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32 Ellos le juraron que no sabían dónde estaba. 33 Entonces Nicanor extendió su mano derecha hacia el templo y juró: «Si ustedes no me entregan preso a Judas, destruiré por completo este templo y su altar, y aquí mismo construiré un templo grandioso para el dios Baco».

34-35 Dicho esto, Nicanor se fue. Los sacerdotes levantaron sus manos al cielo de inmediato, y oraron a Dios: «Señor, tú siempre has defendido a tu pueblo, y aunque no tienes necesidad de nada, elegiste vivir en este templo, entre nosotros.

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