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En una cueva de ese cerro, Jeremías escondió la carpa comunitaria, el cofre del pacto y el altar donde se quemaba el incienso. Después, tapó la entrada con piedras. Se dice que algunos de los que acompañaban a Jeremías regresaron para poner marcas en el camino hacia la cueva, pero ya no la pudieron encontrar. Cuando Jeremías se enteró de lo que hicieron, les llamó la atención y les dijo: “Nadie debe saber dónde está ese lugar, hasta que Dios nos perdone y nos reúna otra vez.

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