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Abdías iba por su camino cuando Elías le salió al encuentro. Al reconocerlo, Abdías se postró rostro en tierra y le preguntó:

―Mi señor Elías, ¿de veras eres tú?

―Sí, soy yo —le respondió—. Ve a decirle a tu amo que aquí estoy.

―¿Qué mal ha hecho este tu siervo —preguntó Abdías—, para que me entregues a Acab y él me mate?

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