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los manjares de su mesa, la disposición de sus comensales, la compostura y los uniformes de sus sirvientes, los uniformes de sus camareros y los holocaustos que ofrecía en el Templo del Señor, se quedó asombrada y dijo al rey:

— ¡Es cierto lo que había oído en mi país acerca de tus palabras y de tu sabiduría! Yo no me lo creía, hasta que he venido y lo he visto con mis propios ojos. Pero no me habían contado ni la mitad de tu gran sabiduría, pues superas las noticias que tenía.

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