandonaron, palideció mi rostro y casi me desvanecí. Fue entonces cuando escuché a aquel hombre. Mientras me hablaba, quedé aturdido y con el rostro en tierra.

10 »En ese momento una mano me tocó y me puso sobre mis manos y rodillas, que aún temblaban,

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