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Ellos le respondieron:

—Pues fue el Dios de la vida y rey del cielo quien nos ordenó celebrar el séptimo día.

Pero Nicanor les contestó:

—Pues aquí en la tierra mando yo, y les ordeno que tomen sus armas y obedezcan las órdenes de mi rey.

Sin embargo, Nicanor no pudo llevar a cabo su diabólico plan. Era tanto su orgullo, que estaba seguro de la victoria. Hasta había decidido construir un monumento público con todo lo que le quitara al ejército de Judas.

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