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22 Sin embargo, dejó comisarios encargados de hacer mal a los judíos. En Jerusalén puso a Filipo, natural de Frigia, de sentimientos más salvajes que el que lo había nombrado; 23 en el monte Guerizim dejó a Andrónico; y además de éstos nombró a Menelao, el peor de todos en cuanto a perseguir a sus conciudadanos. Era tal el odio que el rey sentía por los judíos, 24 que envió a Apolonio, jefe de los mercenarios de Misia, al frente de un ejército de veintidós mil hombres, con la orden de degollar a todos los hombres adultos y de vender a las mujeres y los niños.

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